TEMPESTADES DE ACERO – Ernst Jünger

De vez en cuando aparece un libro que te marca de una manera especial, que se sale de la norma y te engancha hasta la médula: Tempestades de Acero es el último caso sufrido en mi pellejo. Un relato en primera persona, escrito por un soldado alemán, que narra sus 4 años en las trincheras de Europa durante la I Guerra Mundial.

Este libro tiene algo que lo hace distinto a otros que puedan tratar el mismo tema, y es que está escrito por un superviviente de uno de los mayores experimentos militares de todos los tiempos como fue para mí la IGM. Parece algo lógico: un superviviente. Siempre hay supervivientes. Pero la verdad es que en la IGM hubo muy pocos de los que estuvieron en el frente que regresaran. Sin ir más allá, Ernst Jünger cuenta al final del libro que sufrió múltiples heridas de balas y metralla durante los 4 años de combate con el nada despreciable resultado de 14 orificios en su cuerpo. Ahí es nada.

Como me comentaba un amigo que ya había leído el libro, y es totalmente cierto, cuando acabas de leerlo te encuentras completamente salpicado de barro y sangre de los pies a la cabeza. Y es que el autor no intenta en ningún momento endulzar el relato ni camuflar con palabras lo que allí se estaba viviendo. Esto es, barro y sangre.

Pero lo que realmente me ha chocado y posiblemente es lo que haya hecho que el libro se me haya quedado muy marcado, es que una vez te vas metiendo en la narración, comienzas a moverte en paralelo al autor y notas perfectamente la evolución de sentimientos que debió padecer, pasando de un estado de tensión y nervios al comienzo de la guerra, para terminar en un estado completamente opuesto de relajación casi místico.

Los bombardeos continuos de las trincheras (de ahí que el título sea perfecto, Tempestades de Acero) y las más desagradables muertes que estos causaban van impactando sin remedio en la cabeza del soldado. Así el comienzo es un continuo batallar de trinchera en trinchera, a base de balloneta, granadas y garrotes. Una salvajada demencial en la que el autor se centra casi exclusivamente en las misiones nocturnas, los asaltos y los ataques gaseosos.

Pero poco a poco, toda esa violencia se va convirtiendo en el día a día, en una rutina casi anodina, que va dejando paso a otro tipo de pensamientos. De esta manera el autor comienza a reflexionar sobre otros temas como el vínculo que une a un escuadrón de aviadores, lo agradable de tomar el sol tumbado en un campo de flores y cosas por el estilo. Acaba el libro que parece un relato sobre la vida cotidiana de principios de siglo, con sus paseos a caballo, sus charlas entre hombres pipa en mano o sus partidas de cartas alrededor de una botella de licor.

Y eso es lo que deja una sensación extraña: ver como algo tan desgarrador y salvaje como tuvo que ser la guerra de trincheras se transforma en algo realmente banal y cotidiano. Aunque claro, te pongas como te pongas, tarde o temprano todo el mundo tiene que morir, ¿no? O eso debían pensar aquellos soldados.

     

47 comentarios en “TEMPESTADES DE ACERO – Ernst Jünger

  1. javier dice:

    La verdad es que no sé que resulta más fascinante, si la guerra de trincheras en el Somme y el millón de muertos para avanzar 10 kilómetros, o la figura del propio J&uacuote;nger.

    Tienes razón cuando hablas del cambio de ritmo en el libro, a medida que pasan los días y la muerte se hace algo rutinario, tanto para el lector como para el que lo vive en el barro. Aún así para mí lo mejor del libro es la inusual visión de la guerra de J&uacuote;nger, tan alejada del discurso antibelicista que siguió a la carnicería de la IGM. Basta con ver la descripción que hace de su propio hermano, falto del espíritu guerrero que sí tenía el autor en esa época de juventud.

