VIAJE POR ESPAÑA – Theóphile Gautier
«No soporto la idea de un momento en que el traslado de un punto a otro sea inmediato. El viaje, el desplazamiento, es lo fundamental».
Un libro absolutamente delicioso. Me tendréis que perdonar la sinestesia. Pero este libro casi se paladea como una exquisitez delicada. Quizás como los jamones que el autor adquirÃa en las ventas andaluzas. No sólo por el verbo privilegiado de Gautier, sino por su excelente espÃritu crÃtico y su capacidad de dejarse afectar emocionalmente por los lugares que visita (objetivo de todo viajero del siglo XIX).Â
Gautier habla con sinceridad, directo al corazón, pero no desde la ceguera. Critica lo que entiende criticable  y disfrutándolo o no, describe la España que se encuentra, no la que han construido los recopiladores de mitos. Y adora la España que aparece en su camino, la España decimonónica de las ventas desabastecidas, de los bandoleros que infestan los caminos, de los mendigos orgullosos, de la sangrienta fiesta nacional y de los monumentos apabullantes. Dato sorprendente, se siente espantado por el Escorial, pero acaso lo compense embriagándose en la catedral de Sevilla y ridiculizando las económicas dimensiones de Notre Dame.
Gautier va a atravesar España por la que podrÃamos llamar ruta de los invasores: Desde San Juan de Luz hacÃa Burgos, Madrid, Córdoba y luego recreándose en AndalucÃa. Una AndalucÃa decimonónica en pleno verano, donde Gautier sufre orgulloso lo que puede ser un verano andaluz en un siglo sin comodidades. Nos transmite la dureza del viaje, la incomodidad del alojamiento y la, en ocasiones, opulencia de la comida. Y es que hacÃan falta cantidades prodigiosas de alimento para soportar aquellos viajes.
Es una España donde hay que atravesar desiertos desolados (impresión reforzada por la complicación de las distancias. Sólo de Madrid a Ocaña hace falta una jornada, y dura, de camino), pero dónde el viajero se ve recompensado con la majestuosa soledad de una geografÃa sobrecogedora (sobre todo para las recuas de mulas).
Una España donde la población se amontona en los núcleos urbanos (obviamente, no visita el Noroeste ni el Levante) dónde la vida cultural, en su opinión, consiste en un remedo de la francesa en cuanto al teatro y los espectáculos, o en la avasalladora pasión por la fiesta de los toros (Que es sangrienta hasta extremos medievales y que la descripción de Gautier no ahorra).
La España del XIX vista por un francés fascinado.
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¿Calor del verano Andaluz? Pues si este hombre hubiese cogido una máquina del tiempo y llega a venir en julio de este año se muere. XD
Bien está un libro de viajes que no se dedique a contar lo mismo una y otra vez, yendo a lo fácil y perpetuando tópicos. Bueno, me voy a comerme una paella y echarme una siesta después, que hoy no tengo ganas de trabajar.
El calor que describe es poco menos que infernal. Pero su necesidad de contar historias heróicas en los cafés parisinos le exige el sacrificio.
Un libro al que le tengo ganas. Me encantan las idas, venidas, aventuras y hallazgos de aquellos viajeros decimonónicos que venÃan a buscar el fulgor de un pasado oriental en los ojos de una imaginaria Carmen. A ver si un dÃa cae por estos lares Washington Irving, que es un personaje también de lo más interesante, padre de los primeros que decidieron extasiarse con aquella España de raigambre africana.