EL ESPÍA DEL REY – José Calvo Poyato

27 dEurope/Madrid noviembre dEurope/Madrid 2018

Uno de las zonas más famosas de Cádiz es sin duda el Barrio del Pópulo. Además de ser un sitio ideal para tapear, también es la zona más antigua de la Tacita de Plata y en ella, si olfateamos bien la Historia, podemos encontrar una serie de placas que nos hablan de un personaje un tanto olvidado dentro de nuestra propia geografía. En este barrio se encuentra la Plaza de San Juan de Dios y junto a ella la calle Pelota, que conduce directamente a otra Plaza, en concreto a la de la Catedral. Pero a mitad de camino, en medio de ese cordón umbilical, nos hemos de detener frente al conocido Arco del Pópulo y observar a mano derecha una placa que reza lo siguiente: «Homenaje de la ciudad de Cádiz a Jorge Juan y Antonio de Ulloa en el CCL aniversario de su partida al Virreinato de Perú para la medición del grado del meridiano». Observamos dicha inscripción y en seguida se nos viene a la cabeza la siguiente pregunta: ¿quién era el tal Jorge Juan y el susodicho Antonio Ulloa? A lo mejor a algunos les suena el nombre de este primero y corran a la Wikipedia a buscarlo y a otros les venga a la mente aquellos billetes de las antiguas 1000 pesetas, donde aparecía vestido con su traje de capitán de navío de la armada española, junto con unos círculos y unas  líneas un tanto complejas. Pues bien, este buen hombre, cuyo nombre completo era Jorge Juan y Santacilia (1713 – 1773), pertenecía a una generación de marinos ilustrados que debido a su valentía y conocimientos científicos supieron modernizar la marina española del siglo XVIII. Como muchos otros personajes de nuestra historia, Jorge Juan y sus otros compañeros salidos de la Academia de Guardiamarinas de Cádiz, como el ya mencionado Antonio Ulloa, Dionisio Alcalá Galiano, o José Mazarredo, han caído en el olvido y es por eso que la novela de José Calvo Poyato, El espía del rey (2017), sea tan importante para recordarnos como fue aquella época donde la Razón intentaba dejar atrás épocas oscuras y donde un hombre se convirtió de la noche a la mañana en todo un James Bond de la época al servicio de la corona española.  » seguir leyendo

STALINGRADO – Jochen Hellbeck

22 dEurope/Madrid noviembre dEurope/Madrid 2018

La batalla de Stalingrado suscita a menudo alusiones o caracterizaciones hiperbólicas, y la verdad es que casi no hay modo de sustraerse a ellas: difícilmente se puede exagerar la importancia militar e histórica pero también simbólica del acontecimiento. Stalingrado fue escenario de una lucha brutal, prolongada y de vastas proporciones, en que los contendientes sufrieron cuantiosísimas pérdidas, tanto humanas como materiales. El triunfo soviético volatilizó el aura de imbatibilidad de la Wehrmacht y representó un punto de inflexión en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, hasta entonces favorable al Tercer Reich. Stalingrado fue la piedra angular del prestigio militar del Ejército Rojo, que tanto incidiría en el amplio ascendiente de la Unión Soviética en los asuntos internacionales, ya iniciada la posguerra. Por una vez, tamaña repercusión presta legitimidad aun a las frases más rotundas y altisonantes. Sin embargo, no reflejan ellas -no de la mejor manera- el estremecedor drama humano que constituyó aquella colisión de las potencias totalitarias por antonomasia, ni lo hacen por lo general los muchos estudios abocados a la misma: premunida de objetivos, metodologías y enfoques específicos, la historiografía militar prioriza unos énfasis que hacen del aspecto testimonial apenas un aditamento, si acaso un valor agregado, mas no la faceta principal del discurso. Es cierto que el elogiado libro de Antony Beevor sobre Stalingrado recoge una serie de testimonios ilustrativos, aproximándonos a lo que cabe denominar -a inspiración de John Keegan- el «rostro humano de la batalla», pero, aunque enriquecedor, sigue siendo este proceder un componente subalterno (además de parcial, en la medida que privilegia la perspectiva alemana, a cuyas fuentes tenía Beevor un mejor acceso). No es el caso de Jochen Hellbeck, historiador alemán que optó por poner lo tocante a la experiencia subjetiva de la guerra en el primer plano, concentrándose en las impresiones, los pensamientos y las actitudes de quienes se vieron involucrados en la batalla de Stalingrado, especialmente del lado vencedor. Para esto, Hellbeck sacó provecho ante todo de uno de aquellos tesoros que realizan el sueño de muchos historiadores: material de archivo, abundante, inédito y súbitamente revelado al mundo. Se trata de las transcripciones de 215 entrevistas a miembros del personal militar y sanitario del Ejército Rojo, participantes en lo que primero fue defensa y luego asedio de Stalingrado por parte soviética. (Cabe precisar que la batalla tuvo lugar entre fines de agosto de 1942 y el 2 de febrero del año siguiente.)  » seguir leyendo

