TINTÍN-HERGÉ: UNA VIDA DEL SIGLO XX – Fernando Castillo

TINTÍN-HERGÉ: UNA VIDA DEL SIGLO XX - Fernando Castillo«¡Por los bigotes de Plekszy-Gladz!»

Inevitablemente una reseña como esta tiene un componente personal evidente. Como muchos tintinófilos (sin necesidad de caer en una cierta tintinolatría), me acerqué a los cómics de Hergé (Georges Remi, 1907-1983) en mi más tierna infancia. Lo curioso es que a día de hoy no poseo ni siquiera un ejemplar de los 23 álbumes publicados sobre las aventuras de Tintín (y eso si no contamos el 24º, Tintín y el Arte-Alfa, incompleto): siempre los he leído de prestado o in situ en bibliotecas de barrio o en librerías. No me preguntéis por qué nunca he tenido tal tentación (por eso no me acabo de considerar un tintinólatra); lo cierto es que nunca tuve la necesidad y si acaso he releído los diversos álbumes, sin orden ni concierto, ha sido, lo dicho, en bibliotecas o librerías.

No guardo un recuerdo especial de cuando fue la primera vez que un cómic de Tintín cayó en mis manos: debía de tener diez u once años, posiblemente fuera en la biblioteca del centro cívico de La Sedeta, un centro de enseñanza de la parte baja del barrio de Gràcia barcelonés, adonde acudía con algunos compañeros de clase al salir del colegio para echar unas canastas, chutar un balón de fútbol o, después, hacer los deberes de cada día. Siempre me sobraba un rato para leer cómics como los de Tintín, Astérix o el mítico Cavall Fort (los lectores catalanes de esta reseña que sean más o menos de mi edad recordarán este tebeo). Tintín siempre caía en uno de esos ratos; las relecturas fueron constantes, hasta el punto de que sus diálogos, en catalán (nunca me he acostumbrado a leer a Tintín en otra lengua que no fuera ésta), con los exabruptos del capitán Haddock, forman parte de mis recuerdos infantiles y juveniles.

TINTÍN-HERGÉ: UNA VIDA DEL SIGLO XX - Fernando Castillo

Georges Remi, Hergé

Y no sólo los más que variopintos insultos y reniegos del capitán Archibald Haddock de la marina mercante, los comentarios más o menos simpáticos de Milú (que siempre me parecieron algo cargantes, aunque necesarios para comprender la peculiar relación con su amo) o las interjecciones de un joven Tintín (cómo olvidar su característico vatua l’olla! de las traducciones catalanas); también las andanzas de un reportero belga por todo el planeta, el evidente trasfondo histórico de las aventuras del personaje y, cómo no, personajes secundarios como los inefables Dupond y Dupont (Hernández y Fernández en la traducción castellana), el despistado profesor Tornasol, el insufrible Serafín Latón (Serafí Llantió para los lectores catalanes), el general Alcázar, el mayordomo Néstor o la peculiar Bianca Castafiore, el Ruiseñor de Milán (y su eterna interpretación del «Aria de las Joyas» del Fausto de Charles Gounod, «¡Ah, me río de verme tan bella en el cristal!»). Y sin olvidar a villanos y malvados como Rastapopoulos, Allan Thompson, el doctor Müller o el coronel Spönz. Y países imaginarios como Syldavia (que depende de la época en que se escribieron los álbumes era una tradicional Bélgica o una mitificada Austria) y Borduria (por las mismas razones, o bien la Alemania nazi o la Rusia soviética). Porque todo ello forma parte de un universo, el tintinesco, creado por Hergé y cuya primera presentación en sociedad, Tintín en el país de los Soviets fue en 1929. Hasta 1976 y Tintín y los ‘Pícaros’, Hergé publicó periódicamente los 23 volúmenes por todos conocidos, primero en Le Petit Vingtième, el suplemento infantil del diario católico belga Le Vingtième Siècle, luego en el rotativo Le Soir (durante los años de la Segunda Guerra Mundial) y, ya desde los años cincuenta, en los Estudios Hergé (publicados por Casterman, Editorial Juventud para las ediciones castellana y catalana).

