NAUFRAGIOS: BARCOS ESPAÑOLES EN AGUAS DE CUBA – Carlos Alberto Hernández Oliva

NAUFRAGIOS: BARCOS ESPAÑOLES EN AGUAS DE CUBA - Carlos Alberto Hernández Oliva«Palabra mágica… naufragio… evocadora de tesoros, valor y muerte».

Con este título, un libro sobre barcos que en su lomo lleva la calavera pirata y forma parte de la colección «Isla de la Tortuga», ¿no resulta apetecible? Voy a contar qué me encontré en este libro sorpresa.

Esperaba encontrarme una narración sobre buques naufragados. Relatos emocionantes sobre huracanes, combates navales, valientes marineros luchando por salvar su buque y tesoros hundidos. Y efectivamente eso encontré, pero no exactamente en la forma en la que esperaba encontrarlo.

El autor del libro es el fundador del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de La Habana, y al parecer se ha dedicado profesionalmente a la recuperación del patrimonio sumergido del país. El prólogo resulta desconcertante para quien anhela historias sobre la mar embravecida, centrado en una serie de juicios y análisis sobre la situación actual en que se halla la arqueología subacuática cubana. Tras esa entradilla, el libro se desarrolla más como una exposición docente que como una narración literaria.

Sin embargo, la decepción inicial dejó paso a la curiosidad, primero, y al interés después. Porque aunque no es el estilo narrativo el utilizado por el autor para hablarnos de determinados naufragios ocurridos en la costa de Cuba durante los siglos XVI y XVII, las fuentes documentales utilizadas (principalmente el Archivo de Indias) y determinadas explicaciones anexas consiguieron que acabase interesándome la lectura. Superado el primer escollo de la introducción, la descripción de los distintos naufragios expuestos tenía un gran atractivo: el estar contados por los protagonistas de aquellos hechos. Pues las fuentes utilizadas para ello son, principalmente, transcripciones literales de documentos conservados en el citado Archivo.

El libro se centra en un momento histórico muy determinado, los siglos XVI y XVII. Como señala la solapa, «del mar llegaban los galeones con las bodegas desbordadas de la savia que inyectaban a una ciudad que esperaba ansiosa para alimentarse y seguir edificando quimeras». Cuba era el lugar donde la Flota de Indias hacía la última parada antes de dar el salto transoceánico en dirección a España.

La vida activa de un barco no se libraba entonces de un minucioso rastro burocrático, y el movimiento desplegado alrededor de un convoy ha dejado una huella documental profusa. En relación con determinados sucesos, el autor ha rastreado esta huella documental, aportando una serie de elementos de estudio de gran interés.

En el libro encontramos una variada información, en su mayoría desconocida para el profano, a veces vital y a veces anecdótica, que con el objetivo de contar la historia de varios naufragios concretos que tuvieron lugar en las proximidades de la isla, aportan una clarificadora exposición sobre diferentes aspectos de la vida de un buque que formaba parte de la Flota de Indias, la Flota de Tierra Firme o de la llamada Armada de Barlovento (hermoso nombre): informes elaborados en la Casa de Contratación de Sevilla para obtener el visto bueno para realizar la travesía transoceánica; la dotación personal de estos buques; las riquezas que transportaban; el inevitable y extendidísimo contrabando; la existencia de indígenas especializados en inmersiones para el rescate de la carga de los barcos naufragados en las proximidades de la costa, o los juicios a los responsables de los buques perdidos, por citar algunos de ellos.

Esos datos sacados de los archivos están coloreados con pinceladas sobre el contexto histórico: las rutas habituales, las acciones de la marina holandesa (uno de nuestros peores enemigos en el Caribe en esos siglos), los orígenes del nacimiento de la Compañía de las Indias, el procedimiento de rescate de la carga, el patrón habitual de formación de los convoyes de las Flotas de Indias, etc.

