POMPEYA. EL TIEMPO RECOBRADO – Massimo Osanna

«Igual de intemporales, como ese momento de rescate, perpetuado pero siempre en pleno proceso de ocurrir, eran los ornamentos, los utensilios, los recuerdos varados en el bazar de Terezin, objetos que por motivos que uno nunca podrá conocer han sobrevivido a sus antiguos dueños y con ello al proceso de destrucción» (W.G. Sebald, Austerlitz).

Pompeya es un tema recurrente en libros que se publican periódicamente. No se trata aquí de hacer un exhaustivo repaso: por seleccionar algunas obras, en castellano contamos con Pompeya: Historia y leyenda de una ciudad romana (Crítica, 2009, 2014; ed. orig., 2008) de Mary Beard, Pompeya: vida, muerte y resurrección de la ciudad sepultada por el Vesubio de Mirella Romero Recio (La esfera de los libros, 2010), Pompeya de Joanne Berry (Akal, 2009; ed. orig., 2007), Pompeya: la ciudad viva de Ray Laurence y Alex Butterworth (Aguilar, 2007; ed. orig, 2006) y Un día en Pompeya de Fernando Lillo Redonet (Espasa, 2020), sin dejar de mencionar el ya clásico La vida cotidiana en Pompeya de Robert Étienne (Temas de Hoy, 1995; ed. orig., 1966), entre los más destacados. Y prácticamente no hay año en el que no se emita un documental con información y materiales más o menos “nuevos” al respecto de un yacimiento arqueológico del que apenas se ha excavado una séptima parte; por mencionar algunos, Pompeii: Life and Death in a Roman Town (BBC: 2010) y Pompeii: New Secrets Revealed (BBC: 2016) de Mary Beard, Pompeii: The Origins (SBS: 2022) –que tiene entre sus virtudes que repasa la larga historia de la ciudad desde sus orígenes en el siglo V a.C. y hasta su destrucción en 79 de nuestra era–, y hace pocas semanas, Pompeii: The Discovery with Dan Snow (Channel 5: 2023). Mucha Pompeya, pues… y eso sin mencionar las muchas novelas históricas sobre la destrucción de la ciudad, del clásico de Edward Bulwer Lytton al súperventas de Robert Harris.

Pompeya. El tiempo recobrado, título con reminiscencias proustianas, de Massimo Osanna tiene algunas virtudes que lo diferencian de los anteriores libros mencionados. No es un libro que trate en detalle la destrucción de las ciudades cercanas al Vesubio durante tres días de –cada vez se tiene más claro– finales de octubre del 79, pero algo (bastante) se menciona. No es un libro exclusivamente sobre vida cotidiana en esta ciudad, pero el tema está presente a lo largo del libro, pues los objetos, frescos y casas desenterradas del lapilli que los cubrió durante siglos nos cuentan aspectos de la vida de los habitantes de Pompeya. No es un libro que trate en detalle el redescubrimiento de la ciudad y las excavaciones que se han realizado desde 1748, pero se habla de algunos de los arqueólogos que han trabajado en el yacimiento y que pusieron, con los métodos de su época, las bases del trabajo arqueológico. Lo que seguro que sí podemos decir es que es el libro de un arqueólogo y clasicista de larga trayectoria que, además, fue director general del Parque Arqueológico de Pompeya (PAP) entre 2014 y 2021, y que a la especialización sobre la ciudad y sus restos añade la gestión y gerencia de uno de los espacios con más visitas turísticas de Italia: 2.5 millones de visitantes tuvo en 2022, sus mejores cifras desde que la pandemia de coronavirus “redujo” las visitas a apenas un millón en 2021, pero lejos aún de los casi 4 millones de 2019. Una marea humana que cada año acude a Pompeya –no tanto a Herculano– y que en cierto modo resulta inasumible: el propio Osanna, recién llegado a la dirección del PAP, se planteó reducir el número de visitantes diarios: de los 35.000 de media a unos 15 o 20.000, para proteger así el yacimiento de la degradación silenciosa que supone el constante acceso a la ciudad en ruinas. Pensemos, por ejemplo, que en 1981 acudieron 830.000 visitantes a Pompeya, pero con un crecimiento sostenido hasta 1998, cuando fueron casi 2 millones; decía el veterano arqueólogo Andrea Carandini en 1995 que «diez años más a este ritmo y no quedará gran cosa que ver en Pompeya» (fuente). Nos acercamos a 2023 y no parece que Pompeya deje de existir.

