FORJADA EN LA TORMENTA – David B. Gil
“Un samurái debe obediencia a su señor, pero no hasta el punto de deshonrarse a sí mismo”.
Me cuesta, me cuesta adaptarme a los nombres propios japoneses. Y es que no todo el vocabulario nipón va a ser del estilo de sake, judo, sushi o hai, así que hojear esta novela y recibir una sacudida intelectiva fue para mí la misma cosa: Asaemon Hikura, Kenzaburõ Arima, Shika no Kõbe, Sugawara, Kitamaru, Shigenori… No podían, no, ser nombres más normales, como Clitemnestra, Arimnesto, Leotíquidas, Cleóbulo, Alcibíades, Onesícrito de Astipalea… Desde los tiempos de El Asirio que no sufría yo tal espasmo onomástico. El problema es mío, claro; es lo que tiene ser monocromático, monotemático y monolítico. Así que, antes de empezar a leer, ya se había instalado el recelo en mi ánimo, la reticencia en la sección de las manías y el reparo en el rincón de los prejuicios. Pero tras alcanzar la página 19 (que es donde acaba el primer capítulo) toda esa aprensión ya se había escurrido por el desagüe de las preocupaciones infundadas, y me hice con los mandos de la novela con la habilidad de un ninja. Y desde ese momento, a disfrutar.
A David B. Gil no hay quien le tosa en el mundo de la novela histórica japonesa. Es un mundo pequeño después de todo, eso también hay que decirlo; al menos el circunscrito al idioma cervantino. En otras lenguas no tengo idea. Hace cosa de tres años Hislibris entrevistó conjuntamente a Gil y a otros dos novelistas de temática nipona, Carlos Bassas y Sergio Vega, quienes quizá sí podrían toser al primero si el asunto del tosido fuera realmente relevante. El caso es que cada uno de ellos debe de tener su estilo propio y particular (digo yo, porque solo he leído a Gil) y no es cuestión de comparar ni competir, sino de sumar. Tal vez por eso, por lo de sumar, es por lo que la editorial en la que el gaditano Gil ha publicado toda su obra es Suma de Letras. Con este sello presentó hace ya unos años El guerrero a la sombra del cerezo, novela que había sido previamente autopublicada: una historia ambientada en el Japón feudal llena de acción y aventuras, que gozó de muy buena acogida en general y en los lares hislibreños en particular (se alzó con el laurel al mejor autor novel en la edición de los Premios Hislibris de hace 7 años). Después llegó Ocho millones de dioses, trepidante y envolvente historia de samuráis que también mojó pan en los Premios Hislibris, en este caso los de 2020.
Y ahora llega Forjada en la tormenta, la tercera novela de David B. Gil que tiene cimientos asentados en el Japón rural de finales del siglo XVI, una época y una cultura que al parecer al autor le gusta y le motiva. De hecho, la acción se sitúa cronológicamente a continuación de El guerrero a la sombra del cerezo y toma como protagonista una de las estrellas que ya brillara en aquella historia: Asaemon Hikura, atípico samurái al servicio del clan Sugawara, que hará las veces de investigador sobre quien recae el encargo de resolver cierto misterio. Asaemon es un personaje curioso: borrachuzo pero con decoro, violento pero respetuoso, innoble pero con un alto sentido del honor… En fin, un tipo lleno de contrastes, de luces y sombras, como los bosques y montañas que ha de recorrer para llevar a cabo su cometido; alguien que tal vez ocasiona más problemas de los que resuelve, y que sin embargo tiene un sentido de la justicia genuino. Un detective extraño, desde luego, alejado del estereotipo del héroe, y comparable, me viene a la cabeza, no con Kojak ni Colombo ni Banacek, sino con McCloud (¿alguien sabe de quiénes estoy hablando? Espero que sí).