Los naufragios narrados tienen diferentes causas: huracanes, combates navales, ambas causas combinadas o incluso, en uno de los supuestos, la presunta incompetencia de un oficial –digo presunta porque sobre ese caso se plantearon muchos interrogantes-.

En resumen, una curiosidad para los amantes de las historias navales, que se lee de un tirón. Abstenerse lectores en busca de emociones fuertes.

«Hombres de talla cósmica desdibujaban una y otra vez los límites geográficos conocidos y su acontecer cotidiano era una gesta.»

Datos técnicos:

Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788484723110
Editorial: Renacimiento
Colección: Isla de Tortuga
Nº Edición:1ª
Año de edición:2009
Plaza edición: SEVILLA
328 páginas

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15 comentarios en “NAUFRAGIOS: BARCOS ESPAÑOLES EN AGUAS DE CUBA – Carlos Alberto Hernández Oliva

  1. pepe dice:

    Excelente reseña, Valeria, el libro parece interesante porque se sale de lo habitual. Enhorabuena por el hallazgo. Supongo que en Cuba, estando tan cerca de los USA, habrán tenido más de un problema con los cazatesoros. ¿Qué dice sobre esto el libro?

  2. Ascanio dice:

    Muy interesante, Valeria. Como dice Pepe, un tema original (pero muy en tu línea).
    Pepe, supongo que te referirás a los famosos mangantes del Odyssey a los cuales, por cierto, han condenado a devolver todo lo que sacaron del «Nuestra Sra. de las Mercedes». Menudos chorizos.

    Por cierto, Valeria, he tenido la «osadía» de agregar el nombre de la editorial al final de tu reseña.

  3. ARIODANTE dice:

    Flota de Indias, Flota de Tierra Firme, Armada de Barlovento…¡qué maravilla! Estupenda reseña, Valeria. Cierto que con toda esa información saldrían no una sino miles de historias, novelas marineras a tope. Pero por lo que veo, el libro, como documento de consulta y de curiosidad, también parece formidable.

    En realidad, respecto a lo de incluir los datos técnicos y el nombre de la editorial, debería ser lo habitual. Porque luego nos toca ir a google a buscar los datos, si nos interesa el libro. No veo por qué no hacerlo siempre.

  4. Valeria dice:

    Buenasssss

    El libro no menciona ningún problema con cazatesoros norteamericanos. Sobre el rescate de tesoros se menciona en la introducción a CARISUB, la primera institución que se destina por parte del estado cubano a la investigación y compilación de naufragios en aguas cubanas, la existencia de otras empresas que colaboran con el estado en la prospección, localización y excavación de pecios, y poco más (sin omitir, por supuesto la falta de fondos y apoyo logístico y otras consideraciones absolutamente prescindibles para el lector no cubano).
    De hecho, ni siquiera es importante en la obra el descubrimiento de tesoros sumergidos. Se centra más en la documentación histórica relativa a los barcos cuyo naufragio estudia.

    ¿Faltaba la editorial en los datos técnicos, Ascanio? Pues hiciste bien en suplir la omisión involuntaria. Por esta vez no te colgaré de los pulgares.

  5. Koenig dice:

    Buenas tardes.

    Un libro interesante si, y bien reseñado. Me ha recordado mucho a aquel ciclo de conferencias que hubo en la Real Academia de la Historia sobre la Flota de Indias y el Tesoro Sumergido Español. Aunque parece que en el caso que digo había mas disparidad en los temas: rescate de pecios, impacto económico y moral, fabricación de cañones…

    Tengo por ahí el libro con las ponencias, a ver si lo repaso.

    Saludos.

