CÉSAR. LAS CENIZAS DE LA REPÚBLICA – Gisbert Haefs

CÉSAR. LAS CENIZAS DE LA REPÚBLICA. Gisbert HaefsPermitidme, oh lectores, este redactor empiece la reseña comentando una pequeña anécdota que le atañe: en el año 2000 Gisbert Haefs vino a España a promocionar una de sus novelas, Troya, y pasó por Barcelona. Vuestro humilde servidor se acercó con un ejemplar de esta novela y de Aníbal para que el autor las firmara, quedando gratamente sorprendido de que éste hablara un castellano muy fluido. Esta circunstancia me permitió intercambiar unas palabras con Haefs, a quien le hice una pregunta: después de Aníbal y Alejandro, ¿para cuándo una novela sobre César? Haefs me respondió que César era ya una figura literaria muy manida y que no suponía un aliciente para él. Me comentó, a vuelapluma y nunca mejor dicho, que estaba esbozando una novela ambientada en la época de Marco Aurelio, un período que le fascinaba especialmente en esos momentos. Quien esto escribe pensó «¡qué ocasión perdida…!» Os podéis imaginar, oh lectores, la sorpresa que supuso hace unos meses descubrir por la Red que Haefs había publicado una novela ambientada en la Roma de finales de la República y con un título que provoca que el amante de la novela histórica se frote las manos: César.

A estas alturas está de más decir que en la novela histórica de los últimos 20 años Gisbert Haefs (n. 1950) ha desarrollado un estilo muy personal: sus novelas, escritas como él mismo sintetiza, con «sangre, sudor y semen» consiguen atrapar a los lectores por sus ambientaciones, sus chispeantes diálogos, un trepidante ritmo y unas tramas que no decaen. Desde la publicación de Aníbal. Las novela de Cartago (Edhasa,como el resto de novelas mencionadas, 1989), Haefs escribió una serie de novelas históricas enmarcadas en el ámbito del mundo antiguo – dejando de lado Rajá (1999), ambientada en la India del siglo XVIII. Tras la novela sobre el estratego y genial militar cartaginés aparecieron dos más –en realidad una sola, muy ambiciosa– dedicadas a la figura del rey Alejandro III de Macedonia: Alejandro. El unificador de la Hélade (1992) y Alejandro. Conquistador de Asia (1993). A continuación Haefs publicó Troya (1999), una interesante y curiosa recreación histórica – que no mitológica – no sólo de la caída de la ciudad troyana sino de un mundo, el Próximo Oriente antiguo, que se hunde irremediablemente. En 2001 Haefs puso sus ojos en la Roma del siglo II con La primera muerte de Marco Aurelio, un libro a medio camino entre el thriller policiaco y la novela histórica al uso. En novelas como El jardín de Amílcar (1999) y La espada de Cartago (20076), Haefs recuperó el escenario cartaginés, con algunos personajes de Aníbal, e inició lo que podría culminar, si es su propósito, en una interesante serie de novelas situadas en el período entre las dos guerras púnicas del siglo III a.C. La amante de Pilatos (2004), situada en el reinado del emperador Tiberio, lleva la acción a la periferia del Imperio Romano, en Nabatea, Arabia y el Yemen. Pero hasta la publicación de César. Las cenizas de la República (2007), Haefs no toca uno de los períodos históricos más interesantes del mundo antiguo: el final de la República romana.

En esta su por ahora última novela, y como ya es habitual, el protagonista avant-la-lettre es un personaje ficticio: Quinto Aurelio, un ex combatiente de la guerra de las Galias que, herido en combate, abandona el servicio militar y monta una taberna, llamada no casualmente Contubernium, en las afueras de Roma. La acción se inicia en el invierno de los años 53-52 a.C. Aurelio recibe una visita, no de su agrado: Cicerón y un misterioso personaje. Ambos le obligan a trabajar en una misión que parece complicada, espiar a César en las Galias. Son años difíciles en Roma: Clodio y Milón asolan las calles de la Urbe con sus bandas violentas, Pompeyo aspira a un poder supremo que el Senado no ansía concederle, el Oriente romano está en peligro tras el desastre de Craso en Carrae y César se perfila en la lejanía como una amenaza para la estabilidad de la República. Aurelio, forzado por las circunstancias y las malas artes de Cicerón y su acompañante, vende su negocio y viaja a la Galia Narbonense para convertirse en cocinero de César. A partir de entonces, Aurelio se convertirá, sin embargo, en testimonio y participante de una serie de sucesos trascendentales en la historia de la Roma tardorrepublicana: la rebelión gala bajo el mando de Vercingétorix, el asedio de Alesia, el camino hacia la guerra civil entre César y Pompeyo (arropado por una influyente minoría senatorial), los inicios del conflicto, la batalla de Farsalia, la guerra alejandrina, el final de la dictadura de César y la posibilidad de una campaña contra los partos. Y todo ello mientras se gana la confianza de César y gradualmente va escalando grados en la jerarquía de su ejército a lo largo de casi una década.

