MANIAC – Benjamín Labatut

“Yo he conocido a mucha gente brillante a lo largo de mi vida. Conocí a Planck, a von Laue y a Heisenberg. Paul Dirac fue mi cuñado, Leo Szilard y Edward Teller fueron algunos de mis amigos, y también trabajé con Einstein. Pero ninguno de ellos tenía una mente tan rápida y aguda como la de János von Neumann. Lo dije en presencia de esos hombres, más de una vez, y nadie me contradijo”.

He aquí un libro difícil de clasificar. Se trata tal vez de una novela, como indica la publicidad de la editorial, o de una historia novelizada, o de un trabajo divulgativo con aires (muchos y buenos aires) literarios… Da igual; lo de menos es la etiqueta que se le ponga. El caso es que la nueva obra del chileno Benjamín Labatut, original e impactante, es una de esas que quedan en el recuerdo del lector por méritos propios.

Comencemos hablando del estilo de Labatut: su vocabulario es preciso a la vez que poético, rico en detalles y envolvente. Sus párrafos son, en un noventa por ciento de las páginas, largos, larguísimos, como si en su teclado no existiera la tecla de Enter. Y los diálogos brillan por su ausencia. No es solo una expresión: en todo el libro no hay ni uno, que yo recuerde (algún intercambio de frases entrecomilladas dentro de un párrafo, y poco más), pero realmente brillan, uno los imagina, los deduce, los infiere. Y otra cosa más: una vez acabado de leer el libro, uno se pregunta: ¿cómo puede ser que Labatut haya estado hablando de asuntos a priori aburridísimos, o cuando menos minoritarios —física cuántica, matemáticas, lógica, ordenadores, inteligencia artificial—, y yo no haya sido capaz de despegarme de la historia? Baste un ejemplo de todo esto. Por un lado, la aspereza:

A comienzos de la década de 1920, David Hilbert propuso un programa de trabajo, extraordinariamente ambicioso, para determinar si era posible construir el universo matemático entero a partir de un puñado de axiomas lógicos.

Y por otro, la sutilidad:

Muchas veces me he preguntado cómo debe ser la conciencia de los animales. Más oscura que la nuestra, sin duda, más onírica y fugaz, pequeños pensamientos como velas que arden en medio de una cueva y que se apagan con cualquier soplido. Y puede que sea así para muchos de nosotros, que debemos hacer enormes esfuerzos para pensar con claridad.

Y sin embargo, el tema de MANIAC no tiene nada de poético, al menos en principio: podría decirse que se trata del relato acerca de los límites de la inteligencia humana, y de cómo estos límites discurren peligrosamente próximos a su extremo opuesto: la locura. La manida frase que dice que del genio a la locura solo hay un paso, desarrollada con virtuosismo como si fuera un viaje a través de la genialidad del intelecto humano, para mostrar cuán cerca se halla del delirio. El libro arranca con un párrafo demoledor, que describe un terrible suceso ocurrido el 25 de septiembre de 1933 en Ámsterdam: el físico austríaco Paul Ehrenfest, de 53 años, entró en el instituto para niños discapacitados al que asistía regularmente su hijo de 14 años y lo mató de un disparo; acto seguido, se pegó un tiro en la cabeza. Ehrenfest no era un físico del montón: contribuyó notablemente al desarrollo de la mecánica cuántica, su mujer fue una matemática destacada, se hijo jugaba sobre las rodillas de Albert Einstein… Y sin embargo, sus estados de ánimo bordeaban a menudo la depresión. El caso de Ehrenfest, es decir, el de un hombre que coquetea con la genialidad y la enajenación mental, no es aislado: ese es, pues, el tema de MANIAC.

El hilo conductor de la historia que cuenta Labatut es János (o Jancsi, o John) von Neumann, individuo nacido en Hungría en 1903, que fue un auténtico genio. Su vida transcurrió rodeada de otros genios sobre los cuales él descolló sin esfuerzo. Algunos plantearon, con el propio desarrollo de sus particulares genialidades, dificultades y escollos importantes a la privilegiada mente de Neumann. La prueba acerca de la existencia de verdades indemostrables, que presentó en 1930 el joven y tímido matemático Kurt Gödel, supuso para von Neumann una catástrofe personal (“Porque una verdad indemostrable es la pesadilla de un matemático”, dice Labatut). El cataclismo mental en el que se sumió el genio de von Neumann por culpa de su compatriota Gödel (ambos nacieron en el Imperio austrohúngaro, aunque uno en la actual capital de Hungría y el otro en la República Checa) le obligó a asomarse al abismo:

Desde entonces hasta la eternidad, los matemáticos tendrían que elegir entre dos escenarios: o se resignaban a convivir con paradojas y contradicciones, o debían aceptar verdades que no podían probar. Era un dilema insoportable, aunque no parecía haber forma de evitarlo.