  6. pepe dice:

    El asunto de los cazatesoros siempre me ha resultado interesante. Los hubo ya en el antiguo Egipto y, en algunos casos, la frontera que los separa de los arqueólogos no está muy clara. Schliemann y muchos como él en el siglo XIX eran tanto lo uno como lo otro, y los museos de medio mundo (el que tiene dinero para tener museos) están llenos de tesoros robados. ¿Que los del Odyssey son unos mangantes? Puede que sí, pero quizá no hayan hecho nada que no se haya hecho antes con alegría y desenfado. A ver, gitana del arenal, llévame la contraria y alégrame el día…

  7. Koenig dice:

    Sin ser gitana ni del arenal, no voy a llevarte la contraria Pepe. Ahí tenemos a Indiana Jones, nada menos, héroe de nustra juventud, que saqueaba a diestro y siniestro.

    En otro orden de cosas siempre me he preguntado si no es posible una colaboración entre los medios de los cazatesoros y el interés de la ciencia y de la conservación.
    Porque digo yo, cuando de un galeón sacas dos mil monedas de oro todas iguales. Será importante saber donde estaban, será importante saber cómo son y será importante poder estudiarlas. Pero una vez hecho esto. ¿Tan importánte es guardarlas todas en el sótano de un museo?

    Perdón por mi ignorancia.

    Saludos.

  8. pepe dice:

    Algunos pescadores acudieron a su buque de inmersion en el Royal George y les rogaron que efectuasen un reconocimiento en una zona donde sus redes quedaban frecuentemente enganchadas y se rompían. Los Deane se sumergieron, encontraron muchos maderos que sobresalían del fondo del mar y un gran cañón de bronce que procedieron a sacar inmediatamente. El cañón llevaba una inscripción en la que informaba que lo había fundido el fundidor artillero italiano Arcanus de Arcani, en 1542, para el rey Enrique VIII. Los Deane izaron seguidamente cuatro cañones de bronce, once de hierro y algunas tablas del maderamen. Los cañones fueron a parar a la torre de Londres. En cuanto a las tablas de roble, los Deane las subastaron públicamente en Portland en noviembre de 1840.
    El subastador la ofreció como madera apropiada para la elaboración de objetos de recuerdo, tales como bastones para paseo y recados de escribir.
    El pecio quedó abandonado.

  9. Ascanio dice:

    Pepillo, se te olvidó decirme de qué libro de Chesterton sacaste el pasaje de las catedrales. ¿O es que no quieres decírmelo para hacerme rabiar, malandrín?

  10. pepe dice:

    Un poco de misterio nunca viene mal, pero ya has estado bastante tiempo intrigada de modo que no me importa decirte que se trata de uno de los relatos del padre Brown, en el que la alta torre de una iglesia juega un relevante papel, ¿adivinas ya cual es?

  11. Ascanio dice:

    Uf, qué va… Leí los relatos del padre Brown hace mil siglos, y además no puedo consultarlos porque eran de la biblioteca. Snif. Tengo en casa tres libros de Chesterton, y ninguno es del padre Brown. Una pena, la verdad. Y desde hace tiempo le tengo echado el ojo a ésto:
    Clic

  12. pepe dice:

    Sí, precisamente esa es la edición que yo tenía (lo he regalado hace poco, de modo que tengo que volver a comprarlo cuando se presente la ocasión) y, a pesar de su volumen, resulta bastante manejable. El relato en cuestión, si no recuerdo mal, se llama El martillo de Dios.

  13. antonio dice:

    soy arqueólogo submarino vivo en cuba y tengo ubicación de varios galeones españoles unos 40 pero no tengo tecnología para buscar,si te interesa y tienes tecnología , contactarme no te arrepentirás

  14. Valeria dice:

    Ni tecnología, ni pasta, Antonio. Pero si me tocara «el gordo» de la lotería de Navidad, ya hablaremos.

  15. Eduardo Hdez dice:

    Para quien disfruto de largas de jornada de trabajo y duras penas, es un orgullo muy grande ver que este hermano querido se sigue abriendo paso en el largo camino de la historia naval. Me siento orgulloso de ti y mucho más de haberte acompañado en muchisimas aventuras.

    Felicidades, sigo esperando mas de ti, pues eres un pozo fecundo de conocimientos.

    Unn abrazo.

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