Confiesa el autor en los agradecimientos (esas páginas en las que todo escritor demuestra ser bien nacido) que la inspiración para escribir la novela le llegó a través de la casualidad: supo de la existencia de cierta persona que existió realmente, aunque no en el siglo XVI sino unos 200 años después, llamada Kunishige Ogen. La ocupación de Kunishige fue forjar katanas, dato el cual no parece especialmente destacable (a lo largo de la historia de Japón, forjadores de katanas habrá habido tantos como zapateros), si no fuera por la particularidad de que se trataba de una mujer. Ella firmaba sus trabajos con las palabras 女重国 (“Onna Kunishige”), es decir: “Mujer Kunishige”, lo cual no está nada mal para una época como el siglo XVIII y para una cultura eminentemente masculina como la japonesa. Esa mujer, su ocupación y su valentía al atreverse no solo a desempeñar un oficio de hombres y para hombres, sino también a proclamar con orgullo su autoría, llevó a David B. Gil a fraguar (nunca mejor dicho) una historia en la que uno de sus personajes principales está directamente inspirado en la histórica Kunishige Ogen.
Se trata en realidad no de una sino de dos historias aparentemente inconexas, que a medida que uno se adentra en la lectura irán confluyendo. Los ambientes rurales japoneses de hace 400 años recorren la novela, así como los paisajes nemorosos de las montañas de la región, que encierran más misterios y sombras que los claroscuros provocados por el sol nipón. El relato incluye entre otras cosas desapariciones, secuestros, y también la presencia de un extraño y legendario monstruo que vive oculto en la espesura de los bosques. Los combates y enfrentamientos entre samuráis, katana en mano, están descritos con extrema minuciosidad; de modo que los amantes del género disfrutarán de lo lindo. Asimismo, el relato deja escapar, de manera no descarada pero sí notoria, un aroma de “empoderamiento” femenino quizá algo anacrónico para la época (y hablo desde el absoluto desconocimiento, que conste), justificable por la fuente de inspiración antes mencionada. Y el caso es que si tal fuente existió, es que algo de eso hubo.
Una novela, en resumen, entretenida y trepidante, agradable de leer, con emociones y batalla final, como mandan los cánones. El lector estará pendiente no solo de cómo evoluciona la investigación llevada a cabo por Asaemon, sino también del propio investigador, pues Asaemon no está cortado con el patrón del típico Hércules Poirot, que sale indemne e impoluto de los casos en los que se ve envuelto, sino que se verá afectado de manera importante por los sucesos que se van desencadenando. Y todo apunta a que hay Asaemon para alguna que otra novela más. No en vano Forjada en la tormenta ha ganado el premio a la Mejor Novela 2022 en los XIII Premios de Literatura Histórica Hislibris. Por algo será.
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David B. Gil, Forjada en la tormenta. Barcelona, Suma de Letras, 2022, 374 páginas.
No habrá ningún heleno socarrón en sus páginas, pero no sé puede negar que es una novela atractiva y divertida a manos llenas. Yo lo pasé extraordinariamente bien con ella. Placentera, sin duda. Y bien contextualizada, que no es lo de menos.
Estupenda reseña de una novela a la que le tengo muchas muchas ganas.
Tendrá que esperar al año que viene, pero va a caer fijo.
No hay heleno socarrón,
¡pero ahí está Asaemón!
(El acento está un poco forzado, pero la rima es la rima…).
La tengo pedida en la biblioteca para leerla, y ahora con más ganas después de leer tu reseña, Cavilius. Por cierto, que el autor presentará el libro en Úbeda este octubre.
La novela la he percibido algo más ligera (digamos que con menos densidad, lo cual no es necesariamente malo; de hecho, puede que sea incluso bueno) que Ocho millones de dioses, y más en la línea de El guerrero a la sombra del cerezo. Seguro que la disfrutaréis.
Yo reconozco que me gusta mucho el estilo de David Gil, y se nota como en los buenos vinos el proceso de maduración obra tras obra; pero sigo prefiriendo de las tres que he leído «El guerrero a la sombra del cerezo». Será porque fue la primera vez que me adentraba en el mundo nipón y descubrí el antiguo y lejano oriente… pero tengo un recuerdo estupendo de aquella primera incursión.