SOLDADO DE LA NIEBLA – Gene Wolfe

SOLDADO DE LA NIEBLA - Gene Wolfe

«Vamos a las ruinas del muro. Mis hombres y yo queremos contemplarlo a la luz del día o eso pensábamos hacer antes de que emergieras de las aguas. Ahora quiero enseñártelo y contarte lo que sucedió en él. Lo olvidarás pero he empezado a pensar que ello se debe a que eres el oído de los dioses: son ellos los que escuchan y no tú y son ellos quienes se apropian de los recuerdos que has ido oyendo. Esto es algo que los dioses deberían saber.»

Fascinante novela, no se puede decir otra cosa. Con esta obra su autor, Gene Wolfe, neoyorkino nacido en 1931, ganó el premio Locus de Fantasía en el año 1987, e inició lo que hasta la fecha se ha convertido en una trilogía, la trilogía de Latro, una saga de difícil catalogación para los que gustan de etiquetar la literatura pero que sin ningún género de duda contribuye a definir a Wolfe como uno de los autores estadounidenses más destacados e imaginativos de las últimas décadas.

Ganar el premio Locus de Fantasía tiene un tremendo mérito pero a poco que uno eche un vistazo al currículum de Gene Wolfe se dará cuenta de que los galardones son una constante en él. Pocos pueden presumir de haber conseguido cinco veces el citado y prestigioso premio Locus (otorgado por la revista Locus Magazine a novelas del género fantástico y de ciencia ficción, y que han ganado escritores como J.R.R. Tolkien, Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Dan Simmons, Marion Zimmer Bradley, George R. R. Martin, Ursula K. Le Guin, Terry Pratchett o Stephen King), además del premio Nebula dos veces (concedido por la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción y Fantasía de Estados Unidos -SFWA-), otras dos el premio Gigamesh (concedido por la desaparecida revista española Gigamesh), dos más el World Fantasy Award, y más premios, nominaciones y menciones que no cito. Cabría la posibilidad de que todo este reconocimiento a nivel internacional fuera casual y que bajo la colección de premios y galardones no hubiera un gran escritor, pero es una posibilidad tan remota que el solo hecho de plantearla entraría en el terreno de sus novelas, es decir:  la ciencia ficción y la fantasía.

Soldado de la niebla es una novela original, muy original. Cuenta con numerosas bazas a su favor y ni siquiera el (a mi juicio) ligero desaprovechamiento de alguna de ellas antes incluso de empezar a leer la primera página, merman su interés. Para empezar, Wolfe se apunta al recurso, sugestivo si se maneja con habilidad, del «manuscrito reencontrado» (recurso que tan bien analiza Carlos García Gual en su artículo El manuscrito reencontrado, incluido en la obra Cinco miradas sobre la novela histórica). Y Wolfe lo maneja con mucha habilidad. La novela no es más que la transcripción, dice el autor, de un manuscrito escrito por alguien que vivió hace unos 2500 años en Grecia. En dicho manuscrito no aparecen mencionados nombres habituales de lugares sino que se habla de la ciudad de Pensamiento, de los Cordeleros, la Colina de la Torre, la Tierra de las Vacas, las Puertas Calientes, el País Silencioso… Se citan batallas pero tampoco son reconocibles fácilmente. Incluso se nombran dioses que también cuesta identificar. La novela se presenta así ante el lector como un juego ya que, a diferencia de las obras de Tolkien, donde los escenarios son imaginarios, en este caso el «truco» del manuscrito reencontrado nos sugiere que, como lectores, nos esforcemos en identificar los lugares mencionados con los del mundo real. Y aquí viene lo del desaprovechamiento, ya que la inclusión de un mapa al inicio de la novela facilita (mejor dicho: diluye) el juego hasta el punto de que deja incluso de ser un juego. Por otro lado queda el pequeño y efímero juego paralelo de localizar temporalmente los hechos que el manuscrito relata (y es efímero porque una vez ubicado un suceso en el tiempo, todos los demás quedan encajados automáticamente); pero también este pequeño pasatiempo queda despilfarrado con la sola lectura de la contraportada, las solapas interiores del libro o incluso la frase aclaratoria previa a la novela.

