BREVE HISTORIA DE LA ORDEN DEL TEMPLE – José Luis Corral

Breve historia de la Orden del TempleEste libro hace honor a su título, exactamente es breve, netamente histórico y trata de la orden del Temple. El autor, José Luis Corral, huye de invenciones y leyendas sobre los caballeros templarios, y se centra en relatar los hechos históricos. Así indica su intención al inicio del libro, y la cumple de principio a fin. De hecho, en aquellos puntos en los que las fuentes no se ponen de acuerdo, lo deja perfectamente claro.

Es breve porque en sus 233 páginas de texto real (excluyendo notas, bibliografía…) se pasa muy rápido por las cruzadas, la creación de la orden, su crecimiento, su declive, la pérdida de todo su poder y por último su aniquilación. También hay hueco para explicar las normas de las encomiendas y conventos, la equipación de los caballeros, su día a día… Es decir, demasiadas cosas para tan corto libro. Pero en cualquier caso, como el título ya nos advierte de esto, pues no hay problema.

Por cierto, la bibliografía expuesta en el libro es realmente impresionante. Hay páginas y páginas de libros y estudios que el autor ha consultado para realizar la obra. Siendo un profesor de historia medieval en la Universidad de Zaragoza, y viendo esta bibliografía, el libro da confianza de histórico.

Por un momento, al final del libro, hay una concesión a la leyenda y a la mitología en torno a los templarios, pero para atacarla duramente. Se exponen las principales cuestiones que se han creado e inventado e torno a los templarios, se critican y se relata su falta de fundamento. Es decir, líos de tesoros, Cristo, el Templo de Salomón como fuente de reliquias, cátaros, masones…. todo esto es tirado por tierra, o al menos, se deja claro que no tiene sustento histórico.

En resumen, un libro breve pero muy interesante y muy recomendable para obtener un visión general del Temple y las cruzadas, desde un punto de vista histórico y sin entrar en épica y leyenda. Es más, mi impresión es que estos caballeros templarios tuvieron más errores que aciertos en lo que a su labor principal se refiere, la defensa de los peregrinos y de los lugares sagrados.

Lo bueno, si breve, dos veces bueno (Baltasar Gracián)

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94 comentarios en “BREVE HISTORIA DE LA ORDEN DEL TEMPLE – José Luis Corral

  1. ignacio el argentino dice:

    Muy buena y breve reseña Curistoria, el tema me gusta, pero solo he leído el libro de Piers Paul Read «Los templarios. Monjes y guerreros»
    Un saludo

  2. Curistoria dice:

    Gracias Ignacio. ¿Qué tal el que mencionas de Paul Read? A mi es un tema que me gusta bastante. Me gustan los ensayos, como este, las novelas históricas y aquellas novelas no tan históricas y sí muy fantasiosas. Eso sí, dejando las cosas claras. Aquel libro que es una invención y pretende dárselas de descubridor del quinto secreto…

    Saludos.

  3. ignacio el argentino dice:

    Lo leí hace mucho, se que en su momento me pareció interesante, es bastante histórico, aunque no quedaba muy claro cuales fueron las causas reales del aniquilamiento de los templarios.
    saludos

  4. Josep dice:

    El libro me ha parecido bien. El mapa del principio es una pifia, al reproducirse en gama de grises en lugar de tramados. Me sorprendió, en los otros mapas, la referencia a «seléucidas» en lugar de «selyúcidas»

  5. Pingback: literaturame.net
  6. Anthos dice:

    Celebro, Curistoria, que frente a tanto opúsculo dedicado al manido tema de los Templarios, en el mejor de los casos en forma de novela histórica, cuando no de ficción histórica o de falacia histórica, tú saques a relucir un un libro de «historia histórica» breve y enjundioso, virtudes ambas muy de apreciar en este género literario. Ya en ocasiones anteriores estos belicosos monjes han cabalgado por el blog, invitados una vez por Arauxo (Los reyes malditos), a instancias mías otra vez (La aventura de los Templarios en España), por iniciativa de Sargón una tercera vez (Trilogía Templaria, y otra más traídos de la propia mano de Curistoria (Los monjes de la guerra: Historia de las Órdenes Militares.

    Tanta presencia entre nosotros de estos caballeros y tanta notoriedad en la historia se debe a que su Orden, al margen de otras contingencias, tuvo un final colectivo trágico, tragedia en cuyo reparto les correspondió a ellos el papel de víctimas y a Felipe el Hermoso (Philippe le Bel, IV de Francia, no nuestro Felipe I el Hermoso, marido de Juana la Loca) el de verdugo, con la complicidad necesaria del papa Clemente V en aquella parodia justiciera que acabó con la disolución de la Orden y llevó a la hoguera a gran número de los caballeros a ella pertenecientes. Decía Arauxo en su reseña antes citada:

    “Los Reyes Malditos” recrean, con gran fidelidad histórica, la Francia de los últimos Capeto, al tiempo que aproximan al lector al pontificado de Avignon -y a sus relaciones con la corona francesa- y lo introducen en la antesala de la Guerra de los Cien Años. Druon utiliza como hilo conductor la maldición proferida, según la tradición, el 18 de marzo de 1314, momentos antes de morir en la hoguera, por Jacobo de Molay, último Gran Maestre del Temple, contra Felipe IV el Hermoso de Francia y contra toda su dinastía.

    Añado yo que tal maldición habría que haberla hecho extensiva al papa aviñonense, pues fue él quien permitió que el brazo secular de la justicia tomara las riendas de una causa que sólo a él competía, toda vez que la Orden del Temple, como las demás religiosas, dependían jurisdiccionalmente de la iglesia; él asintió a la pena de muerte que se aplicó a los imaginarios «culpables»; él presidió el concilio de Vienne de 1311 en el que se encontró a los Templarios reos de los graves delitos de que se les acusaba, a pesar de que los tribunales religiosos de España, Inglaterra, Alemania y Portugal los habían declarado inocentes; y él, en definitiva, promulgó la bula «Vox in excelso» por la que se disolvía la Orden.

    Estoy de acuerdo en que Clemente V fue objeto de tremendas presiones por parte de Felipe el Hermoso al que no supo hacer frente y al que se rindió por entero sin dar muestras de voluntad propia. Débil de espíritu y de cuerpo -enfermizo e hipocondríaco, rodeado siempre de médicos, a uno de los cuales elevó al obispado en pago a sus atenciones- nunca supo oponerse a las demandas del monarca. El amparo que Francia dispensaba a la corte papal y la aparente garantía de seguridad que le ofrecía frente a sus tradicionales enemigos -el imperio germánico estaba rehabilitándose y Enrique VII no carecía de ambiciones- tuvieron su precio. La cúpula eclesiástica se afrancesó de tal modo que de los diez cardenales creados por Clemente V nueve eran de aquella nacionalidad, como lo fueron en suma ciento trece de los ciento treinta y cuatro que obtuvieron tal dignidad durante el periodo aviñonense, y de entre ellos surgieron los seis papas siguientes que cubrieron esta etapa. Todos esos vicarios ¿de Cristo?… ¿del rey de Francia?… sintieron como suyos los problemas de su patria y no escatimaron medios a su alcance para servirla y defender sus intereses: la ayudaron económicamente con espléndida generosidad en la guerra de los Cien Años contra Inglaterra hasta el extremo de poner a su disposición los diezmos de la iglesia; cedieron durante dos años los réditos eclesiásticos a Carlos de Valois, hermano del rey, para financiar su candidatura al trono de Constantinopla; apoyaron la diplomacia francesa en cuanto les fue posible, utilizando la excomunión contra sus enemigos; mediatizaron, allanando las dificultades o creándolas, los matrimonios de conveniencia de las diversas casas reinantes según beneficiasen o no a los fines políticos de la corona francesa.

    Hay que tener presente que Clemente V fue elegido papa en Perusa en junio de 1305 al cabo de once meses de indeciso cónclave, en el que se produjeron situaciones de forcejeo entre las dos facciones que lo dominaban, italiana una y francesa la otra, con el aditivo perturbador de las coerciones del rey de Francia. Aunque los cardenales le instaron a que se desplazase a Perusa para ser aclamado como sumo pontífice en el seno del propio consistorio y proceder luego a su coronación en Roma, ya en esto y desde entonces cedió al antojo de Felipe el Hermoso que quiso que se celebrase el solemne acto en Lyon, donde, en efecto, se llevó a cabo en noviembre de aquel año en presencia del imperioso rey. Clemente V no fue a Roma con aquel motivo, ni nunca después; este papa no llegó a pisar la ciudad eterna. Permaneció por algún tiempo en su sede archiepiscopal de Burdeos, más tarde se trasladó a Poitiers, luego a Tolosa y, finalmente, errático siempre por territorio francés, acabó en 1309 fijando de forma definitiva su residencia en Aviñón, lugar de residencia que lo sería también de sus sucesores por espacio de sesenta y siete años (1309-1376). Este periodo de humillante renuncia, no ya a la soberanía universal por parte de la iglesia, sino a la suya propia, y de vejatoria capitulación ante los apremios de la monarquía capeta se conoce en la historia, por su parangón con aquella otra situación que vivió el «pueblo elegido», diecinueve siglos antes, deportado y subyugado por Nabucodonosor II, como la «cautividad de Babilonia».

  7. Curistoria dice:

    ¡¡Toma ya!! Ahí queda eso :)

    Saludos.

  8. Laya dice:

    Anthos, por qué no te pasas por el Arqueológico el día 16 y los dejas boquiabiertos a todos?

  9. Anthos dice:

    Es posible que me pase, Laya, y que, en efecto, sean ellos los boquiabiertos, es decir, los que hablen, y yo el boquicerrado que escucha y aprende.

    Un saludo.

  10. Aretes dice:

    Estupenda reseña, Curistoria.
    Si a alguien le interesa el tema, recomiento «A la sombra de los Templarios» de Rafael Alarcón. No es novela sino un estudio de los orígenes y la herencia arquitectónica que dejaron. Muy interesante.

    Saludos.

