HISTORIA OXFORD DE GRECIA Y EL MUNDO HELENÍSTICO – John Boardman, Jasper Griffin y Oswyn Murray (editores)

“’Sangre compartida, lengua compartida, religión compartida y costumbres compartidas’. Estos eran, según Heródoto, los ingredientes to hellēnikon, de helenismo. Esta definición de nacionalidad, que no disgustaría a un antropólogo moderno, demuestra que a mediados del siglo V a.C. algunos griegos reconocían que había cosas que tenían en común”.

Hace unos 40 años un grupo de expertos en el mundo clásico de la universidad de Oxford decidieron, o recibieron el encargo, o fue un poco de ambas cosas, o bien todo surgió de forma espontánea, el caso es que elaboraron un manual de historia, un recorrido transversal y horizontal por la Grecia y Roma antiguas, un poco al estilo de los companions a que son tan dados los anglosajones, pero quizá algo más modesto. Manuales hay muchos, companions también hay unos cuantos, libros de historia no digamos; pero aquel no iba a ser uno más: aquel sería el manual del mundo clásico de la Universidad de Oxford. Sería The Oxford History of the Classical World.

“El tema de este libro es inmenso”, soltaba a bocajarro uno de sus editores, Jasper Griffin, en la primera frase de la introducción. Y lo es, desde luego. Los de la competencia (o sea, Cambridge), sin ir más lejos, tienen su Cambridge Ancient History en 14 volúmenes nada menos, si no me equivoco, y reeditados y actualizados cada cierto tiempo (bien es verdad que ellos se remontan a la Prehistoria, el Creciente Fértil, etc. Prolegomena and Prehistory se titula el tomo 1). El proyecto de Oxford fue más modesto, desde luego: quizá porque su intención no era entrar en (difícil) competencia con la obra mastodóntica de Cambridge, o tal vez porque los expertos de Oxford no tenían mucho tiempo para hacer la Oxford History ya que estaban ocupados redactando los capítulos de la Cambridge Ancient History. En efecto, si uno (h)ojea los libros dedicados a Grecia y Roma, descubre que un buen número de los que allí han participado no son cantabrigienses sino oxonienses. ¿Es que estas cosas las pagan mejor en Cambridge? El caso es que a mediados de los 80 del siglo pasado, Oxford publicó su Oxford History of the Classical World, un libr(ac)o de casi 900 páginas (en realidad, una minucia comparado con los 14 volúmenes de Cambridge). Poco después, imagino que para hacerlo más asequible y manejable, Oxford dividió su libro en dos y publicó la primera parte, The Oxford History of Greece and the Hellenistic World (y estoy por jurar, aunque de esto ya no tengo constancia, que publicó también la segunda parte, quizá bajo el título de The Oxford Illustrated History of the Roman World). En nuestro país cayó en gracia la publicación oxoniense, y Alianza Editorial no tardó en publicar en dos volúmenes la Historia Oxford del Mundo Clásico: Grecia por un lado y Roma por otro. Esto sucedió hace 34 años; ha llovido desde entonces, y esos libros de Alianza ya no están a la venta en ningún anaquel. De modo que quien posea uno de ellos, o los dos, sepa (y seguro que lo sabe) que tiene un tesoro.

