GILGAMESH – Anónimo
21 dEurope/Madrid septiembre dEurope/Madrid 2010«Gilgamesh el alto, magnífico y terrible,
que abrió pasos en las montañas,
que excavó pozos en las laderas de las tierras altas,
y cruzó el océano, el ancho mar hasta el amanecer;
que recorrió el mundo siempre en busca de la vida,
y llegó por medio de su fuerza hasta Uta-napishti el Lejano;
que restauró los centros de culto destruidos por el Diluvio,
y estableció para el pueblo los ritos del cosmos.
Quién hay que pueda rivalizar con su regio prestigio
y decir como Gilgamesh: “¿Soy acaso el rey?”.
Gilgamesh era su nombre desde el día en que nació,
dos tercios de él dios y un tercio humano.»
¡Cómo! ¿Hubo vida antes de la Ilíada? ¿La épica, el honor, el deseo de gloria, la amistad, la búsqueda de la inmortalidad, todas esas cosas tan nobles no las inventaron Aquiles, Héctor, Diomedes y compañía? Pues parece ser que no, que las gentes que poblaban el mundo antes que Homero y antes que los micénicos, y en latitudes algo más orientales, ya sabían qué era todo eso y ya escuchaban y leían (los que sabían leer, claro) un poema en el que se representaban tan idílicas virtudes. La epopeya de Gilgamesh es, que se sepa, el relato más antiguo del mundo y en él se tratan esos temas. El género humano apuntaba alto ya desde sus orígenes, la Humanidad prometía; lástima que luego la cosa se fuera torciendo.