El autor y protagonista en primera persona del manuscrito que Wolfe transcribe es un tal Latro, personaje singular que lleva todo el peso de la historia. Nadie sabe quién es Latro ni de dónde ha salido, ni siquiera él mismo. Tiene una herida en la cabeza que le impide recordar nada que esté más allá de lo vivido en el día actual. Por ello Latro escribe cada noche en su manuscrito lo que ha sucedido durante el día, las personas que ha conocido y las cosas que ha visto, quiénes son sus amigos y de quién debe desconfiar; porque sabe que a la mañana siguiente sus recuerdos, antiguos y nuevos, habrán desaparecido otra vez. Y por eso cada día debe leer tanto como pueda de lo que lleva escrito hasta el momento, es más: no debe olvidar que existe un manuscrito, su manuscrito, del que depende su existencia, un manuscrito en el que debe escribir y que debe leer. Pero Latro lo olvida todo sin remedio y necesita que continuamente le recuerden que ha de leer, que ha de escribir. Latro nace cada día, y cada día ha de tener presente una cosa: «Mi nombre es Latro. No debo olvidarlo».

Si se piensa bien, el problema de Latro es francamente angustioso. Latro es un hombre sin pasado y por tanto su presente y su futuro son inciertos. No saber nunca dónde nos encontramos ni quiénes son las personas que nos rodean debe de ser de lo más inquietante. Esa angustia no se refleja en el tono de la novela, cuyo relato discurre en un tono más bien distendido; sin embargo, Wolfe sí que intenta trasladar algo de esa desazón, en la medida en que eso es posible, al lector. Al inicio de muchos capítulos no sabemos dónde estamos, ni qué ha sucedido, ni cuánto tiempo ha pasado desde los últimos hechos leídos. Y no lo sabemos por la sencilla razón de que no estamos leyendo una novela sobre la vida de Latro sino que estamos leyendo el propio manuscrito que Latro escribe cada día. Tenemos la ventaja sobre el protagonista de que nosotros sí sabemos quién es quién y además recordamos (pues acabamos de leerlo) los episodios de la vida de Latro, los que él mismo ha escrito en su manuscrito; pero desconocemos los hechos que no han sido transcritos, como los desconoce Latro pese a haberlos vivido. Lo único que el protagonista tiene claro es que quiere averiguar quién es, dónde está su hogar, quiénes eran sus amigos, cuál es su patria. Y esa búsqueda es la que Latro relata en su manuscrito, una búsqueda que le lleva a recorrer numerosos lugares y a conocer (y olvidar cada día) a variopintos personajes. Podría pensarse quizá que la novela corre el riesgo de caer en una cierta estructura repetitiva en cada capítulo (al estilo de muchas series televisivas de los años ochenta, a decir verdad): unos valores que se mantienen siempre constantes (Latro no puede recordar nunca nada; quiere averiguar quién es realmente y esa búsqueda le lleva a viajar continuamente; anota lo que le sucede en un manuscrito antes de que se le olvide; hay algunos personajes que siempre le acompañan) y otros valores que varían en cada «episodio» (situaciones diferentes en cada lugar donde está y personajes con problemáticas particulares). Sin embargo, Wolfe evita ese encasillamiento y la novela se percibe más como un todo continuo y unitario que como una sucesión de episodios. La historia y el contexto histórico contribuyen notablemente a que la sensación del lector sea esa. De hecho, en el «patrón episódico», por llamarlo así, lo habitual es que los episodios queden rematados al finalizar cada uno, de modo que el siguiente se inicie, digamos, sobre una tabula rasa; en la novela, en cambio, los episodios nunca son «rematados» sino que suelen quedar abiertos y sus consecuencias y personajes se arrastran en los siguientes capítulos. Y cabe decir que éstos, los personajes secundarios, son de lo más variopinto y están estupendamente definidos y caracterizados. El elenco que acompaña a Latro es otro de los valores añadidos de la novela: personajes llenos de matices y con vida propia. Algunos de ellos son claramente ficticios, otros son históricos, pero todos ellos tienen un papel que desempeñar, no se perciben como personajes «de relleno» (algo habitual por desgracia en muchas novelas de contexto histórico) sino que cumplen un cometido en la historia de Latro, cometido que, en el caso de los personajes históricos, a menudo no tiene nada que ver con la imagen que la Historia les ha adjudicado (curiosísimo el rol que desempeña el poeta Píndaro, por ejemplo).

La novela cuenta con más elementos argumentales destacables: la desventaja del protagonista, su falta de memoria, se suple con una capacidad que sólo él posee y que, presumiblemente, también ha sido provocada por el golpe en su cabeza: Latro puede ver a los dioses y hablar con ellos. O bien se trata de que los dioses optan por mostrarse sólo a Latro. Ello le permite conocer cosas que nadie más conoce, lo cual no deja de ser una paradoja pues lo habitual es que sean los demás los que conocen cosas que él ignora (porque las ha olvidado).

