EL HOMBRE QUE HUMILLÓ A HITLER – Benjamin Carter Hett

La noche del 27 de febrero de 1933 fue la del incendio del Reichstag, la sede del parlamento alemán. El gobierno nazi, convencido de que se trataba de un atentado perpetrado por comunistas, desató de inmediato una oleada de detenciones de dirigentes y profesionales de izquierdas, así como de funcionarios, intelectuales y artistas simpatizantes o sospechosos de simpatizar con el comunismo. Una de las primeras víctimas de las redadas fue Hans Joachim Litten, joven abogado de ascendencia judía por parte paterna y suaba por parte materna, quien en los años finales de la República de Weimar había adquirido notoriedad como pacifista y abogado defensor de acusados comunistas en una serie de juicios penales, comunes en días de violentas reyertas callejeras. En el más sonado de estos litigios, ocurrido en 1931, Litten sometió a un Adolf Hitler convocado en calidad de testigo a tan áspero y prolongado interrogatorio que el líder nazi admitió “sentirse crucificado”. No hay pruebas de que la detención de Litten se debiese a una intervención personal de Hitler, pero sí las hay de que su permanencia en el sistema penitenciario fue decidida en ultimo término por el dictador. Tras padecer un calvario de arbitrariedades y torturas, Litten, que –paradójicamente- detestaba su profesión y ansiaba volcarse al estudio de las artes y la literatura, se suicidó en 1938, en el campo de concentración de Dachau. El hombre que humilló a Hitler (‘Crossing Hitler’, 2008), obra del abogado e historiador estadounidense Benjamin Carter Hett, es la historia de este denodado adversario del nazismo y el militarismo.

Nacido en 1903 en Königsberg, Prusia Oriental, Litten adquirió bajo la presión de su padre, Fritz, una formación profesional en total disconformidad con sus intereses personales. Arribista, ultra nacionalista y conservador, dado además a distanciarse de sus orígenes judaicos, Fritz Litten fue un jurista de exitosa carrera académica en la Universidad de Königsberg, el que durante la Primera Guerra Mundial se desempeñó como oficial del ejército alemán. La madre de Hans, Irmgard, descendía de una familia de pastores eclesiásticos y académicos suabos, e inculcó en sus tres hijos –todos varones- un profundo amor por las artes, las mismas que su marido tenía por inútiles y desdeñables. La breve trayectoria existencial de Hans obedece en buena medida a una muy enconada confrontación entre el padre y el hijo. Para consternación de su progenitor, Litten despreció desde temprana edad los oropeles de la holgada posición familiar (la suntuosa residencia de los Litten fue uno de los faros de la alta sociedad de Königsberg), y a su activo antielitismo añadió una atracción por la religión y las tradiciones judías, una pasión por las artes (que hizo de él un verdadero erudito en la materia) y, en política, un radicalismo tal que él mismo decía colocarse “a la izquierda del partido comunista”.

Dotado de una inteligencia y una memoria prodigiosas, de natural inconformista y reacio a doblegarse a las ortodoxias intelectuales, Litten era hombre de una sicología compleja que lo volvía retraído en las relaciones sociales, adorado empero por sus amistades y temido –tanto como aborrecido- en el ejercicio de la abogacía. Cultivaba ideas propias sobre muy diversas cuestiones, y hubiese resultado un hereje y un díscolo en cualquier iglesia o partido. Aunque trabajaba para Auxilio Rojo, entidad dependiente del partido comunista alemán que proveía asistencia legal a reos comunistas, Litten se negó a militar en el partido y fue siempre muy crítico tanto de éste como de la Unión Soviética. Como abogado defensor establecido en Berlín practicó un estilo tan agresivo que se hizo odiar por jueces y fiscales, pero también por los nazis, en cuya prensa fue continuamente vilipendiado y amenazado. Una vez hundido en el sistema concentracionario nazi, Litten se abocó a profundizar en su heterodoxa religiosidad y, cuando se recuperaba de las brutales sesiones de tortura, al estudio de los clásicos de la literatura, el arte medieval y las artes modernas. «Litten –escribe Hett- se convirtió en una universidad de un solo hombre». Prodigó sus conocimientos entre sus compañeros de reclusión y concibió una variedad de proyectos de publicaciones, incluyendo un estudio sobre literatura medieval. Mientras tanto, su madre y sus amistades hacían lo posible por obtener su liberación; sus dos mejores amigos, el matrimonio Fürst, cayeron en prisión a raíz de un frustrado plan de fuga. El «caso Litten» atrajo la atención de la prensa extranjera y desde Inglaterra surgió una campaña de presión que, por desgracia, se estrelló contra las prioridades de la política británica de apaciguamiento. Finalmente, quebrantado en cuerpo y alma, sabedor de que nunca acabaría el rosario de tormentos, Litten se quitó la vida.