Llegados a este punto, puede resultar muy enriquecedora la lectura del estupendo libro de Karl Sigmund El sueño del Círculo de Viena, por los numerosos elementos (temas, época, personajes) que comparte con la obra de Labatut. Otros genios pululan en las páginas de MANIAC (título, por cierto, que significa más de lo que uno pueda suponer), que caminaron por el borde del precipicio y tuvieron algún que otro traspiés. El propio Gödel y su triste final, el desquiciado Barricelli, el físico nuclear Ede Teller, el maníaco-depresivo Georg Cantor, cuyo nombre ha de sonar por fuerza a quienes hayan estudiado algo de teoría de conjuntos… Es curiosa, se dice en algún momento en la obra, la gran cantidad de genios científicos que surgieron en Hungría en un período de tiempo relativamente corto. Y un puñado de ellos fueron a recalar a Los Álamos, Nuevo Méjico, para participar en el proyecto Manhattan destinado a la creación de una bomba atómica.

Este es el trasfondo de buena parte de la obra: el avance científico que se produjo en los años 40 y posteriores, con el fin único de construir una bomba (quienes hayan visto la película Oppenheimer de Christopher Nolan encontrarán en MANIAC el relato de algunos sucesos que en ella aparecen). Y siempre atisbándose la mente de von Neumann detrás de todo avance científico. Labatut se sirve del testimonio (ficticio, hemos de pensar) de muchos personajes (colegas de profesión, su mujer, su hija, conocidos) que tuvieron contacto con von Neumann, y es a través de sus palabras como el lector llega a conocer los devaneos del genio con el delirio y la locura.

Y después de la bomba nuclear vino la de hidrógeno, y la aparición de los primeros ordenadores, y los que siguieron a los primeros, hasta llegar a la inteligencia artificial, tras la cual también se encuentra una vez más von Neumann. Aquí, en la última parte del libro, es donde MANIAC se aleja de lo que sería un relato histórico estrictamente hablando y se convierte en absolutamente contemporáneo. Pese a ello, estas últimas páginas son de las más emocionantes que he leído últimamente, y además me han sacado los colores (a mí y a estoy por jurar que a la mayoría de occidentales) por no estar al tanto de un suceso de enorme magnitud que tuvo lugar hace apenas un lustro: el enfrentamiento, sobre el tablero del milenario juego chino del go, entre el coreano Lee Sedol, campeón del mundo y figura legendaria pese a su juventud, y la máquina de inteligencia artificial Alphago, diseñada por el equipo de DeepMind que lidera Demis Hassabis. La crónica que Labatut hace de este duelo de mentes, la humana y la artificial, es emocionantísima y emotiva.

MANIAC es una fantástica narración, un libro apasionante mezcla de novela, documental, crónica… Una “obra de ficción basada en hechos reales”, en palabras de su autor. Pese a la aparente densidad de sus páginas, se lee con agilidad y, como se suele decir, sin pestañear. Benjamín Labatut combina con gran soltura y habilidad el relato histórico con el científico, e invita a reflexionar acerca de qué le espera al ser humano. No está nada mal, una magnífica lectura.

 

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Benjamín Labatut, MANIAC. Barcelona, Anagrama, 2023, 397 páginas.

 

 

     

5 comentarios en “MANIAC – Benjamín Labatut

  1. Iñigo dice:

    He oído y leído cosas muy buenas de este libro. No me atrae demasiado su temática, pero tras leerte tomo buena nota. Gracias

  2. cavilius dice:

    Es un libro realmente fascinante, una de mis dos o tres mejores lecturas del año pasado. Tanto me ha gustado, que en cuanto pueda me pondré con la obra anterior de Labatut, Un verdor terrible.

  3. Derfel dice:

    Qué buena pinta, pardiez.

    Me haré con él…

  4. cavilius dice:

    Hoy ha sido un buen día para ello: Sant Jordi, Día del Libro. Aunque para hacerse con un libro cualquier día es bueno.

  5. Garnata dice:

    Me llama la atención la mezcla de géneros que mencionas, y esa delgada línea entre delirio la locura. Gracias por la reseña.

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