PRESENTACIÓN DE LA FRAGATA LIGERA
El pasado lunes 12 de diciembre se presentó, con pompa, cañón, carta náutica y céfiro, La Fragata Ligera, vigésima novela de la «Saga Marinera Española» de Luis Delgado Bañón.
Diremos para empezar que el escenario: salón de actos del Cuartel General de la Armada, y su magnÃfico anfitrión: el Almirante General, Jefe de Estado Mayor de la Armada, ExcelentÃsimo Sr., don Manuel Rebollo, aportaron al acto toda la pompa que merecÃa la presentación de una vigésima (se dice pronto) novela de una serie que, el autor lo ha confesado en varias ocasiones, llegará a 56 volúmenes (diez más que los 46 episodios nacionales si la memoria no me falla). Recalcó el ExcelentÃsimo Sr. Almirante General la importancia de la mar para España, «un paÃs de condición marÃtima» y lo vital que resulta hoy en dÃa la difusión de «nuestra riquÃsima cultura naval».
Dicho esto, y alguna cosa más, pasó la palabra a los ponentes. Empezó el cañoneo don Alfonso Ussia con tres andanadas de humor que adelantaron lo interesante que iba a ser la velada; y se extendió después sobre la formidable labor que está haciendo el autor para pedir, en breves pero concisas palabras, un reconocimiento académico y un reconocimiento de la armada para su ingente labor.
La carta náutica la puso don Fernando MartÃnez LaÃnez, cuya intervención, sin desmerecer, tal vez fue la más plana de todas, aunque también la más concisa. Retomó el tema de la importancia de la armada y adelantó un punto que fue leitmotiv de la noche: el casi completo desconocimiento que tiene el gran público de la historia de nuestra armada y los grandes hechos protagonizados por los barcos españoles de aquellos años, simples plataformas de madera en comparación con las naves actuales, eso sÃ, con capitanes excelentes.
Tras él, a modo de céfiro, intervino Soledad Puértolas, «g» minúscula de nuestra Real Academia de la Lengua, que retomando el hilo de la escasa información disponible elogió las precisiones que el homenajeado ha podido hacer al diccionario con respecto a algunos términos navales, antes de pasar a considerar la obra en conjunto. Fue interesantÃsima su exposición sobre el mundo ausente de mujeres en que navegaban aquellos marinos, y sobre cómo esta circunstancia limita y a la vez enriquece las narraciones de Luis Delgado, pues por un lado se deja media humanidad fuera pero por otro permite profundizar en la sociedad que formaba la dotación de un barco. Sin embargo en las novelas de la saga marinera española además del componente «mar» hay también un componente «tierra», y en este sà aparecen las mujeres (mucho), y la polÃtica, y todos los hechos históricos vitales de la época narrada. En resumen, que por agradable que sea, por hermosas que se vean sus maderas, por acogedores que resulten sus baldas y por contenido que resulte el mundo cerrado de un camarote, hay mucho más que eso en la «Saga Marinera Española» (honni soit qui mal y pensé).
Por supuesto correspondÃa la dirección de todo ello: pompa, cañón, carta náutica y céfiro, al Capitán de NavÃo. Don Luis Delgado Bañón, autor y homenajeado, estuvo aquella noche muy comedido en lo que al uso de la palabra se refiere (una pena). Todo aquel que estuviera en un memorable Cervezas & Libros celebrado en el centro social hislibreño por excelencia lo recordará hablando, bromeando, explicando e ilustrándonos por largo y con todo el trapo largado (creo que lo he dicho bien).
Centrándonos en su intervención «dio las gracias por las merecidÃsimas palabras que le habÃan dedicado sus compañeros de mesa» (y aunque todos nos reÃmos, ciertamente eran merecidÃsimas), recalcó los dos grandes objetivos de su obra: exponer los hechos más relevantes de la historia de la Real Armada y dar nueva vida a su riquÃsimo vocabulario marinero; pero se centró, mucho más interesantemente desde el humilde punto de vista de este reseñador, sobre el plan de su obra. 20 novelas lleva ya, de un proyecto inicial de 48 que, por lo visto, levantó alguna sonrisa de incredulidad al principio y las levanta ahora de admiración, con más de un tercio de la derrota recorrido. Y decimos inicial porque —como él mismo confiesa— fueron surgiendo aventuras desconocidas aquà y allá que exigÃan ser exploradas, y ya va la cosa por 56 (¿alguien da más? ¿He oÃdo 60?…). También se explayó sobre otros temas: la endogamia de los historiadores navales y la poca difusión popular que ha tenido el tema, la ilusión que siente cuando son gente de tierra adentro quienes se comunican con él sobre su obra o el compromiso que trata de mantener entre comprensión actual y lenguaje de época. Sobre esto último explicó que probablemente una orden de entonces a bordo de un barco nos resultarÃa incomprensible hoy, pero no hicimos la prueba. Otra vez será.
También se refirió el autor a la novela que se presentaba (¡Por fin!), pero no entraré en ello porque no me cabe duda que será reseñada en breve (¡anda!, pero si ya está reseñada).
Se cerró el acto con los habituales saludos, firmas, chascarrillos y despedidas, aunque no hubo cóctel (magnÃfica tradición que se pierde en estos dÃas de apremio) y no pudimos volvernos a casa «navegando de bolinga» (lo siento tenÃa que hacer el chiste). Asà y todo, como siembre que los hados lo permiten y Zeus tonante no se opone, H.E.A.
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Bueno, como me tocó quedarme en tierra mientras otros levaban anclas en derrota hacia Madrid, no tengo más que decir que : ¡Que envidia!. Me hubiera gustado estar allà y saludar a la dotación, felicitar a Don Luis por su vigésima novela, y beberme la ración de grog correspondiente (aunque fuese lejos del Cuartel General).
A ver si para la vigésimo primera hay más suerte.
Estupenda crónica, Ario, gracias. La verdad es que sentà mucho no poder ir, pero esta semana de festejos navideños varios me tiene machacado. Otra vez será. Asà que muy felices Fiestas, y un abrazo.
No quiero yo que se pongan verdes de envidia Valeria y Arturo, pero sÃ, fue una presentación estupenda, amena y ágil.
De todas las intervenciones, me gustarÃa destacar la del propio autor cuando señaló la importancia del lenguaje naval dentro de nuestra propia lengua, abogando por su recuperación. Y también, ¡cómo no!, esa mención al recuerdo de tantos y tantos miembros de la Marina Española que han cincelado nuestro pasado y hoy son heredad del olvido.
Muchas gracias a Delgado Bañón por esta labor literaria y a nuestra Ariorante por facilitar su conocimiento.
Un saludo.
Coincido en que efectivamente resultó una presentación estupenda, amena y ágil. Y también en que la crónica es estupenda.
Un saludo.
Error, Arturo: la crónica no es mÃa esta vez. Yo estaba en Madrid sin ordenata y sin posibilidades de hacerla tan rápida. Pero un caballero habitual y francófono sà lo estuvo y ha hecho un reportaje estupendo.
Y Valeria: le di de tu parte lo que me pediste que le diera. Y otro de mi parte. Luis quedó pletórico. Los libros, por cierto, se agotaron.
Ojú, que ganas le tengo al siglo XIX…. Lieratura de Trafalgar y Lepanto hay, pero de otras épocas no tanta, no tanta….. :^D