El guión biográfico desarrollado por Hett cuenta con una subtrama que indaga en el funcionamiento de la justicia penal en la República de Weimar, de pésima fama por su sesgo reaccionario, y en los modos y alcances de la defensoría penal por entonces vigentes; cuestiones ambas en las que resuena la vena jurídica del autor. Hett considera que hay razones para matizar la condena casi universal que actualmente recae sobre la administración weimeriana de justicia (“dura con la izquierda”, blanda con la derecha”), para lo cual se basa en factores como las dificultades financieras que soportaban los tribunales, la relativa escasez de personal idóneo y las enormes presiones políticas y sociales que recaían sobre el sistema; los resultados de los juicios, afirma el autor, escapaban sencillamente de las manos de los jueces. Por otra parte, el vehemente estilo profesional de Litten, que rozaba los límites de lo por  entonces permitido –y en ocasiones los traspasaba, con las consiguientes medidas disciplinarias-, ilustra un afán de reivindicar la independencia y el poder del abogado defensor, no menos que la voluntad de oponerse al continuo declive del imperio de la ley en aquella Alemania. Al respecto, Hett sentencia lo siguiente: «Pocos alemanes habían combatido dicho declive con mayor denuedo o de manera más visible que Hans Litten. Ninguno pagó un precio más alto por la derrota».

El libro está impregnado de todo el afecto y la admiración que un biógrafo puede concebir por su objeto de estudio. Sin embargo, no se trata de una suerte de idealización –o hagiografía- del personaje pues Benjamin Hett deja constancia de la impropiedad del pensamiento político de Litten, un radical que desconfiaba de la democracia, y de su extremada forma de practicar la abogacía, que lo aproximaba al papel de un agitador político. Con todo, además de condolernos de su inclemente martirio, bien puede valorarse la valentía de un hombre que procuró contrarrestar la marejada nazi y que hizo causa común con los pobres y los débiles, y que confrontó una maquinaria judicial políticamente sesgada. La Alemania actual homenajea su memoria: una calle en Berlín lleva su nombre, lo mismo que la sede del Colegio Federal de Abogados, la Casa Hans Litten, sita en dicha calle. También se otorga en ese país, desde 1988, un Premio Hans Litten a abogados que se han distinguido por su labor profesional en favor de los derechos humanos.

– Benjamin Carter Hett, El hombre que humilló a Hitler. Ediciones B, Barcelona, 2008. 559 pp.

[tags]Benjamin Carter Hett, Hitler, Alemania, nazismo, nacional socialismo[/tags]

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37 comentarios en “EL HOMBRE QUE HUMILLÓ A HITLER – Benjamin Carter Hett

  1. iñigo dice:

    Super interesante… Lo estuve ojeando el otro día pero no me decidí… Ahora lo tengo claro. Por cierto su precio es de escándalo: 5´95´€. Pónganse a la cola.