Añadamos otra virtud de este libro, quizá la principal: a diferencia de los libros mencionados, muestra una selección de los grandes hallazgos en el PAP durante la gestión de Osanna, al menos hasta 2019, que es cuando se publicó este libro en italiano. Es «la» Pompeya de Osanna («su» Pompeya), la que ha conocido de cerca, en colaboración con el equipo interdisciplinar de profesionales que ha coordinado durante sus siete años en el cargo; una visión de la ciudad destruida y excavada a partir de los objetos que, recordando la cita inicial de Sebald, son los «recuerdos varados» de los habitantes de una ciudad y que, a través de ellos, nos permiten también «recordar» las muchas vidas de Pompeya.

En el segundo apéndice que cierra el libro, Osanna escribe:

«Mil Pompeyas se abren ante nosotros, los visitantes actuales de sus espacios (reales o imaginarios) y nuestra mirada, observándola desde cerca, sólo es capaz de captar de forma borrosa algunos aspectos. Se necesitaría mirar desde lejos, desde una distancia adecuada (tanto óptica como afectiva) para enfocarla realmente, para entenderla y comprender sus innumerables características entrelazadas. Existe la Pompeya de los periódicos, de las noticias alarmantes y de los escándalos; existe la Pompeya de los escritores, muchos por generación, cada uno de los cuales con su propio punto de vista, su propia opinión, su propio enfoque, que no quieren juzgar sino comprender, emocionar. Existe la Pompeya de los arqueólogos y la de los entusiastas llenos de curiosidad, de quienes quisieran que fuera más “contemporánea”, la de aquellos que la quieren embalsamada y fuera del fluir del tiempo (o más bien de los cambios que la edad necesariamente trae, si concebimos el tiempo al modo de Aristóteles, “como una medida del cambio”, un movimiento incesante de transformaciones). Y también, está la Pompeya de los que conciben este lugar como un fetiche intocable, de los que invocan la protección, ¡protección!, de los que la quieren cerrada e intangible y la de aquellos que la quisieran abierta y de todos.

Pompeya es todo esto y mucho más, porque la ciudad seguirá proporcionando conocimientos y emociones, inspirando experimentos científicos, pensamientos, modas, actitudes e incluso literatura, música y arte. Y como la humanidad es tan variada y cada uno ve lo que puede y quiere ver –para bien o para mal–, la ciudad seguirá siendo celebrada, utilizada, abusada, comprendida e incomprendida» (p. 390).

Y es que cada visitante que acude a la ciudad antigua busca «su» Pompeya, como hicieron los viajeros desde el siglo XVIII, que buscaban una ciudad, se dejaron sorprender (o no) por lo que vieron, y forjaron una idea de lo que fue este sitio desenterrado poco a poco. Los hallazgos han sido, y son, constantes, y a medida que se puede se presentan a los visitantes. Los medios de comunicación se hacen eco, a su vez, y se genera un interés por ver lo «nuevo» de Pompeya, casi recién limpiado del lapilli que lo cubría; como menciona Osanna, «la protección [de los descubrimientos] ha estado siempre acompañada de la investigación y ésta siempre de la comunicación» (p. 17). Hace falta algo de tiempo, no obstante, para interpretar los objetos que se encuentran en cada excavación y tratar de llegar a entender, no solo su uso, sino lo que «dicen» de prácticas religiosas o actitudes sociales, a veces muy diferentes de las nuestras (y eso que somos «hijos» de griegos y romanos). La ciudad que visitamos actualmente, a su vez, es una sucesión de diversas «ciudades» desde el siglo VII a.C. –etrusca, campana, osca, romana– y tenemos ahora, congelada, aquella que fue destruida en el año 79, y que se estaba recuperando de los estragos del terremoto que sufrió en el 62. En muchos aspectos, pues, es una ciudad en reconstrucción.

