LA TRAMPA DORADA – Philippa Gregory
«Por fin ha muerto, el esposo que me negó, el hombre que no estuvo a la altura de lo que prometÃa cuando era joven, el rey que se convirtió en un tirano, el erudito que se volvió loco, el muchacho tan amable que se transformó en un monstruo.»
Asà se resume Philippa Gregory, en boca de uno de los personajes, la vida de Enrique VIII en la continuación de su anterior obra, La otra Bolena.
La vida sigue en Inglaterra después del ajusticiamiento de Ana Bolena y la muerte de Jane Seymour, después del alumbramiento del heredero. Desde 1539, cuando inicia el relato, hasta su fallecimiento en 1547 el rey se casarÃa tres veces más, pero los hechos pasados sobrevolarán la corte inglesa, por otro lado no tan distinta, ya que la de Ana Bolena sustituyó a la de Catalina de Aragón para volver a caer en desgracia. De los dos periodos resultó un revoltijo de ambas, Howards, Bolenas, con los mismos peones e intrigas, pero más avisados que antes. El monarca, pese a no haber cambiado su gusto por las distracciones extramatrimoniales, necesitaba asegurar la descendencia dada la mala salud de su único heredero varón, aún teniendo dos candidatas más a la corona, a las que gustaba un dÃa declarar ilegÃtimas, otro poner en primera fila.
Estos son los hechos históricos que ponen al lector en la salida, página uno, esperando que los semáforos se abran. En la primera lÃnea, Ana de Cléveris, Catalina Howard y Juana Bolena, en ese orden.
En los entrenamientos, Juana empezó con la ventaja que le daba el dominio del circuito, casada con Jorge Bolena, hermano de la ejecutada reina, testigo de cargo contra su cuñada y gran conocedora de las chiclanas de la corte. Catalina, contra todo pronóstico, se coló en la segunda posición con una conducción atrevida y arriesgada, la sorpresa y la juventud jugó en su favor. Ana consiguió la pole gracias a contar con un patrocinador que le brindaba el mejor equipo y los últimos avances.
Durante las primeras vueltas, cada una conduce con un ritmo distinto, el buen comienzo de Ana le da una ventaja considerable y deja a sus rivales a la par. Juana sabe que no tiene un buen coche y no aspira al podio, asà que decide ir a rebufo de Catalina y esperar órdenes del equipo. Catalina, como si de un juego se tratara, disfruta de la velocidad y solo cuando empieza a calentar neumáticos es cuando se da cuenta de sus posibilidades de triunfo y, animada por su ingeniero jefe, empieza a acortar distancias sin bajar un ápice la velocidad punta.
En la mitad del recorrido, tras un susto importante, Ana entra en boxes para cambiar el alerón delantero entero. Se da cuenta de que se juega el mundial y que con terminar tiene asegurada una buena posición en la tabla. Catalina y Juana la adelantan sin dificultad y comienza una sucesión de acelerones, frenadas, cambios de marcha, órdenes por radio, movimientos en boxes, coches doblados que estorban, curvas imposibles y rectas eternas.
En el mundo del automovilismo no solo cuentan las carreras, se mueve mucho dinero, la moda se ve influenciada por todo ese colorido, los rostros conocidos gustan de lucirse, en la meta buscan a los fotógrafos y a las cámaras, los medios aprovechan el tirón de las aficiones y, cómo no, hay quien hace de ello su vida.
La pega es que la base de todo es la velocidad y el que pisa el freno, se sale de pista o se pasa de frenada, pierde. Y también hay perdedores mucho más derrotados: los que intentan seguir corriendo con un coche del año del pum, los que intentan ponerse un mono en un cuerpo deformado, los que viven una ilusión de haber sido grandes pilotos y caen en el ridÃculo más absoluto, ridÃculo casi siempre acallado por la ambición de un buen negocio.
Pero volviendo al libro, más que nada por si a alguien le interesa, se lee bien, en cada capÃtulo y en primera persona, las tres protagonistas narran su vida, sus pensamientos y, sobre todo, sus miedos, que no eran pocos. El más conseguido, a mi gusto, es Ana de Cleves, quizá porque la serenidad aporta más que los hechos en sià quizá porque tiene más tiempo para mirar alrededor.
