MEDULIO, EL NORTE CONTRA ROMA – Fernando Lillo Redonet

El final del siglo II a.C. y todo el I, constituyen una etapa de profunda crisis para Roma. Por un lado, las contradicciones internas de la República, y fundamentalmente el enfrentamiento entre Optimates y Populares, traen una sucesión de guerras civiles a la que no es ajena en absoluto las ambiciones personales de los grandes hombres de la época (los Graco, Sila, Mario, Sertorio, César, Pompeyo, …). Por otro, los pueblos italianos, hasta entonces aliados de Roma y sujetos de una ciudadanía incompleta, desean incorporarse por completo al Derecho romano, tanto privado como público. ¿Acaso su papel en las legiones auxiliares no había sido fundamental en el crecimiento del Imperio (pues sí, existió un “imperio republicano”)? Así parecía indicarlo la sangre por ellos derramada. Sin embargo, les costó toda una guerra contra Roma (la llamada “Guerra Social”, de “socii”, aliados, 90 a.C.), dura y librada entre excompañeros, que se les reconociera. Pero así fue.

No es, sin embargo, una etapa de debilidad. Por el contrario, en este periodo se incorpora al Imperio la Galia Cisalpina (81), Bitinia (74), Cirene – Creta (74 a 67), Cilicia � Chipre (64 a 58), Siria, Galia Transalpina (51, César), Egipto (nada menos: 30) y la Moesia (29?). Además, y un poco antes, la amenaza teutona y cimbria había sido definitivamente derrotada por Mario en Vercellae y Aquae Tertiae.

La administración ejercida desde el Senado y otras instituciones republicanas, concebidas para el gobierno de un Estado relativamente pequeño, se muestra completamente ineficaz en los nuevos y enormes territorios adquiridos (agréguense a los ya citados los previamente incorporados: Hispania, Córcega, Cerdeña, Sicilia, Grecia, …). Es otro más (y quizá el más importante) de los factores de esta crisis de los siglos II-I a.C. Sólo la victoria definitiva de Augusto en el 30 a.C. trajo los cambios que sentaron la base para un nuevo Estado, el Imperio (bueno, vale: el Principado), que traería, en contra de la imagen habitualmente reinante entre la opinión pública, un largo periodo de relativa paz y prosperidad económica a cambio de una centralización del poder desconocida en la Roma republicana.

Lógicamente, todos estos vaivenes tuvieron su reflejo en las provincias. Las de Hispania, por ejemplo, y junto con Grecia, fueron territorio preferido de los romanos para liquidar sus puyas fratricidas. Estos momentos de debilidad y enfrentamiento del poder romano, fueron aprovechados por los pueblos limítrofes para las correrías y el asalto a las comunidades vecinas que gozaban del amparo de Roma.

Uno de estos “aprovechados” fue el pueblo cántabro. Su penuria socio-económica les llevaba a atacar con frecuencia a sus más ricos vecinos del valle del Duero y del alto Ebro. Lógico: carecían prácticamente de ganado; sus campos de cultivo eran pequeños; y su economía, poco más que la actividad recolectora y depredadora propia del Paleolítico. Siendo un pueblo belicoso, hallaron un alivio natural (tan natural como el bandolerismo) enrolándose como mercenarios. Así, los encontramos al servicio de Aníbal contra Roma, y también contra esta sirviendo con celtíberos y vacceos. Los volvemos a ver en el bando sertoriano, y contra Roma una vez más en la Galia, prestando ayuda a los aquitanos. Buf, Roma estaba deseando liquidarlos.

Unamos a lo anterior las noticias sobre el potencial minero de la zona, y que Augusto, que hasta entonces sólo había vencido a romanos, necesitaba un triunfo sobre un pueblo bárbaro, y tendremos las razones que llevaron a Roma a dominar a este pueblo: son las guerras cántabras, que podría decirse que se extienden, con mayor o menor intensidad, entre el 29 y el 19 a.C. En el seno de estos enfrentamientos, se desarrolla el episodio narrada en “Medulio: el Norte contra Roma.”

