LA ESCRITORA – Madame de Genlis

LA ESCRITORAEl libro agrupa dos textos: La escritora, novela corta de marcado tinte autobiográfico, y una breve selección de capítulos de las Memorias de Madame de Genlis, publicadas en 1825 en diez volúmenes, de los que se han extraído fragmentos de los volúmenes I al VI, que corresponden desde su infancia hasta el retorno al París de Napoleón.

La escritora es una relato en el que la autora desarrolla, extrayendo muchos datos autobiográficos, el surgimiento de la dedicación a la literatura de una dama, Nathalie, y los problemas que de tal ocupación le van surgiendo, con lo que advertimos en la narración una cierta finalidad ejemplarizante, a la vez que una reflexión sobre las relaciones humanas y, sobre todo, entre ambos sexos, poniendo en tela de juicio el papel que las mujeres cumplen o se supone  que deben cumplir en la sociedad.

Para tener un referente y un punto de comparación, Mme. de Genlis crea el personaje de Dorothée, hermana mayor de Nathalie. Ambas casadas muy jóvenes, Nathalie desde muy pequeña practicó, además de la música, la escritura, manteniéndolo en secreto, mientras que Dorothée se dedicaba a las actividades femeninas consideradas como normales. Tras enviudar a los 22 años, Nathalie se dedica en cuerpo y alma a la escritura, a la vez  que surge en su vida una pasión amorosa. La historia de amor sigue cauce habitual, con intrigas, celos, malentendidos, deseos reprimidos y toda la parafernalia, hasta que Nathalie publica su primer libro y su actividad literaria sale a la luz, y todo cambia: el mundo parece haber mudado ante tan insólito hecho. Por boca de Dorothée habla el sentido común de la época: «la condición de las mujeres es, como cualquier otra, feliz cuando se poseen las virtudes que exige, pero infeliz cuando se entrega a pasiones violentas, al amor que nos extravía, a la ambición que nos vuelve intrigantes, al orgullo que nos corrompe y os desnaturaliza. El hombre que desease ser mujer sería un cobarde, y la mujer que quisiera ser hombre, dejaría de ser mujer» a lo que Nathalie le opone: «entonces, piensas que una mujer, de convertirse en escritora, efectúa un acto de “travestismo” y se “enrola” con los hombres»… y que no tolerarán que les invadan el territorio. Pues de estos temas se ocupa el relato, escrito con delicadeza y belleza, pero con manifiesta fuerza moral.

La segunda parte del libro la ocupan los retazos de las Memorias de Mme. de Genlis, desde su infancia hasta la época en que retorna a Francia con el permiso de Napoleón, tras haberse exiliado durante los más terribles convulsos años de la revolución. Asistimos a la evolución de esta dama, que, como en el relato precedente, sigue las pautas sociales, toca el arpa para entretener a las visitas, lee en los ratos libres, escribe cuando puede pero procura no destacar con ello, ya que una dama no debe competir con los hombres; se casa, tiene hijos, se desplaza de un sitio a otro en conveniencia con la familia, conoce a personajes importantes de la cultura del momento, como J. J. Rousseau y Voltaire, de los que nos cuenta curiosas anécdotas; se convierte en la institutriz de los hijos de la nobleza más cercana al trono, como los hijos del duque de Orleáns, personaje que es presentado como maquiavélico e intrigante,  ya que le conoce muy cercanamente. Orleáns oscila de una parte a otra del espectro político, hasta desembocar en el jacobinismo, y Mme. de Genlis está a su servicio, como educadora, por lo que sigue, asombrada y a veces, indignada, los pasos de su patrón, hasta el punto de  plantarle cara y abandonarle.