Pero, curiosamente, sobre el que menos incide la autora resulta el más interesante. La visión de los demás del monarca, de su declive, sus paradojas, su poder para tener todo y su real pobreza, nada más lejos del esplendor y el poderÃo de su juventud y que tanto ha transcendido gracias, a fin de cuentas, a aquellas que le rodearon. Junto con todo lo que siguió al adulterio más famoso ofrece una nueva visión de aquella época, no todo acabó con la cabeza de Ana Bolena rodando y tampoco fue la única perdedora.
[tags]Trampa, dorada, Philippa Gregory[/tags]
Ayuda a mantener Hislibris comprando el LA TRAMPA DORADA en La Casa del Libro.
Muy buena e interesante reseña Aretes. Y muy automovilÃstica.
¡Ya era hora de que sacases alguna reseñita, chata! Aunque me da la impresión de estar en el Fórmula I, ¡jaja! Has hecho una reseña muy muy original y divertida.
Dices que es continuación…¿hay una tercera parte, por casualidad? Porque esta afición por las trilogÃas a veces se expande. El tema promete y parece entretenido, ¿no?
Huuummm… Qué bien huele por aquÃ. Es un gustazo leerte, Aretillas.
Buen debut, Aretes. Bienvenida a esta página, donde hay de todo, como en el rastro.
Por cierto, te llamas igual que alguien que antes andaba mucho por aquÃ, aunque era buena persona…
Sólo que ésta ha venido en coche de carreras…
Bravo, Aretes.
¡Mira la chica qué original! Con su gorrito y la bufanda blanca al viento.
Por aquà te querÃa ver yo, que ya hacÃa bastante tiempo.
Un abrazo Aretes.
Bravo Ajetes…. digo Aretes. Pero Ario tiene reseñas que desatiende y sin embargo saca tiempo para tÃ. snifff, snifff.
Gracias por los comentarios, siempre es grato recibir algo de cariño.
Y, como veo que ahora también se contabilizan las visitas, también por dedicar unos minutos a leerla.
Ariodante, no hay tercera parte. Es más, dudo que ésta pretenda ser segunda de alguna novela. Simplemente se sitúa en los acontecimientos posteriores a la muerte de Ana Bolena.
Lo de la fórmula 1 me pareció algo divertido. Además, ya sabéis que tengo vocación de taxi.
Un abrazo.
Pues lo siento, si hubiera deseado una crÃtica de una carrera de fórmula 1 hubiera buscado un libro que tratara del tema.. pero deseaba una crÃtica de unos personajes históricos en los que ninguno era piloto de carreras, en fin.. me equivoqué de página
Bueno antonio, tampoco es para ponerse asÃ… Aunque la verdad es que yo también hubiera preferido algo que nos diera más información sobre el libro (puede que otros hayan captado más detalles a través de los sÃmiles automovilÃsticos, pero yo he de reconocer que no). Aún asÃ, desde luego la reseña está conseguida.
Un saludo.
Yo creo que las reseñas tienen que informar de la novela o el ensayo objeto de la reseña, y no informar sobre los personajes históricos a que se refieren los libros. Para eso están los libros de historia, no las reseñas. Las reseñas valoran una obra literaria, no la historia.
Y luego que guste o no el estilo de una reseña, que no deja de ser una opinión personalÃsima, es eso, una cuestión de gustos. De gustos, no de información.
La verdad es que a lo mejor el sÃmil no fue el más afortunado, pero en su momento, me pareció un recurso para contar la historia sin desvelarla porque por lo general me fastidia leer una reseña que me destripe un libro y de esta forma, aquél que lo lea puede entenderlo y el que no, no sale perjudicado.
A modo de disculpa (no me veo capaz de reescribirla), creo que prescindiendo de los términos automovilÃsticos, queda la opinión de lo que al libro en sà se refiere.
Además, eodromaeuso, si husmeas en otras reseñas, te aseguro que saldrás grátamente sorprendido.
No tienes por qué disculparte, Aretes. Por dios, faltarÃa más. Yo simplemente decÃa que me cuesta un poco entender cómo se desarrollan los acontecimientos en el libro con estos sÃmiles. A grandes rasgos sÃ, pero preferirÃa algo más en el contexto de la historia. Como bien ha dicho Valeria, cuestión de gustos. Pero la reseña, en mi opinión, está muy bien escrita y tiene mucho mérito.
Un saludo.