El libro tiene dos protagonistas: Laro, el bravo guerrero cántabro capaz de transformarse en lobo; y Décimo Junio Bruto, personaje ficticio perteneciente a una familia romana que sí existió y que tuvo entre sus más conocidos antecesores a su homónimo explorador de Gallaecia y al Bruto que conspiró contra César. El enfrentamiento entre estos dos personajes, es metáfora de la guerra entre sus territorios. Y la victoria definitiva de Roma, de Décimo, no supone la muerte de los cántabros, de Laro, sino su paso a servir, en un régimen de semi-libertad, a los intereses económicos romanos. Una metáfora apropiada, quizá un pelín exagerada, desde mi punto de vista, … siempre, claro, que esa haya sido la intención del autor y yo no me esté pasando de listo.

Evocadora, nostálgica, gramaticalmente bien escrita, la obra se estructura en tres partes: en la primera y la tercera, un misterioso anciano cuenta a tres niños cántabros la historia de quienes, finalmente (y como se adivina ya desde un principio), se descubrirá que son sus padres. La parte central cuenta ese mismo episodio desde el punto de vista de un romano. Me gustó mucho el recurso de la herida “mágica”, esto es, la herida que empieza a doler cuando quien la infligió se acerca; me gustó mucho el episodio de la muerte de la mujer del guerrero-lobo; y me gustó mucho la imagen de los animales salvajes para reflejar a estos guerreros. Me gustó también la idea de un enfrentamiento entre los Lobos y los Hijos de la Loba. En definitiva, me gustó el libro; además, se lee rapidito y deja una buena impresión. Así que venga: todos a comprarlo.

Fuera bromas, un par de comentarios un poco negativos que sé, Fernando, que no te molestarán:

  • En un conflicto que, en época de Augusto, llegó a movilizar hasta siete legiones (no simultáneamente, claro: I Augusta, II Augusta, III Macedónica, V Alaudae, VI Victrix, IX Hispana y X Gemina), unos 70.000 hombres o más si contamos a los auxiliares, se echan de menos referencias a estas, a sus nombres, a sus sistemas de mando, desplazamiento, acampada, lucha,… Así, llama la atención, negativamente, que se hable de arqueros entre el ejército romano, y no se matice que estos habrán de ser, necesariamente, tropas aliadas o auxiliares.
  • Aunque es verdad que una de las causas de las guerras cántabras fue la necesidad política de Augusto de celebrar un Triunfo en Roma sobre un pueblo bárbaro (algo que finalmente creo que no hizo), cuesta imaginar a un tipo tan taimado como él reconociéndolo fuera de su más estricta intimidad. Y más, si entre el “público” está un descendiente de Bruto.
  • Para mí gusto… más épica y menos lírica, hombre, que el tema da para eso (je, je).

En definitiva, reitero que el libro me gustó, y te mando un abrazo, Fernando, y mi reconocimiento por haber dado el paso que todos queremos dar y no nos atrevemos.

Para los demás, un saludo y perdón por la batallita.

     

42 comentarios en “MEDULIO, EL NORTE CONTRA ROMA – Fernando Lillo Redonet

  1. Nacho dice:

    Novela que leí tras la sorpresa que me supuso «Teucro» y que me gustó bastante también, si bien la época me atrae menos, pero creo que igualmente rebosa calidad en todos los sentidos.

    Hay un .pdf ilustrado y explicativo de muchas de las situaciones y lugares que acontecen en esta novela, que desde aquí pido al autor el que nos dé la url para su descarga si fuese posible.

    Un saludo a todos.

  2. Manel dice:

    Hombre, no está mal, auunque para mi más que novela historira, la consideraría novela juvenil; es innegable que el autor tiene amplios conocimientos de la época, sobre todo de la sociedad, costumbres y usos de los pueblos del norte de la peninsula, sin embargo mas que una novela, parecenn dos relatos correlativos sobre una misma situación, con una serie de personajes comunes y que nos ofrece un desenlace, más o menos común a todos ellos.
    Pero lo dicho como comienzo no esta mál, así que no vamos a quitarle su parte de merito al autor, ya que todo lo que sea esfuerzo y trabajo debe ser recompensado,

    Mi único consejo, intentar hacer más fluida la lectura, a veces lo que consideramos sencillo de leer ha llevado un amplio trabajo de depuración por parte del autor.