  11. Curistoria dice:

    Aretes, me apunto la recomendación para el futuro. Gracias.

    Saludos.

  12. Ascanio dice:

    Gracias Curistoria, por esta estupenda reseña.
    De Corral sólo he leído Numancia, y algunos artículos publicados en revistas de Historia, y la verdad es que me gustaría meterle mano a algún ensayo, porque estoy segura que el Corral historiador me gustará mucho más que el Corral novelista. Puede que este libro sea una buena opción para empezar.
    Y es que además cada vez me atrae más la Edad Media. ¿Por qué será?

  13. Curistoria dice:

    Ascanio, yo he decir que lo que más me ha gustado de Corral ha sido la novela de El Cid, pero quizás sea porque es muy histórica, y poco novela. En cambio, El número de Dios me pareció algo flojo. Sobre este último escribí en su día: «La verdad es que lo que es la historia del libro no está muy allá y el libro está cargado de datos históricos que no vienen mucho al caso». Me decepcionó.
    Este de la Orden del Temple me ha gustado, y tengo en casa la novela que ha sacado junto con el ensayo para meterle mano en breve :)

    Saludos.

  14. Sirithanna dice:

    Me gusta la reseña y me gusta el tema. A pesar de que lo más que he profundizado en el tema del Temple es en novelas de ficción, siempre he sentido cierta curiosidad por este trocito de la Historia, y más de la Edad Media, época que me siempre me ha atraído. Sin embargo, soy un tanto escéptica en cuanto al rigor histórico en este tema, ya que creo que lo que hemos recibido de herencia de esa época es más conveniencia de los poderes del momento que realidad histórica. No sé si me he hecho entender.

    Saludos.

  15. Curistoria dice:

    Esta es una buena oportunidad, Sirithanna, para empezar a ver algo histórico.

    Saludos.

  16. Arauxo dice:

    Querido Curistoria y resto de hislibreños:

    Aunque sea con algo de retraso, me uno con entusiasmo a la celebración que Anthos propone, por la aparición de esta reseña en Hislibris. Y lo hago por tres razones. La primera radica en la posibilidad que me brinda para desagraviar al autor, José Luis Corral, al que suelo fustigar sin piedad en otros hilos de esta página; la segunda, porque siempre me resulta gratificante la lectura de una nueva reseña sobre cualquier libro serio, más o menos académico, que verse sobre temática medieval, lo que permite, además, introducir comentarios interesantes como los que preceden a éste y glosas insoportables como las que vienen a continuación; y la tercera, porque –tal y como nuestro maestro Anthos apunta, con ese tino al que ya nos tiene acostumbrados- la Orden del Temple es uno de los hitos más utilizados por los escritores (y empleo el vocablo como eufemismo) de basura esotérica para hartarse de ganar cuartos inventando sandeces y propalando bazofia a los cuatro vientos, por lo que la segunda de las razones expuestas adquiere, si cabe, más peso.

    El problema es que, respecto a las tres razones apuntadas, me gustaría decir tantas cosas, que no sé si Richar va a aprovechar la oportunidad para echarme de una vez por todas de estas páginas y mandarme definitivamente al cuerno por pesado. Apelo a su proverbial paciencia y a la comprensión infinita del resto de los Hislibreños para que perdonen las varias, infumables e insufribles sábanas que a continuación “suelto”, como el que no quiere la cosa. Y autorizo a cualquiera a insultarme sin medida por este despliegue de “jartura” medieval.

    Sigo.

  17. Arauxo dice:

    Respecto a la primera razón, quisiera aprovechar la oportunidad para aclarar que mis constantes críticas a José Luis Corral no se amparan en su actividad docente o investigadora, sino en el resultado de sus esfuerzos narrativos. Las novelas que he leído del autor (Numancia, El número de Dios y El invierno de la corona) me parecen solemnemente aburridas. Bien escritas y muy rigurosas desde la perspectiva histórica, pero sin el mínimo cuerpo argumental, tensión dramática o profundidad psicológica que debe exigirse a cualquier obra narrativa que se precie. Es verdad que no he leído la que dicen es su mejor novela, El Cid. Si algún día lo hago y experimento sensaciones distintas o si algún hislibreño me contradice con sólidos argumentos (y no parece este el caso de Curistoria, para quien El Cid adolece de los mismos defectos que las demás), no tendré el menor inconveniente en rectificar. Entretanto, desearía que Corral se dedicase a lo que mejor saber hacer, es decir, a escribir Historia y divulgarla, que es justamente lo que hace en este libro, breve, serio, histórico y muy divulgativo. En realidad, Corral es un buen investigador, interesado sobre todo en el Aragón islámico y en el mundo urbano bajomedieval y tiene, en su haber, buenas publicaciones sobre ambas materias. Es una suerte que, de tanto en cuando y entre tanta novela –cuya vocación divulgativa no cuestiono, pero sin emoción alguna que las justifique-, encuentre tiempo para escribir libros como el que nos ocupa, tan necesarios para desmentir pamplinas y supercherías y para desenmascarar a cuentistas y engañabobos.

    Sigo.

  18. Arauxo dice:

    Respecto a la segunda razón, y para no extenderme demasiado tras la magistral exposición de Anthos sobre la lamentable participación de Clemente V en el proceso de disolución de la Orden del Temple, y cuyo veredicto yo comparto (entiéndase el de Anthos, no el de los tribunales), sólo quiero añadir un par de pinceladas.

    Con la primera de ellas, quisiera corregir humildemente a Anthos en un detalle que pudiere parecer menor, pero que arroja algo de luz sobre la oscuridad (moral) del triste, injusto y casi bochornoso final de la Orden del Temple. Dices, admirado Anthos, que Clemente V presidió el concilio de Vienne de 1311 en el que se encontró a los Templarios reos de los graves delitos de que se les acusaba, a pesar de que los tribunales religiosos de España, Inglaterra, Alemania y Portugal los habían declarado inocentes; y él, en definitiva, promulgó la bula «Vox in excelso» por la que se disolvía la Orden. En realidad, el referido Concilio no encontró culpables a los caballeros templarios. Y no lo hizo precisamente porque como tú bien explicas, Anthos, la mayoría de los tribunales eclesiásticos los había declarado inocentes. Pese a ello y cediendo a las presiones de la corona francesa, el papa declaró disuelta la Orden en la referida bula, pero sin hacer ni una sola mención, en la misma, a la culpabilidad de sus integrantes.

    Y es que la cuestión de la persecución y disolución del Temple fue enormemente compleja. En los primeros meses de 1307, movido por la ambición de los bienes de la Orden y por los celos ante el poder e influencias que sus miembros habían llegado a alcanzar, Felipe IV empezó a presionar a un débil y enfermizo Clemente V para lograr la condena del Temple. Ante las acusaciones presentadas por el monarca francés, el pontífice ordenó una investigación, pero sin autorizar persecución alguna contra los caballeros de la Orden. En otoño del mismo año y cansado de esperar un resultado favorable a sus intereses, Felipe IV, por su cuenta y riesgo, aunque amparado en la decisión del inquisidor Guillermo de París, inició la persecución, ordenando torturar a los caballeros para conseguir confesiones. El papa montó en cólera por la jugada conjunta de ambos personajes a sus espaldas y por la aplicación de tortura a miembros del clero. Y en noviembre, publicó la bula Pastoralis praeminentiae, en la que, para contrarrestar la cruzada de Felipe IV y salvaguardar la integridad de los monjes guerreros, ordenaba a las casas reales europeas la detención de los templarios y la incautación de sus bienes, obligando a los monarcas, bajo pena de excomunión, a poner bajo su jurisdicción personal a los detenidos. Poco después, en febrero del año siguiente, Clemente V suspendía las actividades de la Inquisición y en verano encargaba la investigación a los obispos.

    Felipe IV inició entonces una campaña de difamación contra el pontífice. El enfrentamiento entre ambos alcanzó su cenit cuando los distintos tribunales episcopales empezaron a declarar inocentes a los dirigentes de la Orden, que se retractaban de sus anteriores confesiones, obtenidas bajo tortura. El monarca maniobró entonces donde podía hacerlo con facilidad, dentro de su reino, para que los prelados franceses –sometidos a toda clase de presiones y amenazas, pero movidos también por mundanas ambiciones- convocaran concilios nacionales (París y Reims), en los que se decidió le ejecución de varias decenas de templarios, durante la primavera de 1310.

    Clemente V, que no supo o no quiso reaccionar a tiempo contra las tropelías instigadas por Felipe IV, convocó el Concilio de Vienne para octubre del año siguiente, 1311. En él y a la luz de las sentencias absolutorias de la mayor parte de los tribunales episcopales, los conciliares consideraron conveniente conceder la posibilidad de defensa a los miembros de la Orden. Pero el rey francés no estaba dispuesto a tolerar una rehabilitación de la Orden. Después de enviar distintas “embajadas” a Vienne para presionar al pontífice, decidió personarse en la ciudad con una numerosa hueste, acompañado además de sus hermanos, para “convencer” a los congregados. El concilio cedió a la demostración de fuerza del ambicioso Felipe IV y, pese a no promulgar condena de ningún género contra el Temple, acabó aceptando su disolución, plasmada en la bula pontificia que Anthos refiere, Vox in excelso.

    El triste final de la Historia del Temple termina como es sabido, el 18 de marzo de 1312, con la ejecución en la hoguera de Jacobo de Molay, gran maestre de la Orden, y Godofredo de Charney, comendador o preceptor de Normandía. Ambos crímenes –sólo así pueden calificarse sus muertes- fueron la guinda del pastel de tropelías cometido por el rey francés en este deplorable espectáculo. Tras ser llamados a declarar ante un nuevo concilio nacional en París, ambos dirigentes fueron condenados a reclusión perpetua. Pero, para sorpresa de los conciliares, ambos se retractaron públicamente de sus confesiones anteriores –obtenidas también bajo tortura- y proclamaron la inocencia de la Orden. Cuando el concilio se retiró a deliberar un veredicto definitivo, Felipe IV ordenó la ejecución inmediata de los dos dirigentes, sin autorización del papado, sin margen de maniobra alguno, sin el menor amparo legal y con absoluta impunidad. Y así, tan luctuosa como injustamente, terminó la Historia del Temple.

