MARTYRIUM: EL OCASO DE ROMA – Santiago Castellanos

martyrium-el-ocaso-de-roma-9788466650885Constantino es, sin duda, una de las grandes figuras que nos ha legado la Antigüedad, emergiendo en un periodo de caos e inestabilidad dentro del Imperio romano y arrastrando tras de sí una gran cantidad de cambios políticos e ideológicos que marcaron la historia de Europa durante siglos; el principal de ellos la tolerancia con respecto al cristianismo dentro del Imperio romano y su alianza con sus principales líderes, cambiando la esfera de poder de paganos a cristianos, cimentando así el poder de la Iglesia católica. 

Estuvo presente en el año 306 durante la campaña de su padre —el Augusto o co-emperador Constancio Cloro— en el norte de Britania contra los belicosos pictos; a la muerte de su progenitor los soldados de la VI legión Victirx lo proclamaron emperador, obligando a los gobernantes orientales —Galerio y Maximino Daya— a reconocerlo como César —sucesor de uno de los Augustos—; Mientras tanto, en Italia, el usurpador Majencio intentaba hacerse con el poder en solitario.

Nos encontramos entonces en el periodo conocido como la Tetrarquía, un sistema impuesto por Diocleciano para tratar de frenar —todo sea dicho, sin éxito— el caos institucional y militar en el que se hallaba sumido el Imperio. El poder era compartido por dos Augustos (uno en Oriente, otro en Occidente), teniendo cada uno un sucesor denominado «César».

Así pues, eran tiempos agitados para el Imperio romano, y todos estos problemas políticos y religiosos son el telón de fondo de esta novela. Y quizás eso sea uno de sus principales problemas. Estamos ante una época tan interesante que finalmente sabe a poco darnos cuenta conforme leemos que todo pasa sin que realmente seamos partícipes de ello. Tenemos a Constantino entre los protagonistas pero no nos vemos envueltos en su gran victoria contra Majencio en el puente Milvio ni en sus campañas contra los bárbaros. Ni siquiera la presencia como otro de los protagonistas del bravo soldado Quinto la hacen más aventurera o marcial. Buena parte de la narración transcurre en Oriente, en la corte de Nicomedia, donde nos vemos sumergidos en algunas intrigas palaciegas y en el mundo de las hetairas, ya que una joven cristiana termina —debido a su belleza— sirviendo entre ellas. Es también la época de las grandes persecuciones de Diocleciano; a la luz de ellas, una joven cristiana llamada Eulalia es martirizada en Mérida, un hecho que marcará a su preceptor, Celso, quién terminará siendo uno de los consejeros del propio Constantino cuando este, por motivos políticos, abrace el cristianismo como religión cuasi-oficial tras el edicto de Milán, el cual daba libertad de culto a los cristianos y ponía fin a las persecuciones.

Por otro lado, la ambientación es excelente y con la lectura de la novela acabamos teniendo una idea muy clara de cómo funcionaba el Imperio romano durante esta época, de sus problemas y de cómo Constantino intentó mitigarlos. Conoceremos también las disputas teológicas en el seno del Cristianismo entre sus diversas facciones y el acercamiento del emperador a una de ellas: el arrianismo, la cual negaba la divinidad de Cristo.

Que la novela tenga un sólido fondo histórico no debe extrañarnos, ya que el autor es todo un experto en la materia. Así lo presentó Koenig en su reseña sobre Los godos y la cruz:

«Don Santiago Castellanos nació en Logroño, en 1971, Es profesor de Historia Antigua en la universidad de León, Doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, especializado en la Antigüedad Tardía, autor de varios libros y artículos publicados dentro y fuera de España, y ha llevado a cabo numerosas investigaciones tanto en el país como fuera de él, impartiendo clases en las Universidades de Manchester y Padua».

Pero… la novela se encuentra lastrada por su falta emoción y por una historia —la de Calia, la cristiana— que termina por no aportar nada al conjunto, haciéndola algo pesada. Además, Calia aparte, adolece en su conjunto de falta de ritmo en general, las páginas pasan y uno termina algo confuso con respecto de hacia dónde va la historia, o sobre que personajes son de verdad los protagonistas. Sí es cierto que una de sus virtudes está en el tratamiento de estos: nadie es totalmente bueno ni totalmente malo, como mucho hay personajes más grises o menos grises. Constantino no es tratado como un salvador predestinado, queda claro que era un hombre tan inteligente y capacitado para el mando como ambicioso y que, en el fondo, no fue más que un usurpador que tuvo éxito. Tanto cristianos como paganos tenían su cuota de fanáticos, arrogantes y ambiciosos que sólo buscaban medrar y agarrarse a la teta del poder imperial a cualquier coste.

Al final, la novela deja la sensación agridulce de lo que pudo ser y no fue. No por estar mal escrita —el estilo es bueno— sino por la falta de gancho en su narración, perdiendo fuelle conforme avanza la novela, pasando de puntillas por eventos que le habrían dado algo de emoción —las campañas de Constantino contra los bárbaros, la mencionada batalla del puente Milvio— y terminando cuando aparece una trama que también podía haber dado algo más, aunque bien es cierto que tampoco es mal lugar para terminar la novela con la muerte de Constanitno y su supuesta retractatio.