    En conclusión, y sobre todo para los naturales de la zona, es leible, pero en modo alguno comparable hoy por hoy a Nicholas Guild o Gisbert Haefs como veo se ha hecho en algún otro comentario, pero no por ello debe desanimarse el autor, ya que no es descartable llegar a cotas más altas, por mi parte animo y continua en la misma linea. (siempre me gustó animar a los de casa, y al tratarse de un vecino, … )

  3. Nacho dice:

    Hola de nuevo, en mi opinión no creo que la violencia contenida en la novela permita catalogarla como una novela juvenil. Por lo demás no he visto en ningún comentario que se compare al autor de estas novelas con autores como Nicholas Guild o Haefs. Saludos.

  4. Gracias, Germánico, por la reseña y el favorable comentario (incluidas las críticas, que siempre son bienvenidas).
    Nacho, aquí va el enlace para el documento .pdf.
    http://www.xente.mundo-r.com/flillo/medulio.pdf
    Se trata de una guía didáctica de la novela, pensada para estudiantes (con algunas imágenes), aunque pueden encontrarse claves de lectura para un público general. La verdad es que la leen en Cultura Clásica y Bachillerato y les gusta bastante (la violencia ya no es problema a esas edades, porque seguro que ellos ven más en la tele, y el mensaje global es positivo).
    De todos modos, cuando escribí la novela no tuve en cuenta su potencial didáctico. Mi propósito era entretener a un público lo más amplio posible.
    En Enero la presenté en la Casa del Libro de Vigo y están son algunas de las cosas que entonces dije sobre ella. Aunque el autor no es el más indicado, creo que sí tiene derecho a exponer sus motivaciones, por más que el lector siempre dará una nueva interpretación de su texto.

    «Respetando en alguna medida la imagen del monte Medulio como un momento de resistencia similar al de Numancia, en esta novela he pretendido ir más allá. No he hecho una lectura partidista de las guerras que enfrentaron a cántabros, astures y galaicos contra el invasor romano, sino que pretendo ofrecer una visión ponderada alejada de la clasificación de buenos y malos, de invadidos e invasores, de inocentes y culpables. He intentado reflejar dos mundos que entran en contacto, dos mundos distintos, pero también similares con igual amor por la tradición y el valor personal.
    Hasta donde he podido, he querido reflejar, con las innegables limitaciones, qué podían pensar los hombres del norte y qué motivos tenían los romanos para llegar al confín del mundo conocido. Si queremos ser rigurosos, todo ello entraña tremendas dificultades. Basta con pensar que aunque la arqueología nos muestra la cultura material de los abundantísimos castros del norte, para desentrañar la vida que había en ellos, sobre todo la vida personal y espiritual, sólo contamos con las descripciones de griegos y romanos, que no son precisamente imparciales. Se recurre por ello a la comparación con otros pueblos y al estudio de la civilización indoeuropea, de donde se han tomado las costumbres de iniciación y de pertenencia a bandas juveniles que presenta la novela.
    En cuanto a los hechos de la conquista romana las fuentes, más abundantes esta vez, ofrecen contradicciones y están sujetas a fuertes discusiones entre los investigadores en cuanto a la sucesión de las campañas bélicas y sus lugares y significados. He aceptado las hipótesis de E. Peralta Labrador en su obra Los cántabros antes de Roma (Real Academia de la Historia, 2000). Lo que me interesa es dejar claro que Augusto vino por motivos políticos y económicos: aumentar su prestigio llegando al fin del mundo como lo había hecho su padre adoptivo Julio César y apoderarse de las riquezas mineras del norte, además de someter a las tribus que hostigaban a sus aliados de la meseta.
    El monte Medulio, mitificado por la historiografía, supuso uno de los últimos momentos de la conquista, aunque hubo revueltas posteriores de menor importancia. No se sabe su ubicación exacta y también está sujeto a discusiones continuas, por lo que hemos preferido no elegir ninguna y dejarlo en su indefinición mítica para que pueda ser cualquier lugar.
    Roma impuso su visión del mundo, ciertamente civilizadora, pero no pudo acabar totalmente con lo que ya existía. Como dice el romano Décimo en la novela: «Nunca podrá la fiera del Norte ser domesticada. Su lugar está fuera de nuestro mundo de orden. Aguardará su momento, permanecerá oculta en el territorio de los sueños, del mito o la leyenda. Vivirá de un modo paralelo para completarnos, para recordarnos otro mundo y decirnos que la razón de Roma puede necesitar de la sinrazón de lo desconocido y lo ajeno».
    Roma salió vencedora y los pueblos del norte asimilaron su cultura en alguna medida con resultados muy positivos y vertebradores de lo que hoy somos, como las obras públicas y sobre todo la lengua.
    Pero también permanecieron en alguna medida costumbres de los pueblos del norte que aún viven en la gran importancia de la mujer y su trabajo en la sociedad rural gallega o el fascinante mundo de los mitos de las aguas o las rocas, que aflora en cualquier parte de nuestra geografía y que en la novela está representado por el personaje de la misteriosa Deva.

