TESTIMONIO DE DOS GUERRAS – Manuel Tagüeña Lacorte

Testimonio de dos guerrasManuel Tagüeña es uno de los personajes más singulares de cuantos tuvieron protagonismo destacado durante la guerra civil española. Una de esas personas a las que un acontecimiento extraordinario, como fue la contienda, les permiten aflorar cualidades y condiciones igualmente extraordinarias que los hacen verdaderamente singulares y los conducen por caminos insospechados hacia una existencia fuera de lo común.

En julio de 1936, Manuel Tagüeña tiene 23 años. Acaba de obtener el doctorado en ciencias físico-matemáticas; de los movimientos sociales católicos ha pasado a las Juventudes Comunistas; tiene una amplia experiencia como militante de la izquierda radical y ha participado en todo tipo de enfrentamientos, incluso armados, con grupos derechistas; también conoce, brevemente, la cárcel, como consecuencia de las represalias políticas tras la Revolución de Asturias del 34. Pero, en ese julio del 36, sus aspiraciones son, exclusivamente, casarse con su novia, obtener un puesto de profesor en un instituto de enseñanza secundaria y vivir lo más intensamente posible su profesión. El golpe militar lo cambia todo. Tagüeña se incorpora a los grupos milicianos que operan en Guadarrama y allí, casi de inmediato, empieza a aflorar su singularidad. En medio del caos militar en el que vive la República en esos primeros meses de lucha, Tagüeña, que sólo tiene la experiencia militar que le otorga su paso por las milicias universitarias, destaca como un organizador sereno y eficaz y se convierte en un líder militar indiscutible. En apenas semanas pasa de dirigir pequeños grupos armados a unidades mayores, tipo compañía y batallón y, tras afiliarse al Partido Comunista, recibe el espaldarazo definitivo para obtener el mando de una brigada mixta primero y después, en 1937, de una división. En julio de 1938, los 70.000 hombres que componen el XV Cuerpo de Ejército del Ejército Popular de la República, al mando de Manuel Tagüeña, que apenas tiene 25 años de edad, cruzan el Ebro y dan comienzo a la batalla decisiva de la guerra. Tras la retirada de Cataluña entra en Francia para regresar de inmediato a la zona central republicana y emprender el definitivo exilio al término de la guerra. Es un respetado militar, miembro distinguido del PCE, y el partido se ocupa de él. Su destino es Moscú. Todos los militares republicanos comunistas procedentes de milicias son enviados a la Academia Frunze, para su reconversión en militares profesionales soviéticos. Tagüeña se engarza en esa maquinaria. Admira a la Unión Soviética, pero casi inmediatamente percibe que no es lo mismo ser comunista en Madrid cuando el PCE lidera la República, que serlo en Moscú, en plena paranoia purgadora de Stalin y con todos los internacionalistas bajo sospecha. Estalla la Segunda Guerra Mundial y esa sospecha se materializa en la prohibición para los veteranos milicianos españoles de intervenir en el conflicto, por mucho provecho que hayan sacado de sus cursos en la academia militar. Tagüeña, con su mujer y su suegra, se pasa la guerra en retaguardia, ya como profesor de la Frunze, en unas condiciones materiales precarias pero infinitamente mejores que la mayoría del pueblo ruso. Cuando concluye la guerra es jefe de estado mayor de una división acantonada en retaguardia dedicada a labores de adiestramiento de tropas. Siguen unos meses de inactividad, que intenta superar escribiendo artículos de propaganda política, pero en los que el sentimiento de desilusión sobre el modelo soviético que percibe desde el primer momento estalla con toda violencia. No soporta el abuso de poder que se da en todas las escalas del partido; el aniquilamiento de los que discrepan; la ineficacia y la burocratización; el sentimiento de sospecha permanente, de miedo constante. No soporta las trifulcas, tensiones, querellas, envidias, luchas intestinas y conspiraciones en las que viven permanentemente los exiliados comunistas españoles, de los que se siente cada día mas distanciado. Consigue que le envíen a Yugoslavia, dentro del grupo de asesores soviéticos para el ejército del mariscal Tito. La vida en Yugoslavia es mucho más relajada que en la Unión Soviética y Tagüeña se organiza como si fuese a vivir allí largo tiempo. Tiene una hija. Su despego ideológico ya es casi total. Se limita a cumplir sus obligaciones oficiales y a buscar una oportunidad para salir del sistema. El enfrentamiento entre Stalin y Tito lo complica todo de nuevo y Tagüeña, junto con un minúsculo grupo de comunistas españoles, es enviado a Checoslovaquia. Es un exiliado en toda regla. Ya no es militar, ni asesor, ni nada que tenga que ver con la estructura política soviética. Un sastre transforma sus uniformes en trajes civiles. Recupera su nombre en castellano y su profesión de físico. Consigue un puesto de asistente en los laboratorios de la facultad de Medicina de la Universidad de Brno. Lleva una vida cómoda y tranquila. Progresa en su carrera de investigador y hasta consigue una cátedra, nace su segunda hija y con enorme dedicación y esfuerzo estudia toda la carrera de medicina. Pero la hola de represión policiaca que se desencadena en casi todo el bloque comunista europeo a finales de los cuarenta y comienzo de los cincuenta, le afecta de lleno. Tagüeña es sospechoso. Está contaminado por su estancia en la Yugoslavia de Tito; no manifiesta entusiasmo público por el régimen y nadie en la estructura comunista española en el exilio le protege. Se le controla discretamente y acaba declarando ante la policía política. Sale indemne de estas pesquisas pero la desilusión percibida en Moscú, el despego manifestado en Yugoslavia se convierte ya en franca animadversión y rechazo, que se incrementa infinitamente cuando vive todo el proceso de purga de los dirigentes comunistas checos y el ahorcamiento de los más destacados. Ya sólo piensa en salir. Con increíble tenacidad inicia todo el proceso burocrático para conseguir el permiso de salida. La muerte de Stalin en 1953 facilita un poco las cosas y en 1955 Manuel Tagüeña, con su mujer, dos hijas y su suegra logra salir hacia México. Reorganiza su vida como puede. Da clase, traduce y al final alcanza una estabilidad como asesor científico de unos laboratorios farmacéuticos.

