LIBROS, EDITORES Y PÚBLICO EN EL MUNDO ANTIGUO – Guglielmo Cavallo

LIBROS, EDITORES Y PÚBLICO EN EL MUNDO ANTIGUO - Guglielmo Cavallo«Has vendido estupendamente mi discurso en defensa de Ligario. De todo lo que escriba en el futuro, te confiaré la propaganda y la venta (…) Me gustaría que mis libros no fueran editados por nadie más que por ti
Cicerón, Cartas a Ático.

A aquellos que piensen que la ciencia que estudia los papiros antiguos es la papiroflexia, que un editor es un programa informático para escribir cosas en una pantalla o que el público es la gente que va a los programas de la tele a sentarse y aplaudir cuando se lo digan, a todos ellos este libro les será enormemente útil si han de calzar una silla o necesitan envolver un bocadillo. Al resto de los mortales, incluidos papiroflexistas, editores y público en general, les resultará quizá poco útil pero sí muy interesante.

Puede parecer algo paradójico encontrarnos con un libro de historia que nos cuente una historia del libro, pero tal paradoja es sólo apariencia y, en cualquier caso, desaparece cuando conocemos el contenido: en primer lugar, se trata de una historia que abarca un breve periodo de tiempo, entre el siglo V a.C. y el VI d.C. aproximadamente, y se centra sólo en Grecia y Roma (no es exhaustiva, por tanto); y en segundo lugar, tampoco es estrictamente una historia sino una recopilación de tres trabajos de tres autores distintos que abordan diferentes aspectos relacionados con el libro antiguo en ese periodo de tiempo, y que tienen total independencia entre sí (de hecho a veces redundan a la hora de abordar algunos aspectos). Sin embargo, los tres artículos resultan complementarios y transmiten una visión de conjunto sobre el tema.

En el primer trabajo, «Los libros en la Atenas de los siglos V y IV a.C.», a cargo de Eric G. Turner, se habla de la aparición en la Atenas del Siglo de Oro de los primeros libros en formato de rollos de papiro, de los sistemas de escritura empleados, de los medios de distribución… Siendo la griega una cultura basada en la oralidad, en el gusto por la palabra hablada, la escrita no tuvo un camino fácil. En la introducción al libro se dice que la Historia de Herodoto fue sin duda concebida para ser leída en voz alta, para ser contada ante un público (como así sucedió), mientras que la Historia de las guerras del Peloponeso, compuesta por Tucídides no demasiados años después, no da la impresión de haber sido escrita con esa finalidad; quizá comenzara a producirse en esos años la introducción de una «conciencia de lo escrito», que sin embargo aún tardaría mucho tiempo en triunfar.

En el segundo artículo, «Comercio librario y actividad editorial en el Mundo Antiguo», Tönnes Kleberg expone con gran amenidad y profusión de anécdotas la progresiva aparición del pergamino en lugar del papiro, la de los editores, copistas y correctores, de las ganancias de los escritores, de las librerías, los precios, las bibliotecas, las tiradas de ejemplares… Interesantísimo artículo que se centra en el mundo romano y que sin duda llamará la atención a más de uno.

Finalmente, «Libros y público a fines de la Antigüedad», de Guglielmo Cavallo, director de la obra, hace un recorrido por los últimos siglos del periodo histórico conocido como «la Antigüedad». Se nos habla de la gradual imposición del códice (codex) sobre el rollo (volumen), del importante papel del cristianismo en dicho cambio, de la aparición de los scriptoria, de las diferencias en cuanto a cultura libraria entre el Occidente y el Oriente romanos, de la evolución del público al que iban destinados los textos… Artículo también muy atractivo en el que se conjuga hábilmente la erudición con la claridad expositiva.

