«Si bien inferiores a nosotros en la disciplina militar,
dejan de serlo en desestimar la vida.
Y es esto de suerte que
solamente por primor la pierden muchos.»

Rodrigo de Vivero y Velasco.

Una historia de los Samurais y una historia de su leyenda. Una mirada crítica para separar el suceso histórico de la recreación literaria. No se trata de negar el valor de los Samurais. Todo lo contrario. Se trata de resaltar la realidad de sus gestas sin olvidar sus miserias. No hacen falta vientos divinos para explicar cómo el valor y la entrega de los japoneses expulsaron a los mongoles, que pecaron de exceso de confianza en la planificación de la campaña. Y tampoco hace falta una epopeya de combates desesperados, suicidios rituales y prodigios para revestir de gloria y honor lo que no deja de ser una continua y sórdida lucha por el poder, donde no se respeta ni la figura del emperador, ni la lealtad a los líderes. Sobran ejemplos en la historia de Japón de traiciones interesadas y de rebeliones. Ni siquiera los samurái se pueden considerar una casta. Serían en todo caso un término general para referirse a cualquier guerrero, puesto que la condición de samurai no era impermeable, y hasta la llegada del Shogunado Tokugawa, el estado de guerra y alteración continua aseguraba una continua posibilidad de ascenso social a través de la guerra.

Es una buena historia de los Samurais desde sus comienzos. No deja de mencionar todos los momentos culminantes que un libro sobre Japón debe abordar: Las guerras contra los bárbaros del Norte, las gestas de los nobles Taira en su lucha contra los toscos Minamoto, las invasiones mongolas, las dos cortes, la invasión de Corea… Los samurai, incapaces de triunfar en campañas extranjeras, se concentran en las luchas internas en una historia de rebeliones y alzamientos constantes. Por encima de todo la mejor parte es la que arranca desde mediados del siglo XVII. No se detiene la historia de los samurais con sus últimas batallas. Se continúa el relato de su existencia inútil y parasitaria hasta su verdadero final con la instauración Meiji. A partir de ahí se continúa hasta el momento actual con la historia del legado cultural de los samurai, es decir, su influencia en el militarismo imperialista japonés y en la cultura de masas posterior a la segunda guerra mundial. Lo más curioso es la aparición/invención de los ninjas/shinobi como alternativa popular, de izquierdas y anti-aristocrática a la cultura de devoción hacia los samurai y los valores feudales.

Es una historia militar, pero no hay diagramas de batallas ni listas de comandantes. Se cuenta de los sucesos bélicos lo que necesitamos para conocer a sus protagonistas, sin regodearse ni táctica ni estratégicamente en los conflictos. Es una historia sobre guerreros, no sobre guerras.

Entrando en lo subjetivo, me ha parecido un libro excelente. Japón no es un tema olvidado por nuestros editores, pero quizás el número de libros publicados no esté ni de lejos a la altura de la cantidad de material audiovisual que consumimos. Sí que existen traducidos, y es curioso, libros sobre la aplicación de los métodos samurai a la empresa moderna. Japón produce una copiosa literatura al respecto, algo que no deja de causar sorpresa al autor. ¿Optarán los nuevos empresarios por comenzar las reuniones de negocios proclamando su linaje o recurrirán al hara-kiri ante las desgracias de la bolsa? Y es que la construcción legendaria del samurai también es el tema del libro. Como todas las élites guerreras, los samuráis controlaron cuidadosamente el proceso de transmisión literaria de su propia imagen, dotándose de características y códigos heroicos que muy difícilmente habrían respetado en su actuación real. Sin ir más lejos, su actuación en Corea durante el siglo XVI (anticipando su comportamiento durante el siglo XX ) tuvo más de genocidio que de conquista.

En definitiva, aunque no se les niega el valor a los samurai (la obsesión nipona por la muerte siempre será un componente fundamental de su tradición. El propio Hagakure lo resume así: «El camino del samurai es la muerte») su lealtad y su entrega solían ceder a favor de la ambición y el interés propio.

Al fin y al cabo, los samurai, como los japoneses, eran tan humanos como cualquier otra nación.

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Esta entrada fue enviada el miércoles, 20 d+02:00 octubre d+02:00 2010 a las 13:00 y está archivada bajo Historias especializadas. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través de la fuente RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu propia página.