    Esta novela, no es un tratado de historia, es sobre todo una novela de personajes y de la evolución de sus protagonistas, por un lado el guerrero cántabro Laro y su fiel compañero galaico Camalo y por otro el romano Décimo Junio Bruto, descendiente ficticio del gran Décimo Junio famoso por el paso del río Lethes, el río del olvido. Pero también es la historia de tres jóvenes que se atreven a conocer su misterioso pasado y suben a un castro abandonado para conocer quiénes son ellos realmente. Este sentido de autoconocimiento, de iniciación a uno mismo está presente en toda la novela, tanto en los tres jóvenes como en los personajes de Laro y Decimo Junio, que van encontrando su misión en el mundo, como la había encontrado también el héroe Teucro en mi anterior novela. El camino será duro, pero el resultado gozoso, y además dará sentido a las vidas de cada uno.
    Algunos lectores me han traslado su emoción y preferencia por algunos pasajes como el momento en el que Laro en su iniciación como guerrero está a punto de fracasar y de abandonarse a la muerte, experiencia que repetirá de algún modo en las oscuras minas de las Médulas. O por la apasionante historia de amor entre Laro y Deva, en la que el fiero lobo es amansado por la misteriosa muchacha surgida de las aguas. O el sorprendente final que de ningún modo voy a revelar aquí.»

  5. Antonio Penadés dice:

    Enhorabuena, Germánico, por la reseña, que es una maravilla. Yo no he leído aún Medulio (sí Teucro, que me gustó mucho), pero me hago una idea de cómo será a través de estos comentarios. La verdad es que es un periodo muy desconocido y que da mucho de sí.

    Fernando, nos vemos dentro de poco en Valencia. Por si alguien pudiera escaparse, ya sabéis que Lillo dará una conferencia el viernes 14 de julio a las 10 h. en la UIMP de Valencia, dentro del curso que hemos organizado en la Fundación IVECO (www.fiveco.org) sobre cine «peplum».

  6. richar dice:

    Saludos y gracias Germánico por inventar un nuevo género en el blog: el «post-lección de historia», ji ji… una gozada leerte y ver tu demostración de conocimientos sobre la época.

    Sobre el libro hay ciertos aspectos que me parecen atractivos, como lo que comentas sobre el enfrentamiento entre lobos e hijos de la loba, y el tema de la simbología animal.

    Entiendo también que debe ser difícil escribir sobre una época un tanto oscura de la historia de la Península y el comentario de Manel diciendo que parece más una novela juvenil; una de las cosas que me caló de Teucro fue un aire didáctico, que aunque Fernando dice no haber tenido como objetivo al escribir la novela, posiblemente tu faceta de profesor la haga inevitable.

    Una pregunta también para los entendidos: sabiendo que el conflicto con estas tribus no debió alcanzar la magnitud de la proeza numantina, y leyendo lo que apunta Germánico sobre la cantidad de tropas movilizadas, ¿fue este realmente un conflicto complicado para Roma o más un alarde de fuerza?

    Por último, el hecho de que no haya «legiones en combate» seguro que se echa de menos.

    Enhorabuena a Fernando por esta otra novela y a seguir adelante con la siguiente (si es que no estás en ello).

    Un saludo,
    Richar.

  7. Richar, sí que hay legiones en combate. En concreto un emocionante asalto a un castro con torres de asedio basado en las descripciones de Julio César y cuyos gráficos pueden verse en el enlace en .pdf de la guía didáctica.
    Ya estoy embarcado en otra novela. Os informaré a su debido tiempo.