A los adictos a los libros de Historia nos gustan las memorias. Pero siempre las cogemos con pinzas. En todas hay datos de enorme valor histórico, acompañados de una enorme carga de subjetividad que casi siempre las desvirtúa en su conjunto. De la justificación al ajuste de cuentas, la gama de tendencias de las memorias y autobiografías de personajes decisivos en momentos decisivos de la historia en muy amplia. En esto, Manuel Tagüeña también es singular. Escribe estas memorias en 1969, cuando ya todos los que tuvieron algún protagonismo en la guerra civil han publicado las suyas. No tiene nada que justificar, nada que reivindicar, a nadie obedece, está fuera de toda polémica. Además, pese a su rechazo del mundo comunista, no es un renegado, ni un nuevo profeta del capitalismo, ni quiere reescribir los acontecimientos. Conserva sus sueños de un socialismo democrático que, en el momento de redactar sus recuerdos, sitúa en la utopía. El paso del tiempo ha depurado todas las pasiones.

Esto es lo que, a mi juicio, otorga un enorme valor e interés a estas memorias. Son el relato subjetivo de unos hechos extraordinarios contados de la forma más razonable que he podido ver en este tipo de documentos. Sin juicios temerarios, ni elogios desmedidos, ni autocomplacencia alguna. Una tarea difícil y encomiable. Las cosas sucedieron de una manera y así las relata. Si la dinámica de enfrentamientos políticos durante buena parte de los años republicanos suponía llevar pistola por la calle, y utilizarla, así lo cuenta y así relata sus experiencias; si de la nada tuvo que encuadrar, organizar, dirigir y disciplinar unidades milicianas hasta convertirlas en unidades operativas y al frente de ellas participó en batallas decisivas, lo cuenta con minuciosidad forense; todo el proceso de desencanto del sueño comunista lo relata con íntima emotividad. Toda esta razonabilidad hace que las casi 700 páginas del libro apenas le pesen al lector, que agradece no ser manipulado ni adoctrinado, sólo informado de forma honesta.