    Con todo y con eso, creo que demasiadas veces se ha juzgado a J&uacuote;nger a partir de este libro ­ apología de la guerra, precursor del nazismo, etc.-. No creo que el libro sea una apología de la guerra: la verdad es que J&uacuote;nger se recrea menos en lo truculento que otros autores, en teoría, antibelicistas. Es ante todo un soldado, que lamenta la muerte de compañeros y enemigos, pero que lleva a cabo su tarea y mantiene su código de honor ­ dicen que decía a sus soldados "maten con ardor, pero no con odio". En cuanto a su supuesto nazismo, además de lo inútil de juzgarlo pasados los años, lo más interesante es ver cómo pasan los años y su vida toma siempre el rumbo que él decide, independientemente de quienes quisieran tenerlo de su lado.

    Yo sólo he leído el libro que comentas y algunos diarios de la IIGM, pero su vida sola es ya una novela. Antes de los 20 años se alistó en la Legión Extranjera francesa para combatir en ífrica (lo cuenta en "Juegos Africanos", donde comienza su iniciación en las drogas) y después de la IGM y del libro que comentas, de sentir la atracción del nazismo y de ser alabado por el propio Hitler, prohibió en los años 30 que el partido nazi publicase sus escritos y comenzó la IIGM con bastante desgana, por lo que cuenta en sus diarios "Radiaciones (I y II)". Dicen que lo que más irritó a Hitler no fue su actitud, sino que no se mencionase su nombre en más de 1000 páginas de diarios Destinado en Francia, y en plan bon-vivant, su preocupación parecía ser que no se arrasasen las ciudades francesas para, como previsiblemente ocurriría en Alemania, se sustituyeran por una copia de Chicago. Quien hay estado en Frankfurt tendrá que darle la razón.

    Hace unos años le dieron el doctorado honoris causa en la Universidad del País Vasco. Jon Juaristi ­ si no recuerdo mal, en "Sacra Némesis"- cuenta muy bien la encerrona que se le había preparado, como supuesto valedor de la causa soberanista, apoyándose en su cuestionamiento del sistema democrático. Mientras unos lo criticaban por nazi, y otros esperaban de él la coartada teórica para la subordinación de la democracia a los derechos colectivos, J&uacuote;nger comenzó alabando la lengua antigua de sus anfitriones, "la de Quevedo", y acabó acompañado por Antonio Escotado compartiendo experiencias de psiconauta y recordando sus viajes psicodélicos tras los pasos de Hofman, el creador de LSD.

    Una última anécdota: antes de morir, a los 103 años, celebró su centenario -donde compartieron mantel presidentes de varios países con su jardinero y sus compañeros de paseos para recolectar insectos-, y preguntado el presidente de Francia por qué acudía, respondió: "vengo a ver a un hombre libre". Ahí es nada.

  2. Germánico dice:

    No he leído ese libro, pero tengo «Guerra, técnica y fotografía» (Universidad de Valencia, 2002), con textos de J&uacuote;nger. Las fotografías, correspondientes a la Primera Guerra Mundial, son estremecedoras.

    Saludos.

  3. richar dice:

    Pues no sabía que se le había acusado de precursor del nazismo y de hacer apología de la guerra, pero desde luego a mí este libro no me parece que cumpla ni una cosa ni la otra: no me parece que sea un belicista, simplemente cuenta las cosas que les pasaban y como dice Javier se tomaba su trabajo en serio y punto. En cuanto a lo de precursor del nazismo, no sé en qué se basa la acusación.

    En cualquier caso no he leído nada más de J&uacuote;nger y desconocía que tuviera un nivel tal como para compartir tarta de cumpleaños con presidentes… y menos que hubiera vivido ¡103 años! Joer, y sobreviviendo a dos guerras y chorrocientas heridas… vaya pájaro.

    Germánico, el libro que apuntas parece chulo, y la verdad, yo las fotos que he visto de la IGM también me parecen estremecedoras. No sé, eso de la tierra de nadie es algo que me da escalofríos nada más pensarlo…

  4. Germánico dice:

    Jó, y las trincheras llenas de agua, barro y ratas. Hace un par de años vi una película de terror, bastante mala por cierto, que se desarrollaba en unas trincheras abandonadas durante la IGM. Los protagonistas eran un pelotón de británicos que, tras envolverlos una niebla misteriosa, aparecen en las citadas trincheras. Lo único bueno, y realmente bueno además, de la peli era la recreación del sórdido ambiente de aquellos fosos. No recuerdo el título. Era algo así como «Death Watch»

    Saludos.

