VIDA Y MUERTE DE LA REPUBLICA ESPAÑOLA – Henry Buckley

Vida y muerte de la Republica española«Vi las bombas de aluminio brillar con el reflejo del sol mientras caían. Es una sensación horrible verlas descender. Cada bomba parecía dirigirse justo hacia ti aunque en realidad cayese a 500 metros».

A pesar de que el Comité de No Intervención Extranjera dictaminara en 1936 que ningún país occidental debía inmiscuirse en los asuntos que se produjeran en España durante su Guerra Civil —y a pesar de que ese dictamen no fuera respetado por gran parte de sus firmantes, como por ejemplo la Alemania nazi, la Italia fascista, la Portugal salazarista, o la Rusia estalinista—, este hecho no impidió que cada país enviara de forma urgente a esta vieja piel de toro a cualquier corresponsal extranjero que hubiera en sus periódicos para que narraran a todo el mundo como dos bandos se masacraban uno a otro con tal de imponer una razón ideológica al contrario. Reporteros  como Jay Allen, George Orwell, Louis Fischer, John Dos Passos, Robert Capa y su inseparable compañera Gerda Taro, Ernest Hemingway, Arthur Koestler, entre otros tantos se convirtieron desde de la noche a la mañana en los ojos del mundo para dar  fe de lo que ocurría en aquella lucha fratricida. Unos marcharon detrás de las columnas nacionales, mientras que otros, movidos más por su ideología que por sus ordenes editoriales siguieron el lento agonizar de una Republica que a pesar de ser democráticamente elegida agonizaba día a día hasta su previsible final. Uno de aquellos periodistas que narró  fielmente el triste devenir de aquella Segunda República en guerra era un escritor inglés llamado Henry Buckley el cual relató de manera viva y directa la historia de aquella época tan fascinante en un libro titulado Vida y muerte de la República española, publicado recientemente por Espasa y que tenemos la enorme suerte de tener de nuevo en nuestras manos. 

Como se podrá observar he utilizado la expresión «tener de nuevo en nuestras manos» para referirnos a este libro, ya que originalmente fue publicado en 1940, nada más terminar la Guerra Civil española, es decir todavía con las impresiones sin enfriar, frescas. Pero por un azar del destino, nada más publicarse en Inglaterra una bomba incendiaria alemana cayó en el depósito londinense donde se guardaban estas memorias. Es por ello que escritores como Hugh Thomas o Paul Preston tuvieran que leerlo o bien  acudiendo a una biblioteca universitaria donde había algún ejemplar único, o recorrer el apasionante mundo del libro de saldo y segunda mano para hallarlo en alguna estantería llena de polvo. Así pues hemos de alegrarnos al comprobar que después de tantos años una editorial española ha tenido el acierto de volver a publicarlas.

Pero ¿quién era este hombre al que la historiografía actual considera como una de los pilares básicos en cuestiones de la Guerra Civil? De alta figura, delgado, algo desgarbado, con aire despistado, de profundas convicciones católicas, y amante de la libertad, Henry Buckley fue el responsable de mostrar al mundo como fue la aventura republicana en España, desde el mismo momento de su entrada en un templado 14 de Abril de 1931, hasta su caída en Marzo de 1939. Estuvo en su nacimiento viendo como ondeaba en la Puerta del Sol la bandera tricolor del nuevo régimen, e igualmente estuvo con los pobres apátridas que salían por los Pirineos en aquellos aciagos días de nieve, lluvia y acero. Nos encontramos, por tanto, con un relato de primera mano de aquellos años, un libro lleno de recuerdos personales, a pie de calle, de cómo se desarrollo todo aquel asunto de la Segunda República. Nada más proclamarse fue enviado por el Daily Telegraph a España y desde que puso el pie en nuestro país se enamoro de nuestras gentes y modo de vida, aunque en algunos momentos sus ideas anglosajonas chocaran con la peculiar forma de pensar que tenernos los españoles. Lo interesante de estas memorias es que no nos hallamos con una descripción de la República escrita desde un despacho, de forma árida, meticulosa y sin vida, en la que solo contaran datos y fechas desapasionadas. Si hubiera sido así este libro no pasaría de ser uno más de los que atestan los estantes de las librerías. Pero gracias a Dios esto no es así. Este ensayo de Henry Buckley se lee casi como una novela, como la gran novela de la Segunda República española, pues junto a la narración de los hechos acaecidos, éstos están trufados de sus experiencias personales, y un sin fin de curiosas anécdotas ya se produjeran  en el Congreso de los Diputados, en la calle al lado de los ciudadanos, en una taberna, o incluso en el interior de alguna trinchera en el frente de batalla. Su lenguaje desprende sentimiento, compresión hacia el pueblo español e incluso en algunos momentos cierto humor negro que hace soltar una sonrisa al cómplice lector.

