AL BORDE DEL ABISMO – Richard Overy

AL BORDE DEL ABISMO - Richard OveryEl historiador británico Richard Overy (Londres, 1946) es conocido por obras como Interrogatorios (Tusquets, 2003), Por qué ganaron los Aliados (Tusquets, 2005) y Dictadores (Tusquets, 2006). En esta que es su más reciente publicación traducida al castellano (título original: 1939. Countdown to war, 2009) presenta un relato sucinto e impactante de la crisis que precedió en escasos días y horas al estallido de la Segunda Guerra Mundial. No es propósito del autor realizar en este breve libro un análisis global de las dinámicas históricas que provocaron la más catastrófica de las guerras habidas. En vez de esto, Al borde del abismo se enfoca en la crisis terminal en torno a la «cuestión polaca», que, como sabemos, fue la causa inmediata del inicio de la contienda. La idea es mostrar que la guerra no era inevitable, e ilustrar lo que fue una verdadera pugna de voluntades entre agentes históricos de muy diversa índole, condicionados por escenarios nacionales también muy distintos. Sobre esto último, valgan las palabras del autor: «Los líderes democráticos no disponían de la simplicidad de la que disfrutan los dictadores a la hora de optar por la guerra». Se trataba pues, desde una perspectiva amplia, de un duelo entre un déspota que prácticamente podía desencadenar una guerra a voluntad y unos gobernantes, los del Reino Unido y Francia, inhibidos por el tipo de responsabilidades y compromisos que son propios de la democracia.

En el proceso de dar cuenta de la compleja y tensa interacción entre los protagonistas de la crisis (y algunos de sus figurantes), surge el dilema relativo a la magnitud del conflicto que Hitler se proponía librar: una guerra de proporciones continentales, lo que obviamente implicaba el enfrentamiento con las potencias occidentales, o una guerra local contra Polonia. Overy da por descontado que la evidencia apunta a la segunda alternativa,  con el añadido de que el sometimiento de Polonia significaba adelantar un paso hacia la confrontación con el enemigo por excelencia, la Unión Soviética. Hitler creía que  los líderes occidentales incurrirían en la misma flaqueza con que se habían conducido ante sus anteriores golpes de audacia, echándose atrás frente el espantajo de la guerra; el que así no ocurriera lo sorprendió bastante… Lo cierto es que Hitler quería una guerra en sus propias condiciones. La oportunidad que le brindaba el pretexto de los Sudetes se la habían birlado en Munich. La agresión a Polonia respondía plenamente a sus delirios imperialistas y racistas, y, en el frente interno, a su deseo de consolidar su posición de autoridad frente a los mandos militares y sectores conservadores.

Los días finales del mes de agosto de 1939 representaban un contexto diferente del que había propiciado el Pacto de Munich, en virtud del cual el Reino Unido y Francia prácticamente dejaron servida Checoslovaquia a la voracidad del dictador nazi.  El clima de opinión en dichos países había variado, de un generalizado pacifismo y apoyo a la política de apaciguamiento, a un fatalismo que hacía pensar que la guerra era inevitable. La invasión de Checoslovaquia el 15 de marzo demostraba que no se podía confiar en que Hitler honrase los acuerdos suscritos. Chamberlain, Halifax y Daladier, esta vez convencidos de que Hitler estaba decidido a alterar el orden europeo, optaron por enfrentar la fuerza con la fuerza. Overy pinta a un Chamberlain menos incondicionalmente comprometido en la política de contención de lo que suele pensarse, y más resuelto a no tolerar otro acto de agresión por parte de Alemania. Lo mismo que Daladier, detestaba la posibilidad de la guerra, pero no hay pruebas de que se planteara faltar a la garantía otorgada a Polonia.