  5. nando dice:

    Bueno, nada que decir ante la brillante elección de este título, referente y testimonio ineludible de lo que fue el frente occidental.

    Digamoslo en plata, J&uacuote;nger acojona, no por lo truculento del ambiente, que como bien decís no entra en él, sino por la fuerza del relato-testimonio, por la frialdad y sangre fría con la que cuenta los combates y sobre todo por la misma sangre fría, y los huevos, que el autor derrochó en la Gran Guerra.

    No hay ningun momento ni para la lágrima, ni el gimoteo, ni la crítica explícita o velada a la Guerra ni a la miseria que genera, ni referencia al miedo, que lógicamente tuvo que pasar.

    En él solo hay valentía, arrojo y disciplina y es esto lo más chocante en un conflicto tremendamente censurado por gente como Remarke (» Sin Novedad en el Frente»), Robert Graves (» Adiós a todo eso»), John Dospassos ( » Tres soldados»), Dalton Trumbo ( » JOhnny cogió su fusil») o el poeta inglés Siegfried Sassoon » Memorias de un oficial de Infanteria».

    Haciendo un inciso, Sassoon partía de un planteamiento muy similar al de J&uacuote;nger, un oficial británico que no elude el deber sino que lo ejecuta con profesionalidad pero que, posteriormente cambia radicalmente de visión y se convierte en el activista más antibelicista y antimilitarista del Reino Unido, llegando a arrojar a un profundo lago escocés una alta condecoracón dada al valor.

    Lo de Júnger es casi una apología épica al valor personal, a la capacidad del hombre para no solo sobreponerse a las situaciones más duras, sino a la asunción del deber como algo irreversible y que no admite ni duda ni crítica.

    Es imposible criticarle desde un punto de vista antibelicista porque en níngún momento justifica la guerra, simplemente la cuenta como una experiencia personal estremecedora. A veces dá la impresión de que J&uacuote;nger hasta se lo llegó a a pasar bien en el frente.

    Yo diría que son las memorias no solo de un soldado sino de un auténtico guerrero.

  6. nando dice:

    Germánico: me dijeron que Death Watch estaba bien, ¿ no merece la pena? ¿sabes como se puede conseguir?

    Y para recreación espeluznante de los soldados delante de la » no-man´s land» el sketch de los Monty Pyton con el oficial, muy «british», haciéndose servir el té de las 5 en pleno ataque de artillería y desenvolviendo unos regalos absurdos ( relojes de pared de cuco me parece).

  7. Germánico dice:

    ¡Hola, Nando!

    Hombre, la peli, en cuanto a la historia que cuenta, es bastante vulgar. Y los protagonistas son meros estereotipos: el psicópata, el romántico, el «cobarde» que se vuelve «valiente», …Pero vale la pena verla por la ambientación. En ese sentido es muy buena. Y, bueno, no te aburres, la verdad.

    Saludos.

  8. Germánico dice:

    Perdón. No sé cómo conseguirla, compañero. Imagino que en internet no será difícil. Voy a echar un vistacillo y te digo.

    Saludos.

  9. Germánico dice:

    Mira, aquí tienes trailer y demás:

    http://www.mangafilms.es/deathwatch/pop.htm

    Aquí, crítica en español:

    http://usuarios.lycos.es/actualcine/weboscar/dvd/deathwacth/deathwatch.html

    En internet lo que he encontrado son comentarios, fichas técnicas y demás. Pero probablemente sea fácil de conseguir en video-clubs.

    Saludos.

  10. richar dice:

    Aprovechando este post sobre la IGM, me da la sensación de que dicho conflicto estuvo repleto de «escritores». Es decir, me parece como que hubo mucha gente que escribió diarios, relatos, etc… incluso cantidad de poesías. Incluso más que en la IIGM. ¿Es esto así o es sólo que tengo en la memoria a tipos como el propio J&uacuote;nger o el mismísimo Tolkien?

    Supongo que el hecho de estar todo el día en una trinchera pudiera ayudar a la escritura, ¿no?

    En fin, lanzo la pregunta a ver qué opináis.