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25 comentarios en “TESTIMONIO DE DOS GUERRAS – Manuel Tagüeña Lacorte

  1. Incitatus dice:

    Hola Chema,

    Interesante libro, no lo conocía. Por la portada veo que es antiguo ¿será difícil encontrarlo, no? ¿hay alguna edición moderna? Por como lo has reseñado parece un libro ecuánime, un puro testimonio que desde luego parece muy interesante.

    saludos

  2. Urogallo dice:

    Parece uno de la colección planeta «Espejo de España», ¿No?. Libros interesantísimos, pero hoy dificiles de encontrar excepto en librerias de viejos y bibliotecas ( Aunque de vez en cuando re-editan alguno, como las muy prescindibles memorias de Franco Salgado Araujo).

  3. pepe dice:

    Aún estoy bajo la impresión que me ha producido la estupenda reseña, Chema: qué personaje tan excepcional y qué vida tan extraordinaria. Enhorabuena.

  4. Chema dice:

    Hola a todos. La obra se editó en España por primera vez en 1978, efectivamente en la colecció Espejo de España de Planeta. Hay una edición reciente de 2005, que está aún en las librerías. También ha estado incluida en la colección Biblioteca Guerra Civil de PlanetaDe Agostini durante dos temporadas, así que hasta hace muy poco se encontraba en los quioscos.

  5. Clío dice:

    Estupenda reseña Chema, me gustaria saber si has leido las memorias de su esposa, creo que tambien estan publicadas «Antes que sea tarde», seria interesante ver tambien el «lado» femenino de todo esto ¿no crees?

  6. David L dice:

    Hace tiempo que leí el libro de memorias de Tagueña, de hecho, tengo la misma edición que menciona chema. El caso de Tagueña es un tanto paradójico. Podríamos decir que era un niño bien, o por decirlo de otra manera, perteneciente a la clase media que no era poco en los años 30 en España. Inicialmente tuvo contactos con grupos católicos, pero como a él lo que le iba era ser un rebelde la lucha contra la contra la Dictadura de Primo de Rivera se convierte en eje de su incipiente vida política. Una vez que se une a los partidarios de derrocar a la Monarquía entra de lleno en la II República como un hombre de acción. Lo suyo es la pelea física, ya sea en la universidad o en las misma calles con grupos derechistas. Eso no quita para que Tagueña fuera un gran estudiante, pero él necesitaba una motivación extra en su vida, de ahí que la política se convirtiera en su fuente de energia vital.

    Como popularmente se dice, dicho sea con todo los respetos, éste estuvo en todos los fregaos. Igual se batió a disparos contra falangistas, que participó en la revolución del 34, y ya en plena època prebélica también estuvo presente( esa misma noche) en el cuartel de Guardias de Asalto de Pontejos, famoso cuartel desde donde salió la furgoneta con los asesinos de Calvo Sotelo la noche del 12 al 13 de julio en Madrid, en los prolegomenos de este macabro acto final que llevaría a decidir a más de un dubitativo a incorporarse al golpe del 18 de julio.

    En la GCE dio muestras de ser un hombre con carácter, hasta el punto de mandar un cuerpo de Ejército con 24 años en la Batalla del Ebro. Además no se arrugó y volvió a la zona Centro desde Francia para continuar la lucha en este frente cuando todo estaba ya prácticamente perdido.

    En el exilio pasó penurias, miedo y desencanto, no sólo con respecto al comunismo, sino también con la relación con miembros del PCE. Algunos le defraudaron para siempre.

    En fin, una vida llena de emociones…..

    Un saludo.

  7. Cuchufletas dice:

    ¡Has contado toda su vida…! Pero reconozco que si no lo hubieras hecho, a los que no conocemos de nada a este personaje no nos atraería tanto, ni podríamos juzgar lo interesante y lúcido de sus memorias sin haber contemplado toda su evolución personal.

    Desde luego, una vida para aprender de ella.

  8. Chema dice:

    Clío, no he leido las memorias de Carmen Parga, esposa de Tagüeña, pero sí tengo referencias de las mismas. Durante la República, Carmen Parga era una militante izquierdista mucho más radical que su marido. En los años de la contienda le siguió por los diferentes frentes y participó en labores de propaganda política. Cuando llegó a la Unión Soviética sufrió un proceso de desencanto mucho más acentuado que el de su marido. A ella le tocó la peor parte de la vida en el exilio: Tagüeña tenía su trabajo, su carrera militar, pero ella tuvo que enfrentarse a todo tipo de estrecheces y privaciones, con la angustia permanente de saber que su marido no era adicto, que estaba siempre en la cuerda floja y que en cualquier momento podía pasarle cualquier cosa y quedar toda la familia desamparada. Sus memorias son, efectivamente, el lado más humano e íntimo de la aventura de la familia Tagüeña. Tienen el interés añadido de que completan las redactadas por su marido, pues éste concluye su relato en el momento de la llegada a México y las de Carmen incluyen todo el periodo de vida en ese país, hasta la muerte de Franco. Carmen Parga murió en 2004. Sus hijas son hoy miembros destacados del mundo académico y científico de México.

