LTI. LA LENGUA DEL TERCER REICH – Victor Klemperer

Más que la propaganda de los discursos, las octavillas y los carteles, afirma Victor Klemperer, el instrumento que permitió al nazismo instilar su veneno en las masas fue  el lenguaje: palabras aisladas, expresiones y formas sintácticas repetidas hasta la saciedad y que, favorecidas por su simplicidad, acababan por penetrar en el inconsciente de los individuos, quienes las asimilaban y las reproducían mecánicamente. Si, por otra parte, es cierto que el lenguaje –su estilo, sus énfasis- revela de las personas más de lo que ellas quisieran, el sello de una época se halla también en el lenguaje prevaleciente. Pocas cosas pueden ser más relevantes para la puesta en evidencia del nazismo, pues, que el conocimiento de la LTI: Lingua Tercii Imperii, que es como Klemperer designa a la lengua del Tercer Reich. Una lengua que, para decirlo con nuestro autor, envenenó cantidad de conceptos y sentimientos y que revela mucho de las convicciones, propósitos y hábitos de pensamiento del nazismo.

Victor Klemperer (1881-1960) fue un filólogo e historiador de la literatura alemán de origen judío, primo del célebre director de orquesta Otto Klemperer. Tras combatir como voluntario en la Primera Guerra Mundial, inició una trayectoria académica que lo condujo a una cátedra de literatura francesa en la Universidad de Dresde. Forzado a dimitir por las leyes antijudías promulgadas por el régimen nazi, rehusó adoptar la vía del exilio y, casado con una mujer etiquetada como «aria», soportó en condiciones precarias casi toda la duración del Tercer Reich en Dresde. Escribió en ese tiempo unos diarios, los que fueron publicados por primera vez en Alemania en 1995. A partir de algunos de sus apuntes sobre el habla nazi, Klemperer  publicó en 1947 el libro LTI, Apuntes de un filólogo, una interesante recopilación de observaciones que revelan al experto y al erudito pero que ante todo es un testimonio a la vez dramático y ameno de un genuino humanista.

Que el régimen nazi desvirtuó ideas o conceptos se manifiesta por ejemplo en su empleo de los términos «heroísmo»y «fanatismo», machaconamente explotados por el discurso  oficial. Antes del Tercer Reich, la palabra «fanático» solía tener connotaciones negativas, asociada como estaba en la propia Alemania a una actitud amenazadora y repulsiva. El régimen nazi convirtió el fanatismo en una virtud, y es en este sentido que inundó toda clase de textos y comunicados, desde artículos periodísticos y discursos a felicitaciones personales y proclamas dirigidas a organizaciones, militares y civiles. Se hablaba sin rubor de «juramento fanático» y de «valentía fanática», y se ensalzaba a Goering como «fanático amigo de los animales». Cuando la situación militar se tornó definitivamente crítica y la palabra parecía desgastada e insuficiente, Goebbels consideró necesario exhortar a un «fanatismo feroz»… como si existiese un fanatismo dócil. Con Klemperer, por otro lado, se puede recelar del heroísmo cuando carece de pureza y de discreción. «Lo que reprocho al concepto de héroe aplicado por el nazismo –dice nuestro autor- es precisamente su continua dependencia de lo decorativo, la fanfarronería de su presencia. El nazismo nunca conoció oficialmente un heroísmo honesto y auténtico. Y de este modo falsificó y desacreditó todo el concepto». La manipulación del término daba pie a la lectura entre líneas, especialmente después de Stalingrado: cuando un parte de guerra informaba que las tropas luchaban heroicamente, se podía suponer que a las tropas les iba fatal. «Heroicamente» sonaba a necrología.