La intransigencia polaca frente a las demandas alemanas fue un factor decisivo en el estallido del conflicto, remarca Overy, pero la responsabilidad definitiva recae en Hitler, quien en ningún momento contempló la posibilidad de entablar negociaciones serias y razonables con Polonia. Prácticamente todo cuanto hizo el dictador en aquella ardua coyuntura fueron maniobras conducentes a la guerra. Según lo planeado por él, el ataque debía haberse desatado el 26 de agosto. En los cinco días que mediaron entre la anulación del mismo y el fatídico 1 de septiembre, el gobierno alemán se empleó a fondo para hacer creer, tanto a sus ciudadanos como al mundo exterior, que la terquedad de Polonia hacia inevitable el uso de la fuerza.

A los estados de Europa occidental no les gustaba tener a Polonia como aliado, pero prevalecía la opción de apoyarla con vistas a frenar de una vez los ímpetus alemanes. A alturas de agosto de 1939, lo inadmisible era transigir ante exigencias alemanas que condujesen a una réplica del «modelo checoslovaco». Overy rebate la tesis de que la garantía otorgada por Chamberlain a Polonia fraguase una «guerra innecesaria». Francia y el Reino Unido dieron sobradas pruebas de no querer la guerra. El compromiso con Polonia no era una instigación a la guerra con Alemania sino una estrategia disuasoria. Pero Hitler no desistiría de sus propósitos  ante la amenaza de una guerra global. Pronto se hizo evidente también que las potencias occidentales no estaban verdaderamente dispuestas a luchar por la sola independencia de Polonia. Lejos de idealizar las motivaciones de Francia y el Reino Unido, Overy enfatiza que lo que realmente estaba en juego para ellos era la salvaguardia de un orden internacional en que, ciertamente, detentaban posiciones de privilegio.

-Richard Overy, Al borde del abismo. Tusquets, Barcelona, 2010. 161 pp.

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28 comentarios en “AL BORDE DEL ABISMO – Richard Overy

  1. Koenig dice:

    Buenos días.

    No negaré el interés de lo que cuenta Overy, porque los momentos desencadenantes de aquella guerra no solo fueron sumamente importantes sino que determinaron lo que sucedió después.
    Supongo que dedicará un buen rato a las relaciones germano-soviéticas, que llevaron al pacto contra natura que yuguló por completo cualquier posibilidad de resistencia polaca.
    Sin embargo tengo la impresión por lo leído en la reseña que Overy, siendo un gran narrador que explica muy bien cada cuestión, no acaba de aportar datos ni enfoques nuevos a la historiografía sobre el tema. Al menos fue lo que me pasó con «Por que Ganaron los Aliados» (que no pude acabar, por cierto).

    Opino claro :-)

    Gran reseña, en todo caso.
    Afirmo.

  2. Rodrigo dice:

    Hola, Koenig, Tanto tiempo.

    Mira, la verdad es que no me atrevo a generalizar acerca de la capacidad (o incapacidad) de Overy de aportar datos o enfoques nuevos, de partida mi conocimiento de la bibliografía relativa a la SGM es muy inferior al tuyo. Además, sólo he leído tres de los libros escritos por este señor, pero bueno, creo que Dictadores e Interrogatorios son suficientemente buenos como para considerarlos imprescindibles en sus respectivas materias.

    Con respecto al libro reseñado. No creo que aporte información especialmente rompedora, no, pero sí por lo menos unos cuantos matices interesantes sobre el papel de algunos de los personajes involucrados en los hechos. Diría que su fortaleza reside en el análisis contextualizado de las decisiones tomadas por quienes llevaron el peso de la historia, con énfasis en la perspectiva de que, por inminente que pudiera parecer el estallido de la guerra, esta no tenía nada de inevitable.

  3. farsalia dice:

    Lo he tenido en mis manos varias veces, incluso en alguna librería de ocasión, pero no me he decidido a llevármelo a casa. No sé, no me acaba de convencer, me sucede algo similar a lo que comenta Koenig.

  4. Koenig dice:

    «Nada de inevitable»

    En absoluto. De hecho uno de los planes militares polacos pretendía avanzar hasta Berlín, lo cual no deja de ser una muestra de que Polonia no se sentía tan desamparada.
    Además hay que tener en cuenta que durante la campaña los polacos consiguieron resistir bien el primer intento de penetración alemana en Varsovia, y en la bolsa del Bzura llegaron a poner nerviosos a los alemanes.
    Lo cierto es que cuando sobrevino la invasión soviética ya estaban en marcha planes para reposicionar tropas en la linea de Vístula. Como iba a pasarles después a los franceses, la forma alemana de guerrear había sido una sorpresa, pero ya estaban pensando en modos de contrarrestarla.