  11. Germánico dice:

    Ummm… es posible que así sea, Richar, pero hay que tener en cuenta que la SGM se dio en los días en que ya eran habituales las fotografías y las imágenes. La ingente cantidad de documentos gráficos quizá haya hecho pasar desapercibidos los recuerdos escritos. Pero tienes razón: choca que haya tantos de la PGM y tan pocos de la SGM.

    Saludos.

  12. nando dice:

    Por cierto: ¿ habeís visto la foto de cuando es declarada la guerra a Inglaterra en el verano de 1914, en Alemania logicamente, y entre la «multitudinaria multitud» aparece el mismísimo Adolf Hitler celebrándola?.

  13. richar dice:

    ¡¡Noooooooooooooooooooo!!! ¿Puedes mandar alguna dirección donde verla?

  14. richar dice:

    Dios santo, ¿pero no está tres veces más mayor que en 1945? Está como picado de viruela o algo así… vaya pajarraco.

  15. Germánico dice:

    Una joya…

    Saludos.

  16. Germánico dice:

    AVISO URGENTE PARA NANDO:

    Esta noche a las 22:00, hora peninsular, ponen «Deathwatch» en Canal+. Espero que puedas verla o que un alma caritativa te la grabe (y que leas esto a tiempo, claro, aunque creo que en ese canal suelen repetir las pelis).

    Saludos

  17. richar dice:

    Anda, pues yo probaré a ver si la veo un rato… hasta que duerma o muera…

    Gracias,
    Richar.

  18. cincinato dice:

    Nando: tienes raz?n; J?nger se lo pasaba bien. ?l mismo comenta que durante la guerra no ten?a que preocuparse de la escuela, los ex?menes..En fin, un aut?ntico lansquenete. Comp?ralo con ese que escribi? «Ardor guerrero»- como quiera que se llame- en el que cuenta que en la mili lo pas? muy mal porque el oficial le obligaba a limpiarse las botas. Ya ves.

  19. richar dice:

    ¡Saludos cincinato y bienvenido al blog!

    Aún teniendo alguna dificultad para leer tu comentario -aparecen interrogantes en lugar de acentos, ni idea de porqué- es cierto que choca ese punto de vista un tanto poético que debían de tener de la guerra en aquellos tiempos, que la hacían mejor que ir a la escuela. Curioso.

    Y perdona mi ignorancia pero, ¿a quién te refieres con el de «ardor guerrero»?

    Saludos,
    Richar.

  20. cincinato dice:

    Saludos richar. Yo tampoco se a que se debe lo de los acentos. Los omito pues.
    «Ardor guerrero» de Mu?oz Molina, creo, lo hojee en las librerias hace tiempo. La antitesis de J?nger.
    Saludos

  21. richar dice:

    Juas, también las eñes y las diéresis… jur jur… en fin, gracias por la información. Y desde luego, si decía lo de las botas, efectivamente era la antítesis de ese «hombre-gruyere» que era Jünger.

    Saludos,
    Richar.

  22. cincinato dice:

    Por cierto, para «Tempestades de acero» recomiendo, a pesar de que es casi inencontrable, la edici?n de Iberia-Joaqu?n Gil de 1930- basada en la edici?n alemana de 1924 que es de las m?s duras- y traducida por Mario Verdaguer. Ver?is la diferencia.

  23. richar dice:

    Yo me tendré que conformar con la edición de Tusquets (es reciente, pero no sé el año) que tengo en la estantería. Por cierto, que tengo en la pila para leer en breve el de Radiaciones. A ver qué tal.

    Saludos,
    Richar.

  24. javier dice:

    Está claro que de la IGM a nuestros días ha cambiado la visión de la guerra y el espíritu del soldado. Para Jünger, para Muñoz Molina y para la mayoria de los mortales, al menos en esta parte del mundo. Han pasado demasiadas cosas entre medias, y Muñoz Molina no sería menos marciano en 1914 de lo que Jünger resulta hoy. Creo que parte de la fascinación por Jünger reside en su visión del mundo, tan cercana y a la vez tan novelesca, es decir, tan inverosímil con nuestros ojos de hoy.