Los diez capítulos del libro, que no vamos a resumir en detalle (¡leed y mirad el libro!), nos cuentan aspectos concretos, a partir de una serie de objetos, que nos trasladan a esa ciudad en los momentos inmediatamente anteriores a su cubrimiento por los restos piroclásticos de la erupción volcánica. Objetos sobre cultos religiosos de larga duración, como se explicita en los capítulos 1 y 2; una casa excavada en la Regio V del yacimiento –la Casa de Orión, que daba al callejón de los Balcones–, en la que podemos entrar, ver cómo eran sus diversas estancias, qué pavimentos había y qué restos de mobiliario nos hablan de la vida cotidiana de sus habitantes (capítulo 3), o cuál es la (fascinante y reconstruida a partir del análisis de unos frescos) de la «historia» mitológica de sus mosaicos (capítulo 6); los grafitos que, recién hallados, no cuentan grandes historias, pero sí nos explican «una» historia (capítulo 5); pinturas sobre gladiadores en una taberna, casi escondidos, y que recuperados en sus colores nos hacen ver que los juegos gladiatorios –como sabemos por la batahola con los nucerios que dieron pie a un senadoconsulto en el año 59– eran muy conocidos (y «entendidos») en la época (capítulo 5); las extraordinarias decoraciones pictóricas en la llamada Casa de Leda, en la calle del Vesubio, y que remiten al mito de Narciso a la historia de Leda y el cisne (capítulo 7); la tumba del prócer Cneo Aleyo Nigidio Mayor, que con su larga inscripción epigráfica nos hace conocer a la meteórica carrera pública de un pompeyano con buenos contactos en la época de Claudio y Nerón (capítulo 8); la «crónica» de la destrucción de la ciudad a través del análisis de los estratos de cenizas y lapilli, y en algunos de los escenarios que se han (re)descubierto en el libro (capítulo 9); o una historia, que forma parte del pasado reciente, sobre los primeros vaciados de víctima de la destrucción volcánica, que remiten a esas imágenes que tenemos de cuerpos agazapados y sorprendidos por la erupción del Vesubio, en la época del superintendente Giuseppe Fiorelli (1863-1875), y que en palabras de este fueron «arrancados a la muerte» (capítulo 10). Dos apéndices cierran el libro, poniendo el foco en la labor de los primeros arqueólogos en Pompeya, en 1748, y en la complicada vida actual del PAP y la concepción del Gran Proyecto Pompeya (2014-2019) por parte del Osanna y su equipo, y con una gran inversión financiera.

Lo brevemente comentado en el párrafo anterior debería servir como acicate para acercarse a un libro concebido para el gran público, curiosos y especialistas, escrito con base científica pero accesible para lectores que tengan interés en acercarse/regresas a Pompeya, y con un amplio aparato visual, tanto en fotografías en blanco y negro en cada capítulo como en un generoso pliego a color al que constantemente se remite. Cuenta el libro con la traducción de José Miguel Parra, arqueólogo, especialista en el Reino Antiguo egipcio y de quien no están llegando más (y suculentos) libros de la Editorial Dilema, y con un extra: la revisión técnica de Mª Engracia Muñoz Santos, historiadora y gran divulgadora del mundo romano, y que en notas a pie de página aclara para el lector no especialista algunos conceptos arqueológicos o sobre la cultura romana mencionados por Osanna a lo largo del libro.

Un libro, en conclusión, que se une a los ya publicados –y a otros, como el libro recién sacado del horno a cargo de Gabriel Zuchtriegel, sucesor de Osanna en la dirección general del PAP, Vom Zauber des Untergangs: Was Pompeji über uns erzählt [La magia de la destrucción: lo que Pompeya cuenta de nosotros] (Propyläen Verlag, 2023)–, que deja al lector embelesado no solo por lo que cuenta y por lo que visualmente puede ver a lo largo de sus páginas, y que nos recuerda, si es que era necesario, que aún queda mucho por excavar, investigar y mostrar sobre Pompeya, la ciudad de miles de vidas.

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Massimo Osanna, Pompeya. El tiempo recobrado; traducción de José Miguel Parra. Madrid, Editorial Dilema, 2023, 560 páginas.

     

5 comentarios en “POMPEYA. EL TIEMPO RECOBRADO – Massimo Osanna

  1. cavilius dice:

    Buena reseña. Imagino que este libro y el de Lillo harían muy buena pareja.

  2. Farsalia dice:

    Son estilos diferentes, más científico Osanna y divulgativo Lillo, pero conformen una buena dupla.

  3. Iñigo dice:

    Jugosa reseña de un, al parecer, jugoso libro. No he leído nada sobre Pompeya, ni siquiera el de Mary Beard. ¿Si tuvieras que elegir uno de ellos, y ya se que este tipo de preguntas no son muy de tu gusto, cual me recomendarías?

  4. Farsalia dice:

    Sí, detesto ese tipo de preguntas… Beard o Lillo son buenas opciones, pero ya se sabe que cada lector es un mundo, por lo que cualquiera de los títulos mencionados es recomendable.

    Este es un muy buen libro, pero quizá convendría tener unas coordenadas básicas previas.

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