Haefs estructura la novela en dos bloques que se van alternando: por un lado, unos capítulos en los que seguimos las andanzas de Quinto Aurelio, escritos en tercera persona, pero que recogen su punto de vista; y por otro unos capítulos escritos por un cronista, en primera persona –y de quien se desvelará la identidad hacia el final del libro–, que relatan la historia romana desde la destrucción de Cartago y hasta la muerte de César, a través de las vidas de una serie de personajes históricos, muy en la línea de Suetonio e incluso de Plutarco: los Gracos, Mario, Sila, Lúculo y Craso, Cicerón, Pompeyo, Catón y Bruto.

Para Haefs el tema esencial de la novela es la lucha por el poder en un mundo, la República romana, que camina hacia su autodestrucción mediante las guerras civiles. Las ambiciones por el poder y la encarnación del mismo en César –y en unos proyectos de largo alcance– son las causas del declive de la República y de la forja (no planteada en la novela) de un poder monárquico unipersonal. César es, cómo no, el auténtico protagonista de la novela, pero, a diferencia de novelas anteriores del autor, no asume un protagonismo físico, por llamarlo de alguna manera. El lector ve a César a través de los personajes ficticios de la novela: Aurelio, el galo Orgétorix –que no tiene nada que ver con el caudillo galo del mismo nombre–, la misteriosa Kalypso, el mercader Aristeias de Tanais, etc. Pero también a través de algunos personajes reales, como el poeta Catulo, que sorprenderá a más de un lector por la «nueva vida» que Haefs le atorga; Cicerón, quizá un personaje de quien el lector, tras las primeras páginas, espera algo más; Labieno, de quien se ofrece un breve retrato que difiere sustancialmente del que habitualmente se desprende de la única fuente que hasta ahora nos hablaba de él, los comentarios de César; e incluso la reina Cleopatra de Egipto.

Si César tiene un protagonismo entre bambalinas, los principales políticos y militares romanos del momento apenas tienen vida propia más allá de las percepciones de los personajes antes citados: más allá del relato del misterioso cronista en capítulos alternos, apenas se oye o se ve a Pompeyo, Catón, Metelo Escipión, Bruto, Casio y demás protagonistas de los últimos diez años de la vida de César. La excepción está en las intervenciones, ya mencionadas, de Cicerón, Catulo, Labieno, Cleopatra o una volátil Servilia. La acción se centra no tanto en un César omnisciente como en el retrato que de él trazan los personajes ficticios y reales que le rodean a lo largo de la novela. Por supuesto, César aparece y desaparece de la misma como personaje estelar y con voz propia, pero Haefs no ha pretendido que lleve la voz cantante, o al menos no con la intensidad de Aníbal y Alejandro en novelas anteriores: del mismo modo que en aquellas novelas el meteco Antígono y el músico Dimas, el romano Quinto Aurelio es en ésta el personaje sobre quien Haefs pone su propio punto de vista y sobre quien la acción se desarrolla; pero no olvidando, por supuesto, quienes son los auténticos protagonistas de las novelas: en otras ocasiones Aníbal y Alejandro, aquí César.

Con estos alicientes, con ese toque personal que el autor imprime a sus textos y con un trasfondo histórico sumamente atractivo, se podría pensar que nos hallamos ante la gran novela de Gisbert Haefs. Y, sin embargo, no es así: personalmente considero César. Las cenizas de la República una excelente novela histórica, pero no la mejor de las que ha escrito. Quizá sean las expectativas creadas con su publicación, quizá el pabellón bien alto que el autor ha dejado con muchas de sus novelas, en especial su Aníbal y su Alejandro, pero a este César le falta algo más para ser una novela redonda. En ocasiones las andanzas de Aurelio me resultan demasiado familiares, así como algunos de los giros argumentales. Quizá la doble estructura de capítulos difumine y deje en segundo plano la trama de Aurelio y del mismo César. Quizá el desafío de narrar, aunque no fuera de modo exhaustivo, un período histórico tan apasionante se haya convertido en una tarea hercúlea para Haefs, y quizá en algún momento de la escritura de la novela el autor haya perdido momentáneamente el camino previamente marcado. Es posible que todos estos factores influyan en que el sabor de boca durante y sobre todo al final de la novela no sea tan bueno como uno se podría imaginar. Y no estoy diciendo que sea una mala novela, al contrario: estamos ante una obra trepidante, con buen ritmo, ágil y con esas recreaciones sensitivas tan propias de Haefs. Pero uno se queda con la sensación de que se podría haber ido más lejos. Haefs no tiene interés en relatar detalladamente la vida de César: le bastan una serie de pinceladas, en boca de diversos personajes, para pintar un interesante y atractivo retrato del político y militar romano. Pero, en mi opinión, falta más profundidad en la narración y más detallismo en algunas escenas. Por ejemplo, el asedio de Alesia que retrata Haefs es demasiado familiar y conocido, o al menos esa sensación se quedó en mi retina. Farsalia no suscita en mí la misma intensidad que se vivía en narraciones de batallas como Cannae o el río Gránico. Haefs crea con algunos personajes, como Cicerón o Cleopatra, unas expectativas de duelos entre personajes no resueltas a fondo.

