TARAS BULBA – Nikolái Gógol

Taras Bulba En esta ocasión me propongo destacar, para el mundo hislibreño, una novela de sobrada fama: Taras Bulba, de Nikolái Gógol, renombrado escritor ruso nacido en Ucrania (1809-1852). Muchos identificarán al personaje cuyo nombre da título a la obra con Yul Brinner, su intérprete en la versión fílmica de los años ’60.

El protagonista de la novela es en realidad el pueblo cosaco, de origen eslavo y asentado después del siglo X en las estepas que hoy conforman gran parte de Ucrania y el sur de Rusia. Pueblo cuya imagen estereotipada es la de unas gentes más bien salvajes, levantiscas y celosas de su libertad, consumados jinetes y juerguistas de campeonato (tan diestros en el danzar como en el beber). Pues bien, acaso sea este uno de los casos en que el estereotipo represente una buena parte de la verdad, al menos considerada con una cierta perspectiva histórica o, dicho de otra manera, con una mirada retrospectiva. Parecen confirmar este supuesto -entre otras fuentes- algunas novelas rusas decimonónicas, cuyo valor testimonial en este sentido acaso exceda el propiamente artístico (sin tratarse en modo alguno de obras deficientes). Me refiero a La hija del capitán, de Alexander Pushkin; Taras Bulba, de Nikolái Gógol; y Los cosacos, de Lev Tolstói.

El caso de Taras Bulba es singular, porque en ella su autor se propuso nada menos que forjar la épica del cosaco, en un empeño que denota el influjo del romanticismo a la sazón en boga –es la primera mitad del siglo XIX-. Ese romanticismo que, llevado del desencanto ante la modernidad y el universalismo de las categorías racionalistas, se volcó al enaltecimiento de la nación como expresión suprema del alma colectiva, y para ello nada más decisivo que hurgar en el pasado legendario de los pueblos (cuanto más legendario y heroico, tanto mejor). En verdad, Gógol no es un escritor rigurosamente romántico, puesto que en su obra destacan elementos propios del realismo que ya amagaba con desbancar al romanticismo, tales como la sátira y el ánimo de denuncia social. Taras Bulba representa una suerte de paréntesis en el conjunto de su obra, uno intermedio entre dos épocas y dos corrientes culturales. Es la épica romántica del cosaco, pero vertida en prosa y en conformidad con un estilo realista. El impulso romántico de la obra se advierte precisamente en su carácter de epopeya, en que el novelista recrea el pasado glorioso de una etnia notoriamente simbólica, de entre las que conformaron la Gran Rusia (compuesta en esencia por las actuales Rusia, Ucrania y Bielorrusia o Belarús).

Gógol no pinta al pueblo cosaco en color de rosa, sino que exhibe muy crudamente el primitivismo y la brutalidad que con toda certeza se le puede atribuir en la época en que se ambienta el relato, el siglo XVI, habida cuenta de que la suya era y sigue siendo tierra fronteriza entre dos continentes y sus respectivos paradigmas civilizacionales. Los cosacos se hallaban por entonces enfrentados en constantes luchas contra polacos, tártaros y turcos. También se contaban entre sus enemigos calmucos, lituanos y moscovitas. Aunque habían abandonado el nomadismo mucho tiempo atrás, su estilo de vida conservaba más de un toque de las pasadas costumbres trashumantes, evidentes sobre todo en su cultivada estirpe de jinetes y en su forma de organización social. En el modo en que se reúnen y deliberan en torno al destino de la nación cosaca, acudiendo desde los más apartados confines, hay claras reminiscencias de lo que debió ser su primigenia estructuración en clanes, posiblemente rivales pero hermanados al momento de enfrentar a un enemigo común.

Gógol no escatima honestidad al retratar las cotas de tosquedad y salvajismo que podía alcanzar el varón cosaco en la orgía o en la acción militar. Pero tampoco le mezquina admiración al elevarlo a la condición de “extraordinaria manifestación de la potencia rusa”, homenajeando su papel histórico de contención de invasiones mogolas. En el cosaco cifra Gógol lo que hoy consideraríamos tópicos sobre el ‘ser nacional ruso’: disposición a una amistad ruda y generosa, rectitud de carácter, despreocupación respecto del futuro, desprecio de los bienes materiales y ansia de gloria, etc. Características en cierto modo notables aunque en ellas no hubiera sino un ápice de verdad, pero de las que bien se puede recelar si, como ha ocurrido, llega Rusia a ocupar un sitial internacional de preponderancia.