    Un saludo.

  5. Rodrigo dice:

    Ahí tienes. Pruebas al canto.

    Claro que Overy no entra en detalles de ese tipo, no en este libro. Lo que resulta entendible en vista de lo específico de su contenido.

    Saludos.

  6. Koenig dice:

    Al final no me dijiste si entra a fondo en las negociaciones germano-soviéticas.
    ¿Que tal retrata las impresiones que el pacto provocó en Chamberlain y Daladier?

    Un saludo.

  7. Rodrigo dice:

    Nooo, lo del pacto germano-soviético lo toca sólo de manera tangencial. Así pues, poco hay de lo segundo (impresiones en Chamberlain y Daladier).

  8. Germánico dice:

    De este autor he leído «Interrogatorios», y me gustó mucho, la verdad, aunque tampoco dice gran cosa del autor, ya que este se limita a seleccionar fragmentos y contextualizarlos (lo cual no es poco, claro). He comprado recientemente «Dictadores» y «¿Por qué ganaron los Aliados» (Tusquets, elegante edición en bolsillo ligeramente cara) y, lo poco hojeado y ojeado, resulta bastante estimulante. El de la reseña no me llama nada. El asunto de los inicios de la guerra está tan trillado que tendría que salir una tesis realmente excepcional (y a poder ser, disparatada), para que me interesase.

  9. Koenig dice:

    Cuenta, cuenta.

    Sobre lo segundo lo que más he leído fue el auténtico estupor que cayó sobre el partido comunista francés. Creo recordar de alguna lectura que hubo gente que incluso rompió el carnet.
    Cierto que hubo otros que lo entendieron.

  10. Rodrigo dice:

    Hombre, ya te digo que pasa de refilón.

    Sobre la reacción del PC francés, Michel Winock cuenta alguna cosa interesante en El siglo de los intelectuales.

  11. Rodrigo dice:

    German, yo estoy a la espera de la edición de bolsillo de Por qué ganaron los Aliados.

  12. Germánico dice:

    Muy cuidada, cara, letra más bien pequeña… pero es lo que hay.

  13. Germánico dice:

    Y un libraco así de gordo en rústica, no resiste más de una lectura. Por no hablar de las huellas de los ñames en su inmáculo color de portada. Pero es lo que hay, hombre, que ya te lo he dicho dos veces…

  14. farsalia dice:

    Dictadores es un libro casi de obligada lectura.

  15. Rodrigo dice:

    Vale, vaaale.

    German, de los precios yo me quejo el doble. Fíjate que, en Chile, la edición de bolsillo de Dictadores cuesta el equivalente a 25 euros. Ni te digo lo que pagué por un ejemplar de la edición anterior.

  16. Germánico dice:

    Bueno, aquí cuesta unos 18. Tampoco es una ganga, que digamos. En fin, nada nuevo.

  17. Guayo dice:

    Yo tengo pendiente The Road to war, pero la edicion en ingles tiene mas de 400 pg que raro que prefirieron publicar este de solo 160pg

  18. Rodrigo dice:

    Exacto, German. Nada nuevo.

    Guayo, el que mencionas fue publicado por Espasa-Calpe en 2009, con el titulo de El camino hacia la guerra. No lo he visto en el mercado chileno.

  19. David L dice:

    Es un libro que he ojeado en alguna que otra ocasión, son apenas 150 páginas, así que me imagino que la capacidad de síntesis de Richard Overy para mostrar algo novedoso, o al menos alguna teoría que resulte atractiva para el aficionado, deberá ser lo suficientemente atrayente como para enganchar al lector. Es un tema que como bien se ha comentado por aquí está muy “trillado”…pero bueno, nunca se sabe.