    Muy bueno lo de Lansquenete.

    Bienvenido y saludos.

  25. cincinato dice:

    Gracias por la bienvenida. Desde luego que han cambiado las cosas desde entonces. No creo que se encontrase hoy en toda Europa mas de dos docenas de hombres dispuestos para el sacrificio. Y ya no es el campesino sino el funcionario lo opuesto al guerrero. Comparten sin embargo lo de «otium cum dignitate». El propio Junger fue mudando hacia posicioes mas «correctas» y, consecuentemente, expurgando las sucesivas ediciones de «Tempestades de acero» de sus frases mas beligerantes. Por ejemplo cuando dice «¿ Hay algo más noble que marchar al encuentro de la muerte a la cabeza de un centenar de hombres? Frases así ya no se encuentran en la edición de Tusquets.
    Con todo, se aprecia aun una distancia entre las concepciónes aristocratica y plebeya de la vida…y la muerte.

  26. javier dice:

    Sabía que había varias versiones del libro, pero no la intención de los recortes. Y la verdad es que me extraña que un tipo así se dejase llevar por correcciones políticas, más bien pensaría en los editores, pero quizá me equivoque.

    Dices que el funcionaro sería lo opuesto al guerero, y puede ser así, pero quizá hablaría del Consumidor como categoría opuesta a los valores y principios que encarna el soldado de Tempestades. Antes decían eso de la «teoría McDonalds de la guerra»: nunca un país con McDonalds ha atacado a otro con McDonalds ( ¿quizá Yugoslavia sea el único caso?). La sociedad de consumo hace difícil que esa ética del guerrero, no digamos ya el proclamarse abiertamente antidemócrata, sea considerada algo más que una excentricidad, en el mejor de los casos.

    Qué interesante es eso que dices de la concepción aristocrática de la vida y la muerte. Me temo que si Jünger nunca sintió muchas simpatías por el nazismo no fue por lo que querríamos pensar, sino por su desprecio al populismo nazi, que tan alejado estaba de su espíritu elitista y aristocrático. Ese raro mensaje de élite y minoría es otro de sus atractivos en nuestros días, supongo.

    ¿Has leido las Radiaciones?

  27. Dr Maslow dice:

    «Creo que parte de la fascinación por Jünger reside en su visión del mundo, tan cercana y a la vez tan novelesca, es decir, tan inverosímil con nuestros ojos de hoy.»

    Inverosimil, dices, la filosofica de Jünguer a dia de hoy todavia no ha comenzado ni a dar el rendimiento que en los proximos 100 años va a dar al mundo, Jünguer fallecido todavia no hace 10 años, es un filosofo para el siglo XXI, Dios mio cuanta potencia tiene su pensamiento, sin lugar a dudas ha sido el mejor filosofo del siglo XX lo que pasa es que todavia no somos capaces de digerirlo, su obra es una obra adelantada a su tiempo, es alimento para el futuro. Soy un rendido admirador a la obra de Junguer.

  28. Melmoth dice:

    Jo richar, me has abierto el apetito. No soy yo mucho de libros de este tipo, pero me lo leo fijo.

    Saludos.

  29. richar dice:

    Saludos Dr Maslow y bienvenido al blog.

    No me ha quedado claro si compartes o no el punto de vista de javier, que entiendo, habla de que hoy en día es difícil ponernos en el pellejo de un tipo como Jünger, por el tipo de vivencias que tuvo y que nosotros nunca tendremos.

    Tengo los de «Radiaciones» pendientes en la pila, y creo que les tocará dentro de poco porque me apetecen bastante.

    Por cierto Melmoth, te guste el tipo de libros que te guste, éste es indiscutiblemente bueno (y diferente). Merece la pena.

    Un saludo,
    Richar.