  2. Eduardo dice:

    De la lectura de los primeros párrafos puede ser sacada erróneamente la impresión, tal como textualmente dice: «El gobierno nazi, convencido de que se trataba de un atentado perpetrado por comunistas», de que el incendio del Reichstag, «fue atribuido» con una intencionalidad política determinada a los militantes comunistas. Ese hecho histórico ha quedado definitivamente aclarado, corroborado y documentado, por las versiones de los actuantes y la del propio Jorge Dimitrov, que efectivamente fueron comunistas los causantes del atentado. Bien. Tambien se comenta lo siguiente, que permítanme, produce un algo de estupefacción; a saber que el protagoniosta del libro en cuestión, alcanzó cierta notoriedad como pacifista y abogado defensor de acusados comunistas. Es menester hacer constar que tanto nazis como comunistas organizadora un verdadero ejercito armado hasta los dientes y que a pesar de que organizaban huelgas y mitines conjuntamente dándose la curiosidad de que organizaciones enteras de uno y otro bando, comunistas y nazis, cambian de disciplina militante con facilidad, se dedicaron a cometer todo tipo de atentados personales, callejeros, etc., labor esta reñida con cualquier inclinación pacifista. Los comunistas, como los nazis, abominaban de la Republica «burguesa» de Weimar, y su verdadera intención, no puede ser de otra manera, era la insurrección armada del proletariado y la toma del poder por su partido político, comunista, y la instauración de la dictadura del proletariado.

    1. Javi_LR dice:

      Hola, Eduardo. Verás, aquí se suele saludar cuando se participa, y se participa dialogando y exponiendo, pero fuera de talantes absolutos. En resumidas cuentas: se intenta tener buena educación.

      Siento la observación, Rodri.

      Un saludo

  3. TIGLATH dice:

    Hola a todos! Rodrigo quisiera hacerte una pregunta, es una obra aconsejable a todo el mundo que se sienta atraido por la alemania nazi como es mi caso ¿O se centra solo en la biografia de Litten? La verdad es que el precio como dice Íñigo invita a comprarlo.
    Gracias.

  4. José Sebastián dice:

    Felicidades por la reseña, Rodrigo. Una interesante obra que pone nombre a muchos seres anónimos que plantaron cara a Hitler y al Nazismo y sucumbieron en el intento. Algunos como Litten o el pastor Niemoller han pasado a la Historia como faro de la resistencia contra la hidra nazi. Saludos.

  5. Rodrigo dice:

    Nada, Javi. Tu intervención es pertinente y atinada. Se agradece pues.

    La verdad es que da un poco de pereza, por decir lo menos, responder a quien se estrena como arremetiendo acaballado pero bueno, el tema tiene su interés. Que yo sepa, Eduardo, hasta el día de hoy no se ha demostrado de modo terminante ninguna otra responsabilidad que la de Marinus Van der Lubbe en el incendio del Reichstag. De hecho, nunca pudo el régimen nazi comprobar que el PC alemán o la Komintern estuviesen detrás del atentado. De hecho, todavía hay quienes sostienen que el holandés actuó solo. En cuanto a Litten, soy el primero en sentirse contrariado por su postura política y el primero en reconocer que, en este respecto, de ejemplar tiene muy poco. Sin embargo, tampoco se trata de despachar la cuestión a punta de brochazo gordo. ¿No he señalado en la reseña que Litten no era comunista? Y aunque lo hubiese sido, ¿acaso había en aquella época una incompatibilidad total entre militancia comunista y pacifismo? ¿Desde cuándo el ejercicio de la defensoría penal se supedita a la militancia partidista? ¿No ha habido en el mundo entero casos de abogados nada sospechosos de simpatizar con el comunismo y que, sin embargo, se han dedicado a resguardar los derechos de militantes comunistas? En fin.

    Iñigo: por ese precio, no debieras dejarlo pasar.

  6. Rodrigo dice:

    Gracias, José Sebastián. Sería interesante leer la biografía de Niemoller, ausente al parecer en castellano.

  7. iñigo dice:

    Ya lo tengo localizado y hoy cuando salga del trabajo lo pillo.

