LIBRES PARA OBEDECER – Johann Chapoutot
20 dEurope/Madrid junio dEurope/Madrid 2023
En cierto modo, Herculano –Herculaneum, Ercolano en la actualidad– es la hermana fea de la arqueología clásica: los visitantes acuden masivamente a su hermana mayor, Pompeya, lo cual también se traduce en un cierto agobio turístico; muchos menos turistas acuden al (más pequeño) Parque Arqueológico de Herculano (lo cual no es mala noticia). Pompeya es omnipresente en libros, documentales y hasta películas, y pocos se acuerdan de que, tocando el mar y más cerca de la actual Nápoles, hubo una localidad con casas ricamente decoradas y con una inmensa finca a las afueras, la Villa de los Papiros, de dimensiones fastuosas y que llegó a ser inspiración de la Villa Getty en la angelina costa de Malibú, a diez mil kilómetros de distancia. Lo de hermana fea es un decir, claro, pues los trabajos de excavación han mostrado una ciudad mejor conservada que Pompeya, la reina del baile y a la que se dirigen (mayoritariamente) los ojos. Sepultada por los materiales piroclásticos con una capa de hasta 25 metros –a diferencia de los 5 que cubrieron la otra ciudad– que cayeron durante tres días de finales de octubre (la fecha más aceptada actualmente) del año 79 de nuestra era, la madera de muchos de los edificios y objetos se carbonizó y llegó (todo lo posiblemente) intacta hasta que parte de la ciudad fue excavada, por no hablar de los huesos de los cadáveres de muchas de las víctimas. La ciudad fue sepultada, pero no inmediatamente olvidada, pues, como con Pompeya y Estabias, sobre esa capa de fertilísimo material volcánico se asentaron granjeros en las décadas siguientes, que vivieron en la zona hasta el siglo VII, cuando fueron abandonados. Más adelante, con la fundación de las ciudades de Portici y Resina, y después la moderna Ercolano, la zona donde estuvo Herculano tuvo una segunda vida. » seguir leyendo
“Es necesario profundizar en los escritos de nuestros enemigos ideológicos para entender cuáles son sus armas espirituales”.
Franz Six, comandante del Departamento AMT II de la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA).
En la película Alien, el octavo pasajero, un ente alienígena amenazaba la supervivencia de los tripulantes de la nave Nostromo y por esa razón todos deseaban destruirlo. Todos excepto uno de ellos, que hizo lo posible por preservar la vida del ser extraterrestre. ¿Por qué actuó de ese modo? En la película queda claro: no por benevolencia sino para estudiarlo, y de ese modo aprender de él. Algo parecido, aunque invirtiendo los papeles de los “buenos” y los “malos”, y con un sentido bastante más retorcido y terrible, se podría aplicar a la Alemania nazi cuando se enfrentó a lo que ellos llamaban “la amenaza judía”: Hitler pretendía, como es sabido, exterminar a los judíos; pero lo que no es tan conocido es que también se esforzó por recabar toda la información posible sobre la historia y cultura hebreas. » seguir leyendo
Philip Matyszak es un escritor británico, autor de una serie de libros sobre el mundo antiguo caracterizados en su mayoría por presentar los hechos de una forma animada y dirigida a un público muy amplio. Sus libros se presentan como guías de viaje para un viajero que, por alguna razón, se viera obligado a pasar unos días recorriendo las ajetreadas calles de la antigua Grecia o de la imperial Roma. El autor nos presenta de esta forma una suerte de manuales no oficiales para comerciantes, gladiadores o legionarios, aunque también hemos tenido ocasión de comprobar que Matyszak es capaz de dominar el ensayo más académico, tal y como nos demostró en Esparta, la derrota del guerrero. El libro que nos ocupa, 24 horas en la Antigua Roma, se sitúa en ese lado más ligero de su producción, pero no por ello debe considerarse como una obra que no merezca el interés de cualquier aficionado en la materia.
“Zhu Xi es el pensador chino más importante después de Confucio, y experimenta un gran resurgimiento en la actualidad. De hecho, se ha dicho que la amplitud de sus investigaciones, que van desde lo filosófico hasta lo científico, no tiene parangón en toda la tradición intelectual china, y en Occidente solo se puede comparar a la de Aristóteles”.
Quizá alguien sepa quién fue Zhu Xi, también conocido como Zhonghui, pero seguro que la gran mayoría no había(mos) oído jamás ese nombre. Comparable a Aristóteles solo se me ocurre, así a bote pronto, Descartes o Newton, y a gran distancia porque la vastedad del pensamiento del estagirita no la tuvo ninguno de los dos. Son pensadores que pertenecen al llamado “mundo occidental”, claro. Así que se le suben a uno los colores cuando de tanto en tanto encuentra libros que ponen en evidencia carencias básicas, elementales (porque es elemental tener claro que no todo el saber está en Occidente) y, lo peor de todo, ignoradas. Hay algo peor que no saber, y es ignorar que no se sabe; ese desconocimiento lo convierte a uno en carnaza para Sócrates, y eso es ciertamente triste. » seguir leyendo