  30. Jenofonte dice:

    Considero a «Tempestades de Acero» un excelente libro. Tiempo después de leerlo encontré lo que se podría llamar una contraparte, el otro lado de la trinchera, «El Fuego» de Henri Barbusse. Lo que hace especial a éste último, es que fue escrito y publicado durante la guerra. En 1915 no se sabe que es lo que va a pasar, no es la narración de alguien que ganó o la del que perdió, el frente está estabilizado y los soldados viven en un mundo subterráneo, cambiante, incierto. El libro no describe batallas y asaltos heroicos, solo la vida cotidiana, pero una vida extraña, en la que hay que matar a un semejante para conseguir cerillas.
    Se observa la situación con una mezcla de asombro y resignación: «¡Pobres semejantes, pobres desconocidos, a vosotros os toca ahora el turno! Otra vez seremos nosotros. Mañana, tal vez, veremos el cielo estallar sobre nuestras cabezas, a la tierra abrirse a nuestros pies; seremos asaltados por el ejército prodigioso de los proyectiles, y seremos barridos por soplos de huracán cien mil veces más fuerte que el huracán.»
    Tengo una traducción de 1935, sobre el original. Creo que hay diferentes ediciones de «Tempestades de Acero», con modificaciones, la mia es la de Fermín Uriarte, 1965.
    Saludos.

  31. Jenofonte dice:

    Me gustaría encontrar alguna vez «A man could stand up», o como se llame en castellano, de Ford Madox Ford.

  32. David dice:

    Su obra más conocida es El buen soldado (The Good Soldier, 1915), novela corta, ambientada en los años previos a la I Guerra Mundial, en que se narran las tragedias de las vidas de dos «parejas perfectas», utilizando complicados flashbacks, técnica literaria de la que fue pionero.

    Escribió también la tetralogía El final del desfile (Parade’s End) (1924-28), sobre la vida inglesa antes y durante la guerra, compuesta por las novelas: Algunos no lo hacen (1924), No más desfiles (1925), Un hombre podría resistir (1926) y La última posición (1928). Para la descripción de la guerra utilizó sus propias experiencias en el frente, donde sirvió como oficial en el cuerpo de Reales Fusileros Galeses.

    Que tengas suerte compañero.

  33. Jenofonte dice:

    ¿Alguna opinión acerca de «El Fuego», David?, a mi me gustó mucho, a decir verdad.

  34. David dice:

    Lo siento Jenofonte pero no lo he leído.

  35. Jenofonte dice:

    Un comentario que leí hace muchos años, acerca de «Tempestades de acero», hacía mención a «El fuego» de Henri Barbusse, como una novela antibélica, del tipo «Sin novedad en el frente». Un dia tuve la oportunidad de comprarla y lo hice, para encontrarme con la sorpresa que no es una novela, sino un relato, un testimonio, el diario de un pelotón como dice el subtítulo. Es un libro de guerra, pero no encuentra uno ataques y contrataques, no hay divisiones moviéndose en el campo, ni grandes muestras de heroísmo ni de cobardía. Simplemente es la vida en ese subsuelo extraño de las trincheras, con unas visitas esporádicas a la retaguardia, o a un refugio de heridos, que forma parte de un mundo más estremecedor aún. Hay episodios extraordinarios, como el del soldado que visita a su familia, y chocantes, como el relato de un aviador herido, con su visión surrealista del campo de batalla. Vale la pena leerlo, dos visiones de un mismo drama, la de Jünger, que ya era soldado antes de la guerra y devino en pacifista, y la de Barbusse, que fue de voluntario a la guerra a pesar de ser un hombre mayor y pacifista convencido. ¿Extraño?, eso dicen, que la realidad es más extraña que la ficción.
    Saludos.

  36. richar dice:

    Vaya, desconocía la existencia del libro que mencionas Jenofonte, pero me han entrado unas ganas de leerlo terribles. El de Jünger me encantó, la verdad, y como dices, ver la otra cara de la moneda tiene pinta de interesante. ¿Es un libro accesible?

    Saludos,
    Richar.

