LA LUZ DE EGIPTO – León Arsenal

LA LUZ DE EGIPTO - León Arsenal-Un egipcio nunca pensaría así. ¿Ves como sí hay diferencias?
-Se hacen, no se nacen con ellas. A los pueblos los hace su historia. Y otro tanto ocurre con algunos hombres.
-Tal vez.

Quizá este pequeño diálogo no resuma una novela llena de pinceladas de aventuras, batallas, expediciones, persecuciones, secretos e intrigas pero sí lo que se cuenta, sin decirlo, en ella.

Antes de nada, quisiera destacar la facilidad de León Arsenal para sumergir al lector en los escenarios. Llena todos los sentidos de estímulos capaces de cambiar el salón de lectura en callejuelas polvorientas, patios de casas rebosantes de vegetación, barcos de batalla donde silban las flechas y se huele el miedo, ruinas abandonadas y cubiertas de arena que susurra al moverse, tabernas oscuras y sudorosas, las gasas ondeando con el calor del viento del desierto a modo de improvisadas tiendas de campaña. Todo ello se hace sin exceso, con sutileza, sin sobrecargar ni romper el ritmo de la lectura, combinando las sensaciones y la acción de forma que unas acompañan a la otra.

En la primera mitad de la novela se suceden idas y venidas entre el pasado y el presente que van ubicando al lector durante el Tercer Período Intermedio, en un Egipto resquebrajado, lejos de la gloria de épocas pasadas, descuartizado y repartido por asirios y nubios, sin un faraón que lo dirija y encarne toda la esencia del país en su persona con la autoridad divina e indiscutible de antaño.

Los hechos son tan precipitados y la caída tan rápida que en el desmoronamiento de un gran imperio encontramos los fragmentos como las piezas de un puzzle revueltas y caóticas. Los mismos asirios que arrasaron Tebas son los que sostienen al faraón extranjero al que, ahora, esos jóvenes egipcios, que batallaron contra ellos para defender su tierra, sirven como si fuera la última oportunidad de emular el orden que siempre conocieron. Los sacerdotes de Amón, pilares fundamentales del poder, intrigan contra la esencia que los creó sin hacer ascos a la alianza con los enemigos naturales del país. Antiguas creencias se ocultan tras símbolos de las más aceptadas para sobrevivir en ese torbellino y financian el nuevo reino por venganza. La nostalgia de la pureza de la raza, la inmovilidad. La ambición vence a la filosofía.

Como bien expuso el autor en la presentación del libro, la inestabilidad del país presenta un panorama de ciudad de frontera, sin ley, en la que el crimen parece encontrar su justificación y todo vale pues la norma y la moral es relativa y adaptable a los intereses de fuerza mayor.

Se podría decir que las acciones de unos y otros se explican con el Egipto que les toca vivir, pero siempre hay excepciones. Los valores y convicciones que se presumen innatos no son nada si no se cuecen con el tiempo y el propio carácter. En ese mismo caldo de cultivo hay quienes encuentran la forma para mantener intactos sus principios y rescatar la coherencia con uno mismo de entre tantas arenas movedizas y terrenos inestables.

En realidad, el título hace referencia al famoso maat egipcio, pero podríamos hablar de otras civilizaciones y situaciones en las que por encima de las circunstancias se imponen figuras que las superan aunque, como sabiamente se señala, sean los que menos brillen.

-Dicen que la maat es la luz de Egipto. Pero yo digo que son los hombres como Snefru la verdadera luz de Egipto. Es una luz que se extingue, creo, porque la raza decae, pero no se esfumará del todo mientras los hombres de su clase sigan en pie. Son como los últimos chispazos de una mecha agotada…
-Sin embargo, hombres así no pasan nunca a la historia.
-Es parte de su destino.

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14 comentarios en “LA LUZ DE EGIPTO – León Arsenal

  1. richar dice:

    Interesante, interesante… gracias Aretes por la reseña. También le tengo ganas desde que estuve en la presentación, así que espero leerlo en breve y comentar.

    Un saludo,
    Richar.

  2. Akawi dice:

    Muy bonita tu reseña Aretes.

    Aquí tenemos a otra compañera que sabe cómo animarte para leer un libro, con la sencillez que la caracteriza.

    A pesar de los muchos libros que tengo por destripar, anotaré esta novela pues creo de vez en cuando hay que intercalar alguno de Egipto.

    Gracias Aretes.

  3. Ariodante dice:

    Bello texto, sí señora. Querida Aretes, tu teclado (antes diríamos pluma) se estiliza y se depura. Egipto es un mundo inquietante en el que he entrado muy pocas veces, pero francamente, lo has presentado de un modo muy apetecible.
    Me queda una pequeña duda. Cuando dices que la narración avanza entre idas y venidas del pasado al presente, entiendo que el «presente» se refiere al Imperio Intermedio del que hablas, no al presente nuestro. ¿es así?
    Y también quisiera preguntar, desde mi desconocimiento casi absoluto de la historia egipcia, si la narración se concentra, (como deduzco de la lectura de tu texto) más sobre el ambiente del país y los movimientos corales de personajes, que en una historia particular.