  8. iñigo dice:

    Me vais a permitir Rodrigo y Javi.
    Si el nazismo hubiera ido solo contra los implicados en el 33 como consecuencia del incendio y además se comprobaran los actos terroristas de estos fehacientemente, significaría entonces que el Reich actuaría convenientemente juzgando y sentenciando justamente por sus delitos a los individuos que así actuasen.
    Pero como no es ni de lejos el caso, sino que el movimiento nazi encarceló, anuló e incluso internó en campos a parte de la oposición, no solo la comunista, sino además liberal, conservadora, monárquica y a los protagonistas de la Rep. de Weimar, el hecho de la comisión de los comunistas en esos hechos es solo secundario e implica basicamente el detonante y la justificación buscada por el gobierno de Hitler para actuar arbitrariamente contra cualquier grupo de poder que le pudiera hacer sombra, no solo contra los comunistas.
    Es más posteriormente en al noche de los cuchillos largos, sus propias bases de la SA sufrieron en sus carnes, lo que anteriormente habían hecho sobre la ciudadanía democrática alemana.

  9. Rodrigo dice:

    Claro que sí, Tiglath. Es aconsejable para todo el que se interese en el declive de la democracia de Weimar y el auge del nazismo.

    Permitido, Iñigo, faltaba más. Lo cierto es que concuerdo con lo que planteas. Las medidas tomadas por el III Reich a partir del incendio apenas guardan relación jurídica con el propio atentado, el que en realidad fue como un regalo caído del cielo para Hitler y los suyos. Si deseaban un pretexto cualquiera para hacerse con el poder total, como de verdad deseaban, el incendio les proporcionó el pretexto.

  10. José Sebastián dice:

    «Chapeau», Iñigo. Magnífico resumen del modo de proceder de Hitler y su camarilla de criminales sin escrúpulos. Como certeramente expresó el pastor protestante Martin Niemoller – al que aludía en mi anterior comentario -: «Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era
    lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí»

  11. TIGLATH dice:

    Queridos amigos! Como veo que estais puestos en el tema me encantaría que me recomendarais lecturas en torno a Alemania a partir del final de la primera gran guerra y hasta el inicio de la segunda guerra.
    Me apuntaré los títulos y poco a poco irán alojándose en mi biblioteca.
    Gracias Rodrigo por la recomendación, por 6 pavos esté lo compraré en breve.

  12. iñigo dice:

    Hay dos libros no generalistas, pero que tiene una visión particular de la Alemania pre 2ª GM. Una desde el punto de vista del embajador americano en Berlín «El jardín de las bestias» reseñado en la Papri y otro que compré este verano sobre el comportamiento de la aristocracia y alta clase alemana frente al nazismo titulado «El pecado de los dioses». Son libros muy particulares y que en el fondo de las experiencias de los protagonistas se vislumbra la posición nazi en la Alemania post-Weimar.

  13. TIGLATH dice:

    Anotados y localizados, gracias Iñigo.

