LA ISLA DE LA ESPERANZA. INGLATERRA, LA EUROPA OCUPADA Y LA FRATERNIDAD DE PUEBLOS QUE CAMBIÓ LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL – Lynne Olson
Cuando pensamos en la Segunda Guerra Mundial y en quiénes la ganaron, nos vienen a la mente tres paÃses por encima de todo: Estados Unidos, la Unión Soviética e Inglaterra. La mayor de las contiendas de la Historia hasta la fecha dejó, a su término, un mapa geopolÃtico y estratégico muy definido hasta los años 90, con el despegue definitivo de dos grandes superpotencias con sus respectivas áreas de influencia y el declive de otras, como Inglaterra o Francia, con sus correspondientes imperios coloniales. Desde entonces y durante varias décadas el mundo se iba a mover al ritmo que dictaban americanos y soviéticos, al menos hasta que la caÃda del muro de BerlÃn y la desintegración progresiva de los regÃmenes comunistas y de ciertos paÃses del bloque del Este comenzó a definir una nueva etapa. Y, sin embargo, la victoria aliada fue posible gracias al esfuerzo y el sacrificio de muchÃsimos hombres y mujeres de pequeños paÃses a los que se les ha negado muy a menudo el reconocimiento debido. Es de estos «aliados menores» y su especial relación con el único estado europeo que sostuvo la lucha contra el nazismo cuando el resto de paÃses habÃa caÃdo, Inglaterra, de lo que trata este libro.
Muchos se han preguntado en algún momento qué habrÃa ocurrido si Inglaterra y todo su potencial naval hubiesen caÃdo en manos de los alemanes. Es indudable que el curso de la guerra hubiera seguido un rumbo dramáticamente distinto que, en el mejor de los casos, no habrÃa hecho más que dificultar la derrota alemana; en el peor, como dice un personaje citado en el libro, «sin ustedes (refiriéndose a Inglaterra) todos habrÃamos acabado hablando alemán». Y es que la gran isla británica y, en concreto, Londres, se convirtió para muchos paÃses ocupados y para algunos de sus gobernantes en refugio y lugar desde el que establecer un gobierno en el exilio y organizar la resistencia. Ese fue el caso de monarcas como el rey Haakon VII de Noruega y la reina Guillermina de Holanda, estadistas como Edvard BeneÅ¡, presidente de Checoslovaquia o los representantes del gobierno belga y, por supuesto, el general francés De Gaulle. En lo que atañe a Polonia, invadida tanto por alemanes como por soviéticos, su contribución al esfuerzo bélico vino dada por el alistamiento de numerosos pilotos en la RAF que, al igual que los checoslovacos, tuvieron un importante papel en la Batalla de Inglaterra y posteriormente. Desdeñados al principio por sus colegas británicos, tuvieron que ganarse a pulso su respeto y reconocimiento, de tal forma que, al final de la guerra,muchos miles de ellos recibieron el apoyo de la RAF para quedarse en Inglaterra en lugar de regresar a una Polonia sometida al designio soviético. Otra contribución polaca menos conocida vino desde el campo de la inteligencia, en concreto el descifrado de la famosa máquina «Enigma» a cargo de criptógrafos como Marian Rejewski que, posteriormente, colaborarÃan con la escuela de Bletchley Park, suponiendo a la postre una gran ventaja para los aliados.
Como hemos dicho más arriba, sin la entrega de muchos hombres y mujeres que arriesgaron sus propias vidas, la victoria aliada hubiera sido sin duda mucho más costosa. Uno de los méritos de este libro es el de destacar esas pequeñas historias que se han visto frecuentemente olvidadas entre los grandes acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. Historias como la del rescate de dos fÃsicos nucleares en Francia a cargo del conde de Suffolk, quienes participarÃan posteriormente en el proyecto Manhattan; la de la resistente belga Andrée de Jongh, organizadora de la LÃnea Comet mediante la cual ayudó a evadirse a cientos de soldados aliados a través de los Pirineos; la de la destrucción de las existencias de agua pesada, imprescindible para la fabricación de armas nucleares, almacenadas en la planta de Norsk Hydro en Noruega por la resistencia en colaboración con tropas aliadas; la de, en fin, los numerosos espÃas y operadores de radio que el SOE lanzó en paracaÃdas por los paÃses ocupados, muchos de los cuales perdieron la vida en arriesgadas operaciones.
Y ya que hablamos de la radio, hay que decir que la presencia de la BBC es constante y llamativa a lo largo de prácticamente toda la obra. Se convirtió en portavoz de los gobiernos en el exilio y en un eficaz medio de mantener la moral de los ciudadanos por medio de discursos y emisiones radiofónicas para los monarcas de Noruega y Holanda y para el general De Gaulle. Pero sobre todo significaba un faro de esperanza para la gente que todas las noches la sintonizaba clandestinamente en sus casas jugándose la detención si eran descubiertos. Cumplió también una función militar ya que incluÃa en sus emisiones códigos en clave para la realización de distintas operaciones bélicas.