Y, ojo, hallamos, por el contrario, personajes realmente muy bien planteados, como el poeta Catulo o el galo Orgétorix. Y diálogos, escenas y sensaciones en la línea habitual de Haefs: plausibles, literariamente bien construidos y, cómo no, chispeantes y que provocan más de una sonrisa en el lector. Porque cuesta poco identificarse con Quinto Aurelio y sus experiencias, que perfectamente podrían ser las de un soldado del período que va ascendiendo en el escalafón militar. Quizá uno se podría preguntar si esos ascensos eran posibles en esos momentos, pero luego recuerda que en el ejército de César durante prácticamente una década vidas como las de Aurelio no eran la excepción sino una norma bastante habitual.

En resumen, y para no alargarme demasiado, César. Las cenizas de la República está entre lo mejor que se ha publicado en novela histórica sobre el personaje en los últimos años, y es una lectura más que recomendable: intensa, subyugadora y de una calidad extraordinaria. Quizá la espina clavada en quien esto escribe reside en que de Haefs uno espera siempre lo mejor: y en este caso halla lo que siempre nos ofrece Haefs, pero posiblemente no lo mejor. Quizá…

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34 comentarios en “CÉSAR. LAS CENIZAS DE LA REPÚBLICA – Gisbert Haefs

  1. Vorimir dice:

    Supongo que pese a lo que comentas que es demasiado «normal» o incluso que se dilyue un poco debe ser muy bueno.

    Yo estoy con la saga de la II Guerra Púnica de Santiago Posteguillo pero éste que comentas caerá también proximamente…

  2. Valeria dice:

    Es curioso, Quinto se inicia como cocinero. Siempre me ha parecido encontrar una atención especial en Haefs en los detalles culinarios. Bueno, en todos los detalles en general, pero nunca ha faltado una soberbia descripción de platos, comidas o recetas.
    Farsalia, con lo exigente que eres en tus apreciaciones tengo que dar por sentado que es una novela redonda. Pero convénceme: ¿A tí te gustó La primera muerte de Marco Aurelio?
    En cualquier caso, me temo que con mi presupuesto de noviembre agotado, voy a tener que pedírsela a los magos de Oriente.

  3. Valeria dice:

    ¿Y cómo se les ha ocurrido copiar a los de la editorial la portada del César Imperator de Max Gallo?

  4. Germánico dice:

    He leído «Troya» y «Las cenizas de Marco Aurelio», y creo que alguna más. Y nada, que no puedo con este hombre.

  5. Cincinato dice:

    Gran reseña de una obra más que interesante ambientada en uno de los periodos fundamentales de la Historia de la humanidad. ¡Ahí es nada!

    Enhorabuena.

  6. Valeria dice:

    Lo de las cenizas ya resume tu opinión, German. El subconsciente, que se dice.

  7. farsalia dice:

    «Pero convénceme: ¿A tí te gustó La primera muerte de Marco Aurelio?»

    Mucho. Me gustan todas sus novelas, en mayor o menor medida, pero todas.

  8. Germánico dice:

    ¡Anda, Valeria! Ja, ja… Juro que fue el subconsciente, como bien dices.

  9. Valeria dice:

    Pues a mí, Farsalia, no me entusiasmó la de Marco Aurelio. Troya sí. Ahora sí que estoy en un mar de dudas.