YO, JULIA – Santiago Posteguillo

20 dEurope/Madrid noviembre dEurope/Madrid 2018

«(…) Adso también me sirvió para resolver otra cuestión. Hubiese podido situar la historia en un Medioevo en el que todos supieran de qué se hablaba. Si en una historia contemporánea un personaje dice que el Vaticano no aprobaría su divorcio, no es necesario explicar qué es el Vaticano y por qué no aprueba el divorcio. En una novela histórica, en cambio, hay que proceder de otro modo, porque también se narra para que los contemporáneos comprendamos mejor lo que sucedió, y en qué sentido lo que sucedió también nos atañe a nosotros.

El peligro que entonces se plantea es el del salgarismo. Los personajes de Salgari huyen a la selva perseguidos por los enemigos y tropiezan con una raíz de baobab, y de pronto el narrador suspende la acción para darnos una lección de botánica sobre el baobab. Ahora eso se ha transformado en un topos, entrañable como los vicios de las personas que hemos amado; pero no debería hacerse (…)».

Umberto Eco, “Apostillas a El nombre de la rosa”, en El nombre de la rosa, DeBolsillo, 2017, p. 755.

Desde hace un tiempo, la novela histórica o, mejor dicho (no seamos presuntuosos), parte de la novela histórica tiene lo que considero un problema: el salgarismo. No es un problema grave, si uno es consciente de ello. La cuestión, sin embargo, no se circunscribe a lo que hace casi cuarenta años definiera con acierto Umberto Eco; el problema subyace en que, con la excusa del salgarismo, no se tenga claro qué se está realizando cuando se escribe una novela histórica. Un binomio con dos partes esenciales: novela, la parte literaria esencial, e histórica, el ámbito que trata. Con un equilibrio entre las dos partes una novela de este género funciona; el lector puede tirar de su memoria (o de su bagaje como lector) y mencionar grandes títulos (y grandes autores). Funciona porque, sin dejar de respetar el componente histórico, es una novela que literariamente está muy bien escrita; es de ese tipo de novelas que resisten una o varias relecturas pues, independientemente de que uno conozca la trama, esta se ha perfilado de tal manera que el disfrute de una relectura puede ser incluso mayor que con su primera lectura.  » seguir leyendo

EL RETORNO DE UN REY. LA AVENTURA BRITÁNICA EN AFGANISTÁN 1829-1842 – William Dalrymple

15 dEurope/Madrid noviembre dEurope/Madrid 2018

Habéis traído vuestro ejército a Afganistán, pero ¿cómo pretendéis sacarlo de aquí?

Afganistán era un territorio desconocido para el mundo victoriano, un lugar exótico, salvaje…, pero para sus habitantes era donde se cruzaban las rutas de comercio del Asia Central, donde crecían abundantes frutas y se podía encontrar agua helada a diferencia de la ardiente India; era jardín de descanso de los emperadores mogoles, lugar de épica y, antaño, un centro artístico y cultural que se iba desvaneciendo a medida que el mundo timúrida iba desapareciendo en el Afganistán Durrani.

Así el autor ha decidido usar no solo las habituales fuentes británicas, sino presentar también las visiones afganas, iraníes e indias de la 1ª Guerra Afgana (la actual sería la 4ª para los británicos); lo cual nos permite comprender mejor lo que sucedió.  » seguir leyendo

GUERREROS DE IBERIA – Benjamín Collado Hinarejos

13 dEurope/Madrid noviembre dEurope/Madrid 2018

El mundo de los pueblos prerromanos y la conquista de la península ibérica por los romanos parecen seguir suscitando cierto interés lector y editorial, a tenor de las publicaciones que han ido llegando en los últimos meses, y la editorial La esfera de los libros continúa apostando por la temática tras publicar recientemente La conquista romana de Hispania y el libro aquí reseñado, Guerreros de Iberia, surgido de la pluma y del trabajo de investigación de Benjamín Collado Hinarejos, historiador y arqueólogo que cuenta a sus espaldas ya con varias publicaciones anteriores sobre esta misma temática.

