OPERACIÓN IMPENSABLE – Jonathan Walker
4 dEurope/Madrid abril dEurope/Madrid 2016Entre los efectos inesperados de la guerra desatada por Hitler estuvieron la emergencia de un nuevo esquema internacional de poder y la transformación de la Unión Soviética en potencia hegemónica, una de las dos que dominaron el panorama mundial durante la Guerra Fría. Inesperadísimo, paradójico incluso, fue el cambio de estatus del ‘imperio rojo’. El resultado de la obsesión antibolchevique del líder nazi, invasión de la URSS incluida, fue todo lo contrario de lo que él pretendía: en vez de conjurar la amenaza soviética, lo que consiguió fue volverla una realidad global, acabando de paso con el predominio multisecular de la Europa occidental. Si había alguien que supiese anticipar las consecuencias de lo que ocurría en los compases finales de la Segunda Guerra Mundial, y sublevarse ante lo venidero, éste era Winston Churchill. La pérdida por el Reino Unido de su condición de primera potencia imperial era suficiente pesadilla para el Primer Ministro británico. Que la URSS saliese de su prolongado aislamiento y deviniese dominante en Europa, esto lo hacía todo aun más bilioso. La imagen de un depredador como Stalin extendiendo su zarpa al continente entero resultaba insufrible, y no hay modo de censurar en retrospectiva las previsiones de Churchill. Durante décadas, media Europa quedaría reducida a esclavitud, mientras la otra mitad se encaminaba a la democracia y la prosperidad. En la conciencia del premier británico pesaba el saber –no sencillamente estimar, sino saber– que la diplomacia era impotente ante la rapacidad del dictador soviético: a Stalin no lo iban a detener las reuniones-cumbre, ni los acuerdos, ni la diligencia de los diplomáticos occidentales. Stalin, como Hitler, sólo entendía el lenguaje de la fuerza. Pero, ¿podía la fuerza arrebatarle los países de Europa oriental que ya se aprestaba a convertir en estados clientelares y en un glacis defensivo frente a Occidente? En 1945, ¿era viable, siquiera tolerable, la idea de una prolongación de la descomunal guerra en curso, a fin de ahogar el peligro soviético? ¿Provocar el estallido de una Tercera Guerra Mundial? Tal eventualidad, más bien, pertenecía al ámbito de lo impensable. » seguir leyendo