Me ha parecido más interesante y llamativo todo lo que cuenta del comienzo de la revolución y una serie de anécdotas que indican las posiciones que mantenían muchos personajes del momento. El exilio también es motivo de detalles curiosos, pero, sobre todo, lo que Mme. de Genlis encuentra al regresar a París es altamente significativo. Despliega todo un análisis sociológico sobre las nuevas costumbres, las nuevas designaciones de lugares, los tratamientos, hasta los más insignificantes usos, como es, por poner un ejemplo, el del cubrepiés que las damas se colocaban cuando se tumbaban en la chaise longue, pieza que desaparece tras la revolución, y que permite, a partir de ese momento, que los pies y parte de las piernas de las damas queden a la vista de los que las rodean. El ansia de las clases bajas por ocupar el lugar de las altas, la prisa por enriquecerse, por ser como aquellos a los que han guillotinado, y que les hace saltarse las medidas más simples que guarden las apariencias… todo ello nos es descrito por una dama que no comprende muy bien cómo se ha podido llegar a esto, deplorando esos tiempos y esas gentes, compatriotas suyos, que guillotinan a su esposo, le expropian sus enseres y propiedades más queridos y la expulsan de su país. Y a pesar de todo, reconoce que admira a Napoleón, y se siente algo culpable, puesto que, en 1814, es claramente un usurpador.

Madame de Genlis, (Issy L’Evêque, 1746 – París, 1830) cuyo nombre completo fue Stéphanie Félicité Du Crest de St-Aubin, condesa de Genlis, fue una escritora francesa, contemporánea de Chateaubriand. Hija de una familia de la nobleza provinciana borgoñona, al morir su padre se vio reducida con su madre y hermanos a un estado de casi pobreza. Su madre logró introducirla en los salones de los poderosos de la época —en donde fue muy solicitada como intérprete de arpa—, era una gran intérprete musical, dotada de prodigiosa memoria y una cultura enciclopédica. Casada en 1763 con el conde de Genlis, pudo acceder a la Corte de Versalles, entrando al servicio de la Casa de Orleans. Con la Revolución debió exiliarse, siendo guillotinado su marido por oponerse abiertamente a la ejecución del rey. Napoleón Bonaparte autorizó en 1801 su regreso a Francia, viviendo a partir de aquí de los beneficios que le reportaban sus numerosísimas obras, novelas, obras teatrales o tratados sobre temas morales o pedagógicos, hasta su fallecimiento, la tardía de edad de 84 años.

La edición es interesante, pero algo irregular. La maquetación es mejorable, quizás en exceso austera. Y el hecho de hacer una selección tan breve de las memorias, por otro lado interesantísimas, nos deja con la miel en los labios, porque salta de una etapa a otra de la vida de esta notable mujer, y nos quedamos con muchos interrogantes sin contestar. Esperemos que la editorial se decida a hacer una publicación más extensa de estas memorias, que son todo un documento social y literario.

LA ESCRITORA
Madame de Genlis.
Traducción Carlos Vendrell
Erasmus ediciones, 2010

Ariodante.
Enero 2012

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4 comentarios en “LA ESCRITORA – Madame de Genlis

  1. ARIODANTE dice:

    Bellísima cabecera, Sandra!

  2. Rodrigo dice:

    La sola caracterización de la época, con ese particular énfasis en los convencionalismos que relegaban a la mujer a un papel subalterno, ya es aliciente suficiente para hacerse con el libro. También la aparición de personajes emblemáticos como los que mencionas, Ario. Ni qué decir que la reseña contribuye mucho, sugestiva como siempre.

    Concuerdo contigo. La cabecera es estupenda.

  3. Rosalía de Bringas dice:

    La verdad, Ariorante, es que no sé de dónde se puede sacar tiempo para leer las reseñas que escribes, porque es leerte y llenársele a una el ánimo de deseos de adquirir el libro.
    Gracias por el comentario y, sobre todo, por contribuir a la difusión de la literatura femenina anterior a nuestros días.
    Un saludo.

  4. ARIODANTE dice:

    ¿Me lo dices o me lo cuentas, Rosalía? En que me veo de leer mis propias reseñas para que no hayan erratas. Me abochorna no tener tiempo para leer al resto de reseñadores, salvo de vez en cuando. Pero no doy para más, y no quisiera que el placer de leer se convirtiera en una obligación, aunque a veces lo roza, pero siempre intento disfrutar con lo que leo. Y en esta novela he disfrutado, sí, aunque de modo irregular, como digo.

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