    Con la segunda pincelada, oso contradecirte de nuevo, Anthos (y ya empiezo a asustarme por el merecido rapapolvo que me estoy buscando), esta vez en lo que se refiere a la maldición proferida por Jacobo de Molay en la hoguera; afirmas, casi como expresión de un deseo de justicia, que tal maldición habría que haberla hecho extensiva al papa aviñonense. En realidad y según la tradición, Anthos, el gran maestre templario incluyó en su maldición a Clemente V, a quien emplazó –como hiciera con Felipe IV- a rendir cuentas ante Dios en menos de un año. Curiosamente –pero sin perder de vista el carácter legendario del episodio, y subrayo intencionadamente ese carácter- tanto el pontífice como el monarca murieron en 1314; el primero apenas un mes después de la ejecución de Molay, el 20 de abril; el segundo, antes de fin de año, el 29 de noviembre.

    Hasta aquí, los hechos.

    Sigo.

  19. Arauxo dice:

    Y ahora, la valoración de los referidos hechos y las opiniones personales.

    El instigador de la implacable persecución fue el Felipe IV, y el brazo ejecutor de la misma, el suyo propio, con la inestimable ayuda del de Guillermo de Nogaret –cuyas referencias he obviado, para no hacer el comentario aún más largo-. Parte de la Iglesia de Francia –especialmente la inquisición, pero también muchos de los más altos dignatarios y prelados- participó activamente en la siniestra e injusta persecución. Pero ni Clemente V ni los representantes del conjunto de la Iglesia –reunida en el concilio de 1311- condenaron, durante el proceso abierto contra el Temple, a los miembros de la Orden ni a la Orden en sí. Nunca se torturó a ningún caballero del Temple con la autorización del papado ni tampoco el papa o el concilio ordenaron la ejecución de ninguno de los miembros de la Orden. E incluso, en las fases iniciales del conflicto, el papa intentó salvaguardar la integridad de los templarios, frente al despiadado embate sin escrúpulos y sin cobertura legal ordenado por el rey francés.

    ¿Esto justifica moralmente la actuación de Clemente V y de los conciliares reunidos en Vienne en tamaña injusticia? Como historiador y a la luz de los acontecimientos, Arauxo no emitiría, probablemente, un veredicto tan severo como el que tú, Anthos, pareces apuntar. Y sólo intento explicar y valorar los hechos en sus justos términos Los comienzos del siglo XIII fueron años muy difíciles para el pontificado, con enfrentamientos muy violentos entre los papas –como Bonifacio VIII- y el poder temporal, que en el caso de la corona de Francia, y específicamente durante el reinado de Felipe IV, era tan sólido como amenazante y peligroso. Fue una época convulsa, de intereses y ambiciones encontrados, una época que cerraba capítulos del pasado, como el de la Cruzadas y el del ya desaparecido Reino de Jerusalén, que ya nunca volverían –y para los que, recuérdese, habían nacido los monjes guerreros del Temple-; una época en la que se dirimía el pulso entre las monarquías europeas y el poder de los nobles; una época que anunciaba vientos de guerra (como la de los Cien Años) y, sobre todo, vientos de cambio en el reparto efectivo del poder… Y muchos otros elementos del contexto histórico que debemos tener en cuenta para no incurrir en anacronismo.

    Pero como creyente, como cristiano y como católico, el veredicto de Arauxo, querido Anthos, es implacable. El comportamiento de Clemente V y de los conciliares de Vienne fue… bochornoso. Clemente V se sometió de un modo humillante –para él y para la Iglesia- a las presiones de un rey ambicioso y despótico. Y, en justicia, y aunque el papado no pecase por acción, pecó, y de qué manera, por omisión. Pese a todas las amenazas que pudiese haber recibido, Clemente V debió defender, con todas sus energías y recursos, a una parte del clero –pues clero, eran, al fin ya al cabo, los monjes guerreros del Temple- que, por serlo, estaba bajo su jurisdicción. No lo hizo y pecó, cuando menos de debilidad y pusilanimidad, cuando no de cobardía. Pero ese no fue su peor pecado. El mayor de todos fue cerrar los ojos ante una injusticia flagrante y terrible que no admite la menor justificación moral. Los hechos demuestran que Clemente V creyó en la inocencia de los templarios, pero los desamparó; consintió la condena y muerte de muchos de ellos por razones de oportunidad que nada tienen que ver con la justicia y mucho con intereses bastardos “colaterales”. Este tipo de comportamientos y acontecimientos –como, lamentablemente, tantos otros que pueblan la Historia de la Iglesia- no pueden sino abochornarnos a los católicos y exigen, cómo no, nuestra más firme condena y repulsa. Y sólo me consuela pensar que, gracias a la imperfección –a veces, como ésta, más que imperfección, degeneración- de la Iglesia, tiene en ella cabida… alguien como Arauxo.

    Un saludo y no sé cuantos millones de perdones por este interminable monólogo, casi un acto terrorista por el que debieran prohibir la entrada en Hislibris a personajes como el que escribe.

    PS: Y que conste que no he explicado mi tercera razón, en cuyo desarrollo quería proponer a los hislibreños interesados una sucinta –sí, sí, creedme, sucinta- pero “selecta” bibliografía sobre templarios. Pero ya lo haré si, tras leer toda esta burrada, queda alguno vivo que no me odie para siempre…

  20. Aretes dice:

    Y luego dicen que el saber no ocupa lugar…

    En serio, ¡vaya lección magistral!

    (¿de verdad autorizas a cualquiera a insultarte sin medida?)

  21. Arauxo dice:

    A ti no, Aretes. He dicho a «cualquiera» y tú… no eres una cualquiera…

  22. Epaminondas el tebano dice:

    Ciertamente notable, ilustre Arauxo.

    Ahora bien, siendo la reseña sobre «Breve historia del temple…» nuestro ilustradísimo historiador es todo menos breve.

    :)

  23. Arauxo dice:

    Lo de «lección», Aretes, lo comprendo. Te recuerda a los tostones aquellos que nos largaban los profes y que después había que estudiarse de pe a pa. Pero lo de de «magistral»… ¿es por que soy «majo»? Entonces será… «majistral» ¿No?

  24. Aretes dice:

    Pues no, me refería a magistral en el sentido farmaceútico, majo

  25. Arauxo dice:

    ¿Breve, yo, Epaminondas? Jamás incurriría en tamaña felonía…

    Lo de «ilustrísimo» e «ilustradísimo» me llega al alma. E incluso le añadiría «ilustracionadísimo». Pero lo de «notable» es un demérito. Yo iba por el sobresaliente.

  26. Epaminondas el hippeis dice:

    Tu respuesta me recuerda al primer acto de Cyrano de Bergerac donde cierto inoportuno recibe su merecido al bromear con el «minúsculo adminículo» de nuestro heroe.

    Si es cuestión de nota debes aspirar a la matricula de honor, por mi parte te la concedo. Después de lo de «el lazo púrpura» me encuentro hincao en todas mis partes y con pocas ganas de más.

    Buen fin de semana a todos!

  27. Curistoria dice:

    Arauxo, me rindo ante tu comentario. Magnífico. Una vez más, y como es habitual en mis reseñas, los comentarios no sólo completan y mejoran la reseña, sino que la sobrepasan con creces, llevándola a un minúsculo enésimo plano.

    Pero, por favor, completa tu labor y bríndanos la bibliografía. Reitero, por favor.

    Saludos.

  28. Urogallo dice:

    Arauxo opinó:

    Bien escritas y muy rigurosas desde la perspectiva histórica

    Lo de MUY, me parece un tanto aventurado en el caso de Numancia.

  29. Aquiles dice:

    Quizás por razones de proximidad, tengo más elementos de juicio que la mayoría de los hislibreños para opinar sobre la labor investigadora de José Luis Corral; si bien yo tampoco soy especialmente proclive a su dilatada obra narrativa, que según mi criterio se está sucediendo a una velocidad a todas luces excesiva, he de decir sin embargo que, como investigador, merece todo el beneplácito posible por su rigor y por su capacidad de trabajo; ciertamente, el Departamento de Historia Medieval de la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza en la etapa en la que yo estudié, estaba compuesto por buenos investigadores y profesores – me permito destacar a Esteban Sarasa y a Carmen Ledesma, desgraciadamente fallecida – entre los que ya empezaba a destacar un jovencísimo José Luis Corral que ha cumplido con creces las expectativas que había sobre él. Al menos Corral todavía sigue allí, con lo cual un mínimo de excelencia académica está asegurada; lo importante es que sus muchos compromisos laborales no distraigan su labor investigadora.
    En cuanto a la opinión de Urogallo sobre Numancia, quizás el hecho de que la Antigüedad no es su terreno habitual de investigación haga que aprecies detalles que no se ajustan al rigor más exquisito, pero no creo que sean de gran trascendencia. ¡Ojalá fuera tan buen escritor como investigador!

  30. Arauxo dice:

    Querido Aquiles:

    Corral sí es buen escritor… de Historia. Porque el defecto de su prosa no radica en el estilo, sino en la construcción argumental. Por eso, cuando adopta el mejor de los argumentos -la Historia de verdad, sin pátina literaria-, nos regala buenos ensayos.

  31. Urogallo dice:

    En cuanto a Numancia, no soy yo quién los aprecia, si no que en su propia reseña me limité a poner el enlace a una critica mas exhaustiva del libro, tanto desde la vertiente literaria como histórica. Sin más que aportar, me remito a ella, sobre todo en la observación principal: «Es una novela que solo puede definirse como funcionarial».

  32. Arauxo dice:

    Querido Urogallo:

    Hasta donde yo sé y leí, Numancia no sólo era bastante rigurosa con la acontecimientos históricos, sino con la mentalidad antigua, con la cultura y filosofía romanas y con el entorno cultural prerromano en la península. Pero confieso que nunca acabé la novela… porque me aburrí bastante antes del final. Así que, si tú lo dices -y doctores tiene Hislibris…-, ego taceo.