  9. Clío dice:

    Eso imaginaba, ayer despues de leer tu reseña estuve buscando datos de Tagüeña en Google y salió lo de las memorias de su esposa, que como bien dices deben ser un complemento sustancioso a las suyas, intentaré buscar los dos, no sé si para leerlos yo o para regalar a un amigo que tengo que le apasionan estos temas de la guerra civil española, gracias de nuevo. Saludos

  10. Chema dice:

    Yo no me atrevería a decir que Tagüeña necesitase motivaciones extras en su vida y que la política se convirtiese en su fuente de energía vital y que, en general, su personalidad encaje en lo que se conoce como hombre de acción, aunque en su vida la tuvo de sobra. Tagüeña era una de esas pesonas que ponen toda su pasión en lo que están haciendo, sea lo que fuera. Como militante, se implicó hasta las cachas en la acción política; como estudiante, no paraba hasta lograr la matrícula de honor; cuando hizo el servicio militar, se aplicó a fondo hasta ser primero de su promoción y no logró el grado de alférez porque salió a relucir su historial político-penal; ya al frente de importantes unidades de combate, mientras otros líderes salidos de la nada igual que él, como Modesto, Líster o El Campesino, dirigían sus tropas a base de intuición y coraje personal, Tagüeña se estudia los manuales de estado mayor de la Escuela Superior de Guerra de París. No era un «echao palante», ni un hombre ávido de aventuras y de acción a toda costa. Simplemente,se entregaba a fondo en lo que hacía. Sus aspiraciones poco antes del comienzo de la guerra, como señalo en la reseña, eran pequeño burguesas, pos así decirlo: hacer oposiciones y casarse con su primea y única novia. El interés por la política le duró poco y su pasión se volcó en recuperar su vida de científico.

  11. David L dice:

    Tagueña comenta en sus memorias, que en una conversación con un viejo carlista, siendo él todavía un jovenzuelo, éste le espetó algo así como: «nadie puede ser neutral en este mundo, uno debe implicarse con pasión en una causa»…y ésto fue una máxima en su vida desde aquel entonces. Estoy de acuerdo en que Manuel Tagueña era muy «competitivo», por denominarlo de alguna manera, en todo lo que se ponía, pero el hecho de pasar de círculos católicos a cedulas comunistas son tratadas por el mismo Tagueña como la toma de decisión en busca de algo más de acción. No sé, yo creo que no sólo era afan de superación lo que movía a nuestro reseñado a implicarse en aventuras más que peligrosas.

    Un saludo.

  12. jenofonte dice:

    interesante reseña, dan ganas de leerlo…

  13. Chema dice:

    Jenofonte, te lo recomiendo vívamente.

  14. Marco Tulio dice:

    Libro que efectivamente puede conseguirse con cierta facilidad al precio de 8’99 euros, una ganga.

  15. agustin dice:

    Estoy leyendo el libro de tagueña y es apasionante ,me recuerda mucho a la historia antigua contada por julio cesar en la guerra de las galias junto a la historia de la expedicion de los 10 mil de jenofonte ya la historia de los griegos de herodoto y muy similar a la historia de la guerra del peloponeso de tucidides .cuenta batallas estrategicas,paso de rios con barcas…etc. pero claro con las diferencias de la epoca. para seguir bien el relato echo mano de un mapa de la zona del ebro . lo malo son los miles de muertos que al parecer no le importo a franco inmolar para hacerse el amo de españa.