Podemos dividir Vida y muerte de la República española en dos partes claras. La primera la podríamos llamar la República en paz, y en ella nos habla de la instauración de la misma hasta el mismo momento del alzamiento en un 18 de Julio de 1936. Y una segunda parte a la que habríamos de denominar Republica en guerra y transcurre desde el levantamiento fascista hasta la victoria de ésta en 1939. En ambas, paz y guerra, Henry Buckley estuvo, y en las dos se halló en el corazón de la trama política. Aunque en tiempos de paz se mantiene un tanto al margen de la situación hablándonos de los distintos tiempos, años y elecciones habidas, a la vez que nos deleita con los recuerdos más íntimos vividos con los personajes del momento, en cambio, cuando llega la guerra tiene una crisis de conciencia y decide compaginar su labor periodística emitiendo desde la cuarta planta del edificio de Telefónica en el Madrid asediado, con una colaboración activa en los distintos frentes existentes a lo largo de la contienda. Por ello no solo recorre el frente del Guadarrama jugándose la vida, sino que también lo hace sorteando las balas y obuses en Madrid; acudiendo a la llamada de sus amigos en el frente de Teruel; u observando la mayor batalla de la Guerra Civil en las márgenes del rio Ebro junto a su Hemingway.  E incluso estuvo en el último Consejo de Ministros del gobierno republicano al lado de Negrín.

Pero a pesar de narrar con pluma vibrante el devenir de la República y de tener esperanzas en que esta se salve de la mano de las potencias extranjeras, pronto la realidad se impone y en Marzo del 39 se encuentra en la larga marcha de refugiados que ha de atravesar los Pirineos para ponerse a salvo de las armas enemigas. Es en este punto donde culmina el relato de Henry Buckley. Ha estado al lado de la joven República desde su inicio hasta el final, y ha vivido cada momento de su vida. Debido a ello nos encontramos con, según muchos expertos, uno de los cinco mejores libros que abordan el tema de la Guerra Civil española. No es por tanto raro que un joven escritor llamado Hugh Thomas acudiera a él pasados unos años para documentarse sobre el tema y escribir una de las obras más importantes que existen sobre ella. Como nota final decir que Henry Buckley, pasada la Segunda Guerra Mundial, y tras ser perseguido por los nazis, regreso finalmente a España en 1949 como representante de la agencia de noticias Reuters. Y tanto amaba esta tierra que nunca más quiso irse de aquí, hasta su muerte en 1972. Aquel  día se fue nos fue uno de los testigos excepcionales de lo que fue aquel breve sueño de modernidad llamado Segunda República española.

 

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5 comentarios en “VIDA Y MUERTE DE LA REPUBLICA ESPAÑOLA – Henry Buckley

  1. Urogallo dice:

    Clásicos de actualidad.

    La observación respecto a la intervención extranjera me recuerda la famosa alocución de Prieto: «¿Dónde van esos locos?».

