LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS y VALENTIA en Hislibris Tabernae – HEA.
La semana pasada fue de una gran y honorable intensidad en Hislibris Tabernae. Dos libros se presentaron, Los filósofos presocráticos, lengua, literatura y visión del mundo (Ed. Evohé), de Alberto Bernabé, y Valentia. Las memorias de Cayo Antonio Naso (Ed. Good Books), de Gabriel Castelló, el martes 15 y el jueves 17, respectivamente. Hislibris Estuvo Allí, claro, y os contamos cómo fue.
Vayamos por orden. Comencemos por el primero de los actos, filosofía vista por un grandísimo filólogo, por Alberto Bernabé, catedrático en la UCM, especialista en indoeuropeo, micénico, orfismo, presocráticos, etc., y gran divulgador. El encuentro coincidió con un partido de fútbol de la selección española, dato nada baladí por cómo acabó el encuentro… Pero vayamos a lo que allí se dijo.
Comenzó la charla Miguel Herrero de Jáuregui (y con la inestimable labor de Bárbara Rodes interpretando la lengua de signos española), antiguo alumno de Alberto Bernabé, y lo hizo señalando su destacable modestia. Habló sobre el autor señalando sus logros, muy por encima, pues suponemos que a Alberto no solo no le gusta hablar de ellos sino tampoco escucharlos. Seguidamente se pasó a las virtudes objetivas del libro, finalizando con un somero repaso de las figuras presocráticas. A palabras de Miguel Herrero de Jáuregui: «Obviamente, ellos no se llamaban presocráticos», «Pese a que los filósofos posteriores se pudieran reír de ellos y despreciarles, sin ellos, sin los presocráticos, jamás podrían haber llegado al punto en que lo hicieron». No mencionó el tópico paso del mito al logos, quizá porque sea vago e impreciso para mentes científicas (de trabajo científico y de búsqueda incansable e inquebrantable en pos de la verdad también se habló, y lo considero importante), pero sobrevoló el ambiente al intentar explicar la importancia de estos pensadores, paridores de abstracciones y preguntas fundamentales que hoy en día nos parecen incluso inocentes algunas de ellas, pero fundamentales para la humanidad y difícilisimas de hacer por primera vez.
Tomó entonces la palabra Alberto Bernabé, y el verbo nos inundó. El verbo, que es como el huevo de Colón. El verbo, tan importante para un filólogo. Lo primero destacable fue eso precisamente, el distinto enfoque de la filosofía que puede dar un filósofo y un filólogo. Ni mejor ni peor. Distinto. Pongamos un ejemplo señalado por el autor, tamizado por mis palabras. Los amantes de las letras ante el poema de Parménides pueden llegar a salivar de placer. «¡Un fragmento, ñam…!». Para un filósofo puede llegar a ser una pesadilla. «¡Un fragmento, ay…!». Por ello se incidió en un asunto, en la importancia de cada vocablo, de su sentido último. Y ahí, queridos, Alberto Bernabé se muestra insuperable.
«Me ha interesado valorar los aspectos lingüísticos, literarios y el sentido último de sus palabras».
Frase que define perfectamente el espíritu del libro, aunque Bernabé destacó que ha tratado de no meter muchas «filologadas”, ya que, con toda la razón, afirmó que no tiene sentido elaborar un libro en el que sea «más complicado entenderme a mí que a los propios filósofos que escribieron los fragmentos«. Su intención es que los lectores no tengan que releer varias veces una frase para comprender el significado. Como de nuevo el propio Bernabé apuntaba: «una amiga mía dice que es un libro para leer en el metro».
El rato y la charla dieron mucho más de sí, pero finalmente pasamos a refrescar las gargantas con cerveza (o lo que se terció) y a recompensar los estómagos con delicias históricas más que apropiadas para la ocasión: los liba (panecitos dulces de queso que se usaban en los sacrificios y que, si por sí solos ya merecen la pena, con miel son cosa de otro mundo) y los kátillos ornâtos (el contrapunto crujiente: una mezcla de lechuga, vino, harina, manteca de cerdo y pimienta que se solía comer, con todo el acierto, en las antiguas celebraciones griegas), exclusividades de Hislibris Tabernae que volvieron a ser un éxito.
Y, como decíamos, este encuentro filosófico en día de partido terminó con un añadido muy especial: regalando a Alberto Bernabé el libro Futbolia, filosofía para la hinchada de Manuel Valera, para confirmar que, en realidad, y al final, filosofía y fútbol no están tan reñidos.
Y pasemos ahora a la presentación del día 17:
Gabriel Castelló llegó contagiando su entusiasmo, con varios bártulos al hombro y ayudado por Olalla García, su acompañante ponente de lujo en aquella tarde de presentación de la nueva edición de Valentia, las memorias de Cayo Antonio Naso (de la mano de la editorial Good Books: no faltaron a la cita Carmen Kleker y Alberto Pertejo).
Echamos de menos a Guillermo Galván, que iba a ser el tercer mosquetero de excepción, pero causas de fuerza mayor impidieron que estuviera con nosotros, aunque no que nos preparara y enviara un vídeo que le agradecimos y que le hizo estar presente, sin duda, por su calidez y por su brillante exposición-introducción a la novela.
Fue él quien dio paso (magistralmente, teniendo en cuenta que no estaba allí…) a Olalla García, que nos hizo disfrutar (ese día contando con el buen hacer de Berta López como intérprete) al compartir con nosotros lo mucho que tenía que decir sobre la parte republicana de la historia, la de más peso en la novela, y que aportar desde su punto de vista como escritora sobre la trastienda y los entresijos de sus líneas.
Puso la guinda el propio Gabriel Castelló con su más que completa exposición, proyector en ristre, con mil y una curiosidades sobre la vieja Hispania, como la llamó, que completaron de la mejor manera la visión de conjunto y el sabor que nos estaba dejando aquella tarde.
Hablando de sabor, volvió a poner la guinda cuando terminó la presentación y nos obsequió con un fantástico tinto Aculius, que combinado con las variadas tapas romanas que pudimos volver a disfrutar (muy recordadas las de moretum, entre otras) y con buena conversación, puso el broche perfecto a otra jornada a recordar en Hislibris Tabernae.
Por cierto, os emplazamos a la charla de este próximo viernes 25: intuimos que pasaremos otro rato de los buenos; será una tarde grande, esa es nuestra intención y apostamos a que también la de Isabel Barceló y Olalla García, que nos traerán a las Mujeres en Roma. Interesantísimo tema, sin duda, y contando con ellas, qué más se puede pedir.
Bueno, en realidad sí hay algo… que nos acompañéis. ¡Os esperamos!
Ayuda a mantener Hislibris comprando VALENTIA de Gabriel Castelló en La Casa del Libro.
El de Bernabé tiene que ser mío tarde o temprano…
Yo ya lo tengo. :D
Enhorabuena por la «jornada» y que envidia cochina y malsana que dan los que pudieron ir y la gente de la capital en general por tener Hislibris Tabernae cerca.
Coincido con Vorimir en lo de la envidia. Vaya vidilla lleváis en la capital.
La semana pasada anduve de viaje y me lo perdí, ¡pero mañana sí que no fallo!
Olalla. Que agradable.