Esto hacía tiempo que no me pasaba. Los libros que leo o me gustan o no me gustan pero rara vez me encuentro con un caso como éste en que no es ya que me guste o me disguste, es que me gusta y me disgusta. Y es muy difícil reseñar un libro que te ha dejado esa sensación porque, si bien no me arrepiento de haberlo comprado y leído, tampoco estoy segura de poder o querer recomendarlo. Así que yo os cuento lo que he sentido leyéndolo para que vosotros decidáis (lógicamente) sin tenerme en cuenta a mí ni a mis gustos y disgustos.

Cuando empecé a leerlo pensé que la escritora era una chica joven con su primera novela; una de las veces que miré de nuevo la tapa me di cuenta que era un hombre, y entonces pensé que sería un chico joven con su primera novela. Cuál no habrá sido mi sorpresa al buscar información sobre el autor y saber que es un hombre que no es precisamente joven, y que ésta no es su primera novela si no la tercera de las cuatro que ha escrito. Sólo cuatro porque ésta no es su profesión principal, es ingeniero industrial.

Creo que con el párrafo anterior queda explicada una parte de mi ambigua sensación. No sé, si hubiera sido verdad que se trataba de una escritora (o escritor incluso) joven iniciando su carrera, quizá esta reseña sería muy diferente, pero da la sensación de que esta novela no ha podido escribirla alguien a quien por edad y profesión se le presupone dueño ya de una madurez determinada. Y no es que el argumento o la forma de exponerlo sean inmaduros (esto va a ser más difícil de lo que pensaba), pero tampoco son maduros.

Os cuento: Cristina es una chica-abogada de éxito barcelonesa, de padre neoyorquino (al que siempre llama “daddy”, y el caso es que lo especifica explícitamente) y madre también barcelonesa (con la que se lleva fatal), que vive desde que era pequeña en EEUU porque su madre decidió irse de España y no quiso volver nunca ni de vacaciones, aunque no le ha explicado jamás por qué. Se va a casar con un buen chico americano que tiene un futuro prometedor, por lo que su madre está muy contenta ya que así se olvidará de volver a Barcelona. Adora a su padre, que sin embargo no figura para nada en la novela ni tiene más papel que ser su “daddy”. Tiene un sueño muy repetitivo (a sus veintisiete años) con un chico barcelonés de su pandilla de cuando era una cría que la besó un día en la playa. El día de su cumpleaños recibe un anillo de compromiso de su novio (de quien prácticamente no se vuelve a saber más) y otro con un diamante rojo, que le llega a través de un mensajero motero tipo “busco a Jack” pero en masculino que le entrega el paquete y desaparece sin abrir la boca, sin remitente ni mensaje. Y a partir de ahí empieza a tener fantásticos y muy vívidos sueños del pasado, se vuelve a Barcelona, y su vida se transforma con todo tipo de aventuras (con mensajes crípticos ocultos en cuadros antiguos, amigos aliados, templarios y malos que les persiguen incluidos) relacionadas con el anillo del diamante rojo.

Hasta ahí podría ser una historia de templarios como otra cualquiera, pero no (¿he dicho ya que esto me está resultando difícil?), el hecho es que es diferente y original en cierto sentido y la trama y la organización de la novela me gustaron bastante. Lo que más me choca es la construcción de los personajes y la forma de exponerlos, o quizá soy yo que me hice la película mental de que era una chica la que escribía y ahora no me pega que el autor sea un hombre maduro. Porque está narrado en primera persona y la protagonista es bastante inmadura pese a que intenta parecer lo contrario, y a lo peor es un escritor cojonudo que ha sabido captar los desvaríos propios de una jovencita enamoriscada y confusa, pero no me cuadra. Parece que fuera una novela juvenil pero tampoco lo es (ufff, qué mal me explico, ¿verdad?).

Los otros personajes jóvenes, como si el autor estuviera rodeado siempre de gente joven y pudiera meterse de lleno en sus papeles (no sé por qué me venían a la mente recuerdos de una de mis colecciones de cuando era niña, “Los cinco”), están bien moldeados; no así los adultos cuyas personalidades están cogidas con alfileres y como de soslayo.

Hay quien dice que refleja una búsqueda personal interna de los protagonistas, simbolizada por el intento de encontrar un tesoro templario legendario, y la importancia del pasado en sus vidas actuales, pero yo no veo metáfora alguna en ese sentido y si realmente es tan profunda tengo un problema porque a mí no me ha llegado el mensaje.

Yo he leído una novela muy entretenida de aventuras, persecuciones, amoríos, organizaciones secretas, y tesoros templarios ocultos, con toques de novela costumbrista, bien escrita, con un lenguaje coloquial y un ritmo ágil, diferente de otras de la misma temática y en cierto modo original, pero nada más, ¡y nada menos!. Sin embargo, en 2004 quedó finalista del premio de novela histórica Alfonso X El Sabio, que ganó Almudena de Arteaga con su novela “María de Molina. Tres coronas medievales”, y ha sido traducida a un porrón de idiomas, así que es posible que el fallo sea mío y sólo mío.

En fin, no creo haber ayudado mucho, y si alguien la ha leído y ha sacado otras conclusiones (si es que yo he sacado alguna) por favor que me lo explique, pero el caso es que de alguna manera diría que es recomendable…, o tal vez no, aún lo estoy pensando.

© 2004, Jorge Molist
© 2004, Ediciones Martínez Roca, S.A.
ISBN: 84-270-3020-7
Depósito legal: M.33.676-2004

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Esta entrada fue enviada el jueves, 27 d+02:00 noviembre d+02:00 2008 a las 13:00 y está archivada bajo Varios. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través de la fuente RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu propia página.