  14. Eduardo dice:

    Hola Javi. Espero tus acertadísimas correcciones educacionales con muchos de los que introducen comentarios sin protocolo alguno. Al mismo y si no te agradan mis comentarios puedes envolverlo en una mágica palabra: tolerancia. ¿No?
    Solo he intentado introducir determinadas matizaciones o aclaraciones sin deseo alguno de minusvalorar el resto del comentario de la obra; con cierto sentido de rigor histórico. Tampoco entro en valoraciones de la utilización política que del acto terrorista que comentamos hicieron los gobernantes nazis. No lo he hecho. Pero fueron comunistas, y en este caso, acertaron; e insisto, el propio Jorge Dimitrov en reuniones de la IC así lo explicó en su informe y así lo confirmaron muchos camaradas. Tengan en cuenta que los comunistas interpretan los hechos históricos como consecuencia de la lucha de clases y por tanto, no son proclives a la observación histórica con criterios de imparcialidad, pues no les gusta mucho meter palos en la rueda que les llevará a la sociedad comunista. Su misión histórica es determinante al respecto. Pero da igual. El hecho es que fueron comunistas. Hasta aquí la aclaración. Y como es lógico, fue utilizado políticamente por nazis y comunistas. Ambos de pelaje nada democrático.
    Sí entro en valoraciones personales de las inclinaciones pacifistas del protagonista de la obra, pues se da a entender, como proyección de su «pacifismo», la defensa de militantes comunistas procesados. Tampoco entro en argumentaciones de las represiones dictatoriales que desencadenó el gobierno nacionalsocialista sobre cuantos demócratas pudiesen existir, pero un militante comunista, ni por asomo, y muchísimo menos en la meritada república, era un «demócrata». Continuamente cometían asaltos, apuñalamientos y atentados callejeros tanto a militares como a burgueses, etc. Eran soldados armados de la revolución y su ideal era la insurrección armada; absolutamente, decididamente antidemocrática. Perseguían eliminar físicamente cualquier oposición al establecimiento del régimen comunista y esto, por imperativo histórico. Y resultan curiosos los puntos de coincidencias con los nazis. La democracia para ellos no era más que la forma última del gobierno burgués y que servía exclusivamente como vehículo favorecedor de las condiciones objetivas para la revolución proletaria. Pero nada más. Y esto, coincidirá usted conmigo que no tiene nada de democrático ni de pacifista. Y la defensa jurídica de estos terroristas puede descansar en actividades estrictamente profesionales, no cabe duda alguna, pero nunca, como se deduce del comentario, en una proyección de su «pacifismo». Y es bueno aclararlo. Usted lo hace en parte. Termino. La inquietud que me lleva a introducir estos comentarios está motivada por que muchos aspectos históricos que se repiten, algunos de ellos veladamente, han resultados falsos. Desde las fosas de Katyn a ¡Jodl, arde ya Paris! y un largo etcétera. Aplíquese lo del porquero de Agamenón y todos contentos. Un saludo. Y particularmente para Javi

  15. Rodrigo dice:

    Reseñados en la PAPRI, Tiglath, tenemos La Alemania de Weimar, de Eric Weitz, y La cultura de Weimar, de Peter Gay. Sobre el ascenso del nazismo y la consolidación del Tercer Reich hay una porción de libros reseñados aquí mismo. Por de pronto: De alemanes a nazis, de Peter Fritzsche (fundamental); La nacionalización de las masas, de George L. Mosse; La toma del poder por los nazis, de William S. Allen. Sobre el crucial año de 1938, Hitler 1938, de Giles McDonough. Sobre la crisis final que desembocó en la SGM, el breve e intenso libro de Richard Overy, Al borde del abismo. No reseñados pero todo un referente en la materia son los dos primeros volúmenes de la trilogía de Richard Evans, La llegada del Tercer Reich y El III Reich en el poder; también está el libro de Henry A. Turner, A treinta días del poder, un cuadro de las maquinaciones políticas que llevaron a Hitler a la Cancillería. Un libro reciente, entre biográfico y testimonial y que refleja la atmósfera moral y social de la etapa final de Weimar y años siguientes: El nazi perfecto, de Martin Davidson.

  16. TIGLATH dice:

    Muchas gracias Rodrigo, guardaré como oro en paño tu valiosísima parrafada!
    Una gozada recibir tanta información.
    Hace poco he leido una novela titulada EN BUSCA DE KLINGSOR,y me gustó mucho. Trata sobre una investigación recien terminada la guerra, con el fin de localizar al cabecilla que comandaba a los científicos alemanes que estaban tras la bomba nuclear.
    Gracias otra vez!

  17. Rodrigo dice:

    ¡Magnífica novela!

  18. Semíramis dice:

    Gracias por la magnífica reseña, que ha propiciado además tan interesante debate.