  33. Arauxo dice:

    Querido Curistoria:

    Gracias por tu elogio, pero en todas las reseñas, los comentarios amplian y enriquecen aquéllas. Y la posible riqueza de los mismos no desmerecen, en absoluto, la reseña original; sólo confirman el acierto del reseñante, por poner encima del tapete un tema sin duda interesante y que suscita debate historiográfico o curiosidad intelectual. Para eso sirve Hislibris.

    Si encuentro un ratito a lo largo de la mañana, dejaré aquí mi propuesta bibliográfica sobre templarios.

    Un saludo.

    (Qué buena gente eres, Curistoria. Mira que pedirme la bibliografía -aunque no le interese a nadie- sólo para tenerme contento…)

  34. Curistoria dice:

    No sólo me interesa a mi, amigo, sino que quedará constancia en el este punto del Ciberespacio de tu propuesta bibliográfica, para que los buscadores de referencias históricas tengan alimento.

    Saludos.

  35. Anthos dice:

    Por evitar duplicidad de comentarios me remito al que he insertado en la entrada Novela histórica en el Museo Arqueológico Nacional

    Saludos a todos.

  36. Arauxo dice:

    Siento haber tardado tanto, Curistoria. Pero como lo prometido es deuda, me he decidido a incluir de una vez mi minipropuesta (sí, Valeria, sí, no te rías, mujer…) bibliográfica sobre templarios. Y me ha ayudado a decidirme la lectura de algunas cosas que se andaban diciendo en algún hilo del foro… que parecía un hilo de amigos de la ciencia-ficción o la reseña del libro Conversaciones historiográficas entre Aramis Fuster y la bruja Lola. Espero que, para quien esté tan aburrido que no sepa en qué malgastar su tiempo, sean de utilidad las sábanas que siguen…

    I. RECOMENDACIONES SOBRE ÓRDENES MILITARES

    Aquellos que estén interesados en la materia y quieran aproximarse a ella por primera vez, deberían sumergirse, a modo de introducción, en la Historia de las órdenes militares en general. Como la bibliografía es extensísima, me voy a permitir el lujo (y la osadía) de seleccionar cuatro libros. A partir de aquí, ya podéis empezar a vapulearme sin piedad.

    1. Sobre el primero ya introduje un comentario hace algún tiempo en otra reseña:

    “…hay un librito de hace ya algunos años muy asequible, de unas 200 páginas, que aborda la presencia templaria en la Península y también la de otras órdenes militares, entre ellas, por supuesto, las autóctonas (Calatrava, Alcántara, Santiago…) y su expansión durante la Plena Edad Media. Está publicado por la Fundación Santa María la Real y se llama “Los monjes soldados. Los templarios y otras órdenes medievales”. Aborda, además de la Historia, cuestiones interesantes de Arte y Arquitectura y de un modo bastante riguroso, sin porquerías esotéricas de por medio”

    .
    Es un libro muy asequible por varias razones, entre ellas el precio (¿Ves, Ascanio, como siempre pienso en ti?)

    2. A esa recomendación, que debe entenderse como una sencilla “propuesta de iniciación”, habría que añadir otras obras de mayor enjundia. La mejor sigue siendo, sin duda, Los monjes de la guerra. Historia de las órdenes militares de Desmond Seward, que además tiene reseña en Hislibris:

    https://www.hislibris.com/?p=206.

    Yo no conocía la susodicha reseña hasta que Anthos la mencionó algo más arriba. Y aunque las opiniones vertidas en el enlace no son demasiado favorables ni, lamentablemente, demasiado numerosas (¡6 comentarios en la reseña de una obra con esa temática y esa envergadura! Claro, como no es una reseña sobre espartanos…), es el mejor manual y el más completo que existe sobre la cuestión. Ciertamente es denso y prolijo (y de 600 páginas), como allí se apunta, pero es lo que corresponde a un estudio serio, cabal, exhaustivo y documentado como éste. La obra es casi un clásico, porque se publicó allá por los años 60 ó 70. Algunos tuvimos que hacer en su momento el esfuerzo –descomunal para los que, como Arauxo, naufragan, y de qué manera, entre lenguas extrañas- de leer algunos capítulos del original sin traducir. Hoy, afortunadamente y gracias a Edhasa, el lector hispano puede acceder a él con comodidad. Es un libro excelente (digan lo que digan otros hislibreños, cuyas paparruchas y lloriqueos no conviene escuchar, y con los que estoy dispuesto a batirme en duelo) que aborda el estudio del Temple, profundizando por ejemplo en el triste espectáculo de su persecución y disolución, junto al de otras órdenes coetáneas, como la de los teutones o la de los hospitalarios. Pero no sólo profundiza en las órdenes nacidas en Oriente al amparo de las Cruzadas, sino también en las “nuestras” (Alcántara, Calatrava, Santiago y Montesa), que participaron activamente en la Reconquista, nuestra cruzada particular contra el infiel. Una obra densa que presenta un inconveniente añadido, el del precio, alrededor de los treinta y tantos euros (venga, venga, ya está bien de lipotimias y ataques de ansiedad, que no es para tanto) pero… soberbia.

    3. Aun así y para quienes se atraganten con más de 500 páginas (puedo prometer y prometo que no he mencionado en ningún momento el nombre de Richar), la Universidad de Granada ha publicado el año pasado un nuevo libro de Alain Demurger, Caballeros de Cristo: templarios, hospitalarios, teutónicos y demás ordenes militares en la Edad Media (siglos XI a XVI), algo más asequible, de precio bastante más razonable, más ameno y no por ello menos documentado ni menos científico. Y ofrece la garantía de la firma, porque Demurger, profesor de la Universidad de París, es uno de los mayores especialistas en la materia y uno de los investigadores más serios, lúcidos y prolíficos que, sobre el mundo del Temple y de las Órdenes militares en general, existe en el panorama académico actual.

    4. Y para completar la tetralogía de libros generales sobre órdenes militares, antes de enfrascarme específicamente en los templarios (¿o creíais, acaso, que ya iba a terminar? ¡anda ya…!), nada mejor que la atractiva obra de la editorial Lunwerg, Las órdenes militares en la Europa Medieval. Creo que éste sí es un libro muy al gusto de Hislibris. Como casi todos los de Lunwerg, conjuga a la perfección un excelente y amplio elenco de ilustraciones con un magnífico texto que aporta muy buena información de síntesis. Es un libro de gran formato y estupenda presentación que aborda igualmente el estudio histórico de todas las órdenes militares, tanto las oriundas de Oriente como las hispánicas y las portuguesas, así como sus manifestaciones artísticas. Un buen libro que, además, es un libro… “bonito”, de los que gusta tener en el salón de casa y ojearlo de vez en cuando (y dedicado, especialmente a Germánico, Urogallo y otros hislibreños tan amantes de las fotitos…)

  37. Arauxo dice:

    II. RECOMENDACIONES SOBRE LA ORDEN DEL TEMPLE.

    Entrando de lleno en la Historia de los templarios (ea, a apretarse los machos), hay también una amplísima bibliografía cargada de excelentes estudios… y deleznables títulos tan sensacionalistas como hueros, fantasiosos y embusteros (veréis cuando aparezca Clara para recordarme lo de los “prejuicios”…) A fin de no proponer una lista infinita, voy a recomendar también cuatro títulos de los que todavía pueden adquirirse en las librerías:

    1. Entre los de reciente publicación es obligado citar a Helen Nicholson y su obra Los templarios. Una nueva Historia. Está publicada en Crítica (2006) y es una obra de tamaño medio (unas 400 páginas), no muy cara y con buena información. Que yo conozca, es la mejor síntesis divulgativa que sobre el Temple se haya publicado en castellano recientemente. Aborda la Historia de la Orden, dedicando algún capítulo a su expansión en la Península y profundizando también en su organización interna, en su vida cotidiana, en su desarrollo económico y en el proceso final. E incluso contiene una especie de epílogo muy interesante dedicado al mito templario, a su origen y a su desarrollo posterior a lo largo de los siglos.

    2. Otra publicación reciente es la de Arnaud de la Croix, Los templarios en el corazón de las cruzadas. Este librito (que aún no he leído) se publicó en Ariel hace un par de años. Son unas 300 páginas escritas por alguien que no es historiador profesional, pero que, por la información que he podido reunir y por lo que he podido ojear, no parece estar mal. Se apoya bastante en las fuentes y pone empeño en explicar al lector el contexto histórico en el que nació la orden del temple, prestando así una especial atención al mundo de las cruzadas. No aborda el estudio del temple peninsular. Dedica, eso sí, un amplio epílogo al mito templario y a las controversias subsiguientes. No es un libro caro, pero además presenta la ventaja de ser uno de esos libros de Ariel que las librerías ofrecen a precio de saldo con frecuencia (yo lo compré hace poco por menos de 6 euros… je, je)

    3. Pero, aparte las novedades, es obligado citar algunas obras no tan recientes que constituyen referencias ineludibles para quien quiera aproximarse por primera vez a la materia o profundizar en ella (y aun a riesgo de suscitar las iras de Germánico, el terror de los clásicos…) La primera y más importante es la de Alain Demurger, Auge y caída de los templarios. 1118-1314. Esta es la mejor obra de divulgación (y algo más) que conozco sobre el asunto. Un libro excelente, ampliamente documentado (y con buenos ejemplos textuales), escrito por este magnífico investigador con larga trayectoria profesional, de lectura amena y muy instructiva. Cuenta, además con una buena bibliografía (algo desfasada ya, Germánico, sí, lo confieso, perdón…), buena cronología y numerosos cuadros sinópticos. En castellano se publicó allá por los años 80, pero Martínez Roca lo reeditó en el 2000 y todavía puede adquirirse en las librerías a un precio muy razonable. El mismo autor tiene una extensa bibliografía sobre templarios y órdenes militares y toda ella es perfectamente recomendable. Podríamos incluir en la lista el último que ha visto la luz, dedicada a la controvertida figura del gran maestre Molay: El último templario: Jacques de Molay.