A destacar también el hecho de que, sólo con lo dicho hasta ahora, estaríamos hablando ya de una novela muy singular. Pero Gene Wolfe aún añade más condimentos a su obra. El año 2000 el cineasta Christopher Nolan dirigió la película Memento, protagonizada por Guy Pearce (actor en alza después de su interpretación en L.A. Confidential 3 años antes) y Carrie-Ann Moss (de quien cabe decir lo mismo por su participación en Matrix en 1999). En Memento el protagonista padece un mal muy parecido al Latro de Gene Wolfe: es incapaz de retener nada en la memoria más allá de los últimos minutos, y por ello ha de hacer continuamente fotografías, anotaciones, incluso tatuarse mensajes en el cuerpo, para poder reconstruir con todo ello su pasado y su presente. La película tuvo gran éxito y recibió varios premios. Pues bien: Gene Wolfe podría haber situado su planteamiento, riquísimo de por sí y que Nolan casi parece plagiar (¿habría leído a Wolfe Jonathan Nolan, hermano del director y autor del relato Memento mori en el que está basada la película), en la época actual (como hace Nolan), pero Wolfe lo coloca 2500 años atrás, ubicándolo en un tiempo y en un lugar desconocidos para el lector (en la medida en que ese lector conozca menos la Grecia Antigua que la actualidad). ¿Es un nuevo intento de trasladar al lector la incertidumbre y la inseguridad que siente el protagonista (porque está claro que su problema de memoria le incapacita para conocer su propio mundo)? Quién sabe.

Nótense por tanto las posibilidades que ofrece el planteamiento de la novela, posibilidades que Gene Wolfe aprovecha en la medida que le interesan. Así, la novela podría haber tenido más intensidad en cuanto a la angustia y desazón del protagonista, o podría profundizar más en el aspecto psicológico de Latro. Posee además los elementos necesarios para haber tenido un tono solemne, épico incluso. Sin embargo Wolfe no busca nada de eso y opta por otro estilo más distendido, más asequible, con menos implicaciones emocionales de las que la historia le brinda. Hay un cierto tono de humor en los diálogos, una chispa que otorgan a la lectura un dinamismo fresco y agradable. Con todo, se trata de una novela difícil en la que cuesta entrar. El lector debe habituarse a muchas cosas (extraños nombres de lugares, escenarios cambiantes sin previo aviso, personajes que entran en escena o salen de ella…), por la simple razón de que de ese modo puede seguir el hilo de lo que el autor (o lo que es lo mismo: Latro) le está contando. Pero es un esfuerzo mínimo que rápidamente se ve recompensado.

Soldado de la niebla fue publicada en 1986. Para entonces Gene Wolfe ya tenía una carrera consolidada como escritor del género fantástico, con un estilo propio y personal perfectamente definido. Quizá el éxito cosechado, o tal vez lo tuviera en mente desde el principio (ciertamente el final de Soldado de la niebla invita a pensar en ello), le llevó a publicar dos años después de la obtención del premio Locus una continuación de la búsqueda de Latro, Soldado de areté. Pasados veinte años de las primeras andanzas de Latro, en 2006, un septuagenario Gene Wolfe volvió a retomar la saga con Soldado de Sidón, novela galardonada con el World Fantasy Award. Sólo cabe decir que pocas veces lee uno novelas tan desbordantes de imaginación y tan cautivadoras como esta primera aventura de Latro, el soldado que permanece en una niebla que le impide conocer su pasado, su identidad y sus raíces. El crédito generado por su lectura es suficiente para acometer sin dudar la de la saga entera. Quien tenga la suerte de disponer de alguno de los dos primeros libros de la trilogía (están descatalogados desde hace años,y encontrarlos por cualquier medio supone emular a Latro y realizar una auténtica búsqueda en la niebla que en absoluto estaría exenta de virtud) debería decidirse, si no lo ha hecho ya, a leerlos. En cualquier caso el tercero, Soldado de Sidón, es de reciente publicación y por ello más fácil de conseguir en las librerías. Y a poco que esté mínimamente a la altura de su hermano mayor, valdrá la pena.

