EL CUARTETO DE OXFORD – Benjamin J. B. Lipscomb / ANIMALES METAFÍSICOS – Clare Mac Cumhaill & Rachael Wiseman

“Para nuestras cuatro amigas, lo que más importaba era hacer renacer la filosofía, volver a colocarla en el contexto de la complicada y turbia realidad cotidiana en la que se desarrolla la vida humana en sociedad. Querían volver a la profunda conexión que los filósofos de la Antigüedad habían visto entre la vida humana, la bondad y la forma, reconocer otra vez que somos criaturas vivientes, animales cuya naturaleza modela nuestra manera de seguir adelante”.

Si ya es extraño, por lo infrecuente, encontrar en las librerías un libro de divulgación filosófica, más lo es encontrarse dos, y publicados en un corto período de tiempo. Pero es que ambos están dedicados al mismo asunto, cuentan la misma historia y lo hacen, como es lógico, con los mismos personajes. Y no se trata de un tema de candente actualidad, sino de algo que sucedió en Oxford a mediados del siglo pasado. Vamos a ello.

Benjamin J. B. Lipscomb es profesor de filosofía en Nueva York, y a mediados de los 2000 cayeron en sus manos las memorias de Mary Midgley. Lo que leyó le entusiasmó tanto que al poco se le ocurrió escribir sobre ella y sus tres amigas de Oxford; pero no fue hasta 10 años después que se tomó en serio el darle forma al proyecto. En 2010 visitó a la nonagenaria señora Midgley al norte de Newscastle, en Gran Bretaña, y durante los años siguientes se dedicó a escribir el libro. Fue un proceso ciertamente lento, tal vez debido a que era la primera vez que alguien escribía sobre el tema y tampoco parecía que nadie fuera a hacerlo jamás. En 2016 conoció en un congreso en Durham a Clare Mac Cumhaill y Rachael Wiseman, directoras de un proyecto llamado In Parenthesis cuyo objetivo es conservar y promover el legado de las cuatro amigas de Oxford. Y Lipscomb descubrió entonces que Cumhaill y Wiseman también habían entrevistado a Marly Midgley y también estaban preparando un libro sobre ellas. En ese momento tal vez diera inicio una carrera contrarreloj por terminar cuanto antes ambos trabajos, pero no es esa la impresión: el libro de Lipscomb aún tardó cinco años en concluirse y el de Cumhaill & Wiseman seis. Pero al fin, en 2021 y 2022 respectivamente, vieron la luz The women are up to something y Metaphysical animals.

Hay que decir que el título original del libro de Lipscomb es algo absurdo (“Las mujeres traman algo”; quién sabe si hace alusión a las cuatro amigas de Oxford o a las autoras del libro de la competencia). En cualquier caso, la versión en castellano ha escogido una estupenda alternativa, más ajustada al contenido: El cuarteto de Oxford. En el libro, como en Animales metafísicos, se cuenta la historia de Elizabeth Anscombe, Iris Murdoch, Philippa Foot y Mary Midgley; cuatro mujeres que nacieron en 1919 (salvo Philipa Foot, que lo hizo al año siguiente), se conocieron en Oxford, estudiaron filosofía de la mano de algunos de los grandes filósofos del siglo XX, desarrollaron un pensamiento propio y pese (o gracias) a ello prolongaron su amistad durante años. Su importancia radica en haberse preocupado, de diferentes modos y con éxito dispar, por cuestiones de naturaleza filosófica que atañen al ser humano en su quehacer y en su manera de entender la vida. Cuestiones éticas. Entremos un poco en contexto:

Murdoch, Foot, Anscombe y Midgley llegaron a Oxford en los años inmediatamente anteriores al estallido de la Segunda Guerra Mundial. En los ámbitos filosóficos de las décadas del 20 y 30 del siglo pasado estaba en boga cierta concepción que explicaba que los hechos, como tales, transcurren al margen de las valoraciones éticas de bueno y malo. En otras palabras: se tendía a rechazar todo lo que no tuviera una explicación o base empírica y a ceñirse a la realidad factual. Esta manera de pensar, llamada positivismo lógico, tuvo su origen en los pensadores centroeuropeos, y algunos de los más importantes se reunían y salvaban el mundo en el conocido Círculo de Viena (sobre este tema se puede leer, entre otros, el excelente libro El sueño del Círculo de Viena de Karl Sigmund). El positivismo lógico se extendió por toda Europa y llegó a Oxford de la mano del joven de 26 años Alfred Ayer y su breve pero rompedora obra Lenguaje, verdad y lógica. La primera frase del libro es toda una declaración de principios: “Las disputas tradicionales de los filósofos son, en su mayoría, tan injustificadas como infructuosas”. El lenguaje sólo tiene significado, decía Ayer, cuando se refiere a hechos comprobables y constatables, pero cuando son juicios morales carece de sentido y significado Este enfoque conduce a los filósofos a abandonar las cuestiones metafísicas y a ver al individuo humano como una máquina calculadora y eficiente.

Lenguaje, verdad y lógica era una bomba de nueve chelines. “¿Y qué viene después”, preguntó un amigo. “No hay después —contestó Freddie—. La filosofía ha llegado a su fin. Punto”.

Mientras los filósofos se rasgaban las vestiduras y se apuntaban a las listas de desempleo, el mundo real, el de los hechos, la “realidad factual”, se ponía patas arriba en los años 30 y 40. El auge del nazismo, la Segunda Guerra Mundial, el horror de las imágenes de los campos de concentración, que se comenzaron a difundir a partir de 1945, hizo que muchos se replantearan las cosas. ¿Realmente el individuo se reduce a lo que él es físicamente y lo que hace, a materia y acto? ¿No hay nada más, no existe algo llamado “valores”, “virtud”, “el bien”, “el mal”? La filosofía no podía quedarse al margen, debía buscar respuestas a aquel horror que a duras penas podía ser asimilado por el ser humano. Y ahí fue donde el cuarteto formado por Iris Murdoch, Elizabeth Anscombe, Mary Midgley y Philippa Foot tuvieron algo que decir.

Los libros reseñados, estupendos ambos, cuentan una doble historia. Por un lado, “las vidas entrecruzadas de estos cuatro personajes: una novelista bohemia embarcada en una búsqueda espiritual, una ferviente católica conversa madre de siete hijos, una atea criada entre privilegios y una ama de casa con hijos que terminó escribiendo el primero de sus dieciséis libros pasados ya los cincuenta”.  Por otro lado, la historia filosófica de dos perspectivas éticas radicalmente opuestas y enfrentadas. Y ambas historias en realidad vienen a ser la misma, pues las ideas filosóficas que desarrolló ese grupo de mujeres no eran etéreas (“injustificadas e infructuosas”, podría decirse, parafraseando a Ayer), sino que estaban en el mundo y configuraban su manera de ser y de actuar. Ambos libros recuerdan lo sucedido en 1956 cuando Oxford decidió nombrar doctor honoris causa al presidente de los Estados Unidos de América Harry Truman, a lo cual se opuso con fervor Elizabeth Anscombe. Truman fue el hombre que ordenó en última instancia el lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, y Anscombe no negaba que esa decisión hubiera salvado miles de vidas y, a la postre, puesto fin a la Segunda Guerra Mundial. Pero, hablando de hechos, el hecho era que Truman era un asesino puesto que había ordenado el asesinato de cientos de miles de personas inocentes. Algo pasaba con la moral cuando un asesino era honrado con títulos (aquí puede leerse la argumentación de Anscombe).

Tanto Lipscomb como Cumhaill & Wiseman logran recrear el ambiente de Oxford de los años 30 y 40, un lugar eminentemente de hombres, como todas las universidades en aquel entonces. La segregación sexual (existían facultades específicas para mujeres) estaba al orden del día, pero la situación mundial y los alistamientos para la guerra en el continente, hizo que las aulas quedaran desiertas de hombres, tanto profesores como alumnos, y las chicas se hicieron con el poder. Se adueñaron de las aulas, los cafés, las charlas, los patios… Lo cual no fue del gusto de todos:

“En mi opinión, las mujeres han arruinado Oxford por completo, y abrir más universidades para mujeres sería la ruina. Tengo un hijo allí y está obligado a asistir a las clases que imparten tres profesoras. En mi opinión, una situación ridícula, humillante. Ojalá hubiéramos enviado a nuestros hijos varones a Cambridge, donde el ambiente sigue siendo viril”.