    Entrando ya en el tema polaco me aventuro a comentar que sí pudo haber alguna opción de que Polonia no se viera atacada por la Alemania de Hitler, eso sí, la formula se parecería bastante a la solución checa, sobre todo con respecto al corredor polaco, zona que Alemania reclamaba como parte inquebrantable de su territorio. Alemania presionó a Polonia para que aceptara esas condiciones territoriales, en definitiva, Hitler estaba dispuesto a “permitir” la supervivencia del Estado polaco siempre y cuando éste se posicionara como un estado auxiliar de los germanos. Por supuesto, la independencia polaca existiría pero bajo tutela de Berlín….y eso era demasiado para una nación que había sido repartida entre el Imperio Austro-húngaro, Prusia y Rusia en tres ocasiones en los últimos dos siglos. Polonia aguantó el pulso alemán, jugó en más de una ocasión la baza bolchevique, es decir, el miedo que existía en Alemania a que los comunistas soviéticos se situaran cerca de sus fronteras, pero tras el acuerdo Ribbentroop-Molotov de agosto del 39 la suerte de Polonia estaba echada. Coincido en lo que comenta Rodrigo sobre la posición británica, intentó ser más disuasoria que una amenaza real, Chamberlain seguía intentando apaciguar al dictador alemán, aunque ahora con otras armas a las utilizadas en Munich.

    Un saludo.

  20. Koenig dice:

    Supongo que no les quedaba más remedio.
    A pesar de que Churchill (y alguno más, supongo) llevaba años predicando sobre el peligro alemán, el Reino Unido no se hallaba preparado para combatir a la Alemania Nazi (la cual por cierto tampoco se hallaba preparada para enfrentarse al mundo, pero eso Hitler no lo abía). Francia, por su parte, no estaba dispuesta a «asomar la patita» sin la garantía de que los británicos iban a hacer otro tanto.
    Así, supongo que la conciliación era el camino mas evidente (y tal vez el más cómodo), hasta que Hitler les arrojó a la cara lo inútil que era.

    Opino.

  21. Germánico dice:

    En el libro «Vida y muerte en el Tercer Reich», citan una obra de ficción, de la que no recuerdo título ni autor, publicada en 1940. Antes de decir nada el autor sobre el contexto, transcribe una escena de deportación que tiene todos los elementos de lo que posteriormente harían los alemanes… sólo que en este caso los agresores son los polacos y las víctimas, los alemanes. Me sorprendió. Por citar un solo detalle que recuerdo bien: «Quítate las gafas; quieren matar a todos los intelectuales», y cosas así. El autor, obviamente, era alemán. No sé, igual os parece una tontería, pero a mí me llamó mucho la atención. A ver si encuentro tiempo y lo pongo más extenso.

  22. Rodrigo dice:

    A mí también me llamó la atención, Germánico. El libro al que aludes es Muerte en Alemania, de un tal Edwin Erich Dwinger. Peter Fritzsche dice que el libro alimentaba el victimismo alemán al ficcionalizar los peligros que caerían sobre la nación si ésta no se anticipaba a sus enemigos, y proporcionaba por tanto una justificación para la actuación de Alemania en el Este (“guerra preventiva”, medidas de exterminio, etc.). El texto fue utilizado en los seminarios y talleres organizados por la SS para preparar a las unidades que serían desplegadas en Polonia y la URSS. Lo curioso –por decirlo de alguna manera- es que el énfasis de Dwinger en el carácter genocida de la guerra moderna ponía a los alemanes como víctimas de las atrocidades que ellos cometerían en el Este (y que de hecho ya se habían cometido o se estaban cometiendo en Polonia).

  23. Germánico dice:

    Eeeeeeeesa es la cita. Gracias. ¿Qué te pareció el libro? Yo sólo he leído la introducción. Tiene algo muy positivo: es cortito (más o menos, vamos).

  24. Rodrigo dice:

    Me gustó bastante, German. Creo que lo hice ver en la reseña qué dejé hace un tiempo. Pero más me gustó el libro que lo antecede temáticamente, De alemanes a nazis. Que también es breve.

