FÉMINA. UNA NUEVA HISTORIA DE LA EDAD MEDIA A TRAVÉS DE LAS MUJERES – Janina Ramirez

Quia ergo femina mortem instruxit,
clara virgo illam interemit.
Et ideo est summa benedictio
in feminea forma
pre omni creatura.
Quia Deus factus est homo
in dulcissima et beata virgine.*

Hildegarda de Bingen, Quia Ergo Femina.

 

*Si una mujer trajo la muerte,
una resplandeciente doncella la superó.
Y así la más alta bendición
en todo lo creado
yace en la forma de una mujer.
Pues Dios se ha hecho hombre
en una dulce y bendita Virgen.

“Numerosos son los personajes que recoge en su monumental libro, cuyos hechos vitales son expuestos a ritmo de aventura: Justiniano, Carlomagno, Isidoro de Sevilla, Mahoma, Atila, el Cid Campeador, Guillermo el Mariscal, Saladino, Marco Polo, Petrarca, Leonardo da Vinci, Cristóbal Colón…”. Pues sí, he empezado del peor y más vergonzoso modo posible: citándome a mí mismo. Esto decía un servidor meses atrás, en la reseña de un reciente trabajo de Dan Jones en el cual los casi mil años de historia que constituyen el Medievo son desmenuzados, pormenorizados, desgajados, analizados y diseccionados cual cadáver en la morgue. Como se puede apreciar en esa retahíla de nombres propios que engarcé en su momento, todos ellos tienen algo en común.

Poder y tronos. Una nueva historia de la Edad Media es el título de esa magnífica obra de Jones. Y el elemento compartido por todos los nombres antes citados no me llamó la atención entonces, pero salta a la vista en cuanto se echa un simple vistazo al título del libro que encabeza la actual reseña: Fémina. Una nueva historia de la Edad Media a través de las mujeres. El subtítulo parece enmendarle la plana a la obra de Jones (el subtítulo de la cual, todo hay que decirlo, no consta en el original inglés), o al menos dar un toque de atención sobre cierta cuestión: aquella que se pregunta cómo es posible escribir un libro de historia y no hablar de las mujeres. No se trata ahora, ni mucho menos, de criticar el libro de Dan Jones; ya he dicho que es un magnífico trabajo. Además, aquello de lo que adolece (esto es: centrarse en el género masculino para relatar la historia de la Humanidad y relegar a un segundo plano al femenino) es moneda de cambio en la inmensa mayoría de libros y manuales de historia que han existido y existen. Pero ya va siendo hora de que las cosas cambien.

Salvo que se demuestre lo contrario, el Cid, Carlomagno, Atila o Saladino fueron hombres. “Y muy hombres”, añadiría alguien. Sus hechos y sus obras (que son la misma cosa) cambiaron la historia. Pero en su tiempo, como en el nuestro, como en cualquier tiempo, existieron mujeres que también cambiaron la historia. Mujeres importantes, deberíamos decir, si es que la importancia del ser humano radica en su capacidad de participar en el devenir de la historia. Probablemente hubo menos mujeres importantes que hombres importantes, pero haberlas las hubo. ¿Se las tiene que obviar por haber sido minoría? Contra el perjuicio de este prejuicio se revuelve y se rebela Janina Ramirez, la autora de Fémina. ¿Y quién diablos es Janina Ramirez? Ningún hislibreño de pro osaría hacer esa pregunta, ya que no hace tanto fue entrevistada por los servicios de prensa hislibreños, y a través de esa conversación pudimos saber, entre otras muchas cosas interesantes, que, por desgracia, Janina le pone cebolla a la tortilla de patatas. Afortunadamente, esta no es una cuestión vital.

Afortunadamente también, y cebollas aparte, Janina Ramirez ha escrito esta obra donde da voz y relumbre a un buen número de personajes femeninos que en un tiempo fueron seres de carne y hueso, igual que lo fueron aquellos otros de sexo masculino que aparecen siempre en los libros de historia; ellas, como ellos, representaron un destacado papel en el escenario de la Edad Media. El silencio y el ninguneo pone punto y final en Fémina, si bien el libro no recoge, obviamente y por desgracia, más que una pequeña parte de quiénes fueron y qué hicieron las protagonistas del Medievo. Es un libro reivindicativo, no cabe duda, pero con los pies puestos en el suelo y sin perder de vista el objetivo principal (creo yo) que debe marcarse todo libro de historia: dar a conocer el pasado. Para ello, Janina Ramirez utiliza a fondo las herramientas del historiador: mucha arqueología, una bibliografía generosa, buen manejo de las fuentes primarias y secundarias, y una presentación objetiva y racional de los hechos.

