PONIENTE – Alber Vázquez

En esta novela, el escritor vasco Alber Vázquez recrea el periplo de Magallanes y Elcano en la primera vuelta al mundo marinera. Mucho se ha escrito sobre ese impresionante viaje, novelas y ensayos históricos. Stefan Zweig tiene una magnífica biografía de Magallanes. Pero de todo lo leído al respecto, esta es una recreación en la que se consideran todos los puntos de vista por igual. Es decir, el lector puede meterse en la piel del capitán general, o sea, Magallanes, como en la de los grumetes o los pajes, si bien, obviamente, no todos tienen la misma importancia.  Pero en general, el autor consigue hacer ver los hechos desde distintos ángulos con lo que proporciona al lector muchas más posibilidades de comprender la aventura de estos valientes exploradores marinos.

Magallanes era un gran marino portugués un con proyecto viajero, basado sobre todo en una intuición. Estaba convencido de que tenía que haber un modo de conectar por mar un océano con otro, y, de ser así, seguro de que la tierra era redonda, demostrar que se podía llegar al mismo sitio haciendo el recorrido a la inversa. Lo que no sabía o mejor dicho, no podía imaginar Magallanes ni los miembros de la expedición eran las enormes distancias de los océanos y los continentes.

El punto a donde quería ir era la especiería. Es decir, las islas donde se recolectaban las especias, que eran el oro alimenticio de la época. Portugal ya tenía establecimientos allí, ya dominaba la ruta costeando Africa y el Océano Índico. Quizás por eso no le interesaba involucrarse en tal proyecto. Ya tenía el camino recorrido. Pero España, que dominaba la ruta atlántica americana, no. El joven emperador Carlos aceptó, pues, el proyecto de Magallanes para realizar esa exploración y le puso los medios a su alcance, dándole el cargo de capitán general. Pero siendo portugués, Carlos V quiso asegurarse de su lealtad y colocó como segundo capitán a un veedor (algo así como un supervisor), Juan de Cartagena, capitán de la Nao San Antonio.

La expedición estaba formada inicialmente por cinco embarcaciones con 239 hombres al mando de Magallanes, en la nave capitana, la Trinidad; las otras cuatro naves eran: la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago.Juan Sebastián Elcano, que terminaría capitaneando el viaje de retorno, era de salida contramaestre de la Concepción, comandada por Gaspar de Quesada. En la expedición también viajaba como invitado el italiano Antonio Pigafetta, que escribiría una crónica del viaje. Pigafetta fue uno de los 18 hombres de la tripulación que sobrevivieron al viaje y volvieron en la nao Victoria.

El viaje fue arriesgadísimo y muy accidentado, a veces por la naturaleza (tempestades, fríos terribles, violencia del mar, lo que llevó a la pérdida de la nao Santiago,..) y a veces por las tensiones entre las tripulaciones y sobre todo, los capitanes de las naos, que desconfiaban de Magallanes, por su condición de portugués y por su tendencia a no dar información ni consultar con el resto de capitanes. Esto fue generando un malestar que culminó en la rebelión encabezada por Cartagena, el castigo ejemplar de Magallanes a los insurrectos y posteriormente el retorno individual de la nao San Antonio, que decide desertar de la expedición,  una vez descubierto uno de los canales que comunicaba los océanos. Quedaron, pues tres naos para continuar el viaje: la Trinidad, la Victoria y la Concepción. Confiados en que la travesía del Pacífico sería breve, no se aprovisionaron en las costas chilenas, por lo que las enfermedades, el hambre y la sed hicieron mella en la ya desgastada tripulación. Cuando llegaron a las primeras islas oceánicas, su estado era lastimoso. Y no todos los indígenas fueron muy simpáticos con ellos, precisamente. El caso es que Magallanes murió, en una escaramuza con los indígenas, en la isla de Mactán. Distintos capitanes fueron ocupando el puesto del jefe asesinado. Y también murieron luchando contra los indígenas.  Tras una serie de deliberaciones entre los sobrevivientes, se llegó a una división de opciones. Hubieron de abandonar la Concepción, que estaba muy tocada. Elcano, ahora capitán de la nao Victoria, decide que va a volver siguiendo hacia occidente, es decir, completando la ruta circular, la idea inicial de Magallanes. La otra parte de los expedicionarios opta por volver hacia las costas mexicanas en la Trinidad… aunque no llegarán allí. Pero esa es otra historia, que no se contempla en el libro.

Cargados de especias hasta los topes, la Victoria inicia el retorno tratando de evitar las rutas portuguesas, lo que les aleja de tierra y por tanto de recibir suministros. El viaje es largo y  penoso, y en su parte final, cuando ya se ven cercanos a la línea ecuatorial, las cosas se complican con los portugueses y la tensión alcanza niveles altísimos, hasta que finalmente una reducidísima tripulación, enferma, desnutrida y casi desesperada, consigue alcanzar las costas españolas desde donde partieron años atrás.

Elcano, llegados a España, se despide así de sus hombres:

“—Cae hoy sobre todos nosotros —dijo— una responsabilidad que nos sobrecoge. Sabed que, en adelante, se nos requerirá una firmeza de carácter para la que puede que no estemos preparados. Pero somos lo que somos y, porque lo somos, estamos obligados a responder. Le hemos dado la vuelta al mundo. Se la habéis dado vosotros y os lo recordarán siempre y en adelante. Sencillamente, os pido que respondáis con sensatez a la llamada del futuro. Hemos demostrado que el mundo es redondo y que se puede navegar desde un extremo al otro.”

La novela sigue los hechos históricos, imaginando las reacciones de los marineros, los contramaestres, grumetes, capitanes, hasta el capitán general. Los puntos de vista varían depende quién se trate, y la novela muestra una gama muy amplia de comportamientos, y visiones diferentes del viaje y de las relaciones de los hombres entre sí tras el prolongado enclaustramiento que supone la vida en un pequeño barco, con ocasionales desembarcos en tierras a menudo hostiles (aunque a veces muy sensuales y lujuriosas). El autor sabe mostrar bien estas situaciones, sin abusar de los términos marineros, usando un lenguaje que, si bien no es el de la época, lo representa con bastante parecido, es decir, lenguaje muy coloquial, que a veces llama un poco la atención. La novela mantiene el interés en todo momento, es muy amena, tiene sus momentos de humor, se lee con verdadera fruición, y transmite la emoción que pudieron vivir aquellos valientes y arriesgados marinos y descubridores de nuevos mundos.

Alber Vázquez, Poniente. La Esfera de los Libros, 2020, 744 pp.

     

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