En esta evolución cronológica, Hergé fue ganando autonomía e independencia, y de todo ello se refleja la propia evolución de Tintín y los diversos personajes: de un Tintín con rasgos y actitudes demasiado juveniles por no decir infantiles (y no sólo en el físico, sino también en la actitud moral e ideológica), que denota un anticomunismo de raíz católica y un colonialismo a la europea, pasamos ya en la década de los años treinta al Tintín que se enfrenta al autoritarismo de tono fascista de países como Borduria (id est, la Alemania nazi) y al Tintín de los años cuarenta de la Bélgica ocupada que trata de no meterse en política; y al Tintín de los años cincuenta y sesenta, el más maduro, el que ya no es periodista activo pero que tiene como telón de fondo la Guerra Fría, los antecedentes de la carrera espacial (pisando la luna quince años antes que Armstrong y con un detallismo técnico que sorprende por su casi perfección), las aventuras con ovnis y el retorno a la América de guerrilleros como el general Alcázar. No en balde la evolución de Tintín y de su universo es también la del propio Hergé, que poco a poco se fue liberando del proteccionismo del abate Wallez (que no habría que considerar un fascista sin más, como se lee por ahí, sino un conservador católico bastante radical), director de Le Vingtième Siècle. La relación de amistad de Hergé con el líder fascista belga Léon Degrelle le puso en la picota tras la guerra, así como su relativo colaboracionismo con las autoridades alemanas que ocuparon Bélgica entre 1940 y 1944. En cierto modo Hergé tuvo que pasar por un proceso de «desfastización» por el modo en que sus cómics expresaron con tibieza las relaciones con un país colaborador como Alemania, aunque lo cierto es que Hergé no se destacó realmente en mostrar un apego con la Alemania nazi. Creciendo ideológicamente, dentro de un cierto y sempiterno conservadurismo, Hergé (y Tintín) pasaron a mostrarse como adalides de una cierta manera de ver el mundo, siempre opuesto a las tiranías totalitarias o a democracias capitalistas exacerbadas como los Estados Unidos, siendo Bélgica (o Syldavia en la etapa central de la obra tintinesca) el escenario de una cierta neutralidad, o quizá un cierto distanciamiento respecto la política de bloques. Así, en el díptico sobre el viaje lunar –Objetivo: la Luna y Aterrizaje en la Luna, 1953-1954– y, especialmente, en El asunto Tornasol (1956), Hergé se distancia incluso de su propio país imaginario, Syldavia, que puede ser asimilado a unos Estados Unidos que nunca le gustaron, enfrentados a Borduria/la URSS ya sea por la carrera espacial o por la creación de armas de destrucción masiva (léase la bomba atómica). Los años sesenta nos presentan a un Hergé (y un Tintín) que se alejan de la política internacional, que se relajan incluso en la imitación de una opereta (Las joyas de la Castafiore), para regresar ya en los años finales de la década a la aventura con toques paranormales (Vuelo 714 a Sídney) o a la guerrilla latinoamericana (Tintín y los ‘Pícaros’) a mediados de los años setenta, momento en el que Tintín se ha despedido de nosotros, sin anunciarlo, por no hablar de un Hergé que trabajará en los primeros años ochenta en un álbum (Tintín y el Arte-Alfa) que no llegará a ver publicado.