 

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22 comentarios en “SOLDADO DE LA NIEBLA – Gene Wolfe

  1. Javier Veramendi B dice:

    Buenos días.

    Que tiempos. Recuerdo cuando leí este libro, allá por 1991. A partir de entonces tuve un largo desinterés por las novelas de griegos. Supongo que porque este me pareció difícil de superar.

    En fin, que toda esta pedantería era para decir que concuerdo contigo Cavilius (cosa que tampoco es para tanto, por cierto. Concordar, claro, no la pedantería, que tampoco es para tanto tampoco).

    Saludos.

  2. Urogallo de los cordeleros dice:

    ¡ Estos Griegos !. ¡ Como les gusta pensar !.

    ¡ Cuantos premios consiguió este hombre !. ¡ Jupiter !. ¡ Me averguenzo de verdad de haber llegado hasta aquí sin saberlo !.

    El tema del manuscrito da para mucho, sin duda. ¿Puedo mencionar esto sin citar los famosos «Flashman Papers» o las tan estudiadas páginas que nos legaría Derfel Cadarn?.

    En cuanto a la verdadera reseña:

    ¿No se sabe de donde procede Latro?. Yo más bien creo que no quieres saberlo.

    Y yo si que creo que la angustia de Latro es patente. Solo que como suicidarse no es una opción, y cada día se lleva con su memoria los pesares del día anterior, intenta ser féliz a su manera. A la manera de un mercenario, claro. También hay que tener en cuenta la severa disciplina mental que le proporciona su origen…

    En todo caso, y dejando MEMENTO aparte ( Que me parece que está llena de posibilidades, cuestiones y dilemas morales de los que Latro carece, y que de tenerlos, seguro que desecharía) tendría que decir dos cosas sobre la saga.

    1- Agradecerle a Aquiles que me prestase SOLDADO DE ARETE, ya que llevaba siglos buscándo las novelas, y el tuvo la amabilidad de permitirme su lectura.

    2- Decir que es una novela que tiene el mérito increible de ser original. Y además de atreverse con una ambientación que por aquella época no estaba de moda, lo que la hace más meritoria todavía.

    Aparte de eso, el manejo de la memoria limitada del protagonista es la fuerza fundamental de la novela. Selecciona los acontecimientos e introduce al lector en una dinámica donde la sorpresa y el misterio siempre estarán asegurados. Pero sobre todo estarán asegurados el desencanto y la indiferencia.

    Latro no puede sentir. El amor de ayer es el olvido de mañana. Es un guerrero infantil, un niño de fuerza y habilidad prodigiosa, que combate y mata sin ideales ni pasiones. Quizás el autor quisiese plantear esa cuestión, que los mercenarios olvidan cada día los horrores y las lealtades del ayer.

    La verdad que es una recomendación absoluta.

  3. Vorimir dice:

    Conocía la saga de rebote. Un amigo mio se compró «aleatoriamente» el segundo tomo (Soldado de Areté) sin darse cuenta de eso, que era una segunda parte y por lo tanto ni él ni yo lo leimos nunca. Supongo que aun andará por alguna estantería suya.

  4. Urogallo de los cordeleros dice:

    Hijo, que tiquismiquis soy. Entonces yo nunca habría podido leer «La era de la Sinrazón». Me compré el segundo, nunca conseguí el primero, y jamás se publicó el tercero. ( O a lo mejor tardan 20 años, como en este caso).

  5. Valeria dice:

    Primero El Asirio, luego La Canción de la Cabra, también El Macedonio…. y ahora esto. Para mí que el Cavi tiene acciones en alguna librería de viejo. Cada vez que reseña una de estas joyitas desaparecidas me siento como Indiana Jones en busca del grial, sólo que sin museo patrocinador y sin la suerte del «prota».

  6. cavilius dice:

    Saludos a la concurrencia:

    Javier Veramendi B: bienvenido a Hislibris, que creo que es usted nuevo por aquí, ¿verdad? Le confieso que a mí me pasó algo parecido a lo que usted expone sobre esta novela: empecé a leerla hace unos años, no tantos como usted (yo en el 91 aún no había nacido, como es de suponer) y tuve que dejarla porque no me enteraba de nada. Pero con el tiempo uno madura y se adultece, así que volví a intentarlo hace unos meses y más que leer yo a la novela, ella me leyó a mí.
    Por cierto, enhorabuena por ese libro suyo de reciente publicación sobre Berlín a las 19:45 (que debe de ser algo así como la hora del té de los germanos, supongo).
    Saludos, Javier Veramendi B; siéntese y siéntase como en su casa.