La propensión del nazismo a absorber los espacios y las almas, su impulso totalitario, queda en evidencia en el uso de la palabra «coordinar»; palabra que revela también una tendencia a la mecanización y la automatización. Las instituciones debían alinearse con el ideario y las metas del nazismo, hacerse partícipes de su cosmovisión. La judicatura, los sindicatos, el cuerpo docente, las iglesias, los coros, los clubes deportivos, también las organizaciones de extrema derecha que podían rivalizar con el partido nazi -tal el caso de los Cascos de Acero-; ninguna instancia corporativa debía quedar exenta de la política de «coordinación», que era en verdad una empresa colosal de homogeneización de la sociedad bajo el signo de la esvástica. La omnipresencia del término podía prestarse a su ridiculización, como ocurrió cuando un humorista (con seguridad en los tiempos iniciales del régimen), a propósito de una salida a terreno realizada por la Asociación de Excursionistas, declaró que la naturaleza acababa de ser «coordinada».

«El lenguaje del vencedor… no se habla impunemente. Ese lenguaje se respira y se vive según él», sentencia Klemperer. Hombres y mujeres nada sospechosos de congeniar con el nazismo, algunos de ellos pertenecientes al número de sus víctimas, podían dar pruebas de la exitosa difusión del habla nazi. Un dentista que profesaba aversión a su país y se confesaba anglófilo a rabiar, tenía a bien decir que los alemanes eran «caracterialmente inferiores», recurriendo a un término –«caracterial»- acuñado por los nazis e impregnado de connotaciones racistas. Una colega de Klemperer, filóloga de origen judío desaparecida más tarde en un campo de concentración, podía largar en presencia del autor una retahíla de eslóganes y  lugares comunes del nazismo comprimidos en apenas un par de frases: según ella, había que leer a Goethe, había que ser «alemanes fanáticos», había que «lavar a la patria de su no-germanidad». En el libro sobre el judaísmo en la vida intelectual del siglo XIX publicado en 1936 por Arthur Eloesser, judío y otrora admirado por Klemperer, se multiplicaban los tópicos característicos de la LTI: cundían las burdas generalizaciones sobre el judío alemán y en torno a lo alemán; cierto personaje de Heine era un judío «camuflado» (precisamente un estigma que los nazis adjudicaban al propio Heine); se hablaba de la «llamada mística de la sangre»… Una perla: en el ámbito cultural, según Eloesser, los judíos alemanes se creían «coordinados» con sus compatriotas no judíos. En fin. Testimonios del triunfo de una mentalidad perversa, enfermiza, considerada durante años como virtud suprema.

Por supuesto, la LTI no tenía necesidad de inventar todos sus términos y expresiones, casi siempre le bastaba con apropiarse de los ya existentes e impregnarlos de una connotación específicamente nazi. El sentido peyorativo original de una palabra como «masificación», cuyo origen puede rastrearse en la crítica de arte y en el vocabulario especializado de disciplinas como la sociología y la economía, resultaba neutralizado por la demagogia del colectivismo racial. Ya Flavio Josefo y el novelista Lion Feuchtwanger habían dado lustre a la expresión «guerra judía», pero en el contexto del Tercer Reich venía a significar algo muy distinto, cargado de connotaciones funestas, como todo lo relacionado con los judíos. A propósito: a día de hoy, apenas hace falta extenderse demasiado –al menos en el espacio de una reseña- sobre la importancia de términos como «el judío» o «lo judío» en la práctica lingüística de los nazis. «Lo judío» era en la versión nazi el común denominador de todo lo que pudiese haber de negativo en el mundo; en definitiva, un resumidero de falacias, simplificaciones y generalizaciones espurias.  Klemperer dedica a este apartado algunas de sus observaciones más interesantes.

