THE ROMAN IMPERIAL SUCCESSION – John D. Grainger
«—Sería traición.
—Los traidores que prevalecen son patriotas. Los usurpadores que triunfan son divinos emperadores.»
Gore Vidal, Juliano el Apóstata (1964).
Desde el establecimiento del Principado, el Imperio Romano tuvo un problema con la sucesión en el poder. Como el propio Augusto había logrado el poder mediante diversos mecanismos que incluían la conspiración y el uso de la violencia, cualquier otro individuo ambicioso podría intentarlo en los siglos venideros. Se trataba de una cuestión irresoluble que ya se encontraba presente en la mítica etapa de los reyes, cuando Rómulo eliminó a su hermano y rival Remo, y fue posteriormente asesinado por los patres (o quizás ascendiera a los cielos, según otras versiones), y sujetos como Tarquinio Prisco y Servio Tulio se hicieron con la corona mediante estratagemas.
Este libro procede a hacer un repaso de los emperadores romanos centrándose en el ascenso al trono de los mismos y los intentos de otros aspirantes por lograrlo, mostrando las principales crisis que se produjeron en capítulos independientes. Porque Roma, que no era una monarquía, carecía de un procedimiento sucesorio claro, regulado y efectivo que permitiera que se produzcan unas transiciones tranquilas y ordenadas de manera general. De esa forma, los emperadores realizaron diversos esfuerzos tales como tratar de entrenar a un sucesor, nombrar a un hijo o hermano co-emperador o césar, escoger alguien de confianza como «regente», encomendar la protección de sus hijos a sus legiones, crear una estructura cuatripartita,… siempre teniendo presente los precedentes. Pero si la falta de un sucesor era un problema (con su buena cantidad de conspiraciones de los aspirantes), tenerlo también lo era al surgir la amenaza de un poder rival al emperador.
El propio origen irregular del poder hacía inevitable que cualquiera tratase de obtenerlo de esa manera, intentando reunir las características que lo convertían en un candidato adecuado al trono y haciéndose eco de la expresión de Pompeyo Sulla potuit, ego non potero? (Sila pudo, ¿no podré yo?), citada por Cicerón en una de sus cartas a Ático (IX, 10, 2). Sobre todo, ante la existencia de ciertos agentes y poderes en el seno del Imperio romano que quieren intervenir en el nombramiento del nuevo emperador: agentes cambiantes tales como el Senado (que parece tener un modelo de emperador preferido), las legiones, la familia imperial, los cortesanos, la aristocracia, los gobernadores provinciales, el consilium principis,… que en un siglo pueden tener posiciones de mayor o menor poder entre ellos para recuperar posiciones en otros siglos (incluso el Senado y su nobleza ya en la etapa final). Entre esos poderes, el autor revisa el papel que tradicionalmente la cultura popular ha asignado a la Guardia Pretoriana en la sucesión imperial. Esta poseía una capacidad negativa al tener la posibilidad de eliminar a un emperador, pero su efectividad a la hora colocar y sobre todo mantener a alguien en el trono era reducida, lo cual llevaba a que muchas veces el comprador (Otón, Didio Juliano,…) solo estuviera pagando por un funeral caro.
A lo largo del libro se nos muestra como esos golpes de estado tendrán una naturaleza muy variable, desde absurdos complots de aficionados como Calpurnio Pisón contra Nerva a excelentes planificadores como Galba, aunque luego ya como emperadores no sean tan hábiles para conservar el puesto, porque llegar al poder y conservarlo el mismo son cuestiones muy distintas.
Es destacable que Grainger rechace la diferenciación tradicional entre emperadores legítimos y usurpadores, pues considera que golpistas eran casi todos (incluso cuando la sucesión es clara hacen falta ciertas maniobras golpistas para asegurarla), en favor de diferenciar entre emperadores exitosos o fracasados. Así, por ejemplo, ¿es acaso más emperador alguien como Emiliano, que reina apenas un puñado de meses sobre un pedazo de un Imperio dividido, que Póstumo, que se mantiene una década en el trono sobre una gran parte del Imperio?
En resumen, es un libro para repasar la historia del ascenso y caída del trono de los emperadores, pero falta una mayor profundidad en ocasiones y más notas; debe tenerse en cuenta que Grainger, aunque más centrado en temas romanos y helénicos, publica para Pen & Sword libros sobre épocas muy diferentes. En cuanto al aparato gráfico cuenta con imágenes de bustos y monedas con los retratos de los emperadores y diversos árboles genealógicos.
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John D. Grainger, The Roman Imperial Succession. Yorkshire – Philadelphia, Pen & Sword Military, 2020, 336 páginas.
La cuestión de la sucesión en un régimen que, al menos hasta Vespasiano y que formalmente no era una «monarquía», fue uno de los problemas de la etapa «imperial». Pocas sucesiones de padre a hijo hubo y nunca quedó del todo clara la fórmula a seguir. Es un tema, como otros, que ponen sobre la mesa que en el «Imperio Romano», como en otros regímenes, la administración del poder era mucho más complicada de lo que a menudo se divulgariza. La duda que tengo es si el libro, proviniendo de donde proviene, estará a la altura de ese empeño…
Hay partes interesantes del libro, como el análisis de los consejos para elegir nuevo emperador o lo bien preparados que fueron algunos golpes, otras no tanto.
Hecha un ojo al breve Nerva and the Roman Succession Crisis of AD 96-99, también suyo de 2004. Lo tienes en Academie.
De él sacó un capítulo para este libro, y es un asunto menos tratado como Trajano logró convertirse en sucesor de Nerva.
Gracias por la reseña. Con frecuencia encontramos que la fornacde explicar lqasucesión de emperadores romanos (o de los dirigentes de cualquier otra época o lugar), se convierte en una sucesión de fechas, nombres y datos repetitivos que aburren al más pintado. Por lo que dices este no es uno de esos casos. Esperaré a su traducción.