    4. Y, por último, no puedo dejar de recomendar a una historiadora ecuánime, lúcida y rigurosa como Regine Pernoud. Esta autora –que ya cité, si no recuerdo mal, en la reseña de Leonor de Aquitania- tiene una obrita ideal para introducirse por primera vez en la Historia del Temple: Los templarios. Es un ensayo breve (anímate, Richar…), que tiene ya sus años (pero que se reeditó hace poco), en el que esboza sintéticamente la trayectoria de la Orden y en el que dedica gran parte de sus esfuerzos a desmentir tonterías esotéricas y a desmitificar los secretos y misterios que se han atribuido tradicionalmente a los monjes guerreros del Temple. Y no me resisto a reproducir un par de textos de la autora respecto al recurrente esoterismo templario: el primero, en el que denuncia la existencia de

    una increíble colección de alegatos fantasiosos que atribuyen a los Templarios todo tipo de esoterismos, desde los más antiguos hasta los más vulgares, todas las variedades de conocimientos alquímicos o mágicos, todos los procedimientos de iniciación o de afiliación habidos y por haber, en una palabra, todos los secretos de los que se nutre la sed de misterio inherente a la naturaleza humana y que, por una especie de revancha instintiva, no parece afirmarse más que en las épocas en que, aparentemente, se rechaza el misterio”

    y el segundo, en el que reconoce, casi resignada, que

    ”Para el historiador existe un desfase tal entre las fantasías a las que se han entregado sin moderación alguna escritores de historia de todas las tendencias y los documentos auténticos y los materiales certeros que nuestros archivos y bibliotecas guardan en abundancia, que sería difícil creer en ellos si esta contradicción no se manifestara de forma tan visible y evidente”.

    . Es curioso: hay buenas e inteligentes historiadoras…

    Por supuesto, hay bastantes más nombres recomendables (Bruguera, Bordonove, Barber…) y excelentes libros específicos sobre el Temple en la Península Ibérica (entre ellos son muy recomendables los de Gonzalo Martínez Díaz), pero no abundaré en ellos para no alimentar en exceso la arauxofobia, mal endémico de Hislibris consistente en repeler hasta el último aliento cualquier infumable sábana escrita por cierto pedante insoportable…

  38. Arauxo dice:

    Y III. APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ (o de cómo Arauxo se metió en un berenjenal del que saldrá mal parado…)

    Como he defendido en otros lares que la filosofía de Hislibris obliga a “mojarse”, voy a atreverme a dar un paso más, aun a riesgo de tropezar en el intento y de atraer sobre mí las iras de los ultradefensores de la objetividad ecuánime… y plana.

    El tótem sagrado de los vendedores de esoterismo templario es, sin duda, Louis Charpentier (El enigma de la Catedral de Chartres, Los misterios templarios). Bajo una apariencia de seriedad, este señor, periodista “especializado” en enigmas históricos (¿en qué Universidad se estudiará esta especialidad?), sostiene grandiosas y mayúsculas hipótesis que conforman un totum revolutum hecho a la imagen y semejanza de su extraordinaria inteligencia, y que conecta el santo grial con el arca de la alianza, el tesoro templario con la tabla redonda y a Pitágoras con el Templo de Salomón. Un ejemplo de sus sandeces, perdón… de sus plausibles teorías (en qué estaría yo pensando) puede leerse en este enlace:

    http://perso.wanadoo.es/ricardo.cob/citaslouis.htm

    Basta leer unos párrafos para captar el sólido soporte documental y arqueológico de sus “descubrimientos” y la inapelable lógica deductiva que hilvana su argumentación…

    Otros “especialistas” en misterios han seguido sus huellas: Baigent, Leigh y Lincoln escribieron, por ejemplo, “El enigma sagrado”, el disparatado opúsculo en el que se inspiró Brown para parir su bodrio (Arauxo, que te pierdes…) y al que no pienso dedicar ni un minuto más de mi tiempo (prejuicios que uno tiene…)

    Las vírgenes negras. El gran misterio templario de Ean Begg es una de esas sublimes y gloriosas obras que todo aficionado debería leer, porque proporciona unos ratos estupendos y desternillantes. Además de considerar que las vírgenes negras lo han sido siempre (cosa sobradamente desmentida por la investigación), vincula su origen a los ritos secretos templarios (qué guay, esto de los ritos secretos…), obviando en el razonamiento algún problemilla cronológico, como la existencia de vírgenes negras en el siglo XI (¿estaría latente la Orden del Temple o ya se intuía su aparición?)

    Pero uno de los mejores adalides de la “verdadera” historia templaria es Jacques de Mahieu. Su libro «Colón llegó después. Los templarios en América» es insuperable. El mero título es ya divertidísimo. Este señor, con una tan estupenda como inventada reputación como antropólogo y sorprendente trayectoria “profesional”, afirma -¡redoble de tambores!- que los templarios financiaron la construcción de sus fortalezas en Europa con la plata de las minas de América del Sur, continente al que llegaron tras el exilio de Francia y después de robarle los planos con las rutas hacia el Nuevo Mundo a los vikingos… Glorioso, sobre todo, porque si llegaron a América huyendo de las persecuciones en Francia… ¿cómo puñetas financiaron sus fortalezas –todas anteriores a la persecución, claro está- con la plata americana? Yo, humildemente, opino otra cosa. Yo creo que los templarios viajaron en el tiempo desde el siglo XXXIV, liderados por el tataranieto de Leonardo da Vinci, y colonizaron Marte –y sus minas de platino- allá por la Edad del Bronce. Total, las pruebas para ambas teorías son exactamente las mismas… y la mía es más emocionante.

    Hay otros muchos autores de allende nuestras fronteras como Gerard de Sede, Fulcanelli, Pucknertt, Prince, Lamy… dignos de figurar en las mejores antologías de los disparates. Pero también tenemos nuestras grandes glorias nacionales, que se han labrado a pulso un sitio de privilegio en el cuadro de honor de la tontería sin parangón. Una de ellas es, sin duda, J. García Atienza. Este autor tiene unos cuantos libros de templarios, mística solar, griales, la Atlántida… todos ellos publicados en la excelsa colección MR Dimensiones, de Martínez Roca. Sus principales pruebas para desencriptar los secretos de sus mágicos arcanos consisten en contar kilómetros desde no sé donde hasta el quinto pino para demostrar no sé que arcos y equidistancias geográficas (que, encima del tinglado que monta no lo son tanto) entre no sé cuántos castillos templarios… Espectacular. Debe ser la leche eso de las equidistancias y las conclusiones que pueden extraerse de ellas…

    Sobre el ínclito Lorenzo Fernández Bueno y su inconmensurable, imparangonable, imponderable, incalificable e incomparable obra de investigaciónLos guardianes del secreto, voy a ahorrarme comentarios, porque uno de sus propios párrafos habla por sí mismo:

    «Custodios del Grial, protectores de la Sangre Real, poseedores de manuscritos de transcendencia ilimitada, conocedores de los secretos de Jesús tras la crucifixión, idealistas capaces de orquestar la estructura de un Estado soberano regido por el descendiente del nazareno…»

    No tengo palabras…

    Y, cómo no, Fernando Díaz Celaya, Xavier Musquera, Enmanuel Barceló, Jesús Callejo… y tantos otros eruditos que nos han transmitido gran parte de su sabiduría en las mejores revistas científicas especializadas (Año Cero, Más allá, Enigma…) y sobre los que podrían escribirse varias páginas.

  39. Arauxo dice:

    CONCLUSIÓN. LA TEORÍA DE LA CONSPIRACIÓN.

    Hay que tener cuidado con lo que se lee. Y cuando digo “cuidado” sólo me estoy refiriendo, claro está, a la salud intelectual, a la pérdida de tiempo que puede suponer y al cabreo de narices que uno puede pillar cuando se harta de leer pamplinas, patrañas y estupideces encadenadas. No me refiero a las novelas sobre templarios. Las novelas, al fin y al cabo, son novelas. Más o menos imaginativas, más o menos verosímiles, pero novelas. Quien quiera creer a pie juntillas el dichoso libro de Brown, los de Wilcox (Eslava Galán), Molist, Khoury, Sierra o tantos otros sin molestarse siquiera en contrastar mínimamente la historia que allí se cuenta, que lo haga. Es como creer que el gato con botas o el pato Donald viven en algún lugar de Cuenca. Pero uno puede caer en el ridículo o hacer estupideces cuantas veces le venga en gana. Este un país libre.

    Me he referido sobre todo a ese género tan prolífico y tan de moda que es la pseudohistoria y que integran un montón de opúsculos (sobre templarios, pero también sobre las pirámides, los cátaros, el santo grial, la isla de Pascua, la Atlántida y la madre que los parió…) que pretenden ser científicos y cuyos argumentos no se sostienen en las pruebas documentales o arqueológicas, sino en meras especulaciones o en intuiciones gratuitas y sensacionalistas, atando un cabo de aquí con una maroma de allá… y convergiendo todas en el mismo punto: los puñeteros extraterrestres o la conspiración universal judeo-masónica-católica. Quien así razona es… un prestidigitador, no un científico, estupendo, eso sí, para las noches del programa Cuarto (Me-quedo-con-el-personal-del-tercer) Milenio. De hecho, hay por ahí un “investigador” español (con iniciales repetidas) al que todas sus “investigaciones” le conducen, curiosamente, al mismo sitio: marcianos por un tubo. Qué curisoso y qué científico…

    Pero lo que no deja de ser chocante es que la mayoría de los malabaristas de la Historia apoya sus imaginativas majaderías en las más variopintas “teorías de la conspiración”. Denuncian lo que, a su parecer (aunque ni ellos mismos se lo crean), es una voluntad ocultista organizada, en la que participa la Iglesia, los judíos, los medios, los historiadores, las instituciones… Y digo que es chocante porque la mayor parte de las tonterías que defienden sobre los templarios proceden, precisamente, de una conspiración, pero lamentablemente real, como la vida misma. Fueron los secuaces de Felipe IV el hermoso de Francia los que, organizadamente, se dedicaron a propagar las calumnias (tan infantiles como falsas) que habrían de servir para condenar al Temple y a sus caballeros. Los acusaron de practicar ritos satánicos, de jurar reglas secretas, de sodomía, de guardar tesoros ocultos, de traición… Las mismas historias en las que hoy se apoyan todos estos engañabobos para vender esoterismo, participando así de la propia conspiración que contra ellos gestó el ambicioso monarca francés con la bochornosa anuencia del papado. Está curioso eso de denunciar conspiraciones participando en una de ellas y convirtiéndote en vocero de los difamadores…

    Y se acabó, porque voy a comprar tiritas para los mamporros que van a empezar a lloverme sobre la cabeza…

    Un saludo.