Condesa de Barhust (Recogido en “Women”, de Janet Howarth, en The History of the University of Oxford, vol. VIII).

La guerra provocó una mayoría femenina en Oxford, y sin duda  eso favoreció el progreso de las cuatro amigas filósofas. Se reunían y conversaban en los cafés, los dormitorios, las salas de estar, las aulas… Iris Murdoch era extrovertida y vivaracha, sexualmente muy activa (así se dice), mantuvo contactos con la intelectualidad del continente: el existencialismo de Jean-Paul Sartre, los escritos de Simone Weil, el ateísmo de Elias Canetti… Y sin embargo, se consideraba a sí misma una filósofa de segundo plano. Publicó su primera novela, Bajo la red, en 1954, y ahí comenzó una fecunda vida como autora de magníficas novelas, densas, profundamente filosóficas y al mismo tiempo cotidianas y espontáneas. Elizabeth Anscombe recibió clases de un “bicho raro”, un filósofo genial, temperamental e impredecible: Ludwig Wittgenstein. Ejerció una “influencia avasalladora” sobre ella, y en realidad sobre las cuatro amigas, personal y filosófica, y sobre Oxford en su conjunto. De Anscombe dijo: “es, sin duda alguna, la estudiante femenina más talentosa que he tenido desde 1930, cuando empecé a dar clases”. Philippa Foot  mantuvo enfrentamientos con Ayer entre otros, y se esforzó por hacer encajar la ética aristotélica en el mundo actual. Fue la primera en formular el conocido dilema del tranvía: ¿se ha de hacer cambiar de vía un tranvía fuera de control que va a arrollar a cinco personas, sabiendo que con ello el tranvía se desviará hacia una vía en la que matará a otra persona? Mary Midgley las sobrevivió a todas ellas, se mantuvo casi toda su vida ligada a la filosofía y la docencia, y comenzó a poner por escrito sus ideas, como se dijo antes, a partir de los 50 años. Tanto ella como sus compañeras estudiaron, pensaron y trabajaron con las ideas de Hume, Kant, Descartes, Tomás de Aquino, Platón, Aristóteles… Todos estos pensadores se pasean por las páginas de uno y otro libro, en el recorrido vital y filosófico de las protagonistas.

El cuarteto de Oxford y Animales metafísicos suponen sin duda, cada uno a su manera, dos estupendos acercamientos a la vida y pensamiento de estas cuatro mujeres, y a toda una época que marcó la historia del siglo XX tanto a nivel intelectual como social y cultural. Solo por eso ya vale la pena echarles un ojo a cada uno.

 

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Benjamin J. B. Lipscomb, El cuarteto de Oxford. Cómo Elizabeth Anscombe, Philippa Foot, Mary Midgley e Iris Murdoch revolucionaron la ética (traducción de Inga Pellisa). Barcelona, Shackleton Books, 2023, 398 páginas.

Clare Mac Cumhaill & Rachael Wiseman, Animales metafísicos. Cuatro mujeres que hicieron renacer la filosofía (traducción de Daniel Najmías). Barcelona, Anagrama, 2024, 470 páginas.

 

     

2 comentarios en “EL CUARTETO DE OXFORD – Benjamin J. B. Lipscomb / ANIMALES METAFÍSICOS – Clare Mac Cumhaill & Rachael Wiseman

  1. Farsalia dice:

    Pues pinta bien esta coincidencia de personajes/tema en dos libros diferentes. Hojée el de Anagrama hace unos días y la reseña me anima a leerlos… cuando empiece mi segunda vida, me temo.

  2. cavilius dice:

    Bueno, si es cuestión de vidas, los gatos tenéis siete, así que…

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