  8. Germánico dice:

    Sí, claro que hay legiones en combate. Hay, además, una deliberación de Estado Mayor en la que participa Augusto, sobre la que comenté algo. A lo que me refería es a lo que nos encanta a los «frikis» de Roma: descrpciones de cómo la segunda línea de la V Alaudae cubrió a la primera en su retirada, mientras el primipilo, con sólo sus gritos furiosos y diez hombres escogidos de la cohorte, contenía la acometida lateral de los cántabros. En la novela se narran acciones bélicas desde el punto de vista romanao, como el asalto de tropas escogidas a una fortaleza, pero a lo que yo me refiero (y es una cuestión de estricto gusto personal) es a todo el dispositivo que pone en marcha una legión, cuyo desplazamiento sin duda sería un verdadero espectáculo, y no sólo el combate: cómo se organiza un tren de provisiones, de qué legión estamos hablando, cómo el legionario empujó con el escudo y pinchó con la espada, qué criterio se tomaba para elegir el emplazamiento del campamento, y cómo se levantaba este, … Pero insisto: es una cuestión de gusto. Las intenciones de Fernando no tienen por qué cuadrar con mis gustos.

    Richar, el conflicto para Roma fue «complicado» en la medida en que se extendió varios años y afectó a poblaciones, como las del Duero y el Ebro ya citadas, que no hacía mucho tiempo que estaban romanizadas y que podían mostrar su disgusto si Roma no restauraba la paz de la que presumía en sus territorios. Ten en cuenta además que el conflicto pasó por varias fases, y que no todas las legiones se involucraron en él al mismo tiempo. La campaña de Augusto es la más famosa (bueno… en realidad él estuvo casi todo el tiempo en Tarraco), pero hubo otras antes y después, y creo recordar, pues ahora mismo hablo de memoria, que quien definitivamente le sacó las castañas del fuego a Augusto fue, para variar, Agripa, unos años después de la campaña de su suegro (o sea, del «princeps»).

    Pues eso.

    Por cierto, gracias a los que se han leído mi comentario inicial completo. Ya sé que es muy largo.

    Saludos.

  9. jose dice:

    Un libro que nos introduce en épocas pasadas muy ameno ,pero no por ello exento de una gran dosis de lenguaje culto y un elaborado estudio histórico.Imprescindible para los que quieran conocer nuestro pasado y así poder comprender nuestro presente.

  10. Cristina dice:

    A mi la novela me encantó.Me gustó mucho el personaje de Laro,un guerrero noble que el autor, de forma magistral y desde el principio hace que nos cautive.Me encanta la forma de contar la historia,el conflicto ,que parece tan conocido, pero no por ello pierde intriga ,ni misterio .Le da un enfoque nuevo,sin caer en el tópico de que lo autóctono es todo bueno y lo de fuera,el conquistador ,todo malo….

  11. antonio navarrete orcera dice:

    Con esta nueva novela Fernando Lillo trata de rellenar una laguna que en novela histórica había sobre la romanización en el norte de Hispania. Los personajes, tanto los posibles históricos (Laro) como los ficticios (Décimo Bruto) tienen entidad propio. El elemento mágico e también muy apropiapo para esta zona. Animamos al autor a que siga desplegando su creatividad en próximas novelas.

  12. Lo primero que he de decir y hacer es felicitar a Fernando Lillo. Su novela, la primera y no última que de él leo, me ha parecido muy interesante. Es una novela que engancha y que vale la pena.
    Sé que es un tanto «obscena» (etimológicamente hablando) mi modo de leer esta y otras de las muchas novelas históricas que caen en mis manos. Me explico. Siempre pienso en qué novela puede convenir más para mis clases de Cultura Clásica y Latín; así la leí desde el punto de vista de mis alumnos: si les interesará, si se les hará pesada la lectura, si aprenderán, si les enganchará la trama. Lo que está claro es que hay que hacerle un hueco en clase a esta novela.
    La novela es, como he dicho, interesante y, huelga decir, que la recomiendo para las clases.
    La primera parte, la que narra la historia de Laro, el Lobo, está muy conseguida. Sí he de decir que la narración de la conversión en lobo me recordó a Thriller y a Michael Jackson (serán cosas de la edad).
    La parte segunda de Décimo me sorprendió por su cambio narrativo y el cambio de perspectiva del narrador; lo que conlleva un cambio de punto de vista y de posicionamiento del lector. Muy interesante, muy logrado. Me recordó a otras buenas novelas.
    La última parte te presenta de forma amena y clara la vida de los trabajadores en las minas (que reconozco pensaba que eran esclavos y solo esclavos).
    En definitiva, una muy buena novela. Como todo en lo que mete Lillo la mano, hay de lo que aprender y de lo que divertirse.
    Gracias, Lillo.
    Hay momentos felices en la obra y frases que se deben tener en cuenta:
    «las palabras, dadoras de vida» (p. 85): muy recurrente y digno de meditar.
    «A veces los mortales necesitamos de estos momentos de dicha que nos llenan de recuerdos para aliviar el tiempo de dolor» (p. 80).
    «Los amigos se prueban en la adversidad» (p.72): amicus certus in re incerta cernitur.