El libro de Ramirez toma su título de un dato ignominioso. A partir de la Reforma protestante del siglo XVI, las bibliotecas se dedicaron a catalogar los libros en función de su valor y utilidad; en dichos catálogos, aquellos textos que se sabían escritos por una mujer eran etiquetados con la palabra latina femina garabateada junto al título. Ello indicaba que eran menos dignos de preservación. Martín Lutero, sostiene la autora en alguna que otra entrevista, relegó a la mujer a ocupar un papel secundario en la historia. No solo él, conviene aclarar, creo yo, pero sí principalmente. Y de aquellos barros vinieron los lodos que se extendieron hasta llegar a nuestros tiempos, en los que parece que el lodo empieza a menguar.

Ramirez, de nacionalidad británica pero nacida (dice la Wikipedia) en Dubai, no esconde en Fémina su anglofilia, país al cual dedica bastantes páginas. Así, comienza con el despliegue de una gran cantidad de datos arqueológicos, especialmente relacionados con tumbas, para poner de relieve la importancia que ciertas mujeres tuvieron en la Inglaterra de los siglos V al VIII. Fue un tiempo en el que se estaban configurando siete reinos en la isla: Anglia Oriental, Mercia, Kent, Essex, Sussex, Wessex y Northumbria; un tiempo conocido por la tradición histórica inglesa como “época oscura”; un tiempo precristiano en el que las divinidades tenían nombres como Woden, Freya o Thor (nombres de los cuales quedan vestigios en el vocabulario anglosajón: Wednesday –“el día de Woden” –, Friday, Thursday); un tiempo en el que brillaron con luz propia mujeres poco conocidas hasta ahora, como Berta, Clotilde, Hilda o la llamada princesa de Loftus. La fuente principal para este período de la historia inglesa es Beda el Venerable, monje benedictino que vivió a caballo entre los siglos VII y VIII. En su obra, este doctor de la Iglesia se ocupa de la vida de los grandes hombres: obispos, guerreros y reyes; pero de hecho también aparecen mujeres poderosas e influyentes. Y Janina Ramirez reclama la atención sobre esas mujeres medievales: ignorarlas supondría escatimar un estrato significativo de datos y detalles, “ya que”, dice la autora, “en su mundo, esas mujeres importaban”.

Diversos personajes femeninos van desfilando a lo largo de los nueve capítulos de Fémina. Vale la pena citar a Cynethryth, quien como reina de Mercia, el más importante reino de Inglaterra en el siglo VIII, fue la única mujer de todo el período en Occidente que acuñó su propia moneda (lo mismo haría, por las mismas fechas pero en Oriente, Irene, emperatriz de Bizancio). O Ethelfleda, hija de Alfredo el Grande, rey de Wessex, casada con el heredero de Mercia Etelredo y a cuya muerte gobernó aquel reino con mano firme. O Jadwiga (Eduviges), coronada en 1384 a la temprana edad de 10 años rey de Polonia, que no reina: Hedvigis coronatur, in regem Poloniae. La ley polaca no reconocía la sucesión por línea femenina, pero su padre Luis de Hungría había dejado establecido que su hija sería declarada rey. Jadwiga fue una reina temida y respetada, que dirigió ejércitos con tan buen tino como cultivó también su espíritu. O Margery Kempe, cuyo manuscrito fue hallado de forma absolutamente azarosa en los años 30 del siglo pasado y se convirtió al instante en “la primera autobiografía escrita en inglés”. Dictado por ella misma durante su vejez, en esa obra Margery relataba su vida como comerciante y empresaria “internacional” en pleno siglo XIV, sus viajes por buena parte del mundo y su vida cotidiana (aspectos sexuales incluidos).