En un relato cuya extensión varía entre las 150 y las 200 páginas, según sea la edición, asistimos a feroces campañas sostenidas por los cosacos contra el tradicional adversario polaco, cuyo empuje amenazaba la libertad de los jinetes de las estepas, y cuyo refinamiento cortesano ya se hacía sentir en la nobleza moscovita –algo que en muchos cosacos suscitaba todo el recelo posible-. Taras Bulba, coronel y jefe de un regimiento de cosacos, es el verdadero instigador de la primera de estas campañas, ansioso de que sus hijos Ostap y Andréi completen su educación –o mejor, olviden la que han recibido en la academia o seminario de Kiev-. No creo que muchos desconozcan la dramática suerte corrida por ambos jóvenes en esta campaña inicial, que parece una especie de batida preliminar en comparación con lo que vendrá luego. En efecto, tras el frustrado desenlace de aquélla, los cosacos se embarcarán en una expedición en toda regla, calificada por el autor como una de aquellas guerras de religión que han hecho estragos en la historia de Rusia y de sus vecinos. Pero este episodio sólo ocupa unas cuantas páginas fínales del relato, en las que nos enteramos de la muerte del protagonista, tan cruel como despiadada ha sido su cólera vengativa.

La narración es vívida y vigorosa, dotada por momentos de una cálida pátina de pintorequismo; cualidades que, a poco andar la lectura, le granjean el entusiasmo del lector –cuando menos, éste ha sido mi caso.-. Aparte la colorida descripción de proezas guerreras, disfrutamos de una emotiva historia de amor y traición, y celebramos la entereza con que los personajes arrostran la adversidad. No menos interesante es el tratamiento de las costumbres de los cosacos y, como se puede suponer, la contextualización histórica de lo narrado.

Taras Bulba se deja leer como narración épica pero también como novela histórica y como documento etnográfico. Su brevedad es un argumento contra toda reticencia. En suma, entretenida y recomendable lectura para quien no la haya acometido aún.

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21 comentarios en “TARAS BULBA – Nikolái Gógol

  1. pepe dice:

    Rodrigo: cada aparición de una reseña tuya en Hislibris es una fiesta. Creo que leí Taras Bulba en mi temprana juventud pero no he leído, en cambio, El Don apacible, que ofrece una visión más moderna de los cosacos. Enhorabuena de nuevo por la reseña.

  2. Rodrigo dice:

    Gracias, Pepe.

    Enmienda: la escritura correcta del nombre del actor es Yul BRYNNER.

  3. Vorimir dice:

    Creo que es un tema interesante y si la novela es breve como dices gana enteros.

    ¡Enhorabuena por la reseña!

  4. Atamán Urogallo dice:

    A mí me encantó Taras Bulga cuando lo leí hace siglos, y es verdad que es un libro muy breve y por tanto doblemente ameno. Por otra parte, yo diría que es una novela ( por llamárla así) descaradamente pro-cosaca, es decir, me habla de un pueblo libre, féliz, festivo…Que en ocasiones parece la aldea de Asterix. Terriblemente complaciente con los cosacos.

    La peli…bueno, se deja ver.

  5. Jerufa dice:

    Excelente Rodrigo. Excelente.
    No he leído el libro pero sí he visto (como la mayoría, supongo) la película. Y recuerdo que me encantó.
    Si encima te presentan el pueblo cosaco en una reseña tan bien estructurada y tan bien montadita como esta, pues doble motivo. Habrá que hincarle el diente.
    ¡Albricias, viva la literatura! Pepe dixit.

  6. Urogallo dice:

    Es mucho mejor que la película, que se negaba a darle a Taras Bulga el protagonismo que tiene en la novela.

  7. Rodrigo el zaporogo dice:

    Tal cual, el libro es mucho mejor que la película.

    Por supuesto, Urogallo, la novela es bastante complaciente con los cosacos. Creo que se puede atribuir al propósito romántico-nacionalista del autor, cosa a la que me referí en la reseña. Por lo mismo es que hay que tomarla con una cierta reserva, idea que creo haber transmitido.

    A todo esto, cuando en la reseña apuntaba aquello de «No creo que muchos desconozcan la dramática suerte corrida por ambos jóvenes en esta campaña inicial…», tenía en mente sobre todo la popularidad de la película, aunque tenga sus añitos y tal vez no sea tan conocida por los más jóvenes.

    Saludos.

  8. Urogallo Zaporhosian dice:

    Indudablemente, abundo solo en que yo opino lo mismo de la imagen de los cosacos…¿No te dejaban un regusto a gaucho?.

    Aparte de por haber sido rodada la peli en la pampa, claro.

  9. Rodrigo el zaporogo dice:

    Je, eso no lo sabía.

    La verdad es que ví la película siendo niño, así que no pude formarme esa impresión. Dudo que entonces haya sabido ni pizca de los gauchos -en Chile lo que tenemos son ‘huasos’-.