    Ya varios periodistas extranjeros señalaban como las señoritas de Valladolid rellenaban vainas de fusil para lograr algo más de munición, en un esfuerzo que no podría sostener el ritmo de consumo del frente.

    Incluso el famoso «Convoy de la victoria» no fue decisivo por la cantidad de tropas que transportó, sino por los miles y miles de cartuchos que llevaban los buques consigo.

    De no haber sido por la rápida entrega de municiones en los primeros momentos de la guerra, los nacionales habrían tenido que tirarles piedras a los republicanos.

    Pero la intervención extranjera es habitual en todos los conflictos. Pocos países tienen sus arsenales lo bastante provistos al comienzo de una contienda, por no decir las fuerzas irregulares.

    El negocio de las armas siempre ha existido. Pararelo al oficio de las armas.

  2. David L dice:

    Henry Buckley fue testigo presencial y vivió en primera persona las vicisitudes que condujeron a la llegada de la II República, la corta vida de esta y, por supuesto, la Guerra Civil española; se integró perfectamente en la vida política española y sus análisis sobre la misma fueron muy acertados a tenor de lo que dejó escrito. Durante la guerra estuvo prácticamente en todos los frentes republicanos, en Guadalajara, en el Ebro, en la Almería bombardeada por la Alemania de Hitler como revancha por el ataque al acorazado Deutschland, intentó influir sobre la opinión pública británica en su ayuda a la República, etc..Desde luego estamos hablando de un corresponsal de primera línea.

    Durante la IIGM fue corresponsal de Reuters desembarco con las tropas británicas en Anzio y acabó herido gravemente cuando le saltó metralla de un obús alemán cuando se dirigía hacia Roma con las fuerzas aliadas…..en fin, un todoterreno que se mantuvo siempre donde estuviera la noticia. Como decían Hugh Thomas y Hemingway entre otros, era un archivo viviente….desde luego nadie puede ponerlo en duda, además la obra que dejó escrita sobre la II República y la GCE y que tan bien ha reseñado Balbo es la muestra más evidente.

    Saludos.

  3. Vorimir dice:

    Pobre y bienintencionada Segunda República, nació en una España con dos graves enfermedades arrastradas desde el siglo anterior: El virus de los radicales de izquierda y el cáncer de la derecha más rancia y sus amigotes.
    :(

  4. David L dice:

    Pues sí, su nacimiento no fue en el mejor momento precisamente: años 30, ascenso de los estados totalitarios, años muy complicados, recién salidos de una grave crisis económica…, no se puede cambiar un país de arriba abajo tan rápidamente como lo intentaron los primeros gobiernos republicano-socialistas, hubo medidas que tal vez debieron haberse meditado o, como dirían ahora, consensuado….pero eso no era fácil. A veces crear tantas expectativas acaba volviéndose en contra. Desde las derechas tampoco estaban muy por la labor de llevar esas promesas muy lejos, así que el panorama pintaba mal, pero a pesar de todo llegar a una guerra civil fue tremendo. Por supuesto, si entramos a valorar el estallido de la guerra no hay duda de que sin el golpe militar esta no se habría producido, al no poder imponerse rápidamente lo que podría haber pasado como una nueva intentona golpista militar acabó en una cruenta guerra civil. El ejército quedó partido en dos, los intereses de terceras naciones hicieron acto de presencia, y hombres como el británico Henry Buckley intentaron precisamente que Europa y el mundo fuesen conscientes de que lo que estaba ocurriendo en España podría tener consecuencias graves en el futuro…. ¿os suenan de algo estos argumentos? Las guerras civiles son las más despiadadas, todo el mundo quiere imponer su parte de poder y la intervención internacional acaba siendo en ocasiones inevitable. Los interese geopolíticos priman por encima de las personas.

    Saludos.

  5. María Josefina Dominfuez dice:

    Si el golpe de estado por parte del ejercito no se hubiera producido, la RUBLICA habria salido adelante con todas sus dificultades y sus fallos

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