LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL IMPERIO OTOMANO – Ryan Gingeras

El 30 de octubre de 1918, el Imperio otomano, aliado del bloque de las llamadas Potencias Centrales en la Primera Guerra Mundial, firmó el armisticio en su derrota ante los miembros de la Alianza vencedora. Sin embargo, los otomanos, un conjunto de nacionalidades y religiones aunada bajo la figura del sultán de turno, no daban todavía por disuelto su país, sin llegar percibir que se adentraban en una revolución que cambiaría drásticamente su status quo y su manera de mirar hacia su pasado, en vistas a un futuro drásticamente diferente. A finales de 1918 y a pesar de las graves pérdidas de territorio, desde las Guerras de los Balcanes previas a la Primera Guerra Mundial y las posteriores de Tracia, Siria, Irak y Arabia, entre otras, los fundamentos principales del imperio persistían inicialmente bajo la sombra del sultán y la implicación de las diferentes etnias y religiones que habitaban el país. Una vez derrotados en los campos de batalla, comenzaba una compleja negociación con los dirigentes Aliados, mientras el dominio administrativo y político del CUP (Comité de Unión y Progreso), el partido de los Jóvenes Turcos, iba decayendo, frente a la intervención de los contingentes de ocupación. Sin embargo, la caída del Imperio otomano todavía tendría que pasar por casi cuatro años de guerras, masacres, limpiezas étnicas y de religión, nacionalismos y el definitivo renacimiento de un espíritu nacional que lo convertiría en la nueva República Turca.

Ryan Gingeras, profesor del Departamento de Asuntos de Seguridad Nacional de la Escuela Naval de California, afronta aquellos años de transformación y renacimiento de un país, mediante una narración detallada y analítica de una historia tan épica como desgarradora, que no solo vio nacer a una Turquía moderna, sino que también dio pie a una serie de situaciones geopolíticas que aún retumban en la actualidad. El autor pone el foco de atención en los hechos acaecidos en los últimos años del Imperio, acontecimientos correlativos que terminan por adentrarse hasta 1922, en un conjunto de graves crisis dentro de la administración del país mientras, paralelamente y de manera asociada, analiza las implicaciones territoriales, bélicas y diplomáticas por parte de Gran Bretaña, Francia, Grecia o Rusia, incluyendo las complejas consecuencias del Tratado de Sèvres,  y los graves conflictos mantenidos con otros actores más cercanos e implicados en feroces enfrentamientos, como es el caso de los armenios, kurdos y árabes.

La caída del Imperio otomano, además, implicó una serie de oleadas de violencia que acabaron prácticamente con la presencia cristiana en el país, y repercutió gravemente en el futuro de otros pueblos y estados más allá de sus fronteras. Todo el conjunto de estas circunstancias necesitan ser insufladas de una nueva visión que se adentre en aquella mayúscula crisis, aportando un análisis más crítico de un periodo especialmente oscuro en la historia del primer cuarto del siglo XX. Porque entre los años 1918 y 1922, no solo caería la dinastía otomana, sino que se materializó la desaparición de un imperio multinacional, dando lugar al nacimiento de unos Estados-Nación definidos por criterios étnicos, mientras el nuevo estado Turco, consolidaba territorialmente su mayoría turca, con toda la problemática que devino de ese novedoso término. Esto implicó dolorosos y traumáticos años, acompañados de, lo que denomina Gingeras, como una violencia apocalíptica. Aquellos años provocaron la destrucción de culturas y comunidades, por lo que el autor se preocupa de que la historia no olvide por igual y de forma inclusiva, a turcos, griegos, armenios, árabes y kurdos.

La entrada del Imperio otomano en el siglo XX fue inmisericorde. En el primer cuarto del siglo se sucedieron una serie de eventos que marcaron una oscura y terrible crisis cambiando totalmente la fisonomía de un Imperio en extinción. Un conjunto de circunstancias fueron el desencadenante de la posterior caída final, entre las que encontramos las guerras balcánicas de independencia dentro del Imperio, la grave crisis de unas políticas nacionales fracasadas en su afán integrador, elevando posteriormente al poder a los Jóvenes Turcos, el comienzo de las persecuciones étnicas y religiosas, y la posterior entrada en la Primera Guerra Mundial, con el afán de apostar no solo por quienes más invirtieron en el país, particularmente Alemania, sino por los países que menos aspiraciones territoriales podían tener en cuanto al territorio otomano. Tras la derrota en el conflicto mundial, el sultanato y la administración civil del país, pese a resistir contra viento y marea, dieron visos de desconcierto, especialmente tras la caída de la los Jóvenes Turcos. Era la hora de medirse a los Aliados en la distribución de territorios perdidos y la grave situación política en Estambul. Dio comienzo la Guerra Greco-Turca de la mano del general Venizelos, mientras los movimientos beligerantes en Siria e Irak, el Cáucaso y Tracia, fueron demostrando a Estambul, la complejidad de una situación prácticamente insalvable. Es aquí cuando miembros de los Jóvenes Turcos se reinventaron y viraron hacia un perfil más nacionalista, creando el Frente Nacional, con vistas a presentar un frente común turco, enfilado a la capitalidad de  la ciudad de Ankara y la persona de Mustafá Kemal, quien marcará el futuro del país, un futuro construido con sangre, violencia, masacres y sacrificios.

Esto implicó un momento decisivo hacia la búsqueda de una voluntad nacional, nacida de los combates contra propios y extraños, contra los movimientos antinacionalistas y los países extranjeros invasores. El Movimiento Nacional se vio comprometido cuando los griegos alcanzaron a las puertas de Ankara, pero la victoria turca en la batalla de Sakarya y la grave crisis interna en Atenas, provocaron un vuelco en la guerra. A pesar de las derrotas en otros frentes y la pérdida de la influencia en el destino de los territorios árabes, la última marea nacionalista, tal y como indica Ryan Gingeras, se impuso a revoluciones internas y a la desmembración de Anatolia, sacrificando la existencia del propio Imperio con el derrocamiento del sultanato, pero apostando por un nuevo tipo de turco, un Estado moderno, una república joven en base a una transformación total del país. El autor termina enganchando aquel traumático periodo histórico con la presencia de Recep Tayyip Erdogan, actual presidente del país, y su interpretación de aquel pasado y su mirada geopolítica hacia una gran Turquía que ahora no duda, sorprendentemente, en abrazar el glorioso pasado otomano, en un requiebro buscado para alcanzar nuevas glorias y un espacio diplomático primordial en el mundo actual.

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Ryan Gingeras. Los últimos días del Imperio otomano, traducción de Mª Luisa Rodríguez Tapia. Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2023, 360 páginas.

     

4 comentarios en “LOS ÚLTIMOS DÍAS DEL IMPERIO OTOMANO – Ryan Gingeras

  1. Arturo dice:

    Muy interesante, Íñigo, gracias. Un momento histórico fascinante pero sobre el que se ha puesto poco foco.

    1. Iñigo dice:

      Unos años sobre los que Desperta Ferro también ha publicado recientemente uno de sus números en su sección de Contemporánea

  2. hahael dice:

    Tremendo pedazo de la Historia, poco conocido, al menos para mí. Gracias, Íñigo por la reseña.

    1. Iñigo dice:

      Merece el libro y ese convulso periodo de la historia de la nueva Turquía. Un libro muy goloso.

Responder a Iñigo

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