Había en el nazismo una especie de infantilismo que lo impulsaba a concebir sus logros –presentes y futuros- en términos superlativos. De partida, el Tercer Reich debía ser el imperio más grande y poderoso de todos los tiempos. Cada uno de los productos salidos de sus fábricas debían ser «los más modernos», «los más eficientes», «los más poderosos» del mundo. Todo se expresaba de modo superlativo. No había simplemente batallas ni enemigos, lo que había eran un «enemigo universal» y «batallas de aniquilación» o «la mayor batalla de la historia». Klemperer aplica el escalpelo a lo que denomina la «maldición del superlativo», que en la LTI adquirió proporciones inauditas. La fanfarronería y las exageraciones que proliferaban en la propaganda y en el discurso cotidiano llevaron al extremo lo que, siguiendo al autor, puede considerarse como la raíz específicamente alemana del nazismo: la supresión de los límites, una desmesura casi delirante que remonta a la esencia del romanticismo y su intento de asir lo ilimitado. Klemperer afirma precisamente que «la raíz alemana del nazismo se llama romanticismo».

– Victor Klemperer, LTI, la lengua del Tercer Reich. Apuntes de un filólogo. Minúscula, Barcelona, reimpresión de 2007. 414 pp.

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23 comentarios en “LTI. LA LENGUA DEL TERCER REICH – Victor Klemperer

  1. Farsalia dice:

    Valiosísimo libro…

  2. José Sebastián dice:

    Extraordinaria reseña, Rodrigo. He disfrutado como en pocas, de verdad.

    Menudas verdades: «La propensión del nazismo a absorber los espacios y las almas…»; «Había en el nazismo una especie de infantilismo que lo impulsaba a concebir sus logros –presentes y futuros- en términos superlativos»; «No había simplemente batallas ni enemigos, lo que había eran un «enemigo universal» y «batallas de aniquilación» o «la mayor batalla de la historia»»; «…la raíz específicamente alemana del nazismo: la supresión de los límites, una desmesura casi delirante que remonta a la esencia del romanticismo y su intento de asir lo ilimitado».

    Me recomendó encarecidamente este libro hace un par de años una persona con la que compartí mesa en una boda de un familiar. Veo que no exageraba en cuanto a su calidad.

    Aprovecho para, sobre idéntica temática, recomendar el libro de Jonathan Littell «Lo seco y lo húmedo», interesante ensayo sobre la anatomía del lenguaje fascista a partir del análisis del lenguaje utilizado por el belga Leon Degrelle – infame lider del partido rexista, miembro de la Legión Valona de las Waffen SS, autoproclamado hijo predilecto del Fhürer, y que se afincó tras la contienda en la Costa del Sol – en la obra «La campaña de Rusia».

    Saludos y enhorabuena por tan magnífica reseña.

  3. Magnífica reseña, Rodrigo, como, por otra parte, ya es habitual en ti. Desde que leí los Diálogos de Klemperer sigo atento a cualquier escrito ya haya salido de sus manos. Este libro que examinas me interesa sobremanera.

    El lenguaje como instrumento de penetración en (y manipulación de) las conciencias de las masas es básico en el avance del nazismo, pero asimismo, de todo totalitarismo (el nazismo lo aprendió del comunismo); y si se me apura, de todo aparato político. Por eso es fundamental para la libertad cuidarse y denunciar los usos y abusos del lenguaje de la política. Dicen que por la boca muere el pez. No dicen, sin embargo, que por la vista y el oído mueren las sociedades.

    Un saludo y gracias por este excelente texto.

    Fernando R. Genovés

  4. Lopekan dice:

    Una carátula muy, muy inspirada: los elementos justos y en su justa posición. Otra de las delicatessen servidas por la cocinera de la casa.
    En cuanto a la acertada —como nos acostumbra Rodrigo— reseña: ella y el libro nos alertan sobre el uso del lenguaje como herramienta de manipulación masiva.
    La deriva de las palabras oscila entre la flojera de una lengua acomodaticia, que va cambiando su pronunciación, y la voluntad de mentir, que va pervirtiendo su significado, y con él a las ideas que representan.

  5. Rodrigo dice:

    Gracias, muchas gracias.

    Don Fernando, qué gusto. Es un honor tenerlo por aquí. Ciertamente, comparto su apreciación sobre la importancia del lenguaje como instrumento privilegiado de toda propaganda, no solo la de los regímenes totalitarios.