  16. ascen dice:

    estoy leyendo el libro testimonio de dos guerras menudo repaso a la historia de españa, deberia estudiarse en la escuela.
    el dia 15 de noviembre asisti en flix al acto que conmemoraba el 70 aniversario de la batalla del ebro alli estaba una de las hijas de taugüeña,entre otros supervivientes i familiares
    impresionante

  17. David L dice:

    Como me hubiera gustado acudir a ese acto, debió ser realmente emocionante. El Ebro marcó la vida para siempre de hombres como Tagueña.

    Un saludo.

  18. andres dice:

    Buenas noches a todos.Leí este libro hace muchos años y mas recientemente,leyendo la biografía del general Gavilán,falangista,cuenta que estando en el frente de la ciudad universitaria se dirigieron a el interpelándole por el apodo que tenía en la univesidad»¡Centurión!¿Eres tú?»era Tagueña,a quien conocía de la universidad y de jugar al rugby y con quien mantenía una cierta amistad aunque los separara un abismo ideológico.quedaron en verse en tierra de nadie y en charlar un rato,como efectivamente hicieron.

  19. Gonzalo Garañena dice:

    Cuantos hombres, como Manuel, han quedado en el más completo olvido. La derrota es mala, pero el olvido es terrible. Personas con un ideal y la grandeza de no rendir su persona a cantos de sacristia, son irrepetibles. Vaya, desde aqui mi sentimiento más profundo. Gracias, don Manuel.

  20. José Félix dice:

    Tan admirable como para arriesgar a una carta su vida y la de su familia, a cambio de una oportunidad de ser libres de la tiranía genocida de Stalin. El abrazo de la hija de Tagüeña y un viejo requeté participante en la batalla del Ebro, podría ilustrar la madurez y reconciliación necesarias en la España del siglo XXI.
    En este sentido su biografía es ejemplar y un tributo a todos esos seres humanos honestos (sea cual sea su ideología) de los que no se guarda memoria.

  21. Rafael dice:

    Amigo Urogallo
    Hay que leerlo todo porque todos tienen algo que decir, y nosotros de aprender.
    Elegir solo lo que nos gusta, es ir a que le cuenten el cuento de la buena pipa.
    Saludos cordiales.

  22. Gonzalo dice:

    Todo lo que se pueda recordar de este gran caballero es poco. Cuanto me gustaria haber podido hablar con el. Muchas veces me pierdo por los altosw de Pegerinos-donde aún quedan los restos de las posiciones que tubo ese paraje-, y una cosa me llamo siempre la atención y es la siguente , las formas geometricas que tienen las trincheras.Pienso en la ilusión que guardaban tantos compañeros de don Manuel para interpretar la guerra como una esperanza. Esperanza que por desgracia se malogro de mla peor manera.De gran maestro en la Universidad llego a ser gran compañero para sus compañeros. Mayor grandeza muy pocos la han alcanzado. Mis mejores y cariñosos recuerdos para este gran hombre.

  23. Lambert dice:

    Impresionante el tal Manuel Tagüeña. La pasión se ha de manifestar profundamente en la lucha y/o en el estudio. Tagüeña descubrió la miseria en los campos ideológicos, de un lado y del otro. Pero recuperó su gran pasión, el estudio y el amor a la ciencia. Era un estudioso en la estrategia política y en la militar pero no quiso ser un siervo del poder omnipresente corrupto, ¿cuál no lo es o cuál lo es menos?. Prefirió la investigación en el campo médico y químico. Como ingeniero y matemático yo admiro a este Tagüeña intelectual científico.

  24. EmilioSerrano dice:

    La polifacética situación interna en la II República Española, llevan a ponderar personalidades inteligentes como Manuel Tagüeña, prueba de ello es su doctorado en físico-matemática a los 23 años, sin dejar de lado su capacidad práctica organizativa como la que le cupo en su rápida linea de ascenso en las milicias populares. La canalización de su idealismo fue su error, concretar la en el PCE, quizás priorizó la ejecutividad de esta fracción sin sopesar la cretina dependencia de Stalín, que recién la entendió en su destierro en la URSS. Su ventaja en formación intelectual sobre otros militares españoles (Modesto, Lister, El Campesino etc.) lo ayudó en su realización en todo los ordenes de la vida. Se debe destacar su valor al retornar desde Francia hacia la zona central de la República. Quizás sea una de los pocos que se salvan del dicho de André Marti que la principal causa del fracaso de la República en la Guerra Civil fue la falta de militares inteligentes.

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