  10. scouser dice:

    Hace ya unos años que leí Taras Bulba, así que no la recuerdo del todo bien. Solo recuerdo la sensación, que ya se ha comentado aquí, de que el libro es muy favorecedor de los cosacos. En la narración aparacen algunos de los aspectos más negativos de este pueblo así como los más positivos, pero siempre todo envuelto en un espíritu de admiración. Toda la narración trata de mostrar la fuerza y el carácter cosaco desde el punto de vista más positivo.
    A mí fue esto lo que no me gustó: lees el libro, y cuando habla de las batallas sólo se dice a cuantos matan los protagonistas, auténticos titanes. Así, te haces a la idea de que están ganando claramente, pero al final resulta que no es así, ya que el resto de los cosacos, a los que no se menciona, deben morir uno tras otro, porque si no no sé como pueden ser derrotados al final.
    Vamos, que no está mal, pero a mi no me convenció como esperaba.

  11. Ariodante dice:

    Felicidades, querido Rodrigo, por tu excelente reseña. No he leido el libro, aunque por supuesto vi la peli hace años. Pero probablemente me anime a leerlo, después de leerte. Sigue deleitándonos con tus escritos.

  12. Urogallo dice:

    Por cierto, imposible elegir mejor la imagen de presentación para el foro: «Los cosacos Zaporoshien/Zaporogos escribiendo una carta al sultán».

  13. Verdoy dice:

    Buena reseña Rodrígo, hay que traer a los clásicos de vez en cuando. Yo leí la novela en mi niñez, y junto con Miguel Strogoff, es una de las de más grato recuerdo.

    Pepe, El Don Apacible es uno de los libros más bonitos que jamás haya leído (el primer tomo). Si tenéis la oportunidad, no lo dejéis escapar.

    saludos

  14. Incitatus dice:

    Rodrigo enhorabuena. No me he leido el libro pero vi la peli hace mucho. Me gusta mucho la historia eslava así que creo que me has convencido.
    abrazos

  15. Rodrigo dice:

    Agradezco sus comentarios y parabienes, estimados contertulios.

    Scouser: está claro que la novela padece las limitaciones de toda semi-idealización nacionalista. Digo semi porque, como señalaba en la reseña, Gógol es suficientemente honesto y realista –no obstante el romanticismo de su propósito- como para caracterizar el salvajismo de los cosacos; salvajismo que, supongo, a cualquier lector medianamente civilizado le pone los pelos de punta. Por otro lado, en el relato las bajas cosacas en combate son frecuentes, y las razones de sus derrotas quedan bastante claras: la circunstancia de tener que dividir fuerzas (mientras los cosacos sitiaban Lublin, los tártaros habían incursionado en tierra ucraniana, y tras ellos partió la mitad del ejército cosaco), la llegada de refuerzos polacos, la traición y la perfidia.

    Urogallo: interesante cuadro del pintor Ilya Repin. Por cierto, desconocía su existencia. Gracias por el dato –y bendito sea el gugl-.

    Saludos.

  16. Rodrigo el zaporogo dice:

    ¡Pero si la imagen de arriba corresponde al cuadro de Repin!
    Diantre, ¿desde cuándo está ahí?

  17. CXVXH dice:

    no ps no le entiendo nada por que ni lo estava buscando eso solo busco el yo bbuscaba algo de matematicas y salen con esto

  18. Chin dice:

    Excelente reseña!!!! me hizo recordarlo porque lo lei a eso de los 7 u 8 años, o sea hace ya varios ayeres y la verdad estaba lejos de mi mente!!!! Muy buen libro!!!!

  19. bruno dice:

    alguien sabe en q parte de argentina se rodo

  20. Mario de la Cuba Restani dice:

    Realmente interesante el análisis de Rodrigo. Debo confesar que prefiero al Gogol satírico de «Almas muertas» o de los relatos breves llenos de inteligente e irónica pluma «la nariz» o «la capa». Reconozco la importancia de «Taras Bulba» y la necesidad de Gogol de mostrar lo que Sholojov lograría con Mayor maestría y menor melodramatismo: la compleja historia del Pueblo cosaco. Sholojov en la tetralogía del Don nos lleva por una historia menos épica y más política pero para nada panfletaria. Gracias; Rodrigo por tu reseña.

  21. Rodrigo dice:

    Pero claro, las que mencionas son las mejores obras de Gógol, Mario, más maduras e importantes que Taras Bulba. En todo caso, no veo cómo case esta novela con el concepto de melodrama.

    En cuanto a Shólojov, bueno, ahí diferimos bastante. El Don apacible me parece una novela plana y atrozmente tediosa. Su prosa, árida y deslucida como pocas.

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