  40. Arauxo dice:

    (Conste que hay cuatro comentarios: dos esperando moderación y dos publicados…)

  41. cavilius dice:

    Un hallazgo, las negritas. Pero ¿y esas citas? ¿Cómo se hacen? ¿Ein?

  42. Koenig dice:

    Yo espero ansiosamente los que están en moderación.
    Siempre he querido leer un libro bien escrito sobre el temple.

    Un saludo.

    Koenig.

  43. Arauxo dice:

    (Chiiiiiiiiiist, Cavilius, es un secreto que ya conocían los templarios, hombre…)

  44. Casio dice:

    ¿Será como en el foro? ¿Con aquello del quote? Me tiene intrigado…
    Bueno alguien tiene que probarlo; allá voy:

    [quote]¿saldrá como citado?[/quote]

  45. Casio dice:

    Qué frácaso tan estrepitoso.
    El que no se arriesga, no pierde.

  46. Arauxo dice:

    Prueba con «blockquote» entre … (aunque esto parece un código secreto para iniciados…)

  47. Arauxo dice:

    He querido decir… entre «» (¿saldrá ahora?)

  48. Arauxo dice:

    Vaya por Dios… Tercer intento: …entre «signo menor que» y «signo mayor que»…

    (Juro solemnemente que esto no es un rito de iniciación esotérico ni templario…)

  49. cavilius dice:

    A ver:

    Cuentan de un sabio, que un día,
    tan pobre y mísero estaba,
    que sólo se sustentaba
    de las yerbas que cogía.
    «¿Habrá otro, entre sí decía,
    más pobre y triste que yo?»
    Y cuando el rostro volvió
    halló la respuesta, viendo
    que otro sabio iba cogiendo
    las yerbas que él arrojó.

  50. cavilius dice:

    ¡He pasado el rito de iniciación! ¡Ya estoy en la orden del Temple!

  51. Arauxo dice:

    Corrijo: en la Neo-Orden del Neo-Temple…

  52. clío dice:

    Arauxo, maestro, me quito el sombrero ante tus sábanas tan bien organizadas con tanto contenido y esclarecedoras, esto cada vez se pone mejor, yo tambien quiero ser templaria, pero no me he enterado del rito de iniciación (mujer que es una). Saludos

  53. cavilius dice:

    Vaya; la sombra de Matrix es alargada…

  54. templario dice:

    hola, soy el único que detecto cierto tufillo progre y politicamente correcto en el libro de Corral sobre lo malos que fueron los templarios con su guerra santa (su descripción de la entrada de la 1 cruzada en Jerusalem está tan manida como poco contrastada…). De un tiempo a esta parte todas las novelas, estudios o películas sobre el tema rebundan en la perfidia de los cristianos frente a la bondad, inteligencia y mesura de los musulmanes (patético el ejemplo del «El reino de los Cielos» con un Saladino recogiéndo del suelo un cáliz). Nadie recuerda ya que durante siglos los cristianos viajaban a los lugares santos sin problemas y fue a partir de la islamización de estos lugares cuando comenzaron los ataques a los peregrinos? Comprendo que hay que revisar la Historia y poner a cada uno en su lugar (en relación a esto es igualmente patética la imagen que nos llegaba de Ricardo Corazón de León a través de aquellas noveles ejemplares de nuestra infancia) pero de ahí al extremo actual en que constantemente se menosprecia la idea de las cruzadas y sin embargo se ensalza la «humanización» de Oriente media un abismo…de desconocimiento

  55. Curistoria dice:

    Hola:

    yo la sensación que tengo del libro es que no es «progre y politicamente correcto» con «lo malos que fueron los templarios con su guerra santa». Sino que los templarios fueron malos guerreando. Que por unas cosas u otras, tuvieron más sombras que luces desde el punto de vista de la lucha.

    Saludos.

  56. Arauxo dice:

    Querido templario:

    Bienvenido a estas páginas. Yo reconozco que te asiste gran parte de razón en la queja que formulas. En efecto, se ha convertido en un lugar común el enfoque maniqueo de las cruzadas, contraponiendo las virtudes de los «civilizados» musulmanes de oriente a los pecados de los «bárbaros» templarios. Como tú bien dices, El reino de los cielos es un perfecto ejemplo de esa tendencia que hoy parece apoderarse del pensamiento único y que pretende autoconvencerse de lo malos malísimos que son, somos, han sido y fuimos los occidentales frente a las bondades que, al parecer tuvo y tiene la civilización islámica. Esta auténtica majadería anacrónica, falaz y maniquea, llega incluso a convertirse en excusa o pretexto para interpretar el presente en clave política o viceversa. Afortunadamente, con todo, entre los libros que me he permitido recomendar más arriba, hay ensayos muy serios que huyen de cualquier interpretación sesgada o intencionada, y que abordan el estudio de las cruzadas como se debe abordar el de cualquier otro acontecimiento histórico, es decir, desde el rigor académico y sin dejarse cautivar por los prejuicios ni por el anacronismo. Si encuentro tiempo en próximos días, intentaré profundizar algo en esta cuestión.

    Pero, del mimo modo que Arauxo intenta denunciar siempre el vicio del anacronismo y, sobre todo, los enfoques tendenciosos en la interpretación de la Historia, se ve en la obligación igualmente de rendir tributo a la verdad, la diga Agamenón o su porquero. E, independientemente de que la guerra haya sido, en todos los tiempos, una máquina inmisericorde que no ha distinguido nunca entre tirios y troyanos, hay actos que no se justifican desde ninguna moral, e incluyo en la lista la propia mentalidad medieval. Uno de ellos es, sin duda, querido templario, la brutalidad empleada por los cruzados en la toma de Jerusalén en 1099, durante el desarrollo de la Primera Cruzada. En la conquista fueron pasados a cuchillo y vilmente asesinados no ya judíos y musulmanes indiscriminadamente, sino mujeres y niños sin contemplaciones, haciendo gala de una crueldad sin paliativos y sin que quepa acudir a la venganza como excusa para justificar un comportamiento que no tiene justificación posible, y mucho menos en el marco del «espíritu de cruzada» que alentó la campaña y la contienda.

    Un saludo.

  57. cavilius dice:

    Arauxo, había decidido dejar las sábanas que has tendido por ahí arriba para cuando tuviera más tiempo de poder leerlas con calma. De momento me voy limitando a ojearlas en rápidos vistazos, pero como ya me estoy empezando a poner nervioso al ver que pasa tiempo y más tiempo, pues allá que te voy:

    Arauxo, me quito el sombrero, el peluquín y hasta el bigote postizo, ante tu exposición. De lo mejor de Hislibris, sinceramente. Cuando de aquí a 10.000 años este portal ya no exista, algún arqueólogo de la internete quizá encuentre esos comentarios y monte alguna teoría sobre la comunidad hislibreña, que estaba formada por mentes preclaras y cultivadas que vivían en el espacio internáutico y se alimentaban de libros cuidadosamente seleccionados.

    Da gusto estar por aquí, de verdad.

    Saludos.

  58. Arauxo dice:

    Me dejas sin palabras, Cavilius…

    No… no… no… (estoy tartamudeando)… no merezco en absoluto elogios de ese calibre. Cuando de aquí a 10.000 años este portal ya no exista, algún arqueólogo de la internete quizá encuentre esos comentarios y monte alguna teoría sobre la comunidad hislibreña, que fracasó seguramente por el peñazo al que la sometía con frecuencia un nota con nombre de compositor…

    No tiene mérito, Cavilius, porque juego con ventaja. Hay que tener en cuenta que soy de los pocos aficionados al medievo que andurrean por aquí, por lo que puedo largar impunemente toda la retahíla anterior (no busques los libros que he recomendado, Cavilius, porque me los he inventado, hombre de Dios…) sin que nadie me contradiga. Hay otro aficionado al medievo mucho más excelso, ilustre y sabio que Arauxo y que también empieza por A, pero por suerte para mí, anda a veces demasiado ocupado como para poder detenerse a analizar las tonterías que uno dice y a darme de collejas ganadas a pulso. Así que, mientras tanto, campo por mis respetos y hago de mi capa un sayo, poniendo una vela a Dios y otra al diablo para que me protejan el día en que a algún entendido le de por ojear mis comentarios…

    En una cosa sí estoy de acuerdo contigo: da gusto estar por aquí, de verdad. Sobre todo si permanecen con nosotros un puñado de gente sabia, humilde, respetuosa y cariñosa como tú.

    Saludos.