    … O como herramienta de manipulación masiva. Bravo, Lopekan.

    Tomo nota de tu recomendación, José Sebastián. La verdad es que a ese libro lo tenía en la mira.

    Saludos.

  6. Rosalía de Bringas dice:

    A mi no me quedan elogios para Rodrigo, así que omitiré caer en las frases hechas («felicitar» resulta a todas luces insuficiente).
    El libro es estupendo; el tema más. La violencia de las palabras, su capacidad de crear realidad, de domeñarla al gusto e interés del poder… ¿qué decir?
    Pero, sobre todo, lo que me ha resultdo temible es la vigencia de una reflexión como la que induce el libro que nos ofrece Rodrigo: lo actual de una manipulación del lenguaje por parte de los políticos. De nuestros políticos.
    Bien es cierto que el libro de Kemplerer estudia el cambio de significación terminológica de algunos términos y que en el discurso de los nuestros se trata, más bien, de eufemismos, pero ¿acaso empeñarse en denominar «reforma» a «recortes» no es el inicio de un mismo camino?.
    Un saludo y, como no, muchas gracias por tu trabajo, Rodrigo.

  7. granados dice:

    ¡Excelente el libro de Kemplerer y lo mismo se puede decir de la reseña de Rodrigo!,la lectura del libro de Kemplerer hay que completarla a mi juicio con la de LUTZ WRINKLER:»La función social del lenguaje fascista» .

    Este autor demuestra admirablemente como el fascismo se «mimetizó» con el movimiento comunista en una jugada maestra de lucha y aniquilamiento del movimiento obrero.Naturalmente esta «jugada maestra» fue unicamente posible por la continua financiación que las grandes empresas capitalistas-sinárquicas ofrecieron desde el primer día,incluidos los grandes trusts periódisticos como el de Hearst en EEEU ó el de Krupp-Hugengeberg en Alemania.(vid. Gibert Badía:la ideologia nacionalsocialista,Madrid, ayuso, 1972).

    El profesor Genovés afirma que el lenguaje como instrumento de manipulación masivo «el nazismo lo aprendió del comunismo», a mi juicio esto es erróneo.

    Todo el arsenal asi como las tecnicas de propaganda fascistas(especialmente la nazi), están basadas en la publicistica anglonorteamericana de la propaganda «negra» de la I guerra mundial y de manipulación del consumo.
    Goebbels no leia a los «propagandistas» del agit-prop soviético, sino a los publicistas ingleses y norteamericanos y seguía al pie de la letra sus «prácticas comerciales» incluidas las de su admirado William Hearst.
    salud

  8. David L dice:

    El uso fraudulento del lenguaje y la capacidad de exponerlo a la sociedad como un valor añadido de las virtudes del nacionalsocialismo fue uno de los grandes triunfos de Hitler y sus acólitos. Todos sabemos como se referían al exterminio como “reasentamientos” , u otras palabras semejantes, de tal manera que desvirtuaron y llenaron con nuevos significados palabras que ya no expresaban con sus silabas aquella significación para la cual fueron determinadas.. Creo que pocas cosas hay más crueles que desvirtuar el lenguaje, es una buena herramienta para alcanzar objetivos políticos.

    Un saludo.

  9. ARIODANTE dice:

    La palabra «reforma» existe desde siglos, en política. Todos conocemos su significado, o al menos el que tenía hasta ahora.
    La palabra «recorte» se usaba entre modistas y sastres desde siempre. También se usaba en los colegios y los juegos infantiles («recortables», ¿recordáis?) ¿Desde qué momento empezó a usarse en política? Haced memoria.
    Otras palabras que actualmente han desvirtuado su significado original al ser usadas por políticos: sostenible, género, diálogo, talante, crisis….podríamos hacer una lista larguísima. Como la famosa historia de los miembros y miembras, ¡jajaja!