    Una última cosa a todos los que penséis trabajar con el libro en clase: leedlo con la maravillosa guía didáctica que el autor ha hecho. Os aclarará muchas cosas y será de gran ayuda para su aplicación didáctica.

    (P.D. Lillo, se escapó en la p.43 un «huída» así, con tilde.)

  13. richar dice:

    ¡Saludos Francis y bienvenido al blog!

    Veo que no sólo has leído la novela, y que te ha gustado, sino que te la sabes al dedillo, con menciones a páginas concretas y demás. ¿Tal vez deformación profesional de ir haciendo anotaciones mientras lees?

    Muy gráfico lo de Michael Jackson en thriller :-)

    Un saludo y esperamos verte a menudo por el blog.

    Richar.

  14. No dudes Richar que me verás por aquí, pues me parece muy interesante y necesario lo que hacéis.
    Gracias por todo

  15. Germánico dice:

    «Las palabras, dadoras de vida». Reminiscencia homérica, ¿eh? Me recuerda mucho a aquello de «los hombres de habla articulada» (o sea, los griegos).

    Saludos.

  16. Parece que las guerras de cántabros, astures y galaicos van a crear un género propio dentro de la novela histórica. Además de «Medulio» (Toxosoutos), tenemos «La voz de Lug» (Maeva) de Toti Martínez de Lezea, «El río sagrado»de Joao Aguiar (Grijalbo) y «La diosa de barro» de Jose Vicente Pascual (Roca). ¿Alguien ha leído alguno de ellos? ¿Alguíén conoce más títulos con esta temática?

  17. Germánico dice:

    Bueno, no sé como novelista, pero como historiador Joao Aguiar son palabras mayores. A menos que haya dos con el mismo nombre, claro. Pero creo que no.

    Saludos.

  18. Popediscus dice:

    Si claro, está la de los cantabros…que ha salido este verano…no recuerdo el nombre ahora mismo. El titulo es el nombre del héroe cantabro que se opuso a Roma..pero aunque lo he leido no recuerdo ahora mismo.

    Saludos,

  19. Popediscus dice:

    Cocorotta, o algo asi se llama el libro.

    Saludos,

  20. Popediscus dice:

    Perdón, corocotta es nu nombre y aqui lo podeis ver en la wikipedia:

    http://es.wikipedia.org/wiki/Corocotta

    Este tio fué un espabilado ya que cobró la recompensa por su captura presentandose el mismo y negociando con los romanos…a losq ue a los dos años traicionó y siguió con su lucha.

    Acabo de encontar el titulo del libro, El Ultimo Soldurio de Javier Lorenzo, aqui teneis mas info:

    http://actualidad.terra.es/cultura/articulo/javier_lorenzo_ultimo_soldurio_241873.htm

    Saludos y perdonad los deslices.

  21. Germánico dice:

    El último soldurio, se titula. Y el «prota» se llama Corocotta. Salió hace un par de años. La novedad este verano es la edición en bolsillo. Me lo compré hace un par de semanas. Tochito.

    Saludos.

  22. richar dice:

    Juas, pues a mí me gustaba más el nombre de «Cocorotta» :-)

    Saludos,
    Richar.

  23. Germánico dice:

    A mí también, la verdad.

    Saludos.

  24. Antonio Penadés dice:

    He leído estos días Medulio y he encontrado aquello que se busca en toda buena novela: pasar un rato magnífico. Además, al tratarse de una buena novela histórica, enseña eficazmente cómo era el periodo recreado y, lo que es más importante, lo hace brindando al lector los dos prismas, el de los vencedores y el de los vencidos. Las novelas que trasladan la idea de que unos eran buenos buenísimos y los otros demonios con rabo suelen generar rechazo, y Medulio consigue evitar ese error con elegancia y con el inteligente recurso de cambiar de narrador para que ambos confluyan en el desenlace. Asimismo, los elementos fantásticos quedan perfectamente integrados en el argumento, algo esencial porque en las sociedades antiguas eran mucho más importantes de lo que nos ha llegado a través de la historiografía.