Recientemente, La Esfera de los Libros ha rescatado del olvido (y del pozo sin fondo de las joyas inencontrables) el volumen dedicado a Grecia, y ha recuperado para él el título de la versión inglesa: Historia Oxford de Grecia y el Mundo Helenístico. Cierto es que el texto tiene ya sus buenos 40 años, que los enfoques tal vez estén superados, que los nuevos hallazgos y teorías están ausentes de sus páginas… Pero conviene tener en cuenta al menos un par de cosas: una, que no se trata de un libro dirigido a especialistas (en principio; luego aclararé el porqué de este paréntesis) sino al gran público, de modo que no entra en disquisiciones complejas y casi todo lo que en él se explica es más o menos válido y aceptable hoy en día (en mi modesta opinión, al menos); y dos, que los redactores no son unos aficionados sino auténticos expertos en la materia, a los que da gusto leer (en principio, y por lo mismo de antes, vaya) y que no suelen escribir tonterías. Por situar un poco el tipo de libro que tenemos entre manos, y por si a alguien le suenan otros títulos y le interesa ubicar este entre ellos, digamos que la H.O.G.M.H. (abreviemos el título esférico) está lejos de ser una “historia de Grecia”: no es un relato cronológico de los hechos de los griegos al estilo del manual de Pomeroy et altri, o el de Blázquez, Sayas & Melero, o del clásico (y excelente) de Edóuard Will en dos volúmenes, o del dinámico y jovial La gran aventura de los griegos de Javier Negrete, por citar algunos. Se acerca más bien, aunque no exactamente, claro (cada libro es un mundo y hay un mundo en cada libro), a Civilización griega de Hernández de la Fuente & López Melero, o incluso (aunque menos) a Una nueva historia del mundo clásico de Spawforth, y también (aunque más) al clásico La civilización griega de François Chamoux. Una vez hecho este ejercicio inútil de pedantería libresca, digamos de una vez qué es lo que hay dentro del libro que nos ocupa.

Pero antes de eso conviene, porque es de justicia, mencionar a los editores de la obra, insignes eruditos dedicados al estudio del mundo antiguo y autores de innumerables libros, clásicos ya algunos de ellos, sobre la civilización griega. Se trata del antes citado Jasper Griffin, Oswyn Murray (no confundir con el también helenista Gilbert Murray, que vivió en la primera mitad del siglo XX) y John Boardman. A los lectores interesados en temas griegos les han de sonar estos tres eruditos ingleses; quizá el más traducido a nuestro idioma sea Boardman (Los griegos en ultramar, El arte griego, Escultura griega, todos libros excelentes). Ellos editaron y participaron en la redacción de la H.O.G.M.H. cuando eran 4 décadas más jóvenes (aunque ya habían sobrepasado su acmé con creces, pues estaban entre los 50 y los 60 años). En la actualidad Murray es un venerable octogenario, Boardman un respetado nonagenario y Griffin cruzó la laguna Estigia hace 3 años escasos. Además del trío de editores, de la lista de autores del libro de Oxford cabe mencionar a George Forrest, Simon Hornblower, Robin Lane Fox, Jonathan Barnes y hasta 8 nombres más, todos ellos “destacadas autoridades en su campo”, de acuerdo con la expresión que figura en la primera página del libro.

Esas 15 eminencias se reparten los 16 capítulos (Murray se encarga de dos) que componen la obra, y un simple vistazo al índice basta para constatar lo que hasta ahora no he dicho de forma explícita y sí algo subrepticiamente: que es un libro más temático que histórico, más recopilatorio de artículos variados que secuencial en la línea del tiempo, más variopinto que cronológico. Por supuesto, la coherencia manda en su elaboración y todos los temas tratados tienen que ver con la razón última de la existencia del libro, esto es, la antigua civilización griega; y un cierto criterio temporal sí que se atisba en la ordenación de los capítulos, tres de los cuales marcan, como mojones en el camino, el lento paso de los siglos por la tierra de los griegos.

