SUS OJOS MIRABAN A DIOS – Zora Neale Hurston

La primera vez que sostuve entre las manos Sus ojos miraban a Dios fue en la biblioteca pública de mi barrio atraída por tan hermoso título. Por supuesto, el nombre de la autora: Zora Neale Hurston, me era tan desconocido como su obra. A veces el atractivo de una biblioteca reside en la incertidumbre de lo que puede ofrecer. Guiada por la curiosidad, descubrí que Zora Neale figura en el programa académico de literatura afroamericana en los Estados Unidos de la Universidad Howard, en Washington D.C. Y pensé, con cierto rubor, que sería incapaz de nombrar una autora negra, fuera o no afroamericana. Ese, entre otros, es el motivo que me lleva a reseñar una novela cuyo contexto histórico es tan acertado como atrayente.

Sus ojos miraban a Dios, lo firma uno de los componentes femeninos más representativos de la corriente literaria surgida en los años 20 del siglo pasado en Nueva York, conocida como el Renacimiento de Harlem.

El personaje principal y narrador de esta obra es Janie Crawford. Una mujer de unos cuarenta años, afroamericana, que cuenta la historia de su vida y sus viajes a una amiga mediante flashbacks. Las etapas de su vida están divididas de acuerdo con el devenir de sus tres matrimonios.

La abuela de Janie, Nanny, era una esclava negra a la que un hombre blanco deja embarazada. La hija de Nanny, la madre de Janie, fue violada durante su adolescencia. Janie creció con su abuela que arregla un matrimonio con un granjero mayor. El matrimonio acaba siendo un fracaso. Janie es maltratada y forzada a trabajar en la granja. Para huir de su primer matrimonio, Janie se escapa con otro hombre, Joe Starks, con quien se instala en Eatonville, Florida. La novela retrata la fundación de la comunidad de color negro de la ciudad, a finales del siglo XX.  Hurston aprovecha para construir un personaje que se va a convertir en una de las primeras representaciones de una heroína fuerte, de raza negra en la literatura norteamericana. The novel relates the founding of the town, with characters speaking in dialect. 

La novela, escrita en la lengua vernácula del sur, recibió las críticas de aquellos que vieron en sus páginas una ridiculización del colectivo afroamericano, representado como si fueran unos ignorantes. Críticas similares se vertieron a propósito de Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain. Pero mientras Twain transforma esta lengua nativa en un personaje tridimensional, visto a través de Huck, Hurston emplea el dialecto del sur para mostrar las complejas relaciones sociales. Demostrando que los rasgos comunes del lenguaje metafórico también son posibles en una lengua que muchos atribuían a un bajo nivel social. A la autora la polémica la persiguió dentro del movimiento debido a sus ideas republicanas, en contraste con la afiliación comunista de los más importantes escritores afroamericanos del momento. Hurston se oponía a la integración de blancos y negros en los Estados Unidos, pues temía que la cultura negra se perdiese, diluida por la contundencia blanca.

La historia de Janie continua con la narración del segundo matrimonio. Al llegar a Eatonville, Joe Starks se nombra alcalde a sí mismo. El cambio en la personalidad de su marido provoca que Janie se distancie, viendo que se ha convertido en una «mujer trofeo». Un tiempo después Starks muere y deja a Janie sus bienes, lo que la hace económicamente independiente pero, también, el centro de atención de numerosos e interesados pretendientes.

Janie se enamora por tercera vez de un jornalero llamado Tea Cake. Con el que se traslada a Jacksonville. Con Tea Cake por fin encuentra el matrimonio basado en el amor que tanto había buscado. Se instalan en Everglades pero la zona en la que viven sufre los efectos devastadores de un huracán, y aunque ambos sobreviven, un perro muerde a Tea Cake y le contagia la enfermedad de la rabia. Poco a poco se va volviendo loco, hasta el punto de intentar matar a Janie, pero ella le dispara a él y es acusada de asesinato. El jurado, compuesto por hombres blancos, la declara inocente, a pesar de la oposición de los hombres de color, amigos de Tea Cake.

El libro no fue valorado por los contemporáneos de la autora.

“Mira, tesoro, por lo que yo he sido capaz de ver, aquí el que manda en todo es el hombre blanco. A lo mejor, allá lejos, al otro lado del mar, hay un lugar donde los negros son los que tienen el poder. Pero nosotros lo único que sabemos es lo que vemos. O sea que el hombre blanco tira la carga al suelo y le dice al negro que la recoja y el negro la recoge porque no tiene más remedio, pero él no la acarrea. Lo que hace es cargársela a sus mujeres. Y por lo que yo he podido ver, la mujer negra es la mula de carga de este mundo”

Sus ojos miraban a Dios leído en el siglo XXI no se puede considerar un libro feminista al uso. Para quien lo leyese en 1937, año en el que se publicó, debió ser una toda una revolución. La autora se atreve a escribir una novela en torno a una mujer negra como ella, separada de la esclavitud por apenas dos generaciones, que acaba revelándose contra una sociedad que no deja de juzgarla. Porque la  sociedad que juzga a Janie es negra. Los personajes blancos que aparecen en la novela son marginales o se mencionan en tercera persona. Sin embargo, el racismo sí es un tema presente en la novela de Hurston. Con especial evidencia en el personaje de la señora Turner, una mujer de piel más clara que sus vecinos que desprecia a estos en base a la oscuridad de su piel y que trata de convencer a Janie de la existencia de diferentes grados en la escala de identidad negra.

La novela de Hurston es el reflejo de la lucha cotidiana de una mujer de finales del siglo XIX, principios del siglo XX, anómalo por el hecho de ser narrada desde una perspectiva única y, a menudo, silenciada en la historia estadounidense: el de la mujer afroamericana. Un libro cuya lectura, por supuesto, recomiendo.

 

Zora Neale Hurston. Los ojos miraban a Dios. Círculo de Lectores. (1997) 215 pp.

     

4 comentarios en “SUS OJOS MIRABAN A DIOS – Zora Neale Hurston

  1. Sombra dice:

    Una magnífica y necesaria escritora. Gracias por traer esta acertada reseña.

    En su libro «How it feels to be Colored Me», Zora explica cómo se dio cuenta de su diferencia: cuando se vio por primera vez en una foto y dijo «oh, vaya, he salido coloreada».

  2. Íñigo Montoya dice:

    Muchas gracias, Sombra.
    No conocía la anécdota. Zora es una mujer muy interesante.

  3. Garnata dice:

    Muy interesante el contexto y por supuesto, la valentía de la autora.
    Gracias por la reseña!

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