Editorial Planeta ha publicado recientemente la obra «Felipe II. La biografía definitiva» de Geoffrey Parker, el prestigioso historiador e hispanista británico que ya había dedicado expresamente al monarca español otros dos de sus libros, «Felipe II» y «La gran estrategia de Felipe II», además de haber dado cabida en su literatura histórica a otros temas correlativos como «España y la rebelión de Flandes» o «El ejército de Flandes y el camino español».

Con tal motivo, el pasado día 21 de septiembre se presentó el libro en San Lorenzo de El Escorial con asistencia del autor. Editorial Planeta convocó a la prensa para este acto e invitó al mismo a Hislibris que, por supuesto, estuvo allí. Se había previsto visitar, acompañados por Geoffrey Parker, las estancias privadas de Felipe II en el Monasterio de El Escorial y aprovechar ese marco tan íntimamente filipino para escuchar de su biógrafo las versadas explicaciones que podía ofrecer sobre el monarca y sobre el que había sido su entrañable y doméstico recinto. Mas, ¡oh desdicha!, topamos con Patrimonio Nacional, ese Organismo Público que custodia determinados bienes estatales con tan riguroso celo que frustra cualquier iniciativa de esta naturaleza. Lo establecido está para cumplirse y las normas para ser acatadas. Y lo establecido normativamente aquí es que los visitantes, sin excepción, accedan por un punto determinado, realicen un itinerario prefijado que no admite alteraciones y concluyan por donde así lo señale el correspondiente cartel indicador. Poco importó que el grupo que acompañaba al Sr. Parker sólo tuviera interés específico en una zona concreta, que ésta se encontrase, precisamente, al final del recorrido de inútil y obligado transcurso, ni que Geoffrey Parker se mueva con dificultad por lugares no adaptados para discapacitados pues él lo hace en silla de ruedas. En todo caso no era este el escollo insalvable, ya que aunque hubiéramos llegado de una u otra forma a las estancias de Felipe II el auténtico problema es que no le estaba permitido al insigne historiador hablar en ellas. Allí sólo pueden realizar públicos comentarios los guías. Esto determinó que se desistiese de la programada visita, pues no dudando de la profesionalidad y preparación de estos guías, los allí concentrados no habíamos acudido a escuchar las explicaciones muy dignas de uno de ellos sino las que, fuera de serie, únicamente el Sr. Parker está capacitado para dar.

Tras este fracaso, los periodistas congregados optaron por conformarse con obtener algunas fotos de Geoffrey Parker en una de las galerías exteriores. Inmediatamente fueron abordados por diligentes funcionarios que les impidieron llevar a cabo tal propósito. En los espacios abiertos como aquel no está vedado hacer fotografías a los particulares que los visitan, pero entendieron los celosos empleados públicos que lo que aquellos profesionales equipados con cámaras de televisión y otros medios fotográficos pretendían hacer no eran fotos de recuerdo o instantáneas para uso privado. Así que tampoco esto pudo ser. Menos mal que Geoffrey Parker «sólo» se había desplazado para nada desde Ohio, en EE.UU, donde ejerce la docencia en su Universidad. Es de reconocer y de admirar cómo supo encajar tanto menosprecio con un cordial estoicismo propio de los sabios cuando se ven acosados por los necios.

Lo que nadie pudo estorbar fue la grata y amena conversación que antes, durante y después de la comida con que nos obsequió la Editorial pudimos sostener con el autor. Fue inevitable la pregunta relativa al calificativo de la biografía como «definitiva». Con su elevado y peculiar humor aclaró Parker que había propuesto diversos títulos alternativos tales como «Felipe II al desnudo» o «Felipe II en pelotas», dijo, o incluso una versión para Argentina, «Felipe II el boludo», pero que su editora finalmente había preferido el que en último término se le ha puesto. Recobrada la seriedad explicó que se había avanzado enormemente en el conocimiento de la figura de Felipe II y su entorno gracias a la aparición de nueva documentación hasta ahora inaccesible y a la digitalización y puesta a disposición de los investigadores de todo el Archivo de Simancas que puede consultarse aquí. Cree que tras haber podido examinar miles de documentos originales, oportunidad que no tuvieron anteriores biógrafos, es difícil de momento pensar que nuevos hallazgos tornen obsoleta la obra que ha dado a la luz desarrollada a través de 1300 páginas.

En un correcto y fluido español que domina perfectamente, Geoffrey Parker contestó a un sinfín de preguntas formuladas principalmente por quienes ya habían leído su libro. El enviado de Hislibris no había tenido ocasión de hacerlo aún pero espera estar preparado para cuando se origine la cascada de comentarios a que dará lugar la reseña que se haga en su momento en este blog de tan celebrada obra biográfica.

Esta entrada fue enviada el viernes, 24 d+02:00 septiembre d+02:00 2010 a las 10:00 y está archivada bajo Varios. Puedes seguir las respuestas a esta entrada a través de la fuente RSS 2.0. Puedes dejar una respuesta, o trackback desde tu propia página.