“El tema de este libro es inmenso”, decía Griffin nada más empezar. Pero lo hacía en la introducción del libro publicado por Alianza hace treinta y tantos años: en la edición de La Esfera la introducción de Griffin es otra, igualmente jugosa. Y tras ella se inicia la obra con el primer mojón: George Forrest haciendo un repaso a lo que viene llamándose desde siempre la Grecia Arcaica, es decir: la Grecia que va del siglo VIII a.C. a finales del V a.C., más o menos. Forrest presenta al lector un viaje más político que cultural o económico, por decir algo: la aparición de la polis, las tiranías, el nacimiento de la democracia… A los que hemos leído su pequeña gran obra Democracia griega, escrita unos 20 años antes que este texto oxoniense, nos parecen estas páginas una especie de resumen de la misma, redactado en su peculiar y llamativo estilo. Más adelante, y como segundo hito jalonando el camino histórico que recorre el libro, está el capítulo dedicado al período clásico de Grecia (el siglo V a.C. y parte del IV a.C. hasta el reinado de Filipo II de Macedonia) de la mano de Simon Hornblower, a quien el lector en castellano reconocerá por ser también el autor, en los mismos años en que se hizo la historia oxoniense, de El mundo griego. 479-323 a.C., libro en el que aborda casi con exactitud, y con la misma pulcritud, ese período (aunque con más detalle, por supuesto). Y el tercer y último mojón, ya en el tercio final, lo constituye el artículo en el que Simon Price (este autor se me escapa) desmenuza con brevedad y concisión las realezas helenísticas, muy al estilo, puestos a seguir citando traducciones al castellano de libros clásicos sobre la historia de los griegos, del excelente El mundo helenístico de la profesora belga Claire Préaux, escrito casi una década antes y publicado en el ruedo ibérico en dos volúmenes. Es sorprendente, y casi de agradecer (que Zeus me excomulgue si hace falta), que un tema tan manoseado y omnipresente cuando se explica la historia de los griegos, como es la conquista del imperio persa por Alejandro Magno, carezca no ya de un capítulo propio, como mandan los cánones, sino incluso de unas paginillas que describan siquiera su ascenso al trono, o las tres batallas más la adicional (Hidaspes, claro), o su penoso retorno a Babilonia por el desierto de Gedrosia, o la pugna por el imperio tras su muerte. No es así, no: Price asalta la historia griega cuando los reinos helenísticos ya están sobre el mapa, y apenas dedica palabras al período inmediatamente anterior, de conquista y reparto del suelo persa. Cosas veredes.

Entre estos tres postes que indican el rumbo al lector, se incardina el resto de capítulos en los que se recogen, conviene decirlo, los temas habituales cuando de hablar del mundo griego se trata. Así, no sorprende en absoluto encontrar un capítulo dedicado a Homero, a cargo de Oliver Taplin. Está escrito (y aquí viene el porqué del “en principio” de hace varios párrafos) en un estilo algo abstruso y que por momentos no parece, a mi humilde juicio, una introducción ni al poeta ni a los poemas homéricos, sino una valoración ofrecida a quien ya tiene una cierta experiencia épica (nunca mejor dicho). Es de agradecer que Griffin no se limite a editar y prologar y se luzca con un atractivo capítulo sobre los mitos griegos y Hesíodo. Podría también haberse encargado perfectamente del apartado de Homero, y digo esto por la simple y tal vez ingenua razón de que su librito Homero, publicado al inicio de la década ochentera, es magnífico. En la H.O.G.M.H. Griffin aclara (innecesariamente, creo yo, aunque nunca se sabe), que los mitos eran todo lo que los griegos sabían sobre su historia original. Terrible, pero magnífico. También reparte elogios a sus colegas británicos, como James G. Frazer, autor de la insoslayable por muchos años que pasen La rama dorada (“pocos intelectuales escriben tan bien como Frazer”, dice de él), o Geoffrey S. Kirk, de quien recuerda su definición generalista de mito: “una clase especial de cuento tradicional”. Kirk enunció esa definición a caballo entre El mito y La naturaleza de los mitos griegos (más en el segundo de esos libros que en el primero), escritos ambos en la década de los 70. Si nos limitamos a la pura y estricta definición (que no a su desarrollo), más ajustada me parece a mí la que da Carlos García Gual en varios de sus libros (Introducción a la mitología griega, La mitología. Interpretaciones del pensamiento mítico), y que hace preguntarse a uno si Griffin habría leído a Gual, pues el helenista mallorquín escribió el segundo de aquellos libritos en la Década Prodigiosa, nuevamente los 80:

Mito es un relato tradicional que refiere la actuación memorable y ejemplar de unos personajes extraordinarios en un tiempo prestigioso y lejano.

Ahí queda eso.