    Creo, además, que esta novela es más sólida y madura que Teucro (que, sin embargo, me gustó tanto como Medulio). Se puede apreciar que Lillo va adquiriendo oficio. Como único punto negativo, en la línea del post anterior de Manel, decir que la obra habría ganado con un periodo más prolongado de depuración del texto: se nota que el autor ha disfrutado mucho escribiendo el libro (algo imprescindible para que el lector lo pueda hacer), pero creo que en ciertas fases de creación de un libro también se debe sufrir.

    Enhorabuena, amigo Fernando, y adelante con tus proyectos. Un abrazo, Antonio

  25. Pingback: wuwahunivacn
  26. Jerufa dice:

    Bueno, acabo de descubrir este enlace. Germánico, felicidades atrasadísimas por esta reseña. Hacía tiempo que no leía nada tuyo en cuanto a reseñas, pero esta me parece extraordinaria, sobre todo en lo que atañe a la introducción. Enganchas al lector con repasos someros de historia que pican hasta llevarlo con suavidad y en orden al momento histórico que trata la novela. Un 10.

  27. Ascanio dice:

    Oye, German, ¿le has regalao algo al Jerufa que te haga merecedor de este peloteo tan descarado?

  28. Germánico dice:

    Ná de ná, tía borde.

    Gracias, Jerufa. Me alegra mucho que te haya gustado.

    Saludos.

  29. Derfel, el blanco dice:

    Estimada Ascanio:

    No puedes pretender que la gente únicamente alabe tus magníficas reseñas. Debes dejar que los demás tengan también su momento de gloria.

    Un saludo cordial.

  30. Jerufa dice:

    ¡Joé, como está el patio!…si lo llego a saber…

  31. Ascanio dice:

    Oye, Derfeliano, haz una reseña para poder meterme contigo dentro de la legalidad, anda, bonito.

  32. Derfel dice:

    Perdona si te he herido, Ascanio: te aseguro que no era mi intención…

  33. Ascanio dice:

    ¿Pero a ti que te pasa? ¿Te han invadido los ultracuerpos?
    Germánico, siento guarrear tu reseña, pero la culpa la tiene Derfel, que está más raro que un piojo verde.

  34. Derfel, el blanco dice:

    Soy el replicante de Derfel, su pellejudo…

  35. Casio dice:

    Tras Teucro, le tengo que echar el guante a este. Pinta bien y la reseña germana me ha puesto los dientes largos.

    PD: Yo, amiguito, soy un Blade Runner: corre, Derfelio, corre.

  36. Derfel, el blanco dice:

    Sí, pero tú no has visto arder naves más allá de Orión…

  37. Casio dice:

    Hasta la puerta Tannhäuser he visto, a ver que te has creído…

  38. Epaminondas dice:

    ¿y sueñas con ovejitas eléctricas?

  39. Derfel, el blanco dice:

    Casio: ¿recuerdas cuando te retorcí la mano y te rompí dos dedos?

    Yo desapareceré como lágrimas en la lluvia, pero tú te quedarás con escayola al menos dos meses.

  40. Jerufa dice:

    Niños, al foro, al foooro…

  41. Estefani dice:

    ¿Me pueden contestar algunas preguntas sobre este libro?

  42. Pintaius dice:

    Después de mucho tiempo esperando su turno en la estantería, por fin he leído el libro. Lo cierto es que me ha gustado bastante y en gran medida coincido con la mayoría de las opiniones vertidas en el hilo. En todo caso sí que me se ha hecho demasiado breve (algo que por otra parte resultaba evidente sin más que ver el volumen), en el sentido de que el tema y el planteamiento de la historia hubiera dado para mucho más. Supongo que ha sido así porque el autor pretendía contar el relato que ha narrado y no otro, pero sí que me hubiera gustado que se hubiese prodigado en el desarrollo de las posibilidades que entraña el contexto en el que enmarca el relato, apasionante sin duda, y porque demuestra unas muy buenas dotes de narrador con las que creo que lo hubiera sido capaz de lograr con muy buenos resultados. En cualquier caso, muy recomendable.

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