Quizás lo mejor que se pueda decir es que no hay demasiadas novelas sobre esta época y que así pueda servir como un acercamiento novelado a ella, pero para mi gusto se queda  a medio camino, aprobando a lo sumo con un «cinco pelao». Al menos la reciente edición de bolsillo (maxi) la hacen algo más ligera y manejable, y así pueda servir como lectura primaveral o veraniega que llevar a la playa o a la hamaca. Si gusta bien, y si no siempre valdrá para echarse una siesta y decir eso de «me quedé dormido leyendo».

Martyrium: El ocaso de Roma
Autor: Santiago Castellanos
Editorial: Ediciones B (2012, bolsillo en 2013)
Páginas: 661

[tags]Santiago Castellanos, Roma, Imperio, Constantino, Majencio, cristianos, martirio[/tags]

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6 comentarios en “MARTYRIUM: EL OCASO DE ROMA – Santiago Castellanos

  1. Mónica dice:

    Buenos días Vorimir y Sres. Hislibris:
    Con relación a la reseña y comentarios sobre Martyrium: El ocaso de Roma, del escritor Santiago Castellanos los invito a leer: Con Este Signo Vencerás-La Imperatoria del Sol Invictus escrito por mí, Mónica Miralles y trata exactamente de este periodo y de este personaje: Constantino El Grande. Realmente este periodo tan importante en la historia es muy poco conocido y tanto los amantes de la historia como los aficionados a los orígenes de la Iglesia Católica pueden quedar satisfechos con en esta obra. La pueden adquirir en Amazon. Saludos.

  2. Arturus dice:

    Buena reseña, Vorimir. Ya lo hemos comentado en el foro y lo has sintetizado muy bien aquí. La novela está bien escrita y ambientada, pero le falta garra. Yo seré un poco más generoso y le pongo un 6. Una buena batalla y un poco menos de teología hubieran hecho maravillas con esta novela, porque mimbres tiene, desde luego.
    Un saludo.

  3. Eectivamente, una época muy interesante y que ha recibido poco tratamiento por parte de los novelistas. Uno de los problemas es la complejidad del período; otro, los prejuicios que existen sobre el mismo, sobre todo uno: ver a Diocleciano como un personaje oscuro, perseguidor de cristianos, y a Constantino como una especie de personaje portador de la luz. No he leído la novela pero según la reseña, por cierto muy completa y muy bien escrita, parece que Santiago Castellanos huye en ella de crear una simple dicotomía entre buenos y malos, tan habitual en la narrativa histórica. Sin embargo, por lo que veo, esta novela, igual que la de Jesús Pardo («La gran derrota de Diocleciano») ponen el énfasis, o cierto énfasis, en las desventuras de los cristianos en la época. Eso, en mi opinión, es dar demasiado peso a algo que para Diocleciano y otros no dejaba de ser algo secundario. Cierto que con Constantino empezaron a cambiar las cosas en cuanto al papel del cristianismo en el Imperio Romano, pero parece ser que ni siquiera el propio Constantino se convirtió al cristianismo. Creo sinceramente que ese perído histórico tiene un enorme interés en sí mismo, sin necesidad de narrarlo partiendo de una lectura cristiana.

  4. Valeria dice:

    Bueno, cada escritor decide narrar lo que le parece y desde la perspectiva que le parece, al fin y al cabo es una novela, «su» novela y no un manual de Historia. Incluso autores reconocidos hay que ponen el protagonismo de algún capítulo en el perro del protagonista.

    Dicho esto, y a pesar de que en este caso el libro fue un regalo de alguien a quien aprecio muchísimo, debo decir que no me entusiasmó para nada (y da mucha rabia decir esto precisamente por ser un regalo). Estoy de acuerdo con Vori en que se trata de una historia que no consigue captar la atención, que no acaba de cuajar. Ni engancha ni emociona. Pero cada lector es un mundo, y cada opinión una percepción personal.

  5. Vorimir dice:

    Aunque es cierto que cada escritor e slibre de narrar lo que quiera y como quiera, a veces no puedo dejar de preguntarme si están seguros del resultado final. Por cierto, creo que sé de que libro hablas con lo del capítulo del perro y no creo que sea el peor del libro, jejeje.

    De acuerdo con todos en que a una época tan interesante se le podía haber sacado muuuucha más punta. Un saludo a todos.

  6. Marcela dice:

    Me gustaría gregar que acabo de leer el libro y para mí lo mejor fueron los capítulos sobre el concilio de Nicea, en el que queda claro que el dogma se hizo en función de un interés imperial, de ahí que el catolicismo tenga desde siempre tanta relación con el poder. Desde que se convirtió en religión oficial perdió una gran parte de su esencia, de lo que era el cristianismo original. Y creo que es en este sentido que cobra importancia la historia de Calia, que es una víctima de la religión oficial, no importa si se trata del paganismo romano o del cristianismo, pues sufre por ambas, con lo cual, a mi ver, el mensaje que Castellanos querría transmitir sería que al hacerse religión oficial, el cristianismo se volvió tan arrogante e inflexible como lo fuera la antigua relgión del Imperio, y de esta forma mostrar que el cristianismo, o mejor dicho, los hombres cristianos, no eran mejores ni peores que los paganos.

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