En la H.O.G.M.H. se habla de la lírica griega: Arquíloco, Tegonis, Safo (las dos páginas dedicadas a la poetisa justifican el busto romano del siglo II que aparece en portada), Píndaro, Anacreonte, Baquílides… Se habla de la filosofía (repartida en dos capítulos, uno sobre los presocráticos y otro sobre el triunvirato Sócrates-Platón-Aristóteles), del teatro, de la prosa historiográfica (el anónimo de Oxirrinco, Jenofonte, Hecateo, y por supuesto, Heródoto y Tucídides). De Jenofonte no parece tener Oswyn Murray, autor del capítulo, muy buena opinión; dice de él que escribió sobre Sócrates probablemente sin haberlo conocido. Y añade, al respecto de sus crónicas sobre la historia griega:

[Jenofonte] escribió una obra tan descuidada, tan tergiversada y con tantos prejuicios que jamás se tendría en cuenta si no fuera porque es el único registro escrito contemporáneo que ha sobrevivido.

Opinión tan negativa del bueno de Jenofonte también la tiene, al menos en lo que al aspecto historiográfico se refiere, César Fornis en su Grecia exhausta. Ensayo sobre la guerra de Corinto; no así García Gual, quien ensalza sus virtudes como escritor y cronista de sus vivencias (en Historia, novela y tragedia, por ejemplo).

Murray hace doblete con el capítulo dedicado a la vida cotidiana en la Grecia clásica, un texto de tema agradecido y para el que no se ahorra la sensata, lógica pero quizá innecesaria advertencia de que muchas veces se habla de Atenas y se extrapola lo que allí era norma o rito a todas las ciudades griegas, cuando cada una de ellas tenía sus particularidades específicas. La religión es abordada por Robert Parker en un capítulo que está francamente bien, por su atractivo y por su claridad. Menciona por ejemplo la expresión “religión sumergida” (quien quiera saber a qué se refiere tendrá que leerse el libro), o explica por qué los dioses griegos no se enfadan cuando en los sacrificios se les reserva siempre la peor parte de las víctimas (los huesos) en lugar de la carne; Según Parker, el poeta Hesíodo

se inventa un mito para explicarlo: cuando los dioses y los hombres se repartieron los animales sacrificados, el que ayudaba a los hombres, Prometeo, engañó a Zeus para que se quedara con la peor parte. Así pues, gracias a una pertinente ficción, las partes inútiles se consideraban un regalo aceptable para los dioses.

Estupenda elección (si es que fue elegido, y si fue por sorteo, las Moiras fueron benévolas) la de John Boardman para el capítulo dedicado al arte griego; sus numerosos trabajos (ya citados) sobre escultura y arquitectura, y también sobre cerámica griegas (estos últimos por desgracia no traducidos al castellano) avalan su buen hacer. Aunque, a estas alturas, es evidente que cualquiera de los especialistas participantes de este libro habría afrontado cualquiera de sus capítulos con igual desenvoltura. Así por ejemplo, Robin Lane Fox, conocido por estos lares por sus magníficas obras Alejandro Magno. Conquistador del mundo o por Héroes viajeros. Los griegos y sus mitos, asume sin complejos y a la perfección la redacción de un capítulo dedicado a la cultura helenística (no en vano Lane Fox se atrevió tiempo después a emular la obra oxoniense al completo con su personal El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma). Por su parte, en cambio, el filósofo especializado Jonathan Barnes (en castellano es muy disfrutable, por extraño que parezca, su Aristóteles, e incluso Los presocráticos) ilustra al lector con casi treinta páginas hablando sobre filosofía y ciencia del período helenístico. Y concluye la obra oxoniense, este somero compendio de historia y cultura griegas, con un capítulo final dedicado al arte helenístico, en el que se habla también de su influjo en los artistas del mundo romano.