  25. Germánico dice:

    No la leí. Ya sabes que no leo tus reseñas, je, je… Bueno, las leo con un ojo cerrado y el otro abierto… Esta me se escapó…

    «De alemanes a nazis»… Lo citan en el libro, pero en el título original: «German into nazis»… Da más juego el título en inglés que la traducción.

  26. Treveris dice:

    Quizás algo positivo tuvo el «pacto germano-soviético», y es que en los campos de concentración alemanes, los internos de miembros de los partidos comunista supieron acogerse con considerable agrado a las bondades de la nueva «amistad» entre alemanes y soviéticos, situándose muchísimos de ellos en puestos de «responsabilidad» que les permitían sortear las «incomodidades» de sus “vacaciones” obligatorias. Luego, Stalin, les hizo pasar serias dificultades, permaneciendo durante muchos años concluida la guerra en planos algo «neblinosos», tachados de «colaboracionismo». Lo curioso es que decenas de años más tarde, aparecen sus supervivientes como «héroes», cuando muchos de ellos, por decoro, deberían de permanecer en silencio.

  27. David L dice:

    Un pequeño esbozo de lo que me ha parecido este trabajo de Richar Overy:

    Si uno se acerca al conocimiento de los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial, hay obras realmente fascinantes que pueden aportarnos una idea muy aproximada de todos los condicionantes que se sucedieron durante aquellas aciagas jornadas, mi recomendación sería 1914: de la Paz a la Guerra, Margaret MacMillan, Tusquets, 2013. ¿Por qué menciono este ensayo? Pues porque Overy intenta sintetizar y encauzar este breve trabajo desde una óptica muy semejante. El autor nos hace cuestionarnos numerosas asuntos que siguen hoy en día candentes para los historiadores y aficionados al tema ¿Fue inevitable la guerra? ¿Hasta qué punto tuvo se responsabilidad la conducta individual de los mandamases del momento? ¿Se obró con cautela? ¿Pudo haber hecho otra cosa de lo que hicieron Francia, Gran Bretaña y Polonia? Como podemos observar no estamos ante un simple relato de los hechos, sino ante un estudio sociológico de una elite de la que dependería el futuro de millones de personas.

    Particular atención pone el autor sobre la en ocasiones denigrada figura de Neville Chamberlain, Primer Ministro británico en aquellas horas. Hombre de su tiempo, se le ha achacado numerosas veces su debilidad ante el empuje de Hitler, pero creo que no se hace justicia con su figura, tal vez hemos sido (me incluyo yo mismo) demasiado duros con él. La responsabilidad que recaía sobre este hombre fue tremenda, era un político que deseaba por encima de todo mantener la paz, en cierta manera era su obligación, no se podía permitir flaquezas humanas y decisiones personalistas que condujeran a un estallido de guerra, él sabía perfectamente lo que había sucedido en la Primera Guerra Mundial, ¿por qué repetirlo? ¿Había que atajar el problema mediante diálogo o era menester imponer políticas donde el ansia de azuzar una guerra ofensiva fuera lo predominante? Overy ofrece la respuesta simplemente siguiendo atentamente los movimientos del Premier británico. ¿Hitler deseaba una guerra general o simplemente una contienda localizada? Esta es otra de las cuestiones peliagudas a las que hace frente Overy. ¿Arriesgó demasiado Hitler y fracasó?….esta última es una pregunta que siempre nos llegamos a plantear cuando rememoramos aquellos días, pero no siempre nos cuestionamos si Francia y Gran Bretaña jugaron en cierta manera la misma baza que Hitler, es decir, pensar que ofreciendo una garantía plena a Polonia la actitud germana acabaría por desinflarse. Al final tanta tensión incita a las masas a plantearse qué hacer y es aquí cuando los gobernantes empiezan a tener problemas, la maquinaria de guerra comienza ahí mismo, en cada ciudadano que alienta la responsabilidad de “hacer algo”…..

    En definitiva, un trabajo breve pero intenso, cada frase tiene valor por sí sola, se puede leer rápidamente y la sensación cuando lo finalizas es la de haber leído un análisis muy esclarecedor de un tema muy complejo.

  28. Rodrigo dice:

    Como siempre, un interesante comentario, David.

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