RISING SUN, FALLING SKIES / MORNING STAR, MIDNIGHT SUN – Jeffrey R. Cox

Periódicamente, uno lee un libro y se dice: “este lo tengo que reseñar”. Y luego está la parte en la que buscas un buen hilo conductor, y luego hay que encontrar el momento de ponerse a escribir, y luego… en fin, que voy a decir yo que el lector no sepa. Y luego, el mismo autor saca la segunda parte del libro, que resulta ser la excepción de segundas partes nunca fueron buenas, y vuelve uno a pensar: “este lo tengo que reseñar, pero, ¡Si no he reseñado el primero!” Así, que tendrá que ser reseña doble, dejémonos de prolegómenos y vamos al grano. En 2014, Jeffrey Cox publicó Rising Sun. Falling Skies (“Sol naciente, cielos cayendo”), una crónica de los primeros meses de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico que no se centra en las relaciones entre japoneses y estadounidenses y en el sorpresivo ataque nipón contra la flota norteamericana en Pearl Harbor. Tanto la historiografía como los aficionados han discutido a menudo el valor de la destrucción de los acorazados de la U. S. Navy en su base de las islas Hawai, y han olvidado que el verdadero valor de la ofensiva nipona, al menos a corto plazo, fue la captura los importantísimos recursos del sudeste asiático, como el caucho de Malasia y el petróleo de Borneo. Es en esta región donde se centra la obra, que desgrana, con algún vistazo menor a los acontecimientos tierra adentro, los combates aeronavales en torno a los archipiélagos del sudeste asiático.

El primer tramo del libro se centra, en vuelo directo desde Pearl Harbor, en las islas Filipinas. El país, en régimen de Commonwealth con los Estados Unidos, tenía ya un Ejército y un Gobierno propios bajo la presidencia de Manuel Quezón, pero también había allí una fuerte guarnición norteamericana que fue pillada (en román paladino) con los calzones bajados. Cox es sumamente crítico con Mac Arthur, comandante supremo de aquellas fuerzas, y nos explica con detalle como este había apostado en contra de una acción unilateral japonesa y no quiso creer lo que estaba sucediendo en Hawai hasta que los aviones japoneses aparecieron sobre la isla de Luzón. Entonces, sigue el cronista, Mac Arthur se encerró en su habitación durante horas, incapaz de reaccionar ante los acontecimientos. Fue su jefe de Estado Mayor quien lo salvó de la ignominia. No voy a abundar en la derrota de las fuerzas estadounidenses en el archipiélago, que se describe muy bien en las páginas siguientes: errores de mando, prisas y derrota fueron al encuentro de los defensores, que acabaron atrapados en la isla de Corregidor, pero para entonces la acción se dirigía hacia el sur.

Ante la difícil situación en el Pacífico, los gobernantes aliados decidieron crear el ABDACOM, acrónimo del American, British, Dutch, Australian command. Parecía una buena idea juntar en una sola estructura a los británicos de Singapur, a los norteamericanos que habían escapado de las Filipinas, a los australianos de Sídney y a los holandeses de Java, Sumatra y Borneo. Pero si Inglaterra y Estados Unidos eran “dos países hermanos separados por un idioma común”, sumar a la mezcla a los australianos, con su variante característica, y a los holandeses con su idioma totalmente diferenciado, parecía una buena receta para el desastre. Y desastre hubo, aunque no solo por razones lingüísticas, claro está. En apenas un instante, los políticos decidieron echar a la coctelera cuatro planteamientos estratégicos, cuatro sistemas de comunicaciones, cuatro estilos de mando y cuatro jefes supremos dispuestos a convertirse en el mandamás de la totalidad del escenario. El coctel resultante podía parecer fuerte, pero no emborrachaba.