Si el libro de Javier Negrete estaba enfocado a un público totalmente general, esta publicación es un escalón más alto, un paso intermedio entre el libro para especialistas y de divulgación, ya que recorre en sus páginas una gran cantidad de información adicional sobre el mundo de los pueblos hispanos relativa a excavaciones arqueológicas o trabajos y artículos de diversos autores, buscando una narrativa mucho más explicativa, que plantea hipótesis o señala la dificultad de conocer bien según que temas, que una narrativa apoyada mayormente en las fuentes escritas de la antigüedad, las cuales son usadas pero como una guía o apoyo y no como guías para narrar una crónica.  » seguir leyendo

LAS PERSONAS DE LA HISTORIA – Margaret MacMillan

8 dEurope/Madrid noviembre dEurope/Madrid 2018

«La historia de nuestro siglo, como la de los precedentes, habría podido desarrollarse de otra manera: basta imaginar, por ejemplo, un año 1917 en Rusia sin Lenin, o una Alemania de Weimar sin Hitler». François Furet

Para contrariedad de ciertas escuelas de pensamiento, empecinadas en asignar una preponderancia absoluta a la acción de fuerzas impersonales en la historia -el peso de los llamados «determinantes abstractos» o «factores estructurales»-, la personalidad sí incide en el curso de los acontecimientos, para bien o para mal, y debe ser considerada entre los agentes que dan forma al devenir histórico. Ejemplos no faltan, al contrario: el siglo XX exhibe cantidad de casos ilustrativos y asaz dramáticos, entre otros los de Lenin y Hitler, quienes contribuyeron como pocos a hacer de la pasada centuria una nefanda era de extremos. Considérese también el caso de Churchill: el mayo de 1940 lleva su singularísima impronta, clave en el derrotero de la Segunda Guerra Mundial. Considérese la Italia de Mussolini, los Estados Unidos de Franklin Delano Roosevelt o la Unión Soviética de Stalin. Retrocediendo en el tiempo, podemos imaginar una Atenas sin Pericles, una Roma sin Julio César, una Francia sin Napoleón: un abismo de (hipotéticas) diferencias. En un específico plano de la realidad, téngase en cuenta al mismísimo Karl Marx, epónimo de una de las manifestaciones insignes del determinismo histórico y su principio de la inexorabilidad de las leyes históricas (otro nombre para los factores impersonales); la huella del marxismo en el siglo XX es de las más profundas, dejando a su gestor intelectual en la primera línea de los pensadores influyentes. Ahora bien, la personalidad descollante no opera desvinculada del contexto ni a pesar de las circunstancias; éstas deben confluir de tal manera que resulten propicias a la emergencia del liderazgo extraordinario o a la plasmación del papel crucial. Por decirlo con una perogrullada: el lugar y el momento deben ser los adecuados. También es cierto que el estudio de la personalidad en la historia no opera necesariamente en contradicción con el paradigma de las corrientes históricas o tendencias de largo aliento, ni con el enfoque puesto en las tendencias de corto plazo. Aun admitiendo la importancia de ciertos individuos como agentes de la historia, no es un modo apropiado de comprenderla el hacer de ellos unos héroes -o unos malvados- de proporciones míticas, como si se bastasen en solitario para movilizar grandes agrupaciones humanas, arrastrar tras de sí a las instituciones y moldear épocas enteras. La biografía no colma los márgenes de la historiografía.  » seguir leyendo

HADRIAN’S WALL – Adrian Goldsworthy

6 dEurope/Madrid noviembre dEurope/Madrid 2018

En su saga de novelas Canción de hielo y fuego (1996–?)–posteriormente adaptadas en la serie de televisión Juego de tronos (HBO: 2011-2019)–, George R.R. Martin creó un enorme “Muro”, en el norte del territorio de Poniente (Westeros), de una altura de más de doscientos metros y con una extensión de alrededor de los trescientos kilómetros. La función de este Muro, vigilado y custodiado por los Hermanos de la Espada de la Guardia de la Noche (The Night’s Watch), es establecer una barrera permanente que separe (y proteja) los Siete Reinos de los salvajes del otro lado, así como de los llamados Los Otros (The Others) –los Caminantes Blancos (White Walkers) en la serie televisiva–, figuras humanas que han vuelto de la muerte y que, dirigidos por el Rey de la Noche (Night King), pretenden invadir y destruir Poniente. Pero hace miles de años que Los Otros no han dado señales de “vida” y se les considera en Poniente una antigua leyenda, un cuento con el que asustar a los niños. En la serie de televisión, los Caminantes Blancos aparecen ya en el primer episodio, una velada amenaza de que “llega el Invierno”, el final de una era y la destrucción de la vida humana; a medida que avanzan las temporadas de la serie, los Caminantes Blancos van avanzando, especialmente en las temporadas seis y siete, mientras que desde el Norte se intenta advertir a los demás reinos de que la leyenda es una peligrosísima realidad. Al final de la séptima temporada, el Muro es destruido por los invasores y queda expedito el camino para que Poniente caiga en sus manos. Una batalla final que será el leitmotiv de la esperadísima octava y última temporada, que prevé una alianza de los reyes que disputan el Trono de Hierro (Cersei Lannister, Danerys Targaryen, Jon Nieve) y los Siete Reinos frente a esta amenaza “global”.  » seguir leyendo