MUSSOLINI SECRETO. LOS DIARIOS DE CLARETTA PETACCI: 1932-1938 – Claretta Petacci (Edición a cargo de Mauro Suttora)
«Ella le enseña la línea de la vida de su mano, es corta: no envejecerá.»
El libro está compuesto de diverso material que se escribió dentro de la cronología citada en el título. No obstante el grueso del libro hace referencia a los dos últimos años. Destaca 1938, que abarca 311 de 461 páginas de texto.
La propia introducción es desalentadora. A cargo de un sobrino de la Petacci, nos expone su absoluto convencimiento sobre la intensa labor censora que sufrieron a lo largo de los años los diarios de su tía, hasta privarlos de todo dato político de interés.
¿Qué nos queda entonces?
A pesar de lo expuesto nos queda un libro notablemente interesante (expurgado de repeticiones y de los datos más triviales por Suttora). Mussolini aparece como un dictador de una clase totalmente diferente a la de Hitler. Es un hombre con una familia extensa, con una vida matrimonial exigente, y que tiene que compatibilizar sus numerosas ocupaciones institucionales (inauguraciones, nombramientos…) con una vida amorosa muy intensa. Casi parece un político «normal», sobrecargado de obligaciones burocráticas cotidianas, y al que su marcado interés por el sexo femenino hace parecer un tanto frívolo, un poco ridículo, casi cómico.
La relación con Petacci expone la verdadera personalidad de Mussolini: pasional, contradictoria, falta de sinceridad y esencialmente caprichosa. Lo que algunos historiadores han querido definir metafóricamente como «Modelo latino de dictador». Lo más correcto sería definirlo como «Modelo Latin-Lover de Dictador». Mussolini engaña a su familia con Claretta, pero engaña a Claretta relacionándose con otras mujeres. La engaña continuamente, y luego suplica su perdón en episodios de autohumillación patéticos. Exige saber en todo momento dónde está su joven amante (la juventud de Claretta es un tema que le fascina) y en qué emplea su tiempo. Ella, totalmente obsesionada con Mussolini, necesita tenerle continuamente controlado, para luego, inmediatamente, dejarlo por escrito. Una grafomanía obsesiva que registra metódicamente las mentiras incesantes de su amante.
El libro no aporta datos sobre cuestiones políticas o de gobierno. Solo algunas observaciones aisladas de Mussolini que no suponen ninguna novedad.
Su verdadero y único interés está en conocer la personalidad íntima del líder fascista, y sorprenderse ante la increíble debilidad de su carácter. Este carácter débil, sensual y antojadizo quizás explique mejor que cualquier otro testimonio los bandazos de su política exterior, que terminarán por enterrarle a él y a su sistema político. Y a la pobre Clara.
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Por lo leido, totálmente prescindible (y más para mi que no me va mucho el asunto).
Buena reseña amigo Uro.
Buenas.
Ciertamente sería interesante poder hacer algún tipo de paralelismo (tal vez el reseñador, ya que ha leído el libro) entre algunos episodios que narran los diarios -¿Las autohumillaciones?- y algunos de los momentos clave del fascismo.
¿Encontraríamos relación entre alguna de ellas y el inicio de la guerra de Etiopía en 1935?
Se ha escrito tanto sobre la sexualidad de Hitler y tan poco sobre la del «Duce».
En fin, yo me limito a arrojar el guante.
Saludos.
Da la sensación de que con ese libro uno entra en la casa del Duce hasta la cocina.
Es curioso plantear si la vida privada condiciona la pública en los personajes de la Historia.
Los haría más terrenales, desde luego, porque ¿quién no ha salido de casa con un disgusto y ha tomado una decisión poco afortunada en el trabajo? O al revés, tener un ánimo más allá de la estratosfera y enfrentarse a problemas a priori insalvables.
Bueno Aretes, no en la casa del Duce…en la de su amante. Aunque es lógico que M. le haga detalladas descripciones a su joven amiga sobre su vida domestica.
Se ha escrito mucho sobre Hitler porque Hitler vende. Sobre M. se podría escribir mucho más, naturalmente, empezando porque tuvo una vida sexual activa y prolífica. Pero las escenas con Claretta no parecen influir mucho en su trayectoria política, más bien reflejar un carácter que también salía a la luz cuando otros lo «cortejaban»: Caso de Hitler.