  10. farsalia dice:

    Dale una nueva oportunidad, quizá…

  11. Sargalab. dice:

    La verdad es que a mi el Anibal de Haefs me desilusionó mucho.Acaso sea porque me lo leí inmediatamente después de Salambó de Flaubert o porque siempre he sido muy prorromano, y ya no la novela, sino el autor, destila en esas paginas y sus comentarios un odio hacia la Loba que me irritaba bastante.Asi que, ciertemente, estoy curioso por ver qué Hace Haefs con una novela ambientada en Roma.

  12. farsalia dice:

    Las novelas de Haefs son eso, novelas. ¿Odio hacia la loba? En cada novela lo veo de un color distinto, jiji.

  13. Marbenes dice:

    A mí, como a Germánico, seré bruta (yo, no Germánico) pero no me gustó Troya y no me he atrevido con más.

  14. Germánico dice:

    Sabia medida…

  15. Melkart dice:

    Sargalab.
    Se «masca» el ODIO A LA LOBA. Así debe sentirlo «Gracia de Baal» ANIBAL.
    Me han gustado todas sus novelas, cosa que no puedo decir de muchos autores, salvo, quiza S. Pressfield.
    SALUDOS A TODOS

  16. Nes dice:

    Hola

    Todo lo que he leido de Haefs, me ha gustado, seguro que esta novela no me desilusiona tampoco, Gracias por la reseña Farsalia, com dicen por ahí arriba, conociendo tu nivel de exigencia, seguro que es una gran novela.

    S2

  17. Incitatus dice:

    A mi la de Anibal me decepcionó bastante también, pero Farsalia lleva mucho tiempo animando con esta novela y su reseña ya me ha decidido del todo.

  18. farsalia dice:

    Con varios meses de espera, arf arf arf…

  19. Lauso dice:

    Felicitaciones para Farsalia, muy buena reseña, el referente para mi es la serie de Coleen McCoullough, donde en los libros finales a mi parecer César casi se convierte en un superman, razón por la cual esta reseña ha decidido a leerla.

  20. Soldadito Pepe dice:

    Permitid que os recomiende una biografía de César que me parece extraordinaria, la mejor que he leído nunca del personaje. Es el «Julio César» del catedrático italiano Luciano Cánfora, y es apabullante.

    Siento ser muy patosillo con ésto de las reseñas y verme incapaz de hacerla y colgarla. Pero al menos ahí queda la referencia.

    Un saludo romano, en el buen sentido de la palabra.

  21. Sargalab. dice:

    Hombre, comparar el imperio romano con la Alemania nazi, como viene a hacer este autor en algunos comentarios de su Anibal, me parece vomitivo.Roma es la base de nuestra civilización y los punicos y sus familiares eran los verdaderos bárbaros quemaniños.

  22. Max Staub dice:

    Pues yo estoy con Valeria: ¿Y cómo se les ha ocurrido copiar a los de la editorial la portada del César Imperator de Max Gallo?
    Esto de base ya me parece un tanto chapuza…
    Lo dejo entre los comprables, con algunos peros…

  23. farsalia dice:

    Y la portada del libro de Gallo copiaron está copiada de ‘El druida de César’, de Claude Cueni, que es anterior…

  24. cavilius dice:

    Pues que sepáis que ambas portadas están copiadas de un cuadro de Lionel-Noel Royer, que más anterior incluso…

  25. farsalia dice:

    Qué sabrá el pintor ese… jajajaja

  26. Max Staub dice:

    Cavillius tenia que llegar al cuadro… como no…

  27. Iskander dice:

    Leí hace un tiempo la novela de Haefts sobre Aníbal, y voy a discrepar con lo que se dijo hasta ahora. A mí me pareció floja desde el punto de vista narrativo, muy en el estilo de los ‘best sellers’ en el sentido de que la construcción de los personajes y los diálogos son muy simples. Haefts hace hablar a los cartagineses con un discurso que podría ser, cambiando el ambiente, el de un habitante de nuestra tardomodernidad.
    Por otro lado, la parte que narra la batalla de Cannas -que debería ser lo más sustancioso por su envergadura y significación histórica- es decepcionante, muy floja, sólo describe los movimientos a través de un narrador distanciado que da una muy pálida idea de la batalla.
    No quiero ser injusto con Haefts, pero imagínense lo que pudiera haber hecho un Tolstói si se hubiera puesto a narrar Cannas, uauu.
    Lo que me pareció mejor es la reconstrucción histórica, muy meticulosa, que ayuda al lector a situarse en el ambiente del Mediterráneo antiguo; el glosario final, muy útil, con información que no se encuentra fácil, como las estadísticas.
    Y la escena que está más lograda -y que casi me hace no poder dormir una noche- es la de la tortura de tres días de un rebelde del que no me acuerdo el nombre: espeluznante, la mejor escena de tortura que leí.
    Pero, insisto, el balance para mí es deficitario.