De todo ello, y ya es hora de comentarlo, trata Tintín-Hergé: una vida del siglo XX (Fórcola) de Fernando Castillo, libro recién publicado y que supone una reedición, aumentada y mejorada, de una obra anterior, El siglo de Tintín (Páginas de Espuma, 2004). Todo lo anteriormente escrito no deja de ser un resumen personal de este libro, una auténtica joya para tintinófilos y tintinólatras de todo pelaje. Pues no sólo seguimos la historia de la creación de un personaje (y la biografía de su creador), sino que, como el subtítulo del libro reza, también estamos ante un viaje al siglo XX, entre 1929 y 1976 para ser exactos, en el que Tintín (y Hergé) son el doble eje sobre el que gira un universo de un cómic y de la época en el que fue escrito. Castillo, gran conocedor del personaje, ajeno a polémicas y endiabladamente ameno en su manera de contarnos una particular historia del (medio) siglo XX, nos cuenta los pormenores de cada álbum, la aparición de los diversos personajes y el cariz ideológico que subyace en cada volumen, que, como ya hemos comentado, es muy dependiente de los años en que fue escrito. Y todo ello provocando la sonrisa cómplice de todo tintinófilo (y tintinólatra) que se precie. Incluso planteándose qué habría sido de Tintín en la actualidad:

«Tras haber desaparecido Tintín en los últimos años de la década de los setenta, y muerto Hergé a principios de los ochenta, a las puertas de producirse una serie de acontecimientos que van a determinar el final de una época, ¿cómo no vamos a imaginar qué hubiese dicho y hecho el periodista al respecto en los últimos años? ¿Qué hubiera pensado del fin de la Unión Soviética y del comunismo o de la nueva crisis de los Balcanes? ¿Cómo hubiera reaccionado ante los ordenadores e Internet? ¿Qué escenarios habría recorrido ahora que la sociedad global ha acabado con todo exotismo? ¿Cómo hubiera contemplado el terrorismo generalizado que azota a las sociedades actuales o el fundamentalismo islámico? ¿Qué diría de la emigración y del narcotráfico? ¿Habríamos podido ver alguna aventura del periodista en alguno de los escenarios que han caracterizado a los años posteriores a su desaparición? ¿Qué nuevas poéticas habrían surgido?» (p. 299)

Nosotros también nos lo preguntamos. Y probablemente habríamos concluido con la frase que el propio Hergé le dedicó a su personaje en una carta radiada en junio de 1964: «¡Salud, muchacho! Yo diría aún más: ¡Salud!».

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22 comentarios en “TINTÍN-HERGÉ: UNA VIDA DEL SIGLO XX – Fernando Castillo

  1. Balbo dice:

    ¡Me encanto este libro! lo leí hace años y fue toda una delicia. Como buen tintinofogo me alegra que se editen estos libros. Buena reseña, y animo a todo el mundo que lo lea, les encantará ;-)

  2. cavilius dice:

    Nunca he sido tintinero, la verdad, jamás he leído un cómic de Tintín; prefiero las salvajadas y la juerga loca de los cómics de Astérix al remilgo blandiblub de Tintín.

    Claro que sin haber leído nunca el cómic, cómo diantres voy a defender esa opinión…

  3. Clodoveo11 dice:

    A mí Tintin siempre me pareció un soso. Donde estén Mortadelo y Filemón y los inventos del profesor Bacterio…

  4. Farsalia dice:

    ¡Tintinófilos del mundo, uníos!

    Y qué adecuada la publicación de esta reseña hoy… ;-)

  5. Lucía dice:

    Farsalia comentas que leíste los comics de Tintín en catalán, pues yo los comencé a leer en inglés, cuando estaba prendiendo ese idioma; para mí siempre será el profesor Calculus, y no Tornasol, y Thomson y Thompson( los Hernandez y Fernandez), así como Snowy, (Milú). Los descubrí tarde, yo he sido de Asterix, pero me engancharon totalmente y, al contrario que tú, los tengo todos y por triplicado (como los formularios), en inglés, francés y español y me encantan. Mi hijo es, gracias a este afán mío, un gran seguidor de Tintín, aunque en su caso le gusta más verlo en las películas de dibujos que se hicieron.

  6. iñigo dice:

    Yo tenía las dos colecciones, Tintín y Axterix. Cuando me casé mi hermano se quedó con Tintín y yo con Axterix… con el tiempo no se si hice bien; pero hora estoy pensando comprar la colección de Tintín, para que la pueda leer más adelante mi hija, aunque también es verdad que yo creo que será para mí y mi ego, porque mi hja no quiere ir a ver la peli de Spilberg y eso dice mucho de su gusto por el personaje.