Es este un libro, pues, en el que abundan las «pequeñas» historias, pero narradas dentro del marco de los grandes eventos bélicos como fueron la Batalla de Inglaterra, la evacuación de Dunkerque, el DÃa D o la Operación Market Garden. La autora no elude los aspectos puramente tácticos y militares, pero no es su objetivo incidir en ellos. En cambio, resulta de más interés y es, desde mi punto de vista, otro de los puntos fuertes de la obra, cómo se esfuerza en ilustrar las relaciones, a menudo cargadas de desconfianza y escepticismo, entre Churchill y sus homólogos como Stalin, Roosevelt y, sobre todo, De Gaulle; relaciones que determinaron el destino de paÃses como Checoslovaquia, Polonia y la propia Alemania y, en última instancia, prefiguraron el mapa geopolÃtico venidero.
En resumen, estamos ante un trabajo un tanto alejado de las temáticas habituales acerca de la Segunda Guerra Mundial y que arroja luz sobre personajes y hechos bastante poco conocidos para el gran público pero no por ello menos interesantes. Estructurado en capÃtulos breves, con una narrativa ágil y un interesante apéndice fotográfico al comienzo, es una lectura más que recomendable para quien desee profundizar en algunas páginas poco mencionadas de la gran contienda.
Lynne Olson, La isla de la esperanza. Inglaterra, la Europa ocupada y la fraternidad de pueblos que cambió la Segunda Guerra Mundial. Madrid, Desperta Ferro Ediciones, 2018, 544 páginas.
Fantástico libro. Muy instructivo y entretenido, en el que se desvelan las luces y sombras de la lucha soterrada contra los nazis, asà como los aciertos y errores, que los hubo y muchos, por parte de los servicios de inteligencia británicos en su apoyo a los movimientos que lucharon en los paÃses ocupados… Francamente interesante. Buena reseña ;-)
Con tu permiso aporto la que escribà en su momento para mi blog…
https://elpuentelejano.blogspot.com/2018/11/la-isla-de-la-esperanza-lynne-olson.html
Gracias y bienvenida tu aportación, por supuesto.
«¿ …..Estadistas como Edvard BeneÅ¡ ?». Sus famosos decretos de 1940 a 1945 y lo que ellos supusieron de forma terrible para alemanes y húngaros residentes en Checoslovaquia, su participación en la creación de ese Estado ficticio después de la Gran Guerra, las amenzas a las minorÃas étnicas de su paÃs o sus tonteos con la Unión Soviética durante y tras la Segunda Guerra Mundial, le alejan mucho de haber sido un estadista y sà un bombero pirómano. Creó muchos problemas de diversa Ãndole que aún, setenta y dos años después de su muerte, persisten en su paÃs y en sus relaciones con terceros.
No era inusual -ahora que está tan de moda- que su estatua en el Castillo de Praga amaneciera manchada de rojo y su figura ha estado siempre muy cuestionada por los propios checos y eslovacos.
La crÃtica, por lo demás, me ha hecho interesarme por ese texto y le echaré un vistazo en la librerÃa o en Amazon, si deja esa opción la editorial. Sin promesas, pero gracias por traerlo aquÃ.
He escrito «estadista» por llamarlo de alguna manera. Es evidente que se trata de una figura controvertida y llena de claroscuros. Creo que el texto lo pone en su sitio.
Era solo un apunte. A los checoeslovacos, juntos y por separado, les pasa con Beněs lo mismo que a los británicos con la figura de Arthur «Bombardero» Harris, curiosamente, con estatua frente al Parlamento.
Libro interesante, entre otras cosas por centrarse en los olvidados de la Guerra Mundial en Europa; polacos, checoslovacos, holandeses, noruegos, etc…que también tuvieron su importancia en el esfuerzo de guerra de los Aliados, a muchos de los cuales se les acabó abandonando en manos de los soviéticos. Como dijo Churchill, fue el mejor momento de Gran Bretaña en toda su Historia.
SÃ, destacar esas contribuciones es uno de los méritos del libro, que parece que en Europa sólo lucharon ingleses, franceses y soviéticos…
Limitada opinión: Si la potencia naval francesa no cayó en manos de los alemanes, mucho menos habrÃa caÃdo la británica (Que ya tenÃa planes de evacuación hacia Canadá)
De hecho, no cayó ni la italiana…Y no habrÃan tenido combustible ni tripulaciones.
En retrospectiva es cierto, claro, pero en aquel momento, con Alemania arrasando en el continente e Inglaterra sola ante el peligro, la posibilidad parecÃa muy real.