  59. templario dice:

    Gracias por tu respuesta Arauxo, mucho mas comedida y razonada que la mía que surgió de un calentamiento-que no global-quizás algo hastiado de los politicamente correcto. Tan sólo discrepo o más bien opino que la diferencia entre el hecho en sí y la interpretación del mismo hecho varía en los detalles incluso entre observadores que hayan estado presentes…que al año difieren no sólo en los detalles sino hasta en los hechos en sí y en la actitud de los participantes (lo sé…me enrrollo mucho pero ya llego…)En algunos casos incluso los hechos se reinterpretan completamente al revés de como ocurrieron….así que me permito dudar de las opiniones e interpretaciones que se dan de hechos ocurridos mil años antes….no hay nada como leer la prensa a diario para entender lo que quiero decir.
    Ah! y qué placer poder estar aqui y leeros…de verdad me siento en casa

  60. cavilius dice:

    Arauxo (y demás compaña), he encontrado una prueba que hará que se vengan abajo todos los razonamientos que pretendan mancillar el carácter ocultista, esotérico y extraterrestre de la comunidad templaria. Cucha, cucha:

    El viernes pasado por la tarde fui a una boda que se celebraba en una iglesia con nombre de origen sin duda selenita o como mínimo alienígena: Santa Agnès de Malanyanes. Curiosamente, en el pueblo del mismo nombre donde estaba ubicada, no se veía ni un alma. La iglesia, de estilo románico del siglo XI, no se diferenciaba en nada de cualquier otra iglesia de estilo románico del siglo XI. Todo era aparentemente normal, nada había que hiciera sospechar… hasta que vi aquello. En la entrada frontal de la iglesia, grabado en una de las piedras que constituían la fachada, junto a la puerta, vi aquellos signos extraños, unos caracteres pertenecientes a algún tipo de escritura marciana o venusiana. Sin duda se trataba de un código, un mensaje en clave escrito en idioma templario (y no me vengáis con que los templarios aún no existían en el siglo XI, vaya excusa más torpe), cuyo desciframiento revelaría una información de vital importancia para el futuro de la Orden del Temple. ¿O me iréis a decir que estos terroríficos signos son otra cosa que la clave del destino de la Humanidad toda?

    https://www.hislibris.com/foro-new/viewtopic.php?p=16971#16971

    Desde el momento que los vi estoy en estado de shock, no sé si se ha notado.

    PS: bueno, igual también ha influido la ronda de cubatillas pre- y post-bodorrio. Pero vamos, que lo dudo. Esto es obra de los marcianos malanyánicos que dice el J.J. Benítez, fijo.

  61. akawi dice:

    Amigo Cavilius, creo que en esta sección de reseñas las columnas para la escritura son tan estrechas, que los comentarios de nuestro querido Arauxo parecen «erróneamente» mucho más extensos, cuando en realidad no lo son. Él mismo lo ha dicho, no quería extenderse, pero tiene tanto que comentar, tanto que compartir que le es imposible parar de escribir.

    Amigo Arauxo, y ya en serio, creo que tienes toda la razón. Me encanta como escribes con ese desparpajo y soltura. También es cierto que tienes mucho que compartir, porque se ve lo mucho que sabes y me ha gustado de verdad, muchísimo tu exposición de los hechos. Estoy de acuerdo contigo en todo.
    Abrazos.

  62. Arauxo dice:

    Querido Cavilius:

    No me hallo en mí desde la mística visión de semejante jeroglífico ultrasecreto que esconde, encriptadas, las claves para desvelar todos los arcanos que en la Historia han sido y cuyo mensaje, esperanzador donde los haya para los pueblos todos de la Tierra, tratan de robarnos, conspirando en vergonzoso contubernio, la CIA, el Vaticano, el MI5, el Mossad, los judíos, el Opus Dei y, por supuesto, por supuesto, por supuesto, el partido conservador de los Estados Unidos de América de consuno con el PP. Acongojado me quedo, tío.

    Querida Akawi:

    No me hallo en mí desde la mística lectura de semejante panegírico ultraelogioso que esconde, encriptadas entre líneas, las claves para soportar todos los rollos macabeos que en Hislibris suelto y cuyo mensaje, insoportable donde los haya para los pueblos todos de la Tierra, tratan de soslayar, conspirando en vergonzoso (pero comprensible) contubernio, reseñadores, comentaristas, lectores y curiosos de consuno con el jefe, que me tiene manía. Acongojado me quedo, tía.

    Abrazos, abrazos, también… pero castos cual los de Alfonso II de León, cuyo comportamiento proverbial era en estos menesteres.

  63. richar dice:

    Pero cavilius, eso que has encontrado ¡¡¡¡qué coño es!!!!!

    Saludos,
    Richar.

  64. cavilius dice:

    Pues eso quisiera que alguien me explicara, bromas aparte.

  65. Arauxo dice:

    Pero vamos a ver, Cavilius ¡¡¡Yo creía que estabas de guasa!!! Es, en efecto, una inscripción templaria (o, al menos, signada con la cruz del temple) que pone bien clarita la fecha: «Anno + Domini 1306«. ¿Dónde está el problema? Suponiendo que TODA la Iglesia sea del siglo XI, la inscripción es posterior a la edificación. O bien, sufrió alguna transformación a principios del XIV.

    Estáis de coña ¿verdad?

  66. cavilius dice:

    Ah,vale, ahora lo veo clarito. Es que esa manía que tiene esta gente de escribir todo tan apretadito… como si no tuvieran más sitio en la pared. Compréndelo, muchos no estamos acostumbrados a leer «entre letras».

    Pero ¿estás seguro? ¿Y el chirimbolo ése que parece un espermatozoide despistado? Juraría que es un venusiano.

  67. Ascanio dice:

    Pues yo veo el cero. ¿Será que como es un cero no está?

  68. richar dice:

    Cavi, será un espermatozoide despistado templario… está clarísimo.

    Saludos,
    Richar.

  69. Ascanio dice:

    Richar, no puede ser un espermatozoide templario porque los templarios tenían voto de castidad. ¿Será cátaro?

  70. Arauxo dice:

    Vamos a ver si despejamos dudas, porque parece que la interpretación del “jeroglífico” puede dar de sí hasta el día del juicio final. Hablemos un poco de paleografía. Lo que se ve en la imagen es algo parecido a esto:

    – «ANO» (con un «palito» horizontal arriba). No significa “culo”.
    Una cruz paté en su versión latina o con “pie”. No tiene nada que ver con el foie gras. La cruz paté es un emblema, en efecto, templario, pero no exclusivamente, porque también la usaron otras órdenes militares, como la de los hospitalarios (Orden de San Juan de Jesusalén). Sin embargo, el “pie” casi la delata como cruz templaria en exclusiva.
    – «DNI» (con otro «palito» horizontal arriba). No significa “carné de identidad”.
    – «M» (muy historiada, pero eme al fin y al cabo). No es ningún pescadito ni ningún espermatozoide.
    – «CCC» (también algo historiadas, pero ces al fin y al cabo). No tiene nada que ver con ninguna academia de enseñanza a distancia.
    – «VI». No significa “observé”, “miré” ni “visualicé”.

    Análisis:

    La inscripción está realizada en letra gótica mayúscula. Este tipo de letra es el resultado de la evolución o adaptación, a su vez, de dos tipos de escritura: la capital romana y la uncial. La primera de ellas es la que los romanos utilizaban, sobre todo, en las inscripciones epigráficas monumentales (y es la que nosotros mejor identificamos porque tras la invención de la imprenta se tomó como modelo para las mayúsculas); la segunda, la uncial es un tipo de letra nacida en África en torno al siglo III, a modo de mayúscula “de lujo” o elegante, más redondeada que la capital romana (de aspecto más “cuadrado”) y que se usó normalmente hasta el siglo VIII; a partir del IX se reservó para las letras capitulares, es decir, las que encabezaban los capítulos de los códices o manuscritos.

    Pues bien, la letra gótica mayúscula (la que vemos en la foto) deriva de ambas, pero adaptándolas y reforzando los trazos, y usando para determinadas letras mayúsculas el modelo de las minúsculas (como la “n”). Es una escritura característica del siglo XIII y del XIV y, por tanto, normal en la época de la inscripción que estamos comentando.

    Los “palitos” horizontales encima de los grupos de letras “ano” y “dni” significa que están abreviadas. Las abreviaturas eran frecuentísimas en las escrituras medievales y, especialmente, en la letra gótica. La mayoría estaban codificadas y “todo el mundo” las entendía, aunque hoy constituyen un tormento para los neófitos. En definitiva, las palabras deben leerse: Anno” y “Domini”.

    La “M” tan historiada es muy propia de esta caligrafía. Las “C” tienen el “palito” vertical a la derecha, muy característico de la grafía gótica.

    Conclusión:

    1. Interpretación erronéa: “El culo tiene foie gras hasta en el carné de identidad y espermatozoides en la academia de enseñanza a distancia que te ví, pirulí.
    2. Interpretación correcta: “Anno + Domini MCCCVI

    Ale. A mandar.

    (Supongo, Ascanio de mis entremeses, que has querido decir «Yo NO veo el cero» ¿Verdad? Aunque lo verdaderamente sorprendente hubiera sido una fecha con un cero EN NÚMEROS ROMANOS. Eso sí que habría sido todo un descubrimiento para la ciencia…)

  71. Ascanio dice:

    Cierto, Arauxo de mis entrepaños, tú siempre tan obtus…digooooo agudo. Tenía hambre y me comí el «NO». Pero quiero que sepas «ANO» con el techo encima significa WC, que las «C» parecen culos y que la «M» realmente es un espermatozoide, así que yo me inclino a pensar que la interpretación erotico-escatológico-gastronómica es la correcta.

  72. cavilius dice:

    Venga, venga, Arauxo, que eso no hay quien se lo trague. O sea, que en pleno siglo 21, con todos sus adelantos, conocimientos, tecnologías y todo eso, sólo saben latín IV gatos, y me vas a decir tú que en la Edad Media HASTA LOS CURAS SABÍAN LATÍN. Que no, que no, que no cuela.

    Yo persevero en mi teoría de los venusianos espermatozoideos.

  73. Arauxo dice:

    Pues va a ser cuestión de que se lo susurres al oído a… ¿JJ Benítez? o… ¿A Iker Jiménez? Verás que peaso programa te montan los tíos con esa teoría…

  74. richar dice:

    Joer Arauxo, genial comentario, de verdad para enmarcar, por el conocimiento desplegado (yo sólo sé, y además no estoy seguro, que Carlomagno fue el inventor -vamos, no él sino alguno de sus empleados- de la letra minúscula) y por el juego que da el mensaje: espermatozoides, DNIs, cursos a distancia… si es que los templarios se lo tienen ganado.