  7. Rosalía de Bringas dice:

    ¡Me ha encantado esta reseña! Con esa preciosa introducción personal… Y el cariño hacia el personaje.
    Debo confesar que yo descubrí a Tintin a través de la mirada de mi hijo, cuando él era pequeño y los leíamos juntos; tal vez por eso guardo un recuerdo tan estupendo de sus páginas.

  8. Farsalia dice:

    Gracias. ;-)

    Las películas de dibujos animados de Tintín no me gustaron: para mí, el cómic. Sin otras voces, sólo las que mi imaginación quiera darle a los diversos personajes.

  9. Lopekan dice:

    ¡Tonnerre de tonnerre! ¡Por mil pantalones bombachos que ésta sí es una reseña oportuna! Sería bueno que la peli de Spielberg atrayera algo de la atención general hacia la «versión original»: los álbumes de Tintín en papel.
    Cuidaico con el rodillo hollywodiense, que puede coger y despachurrarnos a los europeos cualquier referente cultural que escoja para su «entertainment». Cuando el rey Midas del celuloide,al que le atribuímos cierto bagaje cultural, rodaba sus Indianas en europa, le hablaron de Tintín, que él… ¡desconocía por completo! Fue entonces cuando empezó a maquinar lo que ahora eclosiona. Nos roban la cultura y la historia porque están hambrientos de ellas. Igual compran y trasladan a Maine un castillo irlandés, piedra a piedra, que nos compran un guión de una película europea que les ha gustado para hacérsela de nuevo, pero a su gusto… ¿Eso es preservar la historia o respetar la cultura? Y luego vamos nosotros y procuramos leer a Walt Whitman en su idioma original y nos dislocamos con las películas del mismo Spielberg… Yo entre ellos. Sin embargo y por los trozos que llevo vistos parece que la película está bien. Espero que no se trate de un ardiente sol de cine que se arrima demasiado a una hermosa mariposa de papel, admirado por su belleza, y la abrasa. Releamos al Tintín de papel antes de que nos lo desnaturalizen – yo hasta estoy dispuesto a prestar los míos-. ¡Zillions de salopards!

    1. Javi_LR dice:

      ¡Ja, ja, ja…! Lopekan, tu intervención me ha recordado a nuestro debate acerca de los mitos ;o)

  10. Farsalia dice:

    A ver qué habrá hecho Spielberg… y no es una frase hecha, sino que habrá que ir a ver su película, jejeje. No espero gran cosa, sólo le pido que tenga un poco de respeto por el cómic de Hergé. Otro vómito sobre la tumba de Dumas, no, por favor… Los efectos especiales me dan igual, el famoso motion capture, la acción a raudales, me da lo mismo. Yo, como tintinófilo nostálgico, sólo espero que haga una versión digna. Aunque los ojos de sus propias estatuas carezcan de vida, como decía Rex Harrison años ha…

  11. Lopekan dice:

    Sí, Javi, es que, al menos en mi caso, los mitos y Tintín son parte de un mismo mundo. Mis primeras lecturas fueron una edición ilustrada de la Ilíada y un álbum de Tintín. Y como una parte importante del territorio de los mitos reside en la infancia, así hemos salido luego de mayores, preocupándonos porque no nos toquen a «nuestro» Tintín :)

    Coincido con Farsalia en que la técnica cinematográfica de «captura del movimiento» puede ser espectacular, y Peter Jackson lo ha probado ya con creces en -por ejemplo- el Gollum de ESDLA, pero sigue siendo sólo una cuestión de factura, de envoltorio, de cáscara para mí. Lo importante es el alma, la esencia. Y en Tintín lo importante es recoger esa alma noble que nos sirve de testigo de los acontecimientos y escenarios de su tiempo. Historias bien documentadas hilvanadas en torno a un periodista o aventurero, da igual, pero siempre honesto, valeroso, leal y digno.