  28. Melkart dice:

    Sargalab, no es por contradecirte, pero si ROMA fué nuestra «MADRE», GRECIA y CARTAGO fueron nuestras «ABUELAS».

  29. marcelo dice:

    farsalia

    «Para Haefs el tema esencial de la novela es la lucha por el poder en un mundo, la República romana, que camina hacia su autodestrucción mediante las guerras civiles. Las ambiciones por el poder y la encarnación del mismo en César – y en unos proyectos de largo alcance – son las causas del declive de la República y de la forja (no planteada en la novela) de un poder monárquico unipersonal»

    sobre este parrafo de tu reseña, habria que aclarar que ni Cesar fue la «causa» de la desaparicion de la Republica, sino que esta ya venia podrida desde los Graco ni mucho menos puede darse como valida la hipotesis lo del «poder monarquico unipersonal» y aqui me remito desde el cesarista Mommsen hasta Grimmal profundamente anticesarista que ni siquiera el se anima a afirmar algo asi, pero salvado el tema, tratandose de una novela , pase

  30. farsalia dice:

    Desde luego, y el propio Haefs lo deja entrever en los capítulos de la novela escritos por el anónimo escriba sobre los principales personajes de la Roma tardorrepublicana. Pero se trata de una novela, y por ello Haefs se toma la licencia de personalizar en César – y no de manera indiscriminada – las ansias de poder del período.

    Porque ese es uno de los temas de fondo, si no el tema: la lucha por el poder entre ambiciosos y poderosos hombres que apelan a la legalidad y la legitimidad republicana para conseguir su objetivo.

  31. guarkra dice:

    ¿Nadie comenta el precio al que ha salido este libro? Con las ganas que tenía de pillarlo, es uno de mis favoritos, pero 35 €…

  32. Aquiles dice:

    Por fin he podido terminar de leer esta novela. Mi opinión se asemeja bastante a la de Farsalia, en el sentido de que me parece una obra bien escrita que nos devuelve al mejor Haefs: personajes bien trabajados y un argumento narrado de forma consistente. El ejercicio que el autor realiza al intercalar la historia de Aurelio, el protagonista, con la sucesión de apuntes biográficos relativos a los personajes relevantes del período final de la República, está resuelto con solvencia. También coincido en que Haefs podría haber profundizado algo más, pero creo que esto obedece más a un deseo personal que a la necesidad real que tiene la novela de dicha profundización. Me quedo con momentos como la narración de los hechos acaecidos en Alejandría o la reseña biográfica que se hace de Catón, por destacar dos que me han parecido especialmente brillantes. Enfín, que necesitaba leer algo así para recuperar el gusto por la buena narrativa histórica.

    En cuanto a la valoración de los acontecimientos que derivaron en el final de la República, opino que posiblemente muy pocos de los personajes que los protagonizaron creían ya en ella y que la veían como un modelo de Estado obsoleto que era necesario superar. Realmente no sé si hombres como Pompeyo o César se veían a sí mismos como dictadores, pero sí me parece que al menos se consideraban lo suficientemente fuertes y brillantes como para ser la cabeza visible de Roma de una forma legítima.

  33. Cornelia dice:

    Saludos:
    Estoy leyendo esta novela. Tras la magnífica serie de Colleen McCullough sentía la necesidad de contrastar, de volver a «ver» a algunos de estos grandes de la historia contemplados por otros ojos. Algunos, como Cicerón, no salen muy bien bien parados (contrasté con Imperium, Conspiración y esperando que Harris cierre la trilogía). Otros, como César son la perfección extrema.
    Leí con muchísimo interés la excelente reseña de Farsalia. Animada por el autor , aunque prevenida en parte por la reseña, pagué los 35 eurazos.
    Y lo cierto es que no me está gustando y Farsalia dice que el final es peor, si mal no recuerdo…
    No estoy disfrutando, el narrador desconocido me lleva a matacaballo, echo en falta la riqueza de detalles de Haefs, los que me sítúan, me abren los ojos, me pintan batallas, personas, tradiciones, incluso detalles gastronómicos… ¿No es como un «repaso urgente» desde las guerras púnicas hasta el final de la República rápido y sucinto?
    Me animo cuando llego a los capítulos de Aurelio, donde el ritmo es más amable, pero casi no veo a César. Es cierto lo que comentáis, es un enfoque distinto, no tanto del detalle de los acontecimientos como de las poderosas razones que los provocaron: la lucha por el poder… Es verdad, pero me resulta demasiado sutil. Debo ser más batallitas.

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