    Koenig: para decir obscenidades escatológicas mejor vete a una reseña de vampiros, hombre. Aprende del Sr. Veramendi B, que acaba de llegar a Hislibris y se va a llevar una mala impresión de ti.

    Urogallo de los cordeleros: de nuevo surge tu subsconsciente y demuestras que, pese a la máscara de romano, digo, de romano, eres tan griego como Nikos Gallis. Bueno, casi.

    Vorimir: eso que dices no es excusa para no leer Soldado de areté, hombre. ¿Acaso esperaste a que hicieran La amenaza fantasma para ver La guerra de las galaxias? No cuela, no.

    Valeria: es que me gusta rescatar libros poco actuales, así Hislibris coge un sabor menos parecido a boletín de novedades y más a… Historia. Sí, ya sé que este libro es difícil de conseguir, pero si echas un vistazo a las últimas líneas de la reseña, verás que no es misión imposible. Ya, no es lo mismo que un libro de carne y hueso, pero qué le vamos a hacer…

    Hala, saludos a todos y, como diría Latro: «si te he visto no me acuerdo».

  7. Ascanio dice:

    Pues no sólo me he leído tu reseña, Cavi, sino que además he ido a rescatar el libro de la balda correspondiente (la balda de griegos, claro).
    No tengo la edición normal, sino una que yo me imprimí hace varios años, y que me mandó mi querido Germánico por e-mail en pdf, el mismo que tú has colgado. La encuaderné y allí la dejé, descansando, porque German me comentó que era «una novelita de griegos» (o algo así recuerdo yo), y yo, en mi torpeza, interpreté que podía esperar.
    Arauxo también la leyó en su tiempo (hace muuuucho tiempo, porque ya sabemos que Arauxo leía en sus años mozos, y no como ahora, que se pasa el día pitufando), y me comentó que era un poco liosa, por eso de los topónimos raros.
    Pero ya visto lo visto, y leído lo leído, es evidente que habrá que darle una oportunidad.
    Y también tendré que imprimir la segunda, con la de tóner que eso gasta…

  8. Valeria dice:

    A mi no me gustan los libros sin carne ni hueso….. snif.

  9. pepe dice:

    Valeria, Cavilius va más rápido que tú y ya ha incluído unas crípticas líneas al final de su reseña, confirma que has entendido el mensaje y déjate adelantar. Ascanio, ahorra gasolina de la impresora y no la malgastes imprimiendo lo que no debe quedar escrito sino en el viento, único dueño de la tierra. Urogallo, acabo de ver el tercero en el Corte Inglés en la mesa de los saldos a un precio inmejorable, aunque yo pensé que era el primero y no lo compré con secreto placer. Algo compré, no obstante, pero eso ha de permanecer arcano. El precio se puede averiguar mediante sencillo anagrama de esta última palabreja. Ascanio, ponte a la sombra, que hoy advertían en la tele de riesgo amarillo en Sevilla, por la calor extrema. También han prohibido las corridas de toros en Cataluña, y parece ser que pronto prohibirán los pasodobles (en radios y televisiones) por ser música lasciva y taurina, restringiendo su uso a las fiestas de los pueblos. En el enlace de más abajo se puede escuchar uno de mis favoritos (que no tiene temática taurina).

    http://www.youtube.com/watch?v=HMxX9w6yA0Y&feature=related

  10. Urogallo dice:

    Si que ha pasado rápido el camino a los saldos…Camino en el que espero encontrarlo.

  11. Valeria dice:

    Que lo he entendido, que inmediatamente archivé los pdf, pero no me gusta leer en la pantalla, y tampoco me gusta leer los folios encanutillados que a veces imprimo para no leer en la pantalla. No me satisface igual la lectura, qué le vamos a hacer. Cada uno tiene sus gustos, y otros hacen recetas con el gazpacho de Hacendado. Y aquí también hace calor, y en los saldos de mi hipercor -que aquí no hay otra cosa- no está ese libro.

