RÉQUIEM POR EL ESTE – Andreï Makine

RÉQUIEM POR EL ESTE - Andreï MakineRecuento de una vida y de lo que para un país fuera una época particularmente ominosa: es lo que deparan las páginas de la novela Réquiem por el Este, escrita por el ruso-francés Andreï Makine y publicada originalmente el año 2000, en Francia. El país es Rusia; la época es la del régimen soviético; la vida es la del innominado protagonista, un ruso que se embarca en un prolongado monólogo interior que tiene por interlocutor imaginario a la mujer que fuera su amante, cuya vida ha sido arrebatada por los sórdidos poderes que dirigieron el imperio del este. El réquiem, pues, no es por el régimen caído, sino por las vidas aplastadas por él.

Andreï Makine (Krasnoyarsk, 1957) es un novelista de origen ruso radicado en Francia desde 1987. Ha escrito la totalidad de su obra en francés, su segundo idioma materno por influencia de su abuela, de nacionalidad francesa. Tras asilarse en lo que sería su patria por adopción, debió soportar varios años de penuria económica hasta que inició una gradualmente exitosa carrera literaria, consolidada a partir de la publicación de su cuarta novela, El testamento francés (1995), aclamada por la crítica y galardonada con los más prestigiosos premios de las letras francesas. En paralelo a su profesión de escritor, se desempeña como traductor y profesor de literatura rusa.

En Réquiem por el Este la narración procede por medio de grandes saltos temporales conforme el protagonista se da a la tarea de recordar. De tanto en tanto, del monólogo se transita a una narración en primera persona al estilo convencional, y de éste se retorna al monólogo. Los hechos se suceden a lo largo de décadas, adelantándose y retrocediendo en el tiempo, sin que importe mucho la especificación de fechas, nombres y lugares. De pronto sabemos que el protagonista se desempeñó como médico militar por breve pero intenso lapso de tiempo, mediada la década de los 70, curando «a los soldados de las guerras no declaradas que el imperio mantenía en los cuatro extremos del planeta»; y que un buen día, diríase que por obra del azar, cambió abruptamente dicha carrera por la de espía al servicio de la URSS. Se nos informa que el narrador nació en curiosas circunstancias, cuando sus padres se ocultaban en las montañas del Cáucaso en las postrimerías de la opresiva era de Stalin, y de esto nos enteramos no bien comenzada la lectura de la novela, gracias a un arranque que es también una apropiada introducción al tono y el estilo de la obra. Vaya pues el primer párrafo de la misma como botón de muestra:

«Siempre he vivido con la certeza de que el hogar que cobijó su amor, y más tarde mi llegada a este mundo se encontraba mucho más cerca de la noche y sus constelaciones que de la vida de este país inmenso, del que consiguieron huir sin abandonar su territorio. El país los rodeaba, los envolvía, pero ellos estaban en otra parte. Y si al final los descubrieron entre los arbolados repliegues del Cáucaso, se debió al azar de un juego de símbolos».

A renglón seguido, Stalin, a quien no se menciona explícitamente hasta unas páginas más adelante, es referido como «el señor del imperio», anciano al que se rendía culto en todo un país, incluso en el planeta entero, y que «vivía atormentado por no haber matado a quienes podían matarle».

Tres son los personajes que han hecho mella en el protagonista, sirviendo por tanto de catalizadores de la narración. Haciendo la recapitulación de su existencia, el narrador constata que son las únicas personas entre las que se sentía realmente vivo; terrible constatación, puesto que solo sobreviven en su memoria. Dada la vaguedad de su caracterización, a efectos argumentales es más apropiado considerarlos como presencias. Una de estas presencias es la amada del protagonista, también un personaje innominado, en cuyo honor el protagonista realiza el ejercicio de memoria y el acto de someter a juicio la historia de un país, la patria de ambos. Unos años mayor que el protagonista, trabajaba también para el Centro -el KGB- y fue tras la fachada de matrimonio fingido que tuvieron ocasión de enamorarse. Su muerte violenta desata en el narrador un afán de venganza que lo llevará, en la parte final de la novela, tras la pista del asesino. Está Chakh, apócope de Chakhmatoff, uno de los alias con que se conoce al reclutador y especie de mentor del protagonista. Espía consumado, uno de los últimos mohicanos en la lucha soterrada de los días de la Guerra Fría, aparece en momentos decisivos de la trama: por de pronto, es quien propicia el encuentro entre el protagonista y la mujer que será su compañera. El final de Chakh es abrupto, tan oscuro y equívoco como su trayectoria. Por último aunque no menos importante, tenemos a Sacha, una francesa que ha vivido la mayor parte de su vida en Rusia y que resulta ser lo más próximo a un ser providencial, suerte de ángel guardián de la familia del narrador. Íntima amiga de su abuela, amiga luego de sus padres, salvó al protagonista cuando sus padres murieron a manos de agentes del estado soviético.