  37. Jenofonte dice:

    ¿Quieres decir, encontrable?, no lo se, lo siento. Te repito, me gusta «Tempestades», pero «El fuego» es distinto, te mete en la trinchera, no ves la guerra desde afuera, formas parte de ella. No creo que lo encuentres para comprarlo, no es comercial, y lo que no es comercial, amigo mío, no se reimprime.
    Lo más posible es que esté en una biblioteca (pero que sea antigua).
    Otra cosa, al final uno descubre que está mirando la misma cara de la moneda, te copio un párrafo:

    «Desde muy cerca se ve que amasijos de tierra alineados sobre los restos de los taludes de este abismo estrangulador, son seres. ¿Están muertos? ¿Duermen? No se sabe. En todo caso reposan. ¿Son alemanes o franceses? No se sabe.
    Uno de ellos ha abierto los ojos y nos mira balanceando la cabeza.
    Le preguntamos:
    -¿Francés?
    Después:
    -¿Alemán?
    No responde, cierra los ojos y vuelve al aletargamiento.
    Nunca supimos lo que era.»

  38. richar dice:

    Buf, se me han puesto los pelos de punta… gracias Jenofonte, intentaré encontrarlo porque me apetece mucho.

    Un saludo,
    Richar.

  39. Facundo Cano dice:

    Acabo de terminar la lectura comparada de los Diarios de Guerra de Ernst Jünger y de su famosa Tempestades de Acero, ambos textos en la edición de Tusquets. Compruebo que Jünger no mentía en ningún punto de su afamada pieza. Es admirable asimismo el buen estilo literario con que escribía en sus libretas, en la trinchera y en medio de las bombas, las novedades de la jornada. Estamos en vísperas de los cien años de la Primera Guerra Mundial y no puedo menos que conmoverme ante la resistencia del espíritu humano en circunstancias absolutamente extremas. Ojalá hubiera más personas como Jünger. Pasando sufrimientos increíbles, él no perdía su espíritu de lucha, patriotismo e incluso de aventura. Era muy capaz, horas después de caminar y combatir sobre campos de cadáveres podridos, de salir en bicicleta a buscar escarabajos para engrosar su colección entomológica personal, siempre bajo una catarata de metralla. Cuando un compañero caía despedazado a su lado en el campo de batalla o la trinchera, él sólo pensaba en castigar al enemigo. Y claro que en medio de la lluvia permanente de metralla inglesa padecía de frío y otras incomodidades, pero en su diario apenas si las menciona al pasar. Por desgracia en Argentina, en nuestra guerra de las Malvinas de 1982, han quedado como voceros tipos como Edgardo Esteban o Ernesto Alonso, que han hecho una carrera de lloriquear que pasaron frío en los pies o que no les llegaban a la trinchera los chocolates que les enviaban sus familiares. ¡Por favor! Los alemanes e ingleses, en la Primera Guerra, perdían hasta 20.000 hombres por día en algunas batallas. Acá perdimos 649 combatientes en 74 días y la versión hegemónica de la guerra nos dice que fue una especie de garrotazo final del cual jamás deberíamos recuperarnos. Bonito favor le hacen nuestros medios a Inglaterra. En fin; gracias a Tusquets, en particular por el extraordinario Diario de Guerra. Y una reverencia para Ernst Jünger, verdadero ejemplo de las más altas cualidades que puede exhibir la condición humana en una situación extrema.

  40. Lucio dice:

    Facundo Cano, vivo en Argentina y pienso hacer carrera en el Ejército. Leí Tempestades de Acero hace muy poco. Concuerdo ferozmente en todo lo que dices. Por eso admiro a los alemanes. Tienen un espíritu guerrero que hay que verlo para creerlo. Ojalá la gente argentina fuera así también, como en las guerras del Siglo XIX. Saludos.

  41. Facundo Cano dice:

    Lucio: te agradezco la concordancia feroz, desde ya; y pienso que los argentinos y sudamericanos hemos dado en nuestra historia ejemplos variados del mismo espíritu guerrero que despliegan los alemanes; en el Atlántico Sur los hubo y de sobra. Lo que pasa es que a la Historia la escriben los que ganan, y en las Malvinas ganaron los ingleses. Por desgracia sobran los escritores de perfil colonial en el país vencido, acá y en todas partes, listos para hacerse financiables, previsibles y «posibles» al ojo del vencedor. Éste requiere garantías de que no volverán a cuestionarse sus rapiñas y saqueos, y así surgen una y otra vez los mismos cuatro o cinco ex combatientes quebrados a exhibir sus lamentos, como si sólo ellos se hubieran presentado en el campo de combate. El mensaje es: «¡Amigos ingleses, nunca volveremos a molestar vuestra ocupación! ¡Estamos eternamente arrepentidos!» Lucio, otra cosa: ahora que leíste Tempestades, es fundamental que consigas el Diario de Guerra de Ernst Jünger y hagas la lectura comparada. Un cordial saludo.