  12. cavilius dice:

    Pepe, rompiendo mi costumbre y mi habitual pose filosófico y contemplativo, me temo que voy a salir al quite sobre lo que has dicho y voy a entrar al trapo. No sólo serán prohibidos pronto los pasodobles sino que en los bares ya no se podrán comer banderillas, en nuestro hablar coloquial no podremos usar expresiones como las que acabo de emplear, y de las tiendas de souvenirs se retirará toda la iconografía taurina que tanto agrada al turista extranjero. Y yo estaría de acuerdo sin pestañear con todas esas restricciones a la libertad de expresión, con esas prohibiciones a la manifestación de una tradición y una cultura ancestral, si con ellas se evitara la muerte lenta, (no se me ocurre otro sinónimo más suave) agónica y espectacular (porque de ello se hace espectáculo) de un toro. Pero probablemente nada de todo eso serviría a ese fin, y sí en cambio la prohibición de que se celebren corridas. Así que por mi parte amén a esa prohibición, a esa castración de la libertad del pueblo y a ese estoque clavado en la cerviz de «La Fiesta».

  13. Aretes dice:

    A eso le llamo yo picar en todo lo alto.
    Olé.

    (Y, además, me he leído la reseña)

    1. Javi_LR dice:

      Yo lo que creo es que se va a empezar a hablar de eso en vez de la estupenda reseña de Cavi.

      Y ya que estamos: ojalá que fuese todo tan sencillo, pero no tengo claro nada de nada. Ni siquiera para dar una mísera opinión que no sea esta: asunto complicado este, vive Dios. En todos los sentidos (ético, estético, político, demagogo, libertario, legislativo, costumbrista, borreguil y un larguísimo etcétera).

  14. Josep dice:

    Yo también propongo que
    a) nos centremos en la reseña (magnífica) de cavilius;
    b) vertamos nuestras opiniones sobre las corridas en el foro, en un hilo abierto ad hoc (si es que no se ha abierto ya),

    Al respecto, recordemos aquel célebre diálogo.
    -Donde esté una corrida, que se quite el fútbol.
    -Sí, y los toros.

  15. ARIODANTE dice:

    Josep y sus correteos…Yo no iré nunca a ver un toro, ni siquera un embolao, de esos que les gustan a los catalanes y valencianos; pero nunca prohibiría las corridas (de ninguna clase, Josep) porque se empieza prohibiendo una corrida y se acaba…ejem.
    Vale, vale, me callo. Oye, chato, digo Cavi excelente reseña que me ha hecho recordar -memento, etc.- que hace tanto tiempo que leí el libro que no me acuerdo de absolutamente nada, o sea, que debería leerlo de nuevo , por lo que veo. De lo que sí me acuerdo es que el verano pasado leí y reseñé aqui http://libros2.ciberanika.com/DesktopDefault.aspx?tabid=28&pagina=letras/w/p04691.ascx
    otra obra de este autor, ésta de piratas, pero curiosamente también hay una trasgresión en el tiempo. La verdad es que es un autor que no conviene desechar.
    He rebuscado por mi biblioteca y no he conseguido encontrar Soldado en la niebla, por lo que deduzco que se perdió en alguna mudanza ¡maldición!. Tendré que acordarme de recuperarlo. El tema de la memoria, peli incluida, me resulta tremendamente angustioso pero me atrae, como una poderosa araña que tiende su red y espera pacientemente a que la mosquita se quede pegada en ella. En fin…

  16. jerufa dice:

    Cavi, te he leido lo de las reseñas de vampiros. Cuidadín, cuidadín, que aunque entre poco, tus reseñas no me las pierdo jamás.
    Y sigue, sigue proponiendo libros descatalogados -sobre todo al final de la reseña, cuando uno se ha hecho el gusto a hacerse con ellos- que te voy a dar un cogotazo por jodío que verás…

  17. Aquiles dice:

    Muy buena reseña de este libro tan especial, Cavilius. Solamente quiero añadir, a modo de opinion muy personal, que la tercera parte – «Soldado de Sion» – me parece sensiblemente inferior a las dos anteriores; cierto es que no se si se trata de que la novela realmente flojea o de que yo tenia unas expectativas muy altas que no se han cumplido.

  18. nando dice:

    Me lo compré por la portada cuando salió.
    Leí dos páginas y lo dejé.

  19. Germánico dice:

    Eso te pasó por caprichoso…

  20. Julian dice:

    Bueno, bueno. Yo he leído los 3 libros. Y me encabrona mucho no saber en qué termina la historia de Latro.
    ¡ESO NO SE DEBE HACER!
    Después de leer cientos de paginas…..el libro tercero (Soldado de Sidón), termina en….NADA.
    PERO ES ESTO ES UNA ESTAFA AL LECTOR.
    No, no y no. Deben hacer la terminación del libro.

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