Fue gracias a Sacha que el protagonista conoció la historia de su familia, historia que ignoraba por su temprana orfandad -y cuyo relato abarca un tercio exacto de la novela-. Por Sacha se enteró de cómo en los días de la guerra civil un campesino llamado Nikolai, que había desertado del Ejército Rojo, salvó de una muerte cruel a Anna, joven embarazada a la que los bolcheviques habían cortado la lengua y con la que acabó por casarse. Nikolai se hizo cargo de la criatura, Pavel, como si fuera su propio hijo. Más tarde sobrevino la guerra contra la Alemania de Hitler, en la que Pavel, que había sido condecorado por su valor en combate, resultó degradado a un batallón disciplinario. Las unidades de este tipo eran utilizadas en misiones suicidas y su tasa de mortandad era espeluznante; Pavel fue uno de sus escasos supervivientes. Finalizada la guerra, incapaz o remiso a la idea de reintegrarse a la sociedad civil, se refugió en un recoveco montañés con su compañera, mujer de espíritu nómada como el suyo. (Fue en ese refugio que nació el protagonista.) Sacha era el único contacto de la pareja con el exterior; hasta que un día fueron descubiertos…

La narrativa de Makine, por lo menos la que he leído, no es precisamente parca en acontecimientos y giros dramáticos; difícilmente podría serlo la de un autor empecinado en hurgar en la memoria de un siglo especialmente movido como el siglo XX ruso. Pero no es su preocupación fundamental la de concebir vuelcos sorpresivos ni acción a raudales. Por de pronto, no tarda uno en advertir que el hecho de que, en esta novela, tres de los personajes fueran espías no es sino un recurso que propicia el distanciamiento crítico con respecto al tema de fondo, y que justifica la movilidad geográfica del protagonista. Diría que el atractivo de Réquiem por el Este reside ante todo, más que en los vaivenes –por lo general esbozados- de la acción, en la capacidad evocadora de una prosa elegante, por momentos enaltecida por un sobrio lirismo, y en el tono emotivo que el autor imprime al acto de la memoria, un ejercicio tan sesgado y valorativo como puede serlo una vez asumida –programáticamente asumida- la subjetividad del punto de vista narrativo. A modo de leit motiv resuena a lo largo de la novela la idea de «decir la verdad sobre nuestra época», pero no será nuestro protagonista quien acometa tan ingente tarea: admite que no es testigo objetivo (quién pudiera serlo), «ni historiador, y aún menos un sabio moralista». Lo que hace es prestar testimonio; un testimonio doble, triplemente lacerado pues concierne a su familia, a su patria y a sí mismo.

De modo congruente con la técnica del monólogo interior, el desarrollo de los acontecimientos posee una nota ambigua y huidiza, empero jalonada de ciertas claves o datos explícitos que permiten al lector posicionarse espacial y temporalmente. Asimismo, de los personajes lo que importa es lo que han sembrado en el alma del protagonista, en surcos que son los de la amistad, el amor, el odio, la fidelidad a la patria. Al final, lo que queda es el poso de un amargo cáliz: el dolor provocado por la tragedia casi secular de un pueblo, y por la pérdida de aquellos a los que se ha amado.

-Andreï Makine, Réquiem por el Este. Tusquets, Barcelona, 2007. 302 pp.

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6 comentarios en “RÉQUIEM POR EL ESTE – Andreï Makine

  1. Valeria dice:

    Rodrigo, tú vales mucho.
    Con qué sensibilidad nos llevas de la mano. Siempre es un placer leer lo que escribes. Y ahora, por hacerte escribir un poco más,y teniendo en cuenta lo difícil que es valorar unas memorias frente a una novela, ¿no tiene esta obra un aire con Vida y Destino? De lo que cuentas, me ha parecido percibir corrientes subterráneas que podrían alimentar ambas obras, sobre todo eso que llamas el dolor por la tragedia secular de un pueblo

  2. Rodrigo dice:

    Muchas gracias, Valeria. Sobre lo que planteas: creo que sí, hay un cierto parentesco temático entre ambas novelas, más que un mero trasfondo sobre el que transcurran sus respectivas historias: para ambos escritores, aquella tragedia es la justificación de su literatura. Pero no estoy seguro de poder llevar la analogía mucho más allá de esto, la verdad.

    1. Javi_LR dice:

      Interesantísima reseña, Rodrigo. Es un placer leerte, de verdad.

  3. Rodrigo dice:

    Qué gusto, Javi. Gracias.

  4. Ariodante dice:

    Fenomenal, Rodri. Aunque apenas puedo leerte, ya que mi ordenador se estropeó ayer y estoy de prestado con uno viejísimo cuya configuración me perturba.
    Me encanta que vuelvas a la novela y me encanta que me descubras constantemente nuevois autores . No es que las reseñas de ensayo dejasen de ser excelentes, pero es que con la novela también eres bastante excelente. Y no es adulación, sabes que opino así.
    Gracias, Rodri, por seguir en la brecha, desde el otro lado del Oceáno Mar.

  5. Rodrigo dice:

    Estos cacharros siempre dan problemas…

    Gracias, Ario.

Responder a Valeria

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