    Y al margen de esto: enhorabuena, Rodrigo. Muy buena, sí.

  10. Rodrigo dice:

    De eufemismos y tópicos, mal de nuestro tiempo.

    http://www.la2revelacion.com/?p=3088

    Gracias, queridas.

  11. Rodrigo dice:

    Destacaba yo en último lugar la tesis del romanticismo como una de las fuentes ideológicas del nazismo. Klemperer esboza al respecto algunas ideas muy interesantes, todas concernientes a la desmesura o la ausencia de una conciencia de los límites como característica de la mentalidad alemana. (Se trata en todo caso de apuntes, cosa coherente con el subtítulo del libro –Apuntes de un filólogo-.) No ha sido el único en postular una filiación entre el irracionalismo romántico y el nazismo, de hecho ya lo hicieron en su tiempo ilustres como Thomas Mann y Stefan Zweig y ha devenido auténtico lugar común. Es un tema sobre el que quisiera tener mejores fundamentos que los que tengo, nada más me ha recordado un estupendo libro que leí hace algunos años, Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, de la filóloga y germanista española Rosa Sala Rose. En su enjundiosa introducción la autora pone énfasis en la raigambre racionalista del nazismo, o sus pretensiones originales de cientificidad, vinculadas a las concepciones racistas y social-darwinistas del nefasto movimiento y a su fe en el progreso científico. Es una arista de la cuestión que no se debe omitir, en efecto, y hay buenas razones para evitar cualquier simplificación que reduzca el nazismo a mero irracionalismo o rechazo frontal de lo moderno (ya que estamos: de veras que vale la pena leerse el libro de R. Griffin, Modernismo y fascismo). Ahora bien, la señora Sala tiene el buen criterio de destacar la circunstancia de que los propios nazis desvirtuaron las bases supuestamente científicas de su visión de mundo, de tal manera que lo suyo era pseudo ciencia o burdo cientificismo. Por demás, el libro mismo viene a ser una suerte de mentís de aquellas pretensiones de cientificidad, toda vez que su tema es el de los mitos y símbolos del nazismo. La autora desarrolla unas observaciones muy perspicaces sobre el aspecto cúltico y cuasi religioso del caso, sin dejar de remitir en diversas ocasiones –ella, que insiste con razón en la vertiente moderna del nazismo- a sus raíces románticas: se refiere por ejemplo a la “hostilidad neorromántica a la vida urbana”, o a la antítesis romántica entre lo germánico y lo romano, “que acabaría por reciclarse (…) en la antinomia ario/judío”. En fin. Lo que se concluye de todo esto es que el nazismo es un fenómeno cuanto menos bifronte, bastante complejo.

    El libro de Rosa Sala Rose es muy bueno y se disfruta una enormidad de puro bien escrito. Y está publicado por Acantilado, que es un lujo de editorial.

  12. APV dice:

    Sobre la filología hay una anécdota de que a raíz del alto número de bajas se necesitaban niños para el futuro por lo que entre las propuestas Bormann estaba eliminar las palabras bastardo e ilegítimo.

  13. Valeria dice:

    Un placer leerte, Rodrigo, como siempre. Pero creo recordar que no es la primera vez que reseñas un libro donde se menciona este tema del lenguaje. ¿Puede ser el libro de Todorov sobre los totalitarismos?

  14. Rodrigo dice:

    Gracias, querida Valeria. Creo que en la reseña de Todorov no mencionaba el problema del lenguaje, por más que el autor sea un lingüista… ¿Sabes? Encuentro mayor afinidad con el libro de Jeffrey Herf sobre El enemigo judío, por el tema de la propaganda nazi.

    Cierto, David. Y es posible que en ningún otro asunto los nazis se mostrasen tan diestros en el uso de eufemismos como en el del genocidio. (“Solución final”, el peor de todos.)