    Un saludo,
    Richar.

  75. Cristian Soto Norambuena dice:

    En primer lugar quisiera saludar a todos los que visitan esta página. Ultimamente he estado investigando acerca de los Caballeros de la orden del temple,leí Los Reyes Malditos de Maurice Druon y el primer tomo apunta precisamente hacia los Templarios, Felipe el Hermoso quien queria disolver sus serios problemas económicos, y para ello los acusa de herejía, y de rendir culto a ídolos. En 1314 la disolucion de la Orden fue oficial tras la muerte de su gran Maestre Jacques de Molay. Les dejo una pregunta para reflexionar ¿es el Santo Grial la causa o el motivo de la Iglesia para hecerlos desaparecer?, al referirme al «Grial» no les hablo del Cáliz dónde Jesucristo bebio durante la última cena, sino y como bien lo dice la palabra al traducirla queda»Sangre Real» me estoy refiriendo a la descendencia de Jesús y María Magdalena, ¿quien nos dirá si ese es el motivo? y… ustedes ¿Que creen? si ese fuera el gran secreto que los templarios se llevaron a la tumba, ¿destruiria a la Fe Cristiana? importante señalar además que en Francia no fue el final, hubo caballeros que lograron escapar, y se especula que la Mosoneria es la única orden que es capaz de corroborar o desmentir si las especulaciones que se tienen son veridicas.
    Les dejo mi msn
    Kikan_aristolkien@hotmail.com

  76. Ascanio dice:

    Juraría que por la pregunta que hace, Cristian no se ha leído las recomendaciones bibliográficas de Arauxo…

  77. Arauxo dice:

    Un aviso-recomendación para los hislibreños interesados en los templarios (siempre desde una perspectiva científica, claro está)o en «asuntos medievales», porque están de enhorabuena.

    Acabo de ver en un quiosco la obra de Alain Demurger, Auge y caída de los templarios a la que me referí más arriba, en mi -laaaaaargo- comentario del 21 de junio, con las siguientes palabras…

    Esta es la mejor obra de divulgación (y algo más) que conozco sobre el asunto. Un libro excelente, ampliamente documentado (y con buenos ejemplos textuales), escrito por este magnífico investigador con larga trayectoria profesional, de lectura amena y muy instructiva. Cuenta, además con una buena bibliografía (algo desfasada ya, Germánico, sí, lo confieso, perdón…), buena cronología y numerosos cuadros sinópticos. En castellano se publicó allá por los años 80, pero Martínez Roca lo reeditó en el 2000.

    … y a cuyo autor describí como…

    …profesor de la Universidad de París, es uno de los mayores especialistas en la materia y uno de los investigadores más serios, lúcidos y prolíficos que, sobre el mundo del Temple y de las Órdenes militares en general, existe en el panorama académico actual.

    Curiosamente, el libro forma parte de una colección (¿he dicho lamentable?), que ya había salido a la calle en años anteriores y que ahora vuelve a los quioscos, llamada Enigmas Históricos al descubierto«, en la que buena parte de los títulos son para echarse a llorar, pero junto a los que conviven algunas -pocas- obras estupendas como ésta. Y la gran noticia es que el libro cuesta 2,99 euritos porque es la oferta de lanzamiento -de relanzamiento, más bien- de la colección.

    Si alguien está interesado en leer un magnífico libro sobre la Orden del Temple, sin concesiones al esoterismo y a las mayúsculas tonterías que se escriben sobre el particular, ésta es la gran ocasión. Y le aseguro que no sólo no le defraudará, sino que aprenderá un montón sobre medievalismo, órdenes militares, cruzadas y templarios. Palabra de Arauxo.

  78. Valeria dice:

    Mi kioskera es feliz desde que navego por hislibris.

  79. Germánico dice:

    Como mi mujer…

  80. Arauxo dice:

    ¿Te lo vas a comprar, Germánico, o es demasiado antiguo para ti? Si quieres te recomiendo uno nuevecito, nuevecito; no es que esté en preparación, es que todavía no se ha escrito porque lo está pensando el autor… Pero es buenísimo, con una bibliografía de lo más actualizada… a punto de publicarse.

  81. Germánico dice:

    ¿Salen tías en bolas?

  82. jerufa dice:

    Arauxo, ¡que bonito te ha quedado el comentario!…¿cómo se hace, jodío, para que te salga el marroncito?
    Adió, adió.

  83. Arauxo dice:

    Es que yo soy especialista en marrones, Jerufa…

  84. Paco T dice:

    Muchas gracias por el aviso, Arauxo. Recorrí tres kioskos hasta encontrar el librito en el cuarto. Hubo un momento, en el segundo kiosko, de leve mosqueo, ante la pregunta del amable kioskero: «¿Enigmas históricos al descubierto? Pues… no. Tengo Enigmas históricos del siglo XX, pero al descubierto no…». Al llegar al tercero y no encontrarlo tampoco, pensé: «Mira qué simpático Arauxo con el cachondeíto, nos manda a todos al kiosko a buscar una colección inexistente… Verás tú cuando entre en Hislibris…». Pero mi odisea templaria terminó en el cuarto con las sentenciosas palabras de otro amable kioskero, tras buscar en una pila de cartones durante un rato: «Estoy hasta los cojones de las colecciones de septiembre». Dicho, eso sí, con una gran sonrisa, supongo que por quitarse de encima uno de esos enormes cartones. En fin, espero que el resto de personas que siguieran tu consejo tuvieran la misma suerte que yo, pero sin la caminata.
    Saludos

  85. Arauxo dice:

    ¿Yo? ¿Recomendar yo algún libro de Enigmas Históricos al descubierto? Mmmmm…. Debes haberme confundido con otro, Paco T…

  86. Paco T dice:

    Pues, ahora que lo dices, igual te he confundido con un tal Arauxet de Sansadorní de Noia Baixant a la Font del Gat… Es que ando despistadillo estos días, debe ser por el famoso estrés posvacacional.

  87. Germánico dice:

    O está de parto…

  88. Valeria dice:

    Pues yo tampoco lo encontré a la primera, fue a la segunda. Es que mi kioskera cerró unos días por vacaciones . Se cansó de que le encargara libros, y libros, y libros… está agotada, la pobre.

  89. Antonio dice:

    Buenas tardes:

    Entre Vds. podría alguien referirme algo sobre «La primera cruzada y la fundación del reino de Jerusalem» de STEVEN RUNCIMAN.

    Muchas gracias de antemano.

  90. Arauxo dice:

    Amigo Antonio:

    La obra de Runciman sobre las cruzadas es la referencia obligada de cualquier aficionado a la materia o cualquier especialista en la cuestión. El volumen que tú mencionas es el primero de los tres que escribió, allá por los años cincuenta y que fue traducido en los setenta al castellano, reeditándose varias veces desde entonces. Es una obra monumental, grandiosa y casi insuperable. Ciertamente, la investigación ha avanzado bastante desde que se publicó, pero ten por seguro que todos los autores que hoy escriben sobre las cruzadas han bebido de Runciman y no hay bibliografía científica que se precie que no la contemple en posiciones de privilegio. Salvando las distancias, sería a las Cruzadas lo que Mommsen a la República Romana.

    Runceman, además de un enorme torrente de conocimientos, tenía una gran virtud que en muchas ocasiones se echa en falta en otros buenos historiadores: sabía escribir. Y no me refiero sólo a mera corrección lingüística; la obra de Rnceman es… casi literatura en estado puro. Cuando se leen sus libros, se percibe página a página un poso de sabiduría envidiable, pero lo mejor queda en el paladar: ese agradable regusto a buena prosa que pocas obras científicas o académicas consiguen. Y es que Runceman era uno de esos historiadores capaces de enseñar la más árida Historia con una pasión y una amenidad que sólo está al alcance de los grandes…

    En fin, Antonio, que leer la obra de Runciman no sólo es estupendo para aprender muchísimo sobre las cruzadas, sino que es, además, todo un placer.

    Un saludo.

  91. jerufa dice:

    Bueno, Arauxo, ya te lo comenté en el foro. Pero por si no lo has leido, mi querido esposa se ha hecho con un ejemplar de Auge y caída de los templarios. Espero darte la razón cuando lo lea.
    Adió, adió.

    PS: si alguien se da un topezón por la calle, no pasa nada. Es la pila de libros pendientes de jerufa.

  92. Arauxo dice:

    Sabia decisión, Jerufa.

    Adió, adió.

  93. la gran importancia del rio Nilo
    Antes de que las aguas del Nilo fuesen controladas mediante técnicas modernas , las inundaciones anuales se vertían en esta llanura todos los años , depositando una gruesa capa de cieno y de benéfico limo . Puesto que en Egipto apenas llueve , el pueblo dependía totalmente del río para sus cultivos ; así , la civilización del Antiguo Egipto se apoyaba básicamente en la fertilidad del suelo , teniendo en cuenta los labores del hombre egipcio para cultivar la tierra . El Nilo y el hombre egipcio han conseguido una simbiosis en la creación y el desarrollo de la civilizacion egipcia . Pues , Egipto es el don de ambos .
    Los asentamientos del paleolítico tardío revelan que la economía , tanto de los nómadas como de los nativos , se basaba en la caza y la recolección . Al principio , los colonos permanecieron aislados y más tarde , sus vidas se fueron vinculando gradualmente a las crecidas y decrecidas anuales del río . A pesar de sus diferentes orígenes , se agrupaban durante la época de abundancia y se dispersaban en grupos más pequeños durante los periodos de sequía . La civilización egipcia está condicionada por la colaboración entre el hombre y el Nilo , por el trabajo de los hombres y mujeres egipcios que mantenían con cuidado incesante los canales. Por eso, desde fecha temprana , los egipcios rendieron homenaje al Nilo , designándosele con el nombre de Guehpy , Hapy . Este Nilo , el rey de los río , representado a menudo con forma andrógina , con cuerpo de hombre y pechos de mujer , con corona de plantas acuáticas y el delantal de los barqueros del Nilo ,era el portador de la vida .

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