  4. Aretes dice:

    Gracias a los tres por los cumplidos.

    Ariodante, el presente es efectivamente el del Tercer Período Intermedio, y se agradece que los recuerdos de los protagonistas nos sitúen en cómo se ha llegado a esa situación.

    En cuanto a la segunda cuestión, la novela trata de una historia particular, eso si, esplendidamente ambientada, pero no creo que los que busquen aprender sobre la Historia de Egipto encuentren algo más que lo básico para situar el escenario de la acción. Fíjate, hay veces que uno piensa que podía estar en el lejano Oeste y es que es cierto que se refleja eso que se llamó en la presentación ambiente de frontera, de ciudad sin ley.

    Por cierto, también salen griegos… por si alguien le interesa.

  5. Aretes dice:

    Me faltaba agradecer la cabecera. Espléndida, Nuru, y muy muy conseguida.

    Gracias

  6. Vorimir dice:

    Me ha gustado la reseña. Aunque por desgracia las novelas de Egipto me dejan muy muy frío. Lo cual es raro en mitad del desierto.

    Esta tiene pinta de estar bien.

    León Arsenal tiene un «perfil» similar al de Negrete, viene de la fantasía.
    Si has leido algo de novela histórica de Negrete, ¿ves similitudes, Aretes, entre ambos?

  7. Aretes dice:

    Pues ya lo siento, Vorimir, pero no sabría decirte. Negrete es mi asignatura pendiente.
    No sé si serán parecidos o no, pero en la presentación Negrete habló maravillas de Arsenal.

    En cuanto a lo de las novelas sobre Egipto, insisto en que a mi juicio, sólo le sirve para ubicar la acción en un tiempo y un lugar. El que busque cortes llenas de sacerdotes, políticas e intrigas de visires, palacios majestuosos y despachos con escribas, que pruebe en otras. Es más una historia de personas que de civilizaciones.

  8. juanrio dice:

    Tan buena reseña, Aretes, me anima a hacer un intento con Egipto. Me pasa un poco como a Vorimir, le tengo un poquito de manía y me dejan frío, pero eso de que sea un western fronterizo, que eso si que me gusta, me tienta…

  9. Anraman dice:

    Vorimir, yo he leído a León Arsenal y a Javier Negrete tanto en género fantástico (ciencia ficción y fantasía) como en novela histórica y puedo decir que aunque su «origen» sea el mismo, son bastante diferentes.

    Lo que León Arsenal borda es la ambientación. En eso es un verdadero hacha. Aun sin haber leído «La luz de Egipto» no me extraña que eso sea lo primero que destaque Aretes en su reseña, la inmersión que consigue en el lector. En cambio, en la narración ya no está al mismo nivel y a veces resulta algo disperso. En cambio, a Javier Negrete tal vez le cueste ambientar al lector más que León Arsenal pero a cambio tiene mejor pulso para la acción. Diría que en conjunto es más equilibrado, más redondo.

    En todo caso, merece la pena leer a los dos.

  10. richar dice:

    Entonces es cuestión de combinarlos y sacar un «León Negrete» o un «Javier Arsenal»… :-)

    Saludos,
    Richar.

  11. Vorimir dice:

    Ok, muchas gracias Anraman, tomo nota.

  12. Josep dice:

    Lo que yo destacaría de la novela es, ante todo, su inmensa poesía melancólica. Los personajes están embebidos de una triste sensación de virtud perdida, que no obstante les permite unas perlas de sabiduría muy egipcias, dejadas caer con auténtica maestría a lo largo de la obra, como proverbios, como pensamientos ancestrales de saber arcano.
    «Persiste o renuncia, pero no te quejes de lo que elegiste con entera libertad», dice el sacerdote a Snefru, por poner sólo un ejemplo y citando de memoria.
    Estamos ante una novela que, de frontera o no, es ante todo un texto de gran belleza formal.
    Al género, si hay que ponerle epítetos, yo le pondría el de «crepuscular».
    «¿No vas a quejarete de nada? ¡Tú no pareces Josep!»
    Venga, vale. Como buen valenciano, me quejaré de los leísmos.
    Un saludo.

  13. Josep dice:

    Se me olvidaba: ¿se nota que me ha gustado?

  14. Clío dice:

    Ahora que me doy cuenta no dije nada sobre esta reseña que me ha parecido estupenda, y con el último comentario de Josep no tengo dudas de que debo leer este libro, por el tema y porque tengo pendiente a este autor desde hace algún tiempo. Gracias Aretes.

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