  42. Lucio dice:

    Ahh, sí! Cada pueblo tiene derecho a ser orgulloso, y eso es algo que a los argentinos les cuesta. Es un pueblo al que hay que levantarle la moral. Por ejemplo, y si bien los contextos son distintos, pareciera que hablamos de dos países distintos cuando comparamos las guerras de la independencia con lo que vino tras el fin de la Confederación y la hegemonía definitiva de Buenos Aires: un pueblo orgulloso, de armas tomar, y el otro, uno que va apagando su ardor guerrero.

    Así, el noble soldado que defiende una bandera, es visto como un demente. Me enorgullecen todos los pueblos que siguen admirando a sus guerreros, y si no buscan la guerra, están listos para todo en cuerpo y alma.

  43. Facundo Cano dice:

    Bueno, pero justamente ése es uno de los principales mecanismos de la dominación colonial: el convencernos de que no valemos nada y de que necesitamos depender de la metrópoli. En efecto la batalla de Pavón marca el inicio de la larga y triste historia de la Argentina «granja de Inglaterra» y proveedora de materias primas al Primer Mundo, pero también el inicio de eso que Arturo Jauretche llamaba la «intelligentzia», con sus profesores, sus academias y sus diarios y revistas. A eso lo denominaba la colonización pedagógica. La idea es que sólo da prestigio académico y difusión garantizada en los grandes diarios el afirmar que toda disidencia con los dueños del poder mundial es una «locura», o al menos una «torpeza» indigna de un país serio. Lucio, ¿estás en Buenos Aires?

  44. Ignacio el Argentino dice:

    Bueno después de la excelente reseña no hay duda que hoy mismo empiezo con él.
    Saludos

  45. Arturus dice:

    Yo estoy con él ahora y me está gustando. La descripción de las batallas y la vida en las trincheras es tremenda, muy conseguida.

  46. David L dice:

    Desde luego coincido con muchas de las opiniones vertidas en esta reseña, la obra de Jünger es un relato de guerra donde el barro y la sangre campan por doquier, unos diarios donde se expone vivamente la dureza de los combates sin medias tintas además de la evolución, como comentaba richar, del personaje conforme la guerra iba avanzando. Una transformación que es consecuente con el devenir de la contienda, el Jünger de 1914 no tiene nada que ver con el de 1916, por poner un ejemplo, la guerra ya ha hecho mella en su carácter y la terrible cotidianeidad de la misma, con sus bajas terribles, hacen de la muerte algo casi banal, la aceptación, que no resignación, es el elemento principal que yo saco en conclusión de estos diarios. Jünger fue un superviviente, porque en la IGM no hubo vencedores, hubo supervivientes, que no es poco.

    Lo del apoyo de los nazis no tiene nada de extraño, frente a la antibelicista declarada obra de Remarque, los diarios de Jünger ofrecen todo aquello por lo que los nacionalsocialistas luchaban o creía, es decir, la guerra como elemento purificador y darwiniano. En la página 333 de la edición de bolsillo editada por Tusquets Jünger deja esta afirmación que puede muy bien resumir el espíritu de estos diarios: “La Guerra, que tantas cosas nos quita, es generosa en este aspecto; nos educa para una comunidad masculina y vuelve a situar en el lugar que le corresponde unos valores que está, semiolvidados.”

    En cuanto a lo mencionado por richar sobre que la IGM fue una fábrica de escritores, me ha recordado un comentario del propio Jünger sobre este aspecto, el alemán recuerda la cantidad de libretas que encontraba esparcidas entre los muertos, muchos creyeron poder plasmar sobre el papel lo que sería su trayectoria durante la guerra, desgraciadamente muchos de aquellos cuadernos de notas quedaron sin abrir….o simplemente con la referencia a la primera fecha de intervención del protagonista.

    Un saludo.

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