La cuestión de Abisinia era una obsesión nacional, una necesidad permanente de venganza y de autoafirmación. El carácter de Mussolini algo multiforme, antojadizo…Falta mucho material censurado, destruido, apartado…Y aún así el libro nos describe a una persona poco de fiar, voluble, capaz de recurrir a la mentira y al halago para ocultar sus faltas…Lástima que ese sistema no le sirviese con la Royal Navy.
Buena reseña, Pascual, digo Uro.
No sé por qué, siempre he tenido la sensación de que Mussolini, de quien conozco más bien poco, tiene un cierto parecido vital con Berlusconi. O al a inversa, mejor dicho: del parecido vital entre Berlusconi y Mussolini conozco más bien poco. O sea, quiero decir: que Berlusconi, de quien conozco más bien poco, se parece vitalmente a Mussolini. De hecho ni siquiera estoy seguro de saber qué quiere decir «parecerse vitalmente».
En fin, saludos.
En realidad no se parecen en nada y se parecen en mucho. No se parecen en nada en cuanto a sus trayectorias personales, pero se parecen mucho en que los dos son italianos y tienen ese estilo que un historiador bastante pedante y poco profesional definió como » Estilo latino de dictador» cuando en realidad lo que quería decir era » Modo italiano de liderazgo».
Todo muy histriónico, muy exagerado, muy gestual.
Hay un momento curioso en el libro donde M. le cuenta a Claretta que ha logrado dar un discurso entero sin mover los brazos. Algo que considera un triunfo ya que la prensa francesa ( Que le obsesionaba) le atacaba por su estilo excesivamente teatral.
:0)
En principio no es un libro que me interese, aunque tratándose del entorno de Mussolini siempre puede aparecer algún que otro dato que pueda resultar interesante. ¡Qué diferentes eran Hitler y el Duce! Tan reservado con su vida privada el primero, y tan locuaz y dicharachero el segundo. En cuanto a que la vida privada puede condicionar la pública, todos sabemos de muchos dictadores que han tenido a su lado mujeres y que, en cierta manera, han influido y mucho sobre temas políticos que han afectado de lleno a la gobernabilidad del país.
Yo coincido también con Uro cuando califica a la jefatura de Mussolini como “estilo italiano de dictador”, tan diferente de su contemporáneo español, Francisco Franco, mucho más discreto y distante este último que el dictador italiano. Uno puede pensar, tras comparar al Duce con el Caudillo, que las relaciones entre ambos serían complicadas vista la diferencia de personalidad, pero resulta que el serio Franco apreciaba y tenía mejor sintonía con Mussolini que con Hitler.
Para acabar, creo que Mussolini era una personalidad que necesitaba desahogarse con sus amantes, un ser muy pasional, al que la palabra y la oratoria eran para él sinónimos de vitalidad.
¡Qué triste final el de Clara Petacci!
Un saludo.
Creo recordar que Hitler intentó servirse de esa afinidad con uno de sus sagaces comentarios: «Entre latinos se entenderán». Posiblemente a un nivel más general Franco se sintiese más cómodo con el fascismo italiano, que era mucho menos obsesivo, totalitario, invasivo y fanático que el nazismo alemán.
El traje del fascismo italiano, en suma, era mucho más cómodo.
Todavía no me he hecho yo a leer sobre la II Guerra Mundial, no sé pero me da repelús.
Aunque todo se andará.
Es curioso, esto del «entre latinos se entenderán», da la impresión de que Mussolini y Franco provienen de planetas distintos, uno pensaría que Hitler era más cercano a Franco en cuanto a forma de ser. Tres personas tan distintas, con circunstancias vitales tan alejadas unas de otras, con ideologías enfrentadas, aunque acabaran unidas…
En cuanto al libro, ya leí en su momento una parte y quedaba claro el tema que trataba, la relación pasional entre Claretta Petacci y Mussolini, sin más interes aparente más que el que nos podría producir mirar a través del ojo de la cerradura de su puerta.
Bueno, lo cierto es que la relación era menos «pasional» de lo que parece. Lo impedían las obligaciones de Mussolinni…y sus otros flirteos.
Pero si que se pasaba la vida exponiéndole a Claretta casi todo lo que se le pasaba por la cabeza ( De ahí la más que razonable sospecha del sobrino), con lo que eso conlleva de enchufes, amistades, horarios, intereses…
La frase de «Entre latinos se entenderán» creo que hay que tomarla solo como lo que era: Otro prejuicio hitleriano puesto en acción.