Pero si sobre alguna mujer recae el papel protagonista de Fémina, esa es Hildegarda de Bingen, a quien Ramirez brinda la parte central de su libro. Hildegarda fue una sabia, así, sin rodeos, que vivió 81 años y cuya capacidad es comparable a la de Leonardo da Vinci. En pleno siglo XII escribió sobre música, lingüística, arte, teología, ciencia, medicina, inventó una lengua propia, fue consejera de emperadores y papas, y regentó como abadesa monasterios que ella misma fundó. Desde 2012 tiene el honor, junto con Teresa de Jesús, Catalina de Siena (ambas en 1970) y Teresa de Lisieux (en 1997), de ser una de las cuatro mujeres que poseen el título de doctor de la Iglesia, lo cual no es poca cosa. Su erudición fue enorme; afirma Ramirez que Hildegarda “fue una celebridad del siglo XII”, y por tener tuvo hasta visiones místicas, que documentó y dibujó en sus manuscritos (la cubierta del libro de Ramirez, tanto en su edición inglesa como castellana, reproduce una de esas visiones: el llamado “huevo cósmico” de Hildegarda de Bingen, descrito en el Libro I de su libro Scivias).

No solo nombres propios merecen ser reivindicados en las páginas de Fémina: la autora también hace alusión in extenso al papel genérico de la mujer en la sociedad vikinga (los hallazgos de Repton o los huesos hallados en la localidad sueca de Birka, descubrimientos ambos que son tratados al detalle por la osteoarqueóloga Cat Jarman –a quien Ramirez cita, por cierto– en su reciente libro Los reyes del río); a las mujeres que tejieron y bordaron el famoso tapiz de Bayeux; o a las que pertenecieron a la llamada herejía de los cátaros, quienes sufrieron por igual, sin distinción de sexo o condición social, la sangrienta y despiada persecución y represión por parte de la iglesia católica.

No hay que pensar que el nivel de este libro se queda en la mera divulgación oportunista y reivindicativa. Janina Ramirez es conocida por su faceta de presentadora de documentales de divulgación histórica, y en Fémina sube un peldaño el listón de exigencia a su audiencia y consigue una obra rigurosa, novedosa y adictiva. La bibliografía, como dije, es abundante, así como las notas (situadas al final del libro, qué le vamos a hacer). Un libro recomendable que nos permite acercarnos a la Edad Media desde una perspectiva diferente y de un modo en que no estamos acostumbrados a que nos la cuenten.

 

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Janina Ramirez, Fémina. Una nueva historia de la Edad Media a través de las mujeres (traducción de Joan Eloi Roca). Barcelona, Ático de los Libros, 2023, 464 páginas.

     

9 comentarios en “FÉMINA. UNA NUEVA HISTORIA DE LA EDAD MEDIA A TRAVÉS DE LAS MUJERES – Janina Ramirez

  1. Farsalia dice:

    Estupenda reseña de un no menos estupendo libro. Fresco, diferente (eso siempre se agradece), muy bien escrito y con reflexiones inherentes la mar de interesantes.

  2. cavilius dice:

    Novedoso en el tratamiento del período, y legible como pocos. Excelente libro, sí.

  3. Iñigo dice:

    Entre la entrevista y esta reseña, ¿Qué más se puede pedir? Gran trabajo hislibreños!!!

  4. Juan dice:

    Pues es una lástima que el ensayo histórico esté tirando por este camino cada vez con mayor ahínco. No dudo que tendrá sus lectores, como espectadores tienen las series y películas que se hacen hoy, o la música que se compone.
    Comenzó con la novelilla histórica, sin causar mayor perjuicio, pero con la moda llegando al ensayo yo ya me hecho a temblar.

  5. cavilius dice:

    ¿A qué te refieres, Juan?

    1. Balbo dice:

      Sí, a mi también me gustaría saber Juan. No entiendo el razonamiento.

  6. Iñigo dice:

    Eso eso… desarrolla porfa…

  7. Sombra dice:

    Me voy a arriesgar… Seguramente a esto:

    Y Janina Ramirez reclama la atención sobre esas mujeres medievales: ignorarlas supondría escatimar un estrato significativo de datos y detalles, “ya que”, dice la autora, “en su mundo, esas mujeres importaban”.

  8. Iñigo dice:

    No veo el problema…

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