  15. juanrio dice:

    El libro es una maravilla que te introduce en esa manipulación obscena de todo cuanto bueno existe, o existía, en la sociedad, de todas las maneras posibñes, pero posiblemente la mas efectiva fuese ese lenguaje agresivo, «fanático». Este libro se complementa muy bien por otro que reseñaste, Rodrigo, «La toma del poder por los nazis» de William Sheridan Allen, en el que apunta también al uso del lenguaje y todo lo demás.

    En cuanto a las memorias de Klemperer, interesantísimas, algo que me hizo valorarlas mas, es como el autor se muestra así mismo inmerso en su mediocridad, sin intentar destacarse o mostrarse como un héroe, dandonos muestra de que en esa situación lo que primaba era la supervivencia por encima de cualquier cosa.

  16. Rodrigo dice:

    Vale, Juanrio. Espero encontrar las memorias de Klemperer, que parecen tan interesantes.

  17. enrigine dice:

    En «Los años del Exterminio (1939-1945)» de Saul Friedländer, se menciona a Victor Klemperer en múltiples ocasiones, y corroboro lo que cita Juanrio de que adquirió un perfil bajo para poder sobrevivir. Aunque ésta no fue la única razón de su supervivencia, el hecho de estar casado con una aria, el estar rodeado de una vecindad poco o nada delatora y la fortuna a buen seguro le ayudaron; otros muchos hicieron idéntico planteamiento y sucumbieron a la maquinaria exterminadora. Victor Klemperer tuvo la suerte de tocarle el primer premio de la lotería, el de la vida.

  18. Cleto dice:

    Todos los estados totalitarios crean su neo-lengua, que desvirtúa el lenguaje en el sentido en el que siempre ha sido interpretado; es la forma de abordar una revolución espiritual -más bien antiespiritual- sin proclamarla.

    En nuestro estado totalitario actual tenemos algunas magníficas muestras, tales como «Interrupción Voluntaria del Embarazo», «Orientación Sexual», «Tolerancia Cero», «los/las ciudadanos/as», «extensión de derechos» y una largo muestrario de similar guisa.

    Nos escandalizamos cuando miramos el pasado, pero qué poco reparamos en las semejanzas que este guarda con nuestra situación actual.

  19. Daniel dice:

    Hola. Rodrigo.no tengo el placer de conocerte.He leído con suma atención este escrito.Estando prácticamente en su totalidad de acuerdo quería poner en tela de juicio un pequeño dato..En tu escrito afirmas que Víctor Kemplerer se negó a su posibilidad de exilio en pleno apogeo del tercer reich.sin embargo Kemplerer afirmó lo siguiente.TODOS QUIEREN SALIR DE ALEMANIA.SIN EMBARGO NOSOTROS NO LO CONSEGUIMOS.LA EMBAJADA DE EEUU NOS HA ENVIADO EL NUMERO DE ESPERA 56924.saludos Rodrigo.

  20. Rodrigo dice:

    Hola, Daniel.

    No recuerdo dónde obtuve la información respectiva, deduzco de lo que señalas que la fuente estaba equivocada. Agradezco la corrección.

    ¿Está en las memorias de Klemperer, la afirmación? Me gustaría leerlas.

  21. Daniel dice:

    Hola Rodrigo.desconozco si en sus memorias esta esta afirmación.mi fuerte es el tercer reich desde el punto de vista de un historiador.además de colecciónista.Si no recuerdo mal esta afirmacion la encontrarás en el video de youtube EL TERCER REICH,LA CAIDA.Lo encontrarás en el primer tercio de el video.Supongo que esa frase estará también en sus memorias.De todas formas te felicito por tu gran trabajo.

  22. Rodrigo dice:

    Bueno, gracias por todo, Daniel.

  23. Javivija dice:

    El totalitarismo modificando la comunicacion humana.
    En la cotidianidad el lenguaje es la semilla del fruto futuro.
    Toda realidad requiere un lenguje que la encubra sublime

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