    Y luego está el Profesor Tornasol: O_o

    ¿Está todo eso en la gran pantalla, o se ha perdido en la traducción al otro soporte? Peter Jackson mantuvo la esencia y la acrecentó en sus King Kong y ESDLA. Cruzo los peludos dedos de los pies por El Hobbith.

  12. Antígono el Tuerto dice:

    ¡Larga vida a Tintín!, ¡viva Milú!, ¡mil millones de rayos y centellas!
    ¡Y muerte a los tintinófobos!, ¡antropófagos, filibusteros, bashi-bazouks, australopitecus, protozoos! :-))
    Que recuerdos de mi infancia, yo también tengo aún toda la colección de Tintín (y de Ásterix) en mi rincón secreto…por cierto, con el cuento de la película, los han vuelto a sacar a la venta.
    Gran reseña farsalia, nos haces recordar con nostalgia el mundo de nuestra tierna infancia.
    Y ya que de Tintín hablamos, todo el mundo comenta y hace gracia de sus nulas relaciones con el sexo femenino, pero a mí siempre me llamó la atención el hecho de que Tintín sea periodista y nunca supimos en que medio trabajaba, ni le vimos realizar tareas periodísticas, pero sí que vimos lo bien que pilotaba aviones, conducía tanques, manejaba pistolas, fusiles…y con puntería muy precisa; ¿tenía Tintín un pasado a lo Rambo?

  13. Hagakure dice:

    El universo Tintín siempre ha sido uno de mis temas preferidos y uno de los que mas me han marcado. De vez en cuando aun leo alguno y me sigue sorprendiendo la genialidad de Hergé. Mis preferidos son: «El asunto Tornasol», Las joyas de la Castafiore», «Stock de Cock» y «Tintín en el Tibet», sobretodo los dos primeros: geniales!.
    Farsalia, yo también leía «Cavall Fort», por cierto.

  14. Horus-chan dice:

    He aquí otro que también leía Cavall Fort, aunque era un peñazo de revista.

    Por otro lado, he de felicitar a Farsalia por la excelente reseña e introducción al mundillo Tintín. Yo aún guardo todos los álbumes de Tintín, e incluso tengo algunos de las «primeras versiones» (los primeros álbumes fueron redibujados por él mismo años más tarde).

    De Asterix también tuve algunos pero, para mi, no había ni punto de comparación entre ambas sagas.

  15. Farsalia dice:

    Gracias. ¡Tintinófilos, dad la cara! XD

  16. Endeavour dice:

    Gracias por la reseña, ya lo tenía apuntado pero lo había olvidado. Ahora, a buscarlo. Cada vez más prefiero el género biográfico o el ensayo a la novela. Será la edad…
    un saludo.

  17. Jaimemarlow dice:

    Off topic. Perdón por traerlo aqui, pero no sé como contactar con Farsalia. ¿Qué pasa con el blog «res publica restituta»? Desde hace dos días no puedo entrar en él, me aparece como suprimido.

  18. Farsalia dice:

    Me lo asesinaron, Jaime, en una tarde de otoño. Cosas de Blogger que no se dignaron a aclarar. Ahora tengo
    otro, en el que trataré de recuperar parte de lo allí vertido.

  19. Farsalia dice:

    Eso mismo dije al leer el infame correo de Blogger dándome la noticia…

  20. VENDO COLECCIÓN «LAS AVENTURAS DE TINTÍN»

    web: http://lasaventurasdetintinvendo.blogspot.com/

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    Títulos de la colección:
    Tintín en el Congo
    Tintín en América
    Los cigarros del faraón
    El Loto Azul
    La oreja rota
    La isla negra
    El cetro de Ottokar
    El cangrejo de las pinzas de oro
    La estrella misteriosa
    El secreto del Unicornio
    El tesoro de Rackham el Rojo
    Las siete bolas de cristal
    El templo del sol
    Tintín en el país del oro negro
    Objetivo: la Luna
    Aterrizaje en la Luna
    El asunto Tornasol
    Stock de coque
    Tintín en el Tíbet
    Las joyas de la Castafiore
    Vuelo 714 para Sídney
    Tintín y los Pícaros

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