Los capítulos siguientes narran la derrota de un sueño, los errores de un mando descoordinado y el fracaso de un intento valiente de oponerse a un enemigo capaz de dominar a la vez el cielo y el mar. La derrota de las fuerzas aliadas fue total y los japoneses acabaron por extender su poderoso brazo aeronaval desde la isla de Ceilán, en el océano Índico, hasta el puerto de Darwin, en el noroeste de Australia. Meses más tarde, la campaña del Pacífico acabaría dando un vuelco, pero durante estos meses los norteamericanos tuvieron la ocasión de probar la medicina que pronto iban a administrar a los japoneses.

Precisamente, el segundo libro de Jeffrey Cox, titulado Morning Star, Midnight Sun (“Estrella matutina, sol de medianoche”), es la primera parte de esos meses cruciales en que cambió la marea. El empate en la batalla aeronaval del mar del Coral fue un éxito importante para los norteamericanos, que solo habían cosechado derrotas, y la gran victoria de Midway un acontecimiento importantísimo, pero una vez más no era, todavía, en el Pacífico central donde combatían y morían los hombres, sino en el sur, en una cadena de islas salvajes y boscosas, las islas Salomón, una de las cuales se llamaba Guadalcanal. Fue allí donde la mano nipona llegó demasiado lejos, y los norteamericanos fueron a cortársela.

El primer paso lo dieron los japoneses, enviando unidades de construcción para habilitar un aeródromo, y el segundo los norteamericanos, haciéndose con el fruto del trabajo nipón y renombrándolo como Henderson Field. Siguió una intensa batalla no solo en tierra, en el aire y en el mar contra los japoneses, sino que también entre los altos mandos aliados. Muy rápidamente, el Pacífico sur estaba bajo el mando del vicealmirante Ghormley y el Pacífico sudoeste acabó bajo el mando de Mac Arthur, que quería todos los recursos para sí (¿he comentado ya que Cox es muy crítico con Mac Arthur?). El conflicto estaba servido. Por supuesto, mientras ambos líderes discutían ambos bandos combatían. El autor narra con gran maestría el asalto japonés en el Matanikau, la batalla nocturna de la isla de Savo o la batalla aeronaval de las islas Santa Cruz, entre otras acciones militares. No faltan los detalles, casi escuadrilla a escuadrilla y barco a barco, pero la obra no deja de ser amena por eso pues un maravilloso manejo de la tensión y del misterio, de la gestión de la información y de los cotilleos y de las anécdotas y de los acontecimientos increíbles, mantienen al lector enganchado a las páginas hasta… [que cada uno ponga lo que le resulte pertinente aquí].

Y para muestra un botón. No quiero terminar esta reseña sin llamar la atención del lector sobre los títulos de los libros. En el primer tomo, mientras se alzaba el sol naciente de los japoneses, el cielo se desplomó sobre los aliados; en el segundo, la estrella matutina norteamericana se opuso al sol de medianoche japonés, pues mientras los primeros dominaban el escenario de día, los segundos eran dueños de la noche; y el tercer tomo, que la editorial Osprey nos anuncia para junio, se titulará Blazing Star, Setting Sun (“Estrella ardiente, sol poniente”), es una pista.

Opino, claro, como siempre.

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Jeffrey Cox, Rising Sun, Falling Skies: The disastrous Java Sea Campaign of World War II. Osprey Publishing, 2014, 504 pp.

Jeffrey Cox, Morning Star, Midnight Sun: The Early Guadalcanal-Solomons Campaign of World War II August–October 1942. Osprey Publishing, 2018, 448 pp.

     

4 comentarios en “RISING SUN, FALLING SKIES / MORNING STAR, MIDNIGHT SUN – Jeffrey R. Cox

  1. Iñigo dice:

    Ay!!! Quién pudiera leer en inglés!!! Bueno, mejor no, que no daría a basto. Buena reseña, sí señor.

  2. Santi dice:

    Ya ha salido «Blazing Star, Setting Sun: The Guadalcanal-Solomons Campaign November 1942–March 1943″……

  3. Santi dice:

    Error, no ha salido, está en preventa hasta junio de 2121….

  4. Koenig dice:

    El que está en preventa es tapa blanda. Tapa dura ya ha salido, voy por el capítulo cuatro.

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