  19. Valeria dice:

    Una interesante reseña sobre un personaje contradictorio. Yo también me lo apunto Rodrigo, aunque de entrada lo primero que se me ha ocurrido es si se defendía el imperio de la ley…a pesar de la ley. No tengo ni idea del sistema legal de Weimar, pero no puedo dejar de pensar en las leyes emanadas de sistemas potencialmente injustos. ¿Esa vehemencia al borde del límite del ejercicio profesional tenía que ver con ello, o era sólo cuestión de carácter? Me resultan especialmente indeseables ese tipo de defensas legales «transgresoras», pero comprendo la dificultad del ejercicio del derecho en ciertos sistemas judiciales.

  20. José Sebastián dice:

    Apreciado TIGLATH, a las acertadísimas recomendaciones de Rodrigo (imprescindibles las obras de Overy y Evans) añadiría «Diario de Berlin» de William Shirer, corresponsal en Berlín de la CBS hasta 1941. La obra constituye una crónica de la Europa de Entreguerras lúcida e independiente, escrita por un testigo presencial de los hechos. Se lee de un tirón.

    Apreciada, Valeria, desde mi óptica de abogado me atrevo a opinar que pese a todas las deficiencias que presentara el sistema judicial de la república de Weimar (muy mediatizado por los poderes fácticos y las luchas cainitas que destruyeron a la propia república) era un faro de libertad frente al sistema judicial nazi representado paradigmáticamente por el nefasto Roland Freiser, presidente del Tribunal Popular, donde la justicia era una pura farsa y los juicios se utilizaban para humillar públicamente a los acusados que, de antemano, sabían cuál iba a ser el veredicto: culpalble = pena de muerte. Por todo ello puedo llegar a entender la estrategia de defensa «transgresora» utilizada por Litten, seguramente no le quedaba más remedio.

    Saludos a ambos.

  21. Rodrigo dice:

    Gracias ti, Semíramis.

    Ambos factores aportan lo suyo, Valeria. Cuestión de carácter, claro que sí, y por lo visto la personalidad de Litten debe mucho al conflicto nunca resuelto entre padre e hijo (demasiado rencor de por medio, tanto que el padre de Litten apenas hizo algo por salvar a su hijo, mientras la madre movía cielo y tierra). Cuestión de convicción, también. Pero más que oponerse al texto legal, Litten luchaba contra su aplicación arbitraria, y es que el sistema judicial weimeriano dejaba mucho que desear en este aspecto.

    ¿Proyección? Vaya, Eduardo, por más que reviso la reseña no hallo modo de interpretar mis palabras del modo que señalas. Como fuere, quede claro que no he tenido intención de establecer una relación de causalidad entre lo uno y lo otro, como tampoco lo hace el autor del libro. En cuanto al incendio, las fuentes que conozco insisten en reseñar la incertidumbre que pesa sobre el caso.

  22. Eduardo dice:

    Hola nuevamente. Textualmente dice: «había adquirido notoriedad como pacifista y abogado defensor de acusados comunistas». Está clara la intencionalidad de la frase. Y en caso contrario, es decir, en que Litten separara radicalmente su actividad profesional de su concepción moral, pues deja mucho que desear de sus bondades personales y queda descalificado para ser elevado a la categoría de «héroe». Un pacifista no le creo suficientemente capacitado, técnicamente, ni anímica ni moralmente para defender a un terrorista. No puede hacerlo. Sus características éticas y morales no le hacen acreedor a volcar su pericia personal y profesional en su defensa. ¿Defendería a un militante nazi? Evidentemente no.
    Por eso los abogados defensores de terroristas políticos, siempre han sido personas comprometidas políticamente con el ideal que anima a sus defensores. Y puede ser en este caso. Es posible que, como buen comunista, a la izquierda incluso del partido, tuviese una concepción sesgada o «militante» del «pacifismo». Y nos de extrañar. Las injusticias, represalias, crímenes, y todo tipo de tropelías, subterfugios, excusas para la eliminación de enemigos, etc., procesos colectivos con penas de fusilamientos, perdidas de libertades, eliminación de organizaciones democráticas, etc. que pudiésemos con toda justicia adjudicar al régimen nacionalsocialista, y que todavía hoy se denuncian con fortaleza, fueron también llevados a cabo, incluso con anterioridad, por el régimen comunista, ideología que profesaba este «pacifista». Permítame que dude de su sincero pacifismo salvo que sea interpretado correctamente, es decir, como instrumento de lucha política comunista. No tuvo nada de pacifista que es de lo que se trata. Nunca fue un pacifista entonces. ¿Puede ser un pacifista el abogado defensor de un terrorista de ETA o de Al Qaeda?. Pues no. Del incendio del Reichstag, tengo que reconocer que bebemos de fuentes distintas. Es igual. Y como están claras las posiciones e interpretaciones, no creo que sea conveniente una excesiva prolongación. Saludos.