Respecto a la edición que ha sacado a la luz La Esfera de los Libros, hay que decir que la traducción no es la que hace 40 años publicó Alianza, sino que se ha hecho para la ocasión. Cada capítulo en el original venía rematado por una bibliografía con lecturas recomendadas todas ellas anglosajonas, como es lógico; la edición castellana de entonces tuvo la buena idea de añadir también lecturas disponibles en español. En la nueva traducción se ha seguido esta estela, pero los títulos han cambiado y no siempre, en mi triste, humilde y parcial opinión, son acertados (además de que hay capítulos en los que no aparece ningún libro citado). Por decir algo: La aurora del pensamiento griego. Las cosmogonías prefilosóficas de Hesíodo, Alcmán, Ferecides, Epiménides, Museo y la Teogonía órfica antigua, que todo eso es el título del libro de Roxana Beatriz Fernández Nieto, no me parece en absoluto un texto introductorio a la filosofía presocrática. O no se menciona, en el capítulo dedicado a los historiadores griegos, el imprescindible La historiografía griega de Arnaldo Momigliano (de hecho en ese capítulo no se menciona ningún título en castellano). En esta reseña me he empeñado hasta la afectación en citar títulos en nuestro idioma que pueden también reforzar esa intención introductoria y divulgadora del mundo griego, que con acierto los de Oxford alimentaron cuando diseñaron su obra. Mención aparte merece también el material gráfico, me temo que muy escaso y tristemente referenciado en la edición actual, abundante y con nutridos pies de foto en la edición ochentera. Las cosas, como son.

Teniendo en cuenta todo esto, el libro, con sus pros y sus contras, con sus virtudes y sus defectos (y también con los míos al hacer esta reseña, claro) tiene su público asegurado entre aquellos que quieran conocer la civilización griega de la mano de buenos especialistas, y también, por qué no, entre aquellos que ya han dado sus primeros pasos por el mundo griego de la mano de Homero, Heródoto, Platón o Eurípides, y desean seguir caminando por suelo griego. En esos menesteres, este libro no les defraudará.

 

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John Boardman, Jasper Griffin, Oswyn Murray (eds.), Historia Oxford de Grecia y el mundo helenístico (traducción de José C. Vales). Madrid, La Esfera de los Libros, 2022, 576 páginas.

     

7 comentarios en “HISTORIA OXFORD DE GRECIA Y EL MUNDO HELENÍSTICO – John Boardman, Jasper Griffin y Oswyn Murray (editores)

  1. Farsalia dice:

    Espléndida reseña. Tengo en casa el volumen sobre Roma que sacó Alianza. Qué tiempos…

  2. Farsalia dice:

    La reseña me trae recuerdos de viejas lecturas, de maneras de hacer Historia que van llegando menos a los lectores, pues obras como estas llegan cada vez menos a nuestras manos; el libro universitario colectivo se está perdiendo, no da ganancias a las editoriales, aunque hay títulos como el coordinado por Gómez Pantoja en Ariel, por citar un volumen similar a este, que aún sigue teniendo relevancia. En mis tiempos de la carrera, estos eran libros de bibliografía recomendada en algunas asignaturas, prácticamente manuales universitarios, introducciones que te llevaban, tirando del hilo de Ariadna, a otras lecturas, y estas a otras… y así sucesivamente. Y con autores que entonces ya eran clásicos. No sé si en estos tiempos actuales este libro tendrá la relevancia que tuvo hace cuatro décadas, y más en unos tiempos en los que la divulgarización ha llegado a las aulas y a las editoriales. O tempora, que decían los clásicos…

  3. cavilius dice:

    Sí, es un manual «de los de antes», que no ha perdido su interés, aunque tal vez no su relevancia, y que todo interesado en lo heleno debería tener situado y controlado.

  4. Vorimir dice:

    Me alegra doblemte la reseña de Cavilius. Primero porque es un gran libro y se merece una reseña a la altura y segundo porque Cavilius vuelve a hacerme el favor de reseñar otro libro que empecé a reseñar yo mismo pero eso, solo empecé, y el proyecto de reseña se perdió en el limbo de muchas cosas. Bien por Cavilius por hacer lo que yo no pude. Y mejor.

  5. cavilius dice:

    ¿Eso he hecho? Lo dudo.

    Pues a ver si tú me pisas alguna reseña a mí, y así lo solucionamos.

    1. Vorimir dice:

      La única forma en la que podría pisarte una reseña hoy día sería imprimirla, tirarla al suelo y bailar una jota encima. Y tendría que empezar por aprender a bailar la jota.

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