  23. Valeria dice:

    Lamento discrepar con Eduardo. Parte de la premisa, a mi juicio equivocada, de que todo abogado defensor está en sintonía con su defendido. A tenor de dicha premisa, el que defiende a un ladrón es un ladrón, el que defiende a un terrorista es un terrorista, o el que defiende a un maltratador también lo es. Desconozco si su experiencia del derecho de defensa es el mismo que yo tengo, pero me parece que minusvalora, desprecia y no comprende el derecho a la defensa que al menos en España defiende nuestro ordenamiento jurídico.

  24. Valeria dice:

    Disculpad, la aportación se me ha escapado de las manos a medio terminar. Sólo quería concluir señalando que además esa apreación se basan en un mero apriorismo personal, unido a una generalización a todas luces injusta. El derecho de defensa radica en el convencimiento profundo del derecho a un juicio justo para TODOS. Lo que nuestra Constitución (la española) denomina el derecho a la tutela judicial efectiva.

  25. Rodrigo dice:

    Lo que sí tengo claro es que la discusión no progresa si una de las partes insiste en distorsionar las premisas.

    Puntualizo por última vez: Litten NO era comunista.

  26. Rodrigo dice:

    … Si insiste en distorsionar las premisas o, peor, en hacer lecturas sesgadas. Encima, sin ninguna consideración para con las aclaraciones hechas a posteriori.

    Adiós.

  27. Rodrigo dice:

    Agradezco tu atinada contribución, Valeria.

    1. Javi_LR dice:

      Y yo, y yo. ¡Valeria! Un besico, maja.

  28. iñigo dice:

    Muy bueno tu aporte sobre los abogados Valeria. Efectivamente el derecho a la defensa, guste o no, lo tienen todos los ciudadanos, incluidos los de ETA. Y realmente, me cruzo todos los días con algún abogado que los defiende en juicio y no le llamaría asesino a la cara. No confundamos términos.
    No podemos juzgar a quien cumpliendo con su deber y su juramento se compromete a defender a los acusados de determinados delitos. Pobres abogados de oficio, o pobres criminalistas… los llevaríamos a todos a la cárcel.

  29. iñigo dice:

    Por supuesto creo que no tengo que aclarar mi posición sobre ETA y su entorno. Desgraciadamente llevo conviviendo con este tema desde que nací y he perdido algún conocido por su culpa… Lo aclaro por si acaso alguna quiere malinterpretarme. Repito no confundamos los términos.

  30. Ignatius dice:

    Compré este libro hace un mes mas o menos (por ese precio era obligado) y como aun no lo he empezado, tu magnifica reseña me anima ha hacerlo en breve, Rodrigo.

  31. Garibaldi dice:

    Si alguien quiere conocer de una forma más breve y amena su historia, puede visionar un docudrama de 90 minutos producido por la BBC y llamado «The Man Who Crossed Hitler»

  32. granados dice:

    Eduardo afirma:

    «Ese hecho histórico ha quedado definitivamente aclarado, corroborado y documentado, por las versiones de los actuantes y la del propio Jorge Dimitrov, que efectivamente fueron comunistas los causantes del atentado. »

    Esta afirmación es una patraña típicamente anticomunista.En primer lugar,Dimitrov negó rotundamente cualquier implicación comunista y deshizó con su soberbia actuación en el juicio el montaje nazi.

    No sé si Eduardo lee alemán, pero las fuentes primarias-basicamente los archivos de la Gestapo, de la fiscalía de Estado nazi,accesibles desde 1990 y que se encontraban en Berlín Este y Moscú- no dejan lugar a dudas sobre el montaje nazi.

    Existe un estudio a mi juicio definitivo y dificilmente refutable, que es el de Alexander Bahar y Wilfried Kugel:»Der Reichstagbrand wie Geschite gemacht wird»(El incendio del Reichstag .Cómo se creó la historia),edition Q, Berlín, 2001.850págs.

    Los autores desmontan la autoria de Marinus Van der Lube y su actuación como «lobo solitario».En realidad lo de Marinus Van der lube no es más que un mito establecido a 1945, por el ex-jefe de la Gestapo Rudolf Diels.

    Toda la evidencia circunstancial que ofrecen los dos autores, indica que los autores del siniestro fueron un comando de entre 3 y 10 miembros de las SA, acaudillados por Hans Georg Gewehr,utilizando el pasadizo subterráneo que comunicaba el palacio presidencial y el edificio del Reichstag.Todos ellos salvo Gewehr , fueron masacrados durante la «purga de sangre» de 1934.

    Por último matizar que Marinus van der Lube, no era «comunista» sino anarquista cómo el propio Dimitrov señaló durante el juicio.

    saludos.

  33. iñigo dice:

    En general me ha parecido un libro interesante, sobre todo en su referencia a la trama judicial durante la República de Weimar. En este aspecto sus explicaciones sobre el funcionamiento de los tribunales ante las algaradas comunistas y nazis, representadas en sus enfrentamientos por las calles de las ciudades alemanas, así como su evolución hacia sentencias poco parciales y cada vez más proclives al apoyo de quien ostenta el poder, en este caso, el nazismo creciente a lo largo de los años 30.
    En referencia al protagonista del ensayo, su historia evidencia las injusticias y poco democráticas acciones del gobierno de Hitler en los años anteriores a la 2ª guerra mundial, referenciando durante sus juicios, actuando como defensor de miembros del partido comunista, su inteligencia legal… y por que no decirlo, su lucha casi suicida frente al poder judicial y a un entorno marcadamente pro-nazi.
    Esclarecedora es su situación tras su arresto en diferentes campos de concentración, dejándonos ver el abuso y las atrocidades que comete el gobierno nazi contra todo o tdos los que se encuentra por el camino.
    Interesante, pero a su vez, tiene tramos del libro que se hacen pesados, y para mi, carecen de interés… Se trata de un libro prolijo en detalles, que para mí, ralentizan una lectura que de otra manera podría haber sido más ágil y amena.

  34. Rodrigo dice:

    Se me había pasado tu comentario, Iñigo, disculpa.

    Me alegra saber que la recomendación no ha caído en saco roto. Y que no te defraudara del todo, Iñigo. Comparto muy especialmente tu apreciación sobre lo referido a los tribunales, el autor aporta un matiz digno de tomar en cuenta en torno a una institución que se ha merecido tan mala imagen.

    Saludos.

  35. hola a todos .que tal?me gusta la diversidad de opiniones respeto de este abogado que enfrento a hitler.a mi en lo personal me agrada sobre manera el tema de la segunda gerrra.he leido bastante sobre el tema y es realmente fascinante.aclaro que no soy nazi pero si muy objetivo en todoel ultimo libro que estoy leyendo es (mi lucha de a.hitler.lo recomiendo en el analisis que en el hace deja ver su gran inteligencia y ya en aquellos años describe al parlamento de hoy en los paises burgueses tambien estoy leyendo los hornos de hitler y tanto uno como otro libro son atrapantes los recomiendo gracias a los que respetan la opinion de todos.tanto la izquierda como la derecha tienen y han tenido errores garrafales es esa la realidad no nos podemos encasillar debemos ser objetivos.o por lo menos yo trato de serlo graciasssssss

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