El libro tiene ya unos cuantos años: fue publicado en España en 1995 pero la edición original (italiana) se remonta a 1975 y además los textos recogidos son bastante anteriores a esa fecha. Sin embargo la obra tiene un gran valor, por tres razones al menos: en lengua castellana existe poca bibliografía sobre el tema, a pesar de los años transcurridos los artículos no han quedado desfasados, y el libro es de lectura agradable, aunque no exenta de cierta dificultad intrínseca al hecho de hacer muy a menudo (cómo evitarlo) referencias a los clásicos griegos y romanos. Por otro lado, apenas rebasa las 170 páginas por lo que en ningún momento esa dificultad, en caso de existir, llega a consolidarse en la mente del lector.

Se trata por tanto de un libro recomendable, no pensado estrictamente con una intención divulgadora pero tampoco dirigido a un público especializado.  En cualquier caso, ayuda a iniciar la reflexión en torno a la idea del cambio que supuso en su momento el paso de, por así decir, un «enfoque oral» de las cosas, de lo que es cierto y real y lo que no lo es, a un «enfoque escrito», que seguramente fue similar al producido en el siglo pasado con la aparición de la televisión (baste recordar  la expresión «lo han dicho por la tele» para certificar que algo era cierto). Al hilo de ese cambio de perspectiva basado en el cambio del soporte de transmisión de la información, recordemos, para terminar, el poema aforístico de uno de los mayores filósofos que ha dado el siglo XX, que no hace sino reafirmar lo ya expuesto:

Si está impreso
es que es eso,
y si es eso
pues eso es.
Carece de interés
si en papel no lo ves:
si está impreso
eso eeeeeees…
Conejo, el amigo de Winnie the Pooh

Guglielmo Cavallo

LIBROS, EDITORES Y PÚBLICO EN EL MUNDO ANTIGUO

Alianza 1995

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26 comentarios en “LIBROS, EDITORES Y PÚBLICO EN EL MUNDO ANTIGUO – Guglielmo Cavallo

  1. farsalia dice:

    Interesante, muy interesante.

    Ya leyendo las cartas de Cicerón, a Ático (al que debería aburrir hasta la saciedad, pobre), a su hermano Quinto o al sosaina de Bruto, se vislumbran cuestiones «editoriales». Que hubo editoriales a pequeña escala, que los poemas de los últimos vates griegos y romanos en boga se los disputaban las jovencitas romanas cual si fueran el último éxito de Tokio Hotel o del Duque; que había copistas especializados, y muy buenos, que los talleres mantenían como si fueran su joya más preciada; que Cicerón daba la brasa con sus discursos y con la publicación de los mismos por parte del taller financiado por Ático o de, un poco más adelante, los hermanos Sosios; los recitales poéticos o las presentaciones de nuevas obras, que, dos mil años después, siguen teniendo mucho de acto social; ¿también habría «negros»?

  2. Ascanio dice:

    Un libro curiosísimo e interesantísimo, y del que he tomado buena nota.
    Porque me encantan los libros que hablan de libros (o de papiros… o de barquitos de papel).
    Oye, Cavi, para una cenutria en materia griega como soy yo, ¿se atraganta demasiado?
    Es curioso que en el libro «1001 libros que hay que leer antes de morir», la única obra recogida anterior al siglo X d.C sea «El asno de oro».
    Parece que para los editores no hay nada más que sea digno de mención. Quizás deberían leer este librito y darse cuenta de que la edición y la publicación empezó en la Edad Antigua.

  3. cavilius dice:

    De todo, de todo eso trata este librito, farsalia.

    Bueno, Ascanio, yo creo que el libro es compatible con bichos raros, con gente normal, con cenutrias y hasta con el Windows Vista. Lo que me deja pasmado es lo que dices del libro ese de las mil y una lecturas. ¿Y quién ha escrito esa joya, Ascanio, que se carga de un plumazo a toda la literatura grecolatina?

  4. Ascanio dice:

    Pues mira, hijo, esa joya está escrita por mucha gente (españoles y extranjeros), cada uno encargado de reseñar -aunque las reseñas de Hislibris son mucho mejores- una obrita.

    La publica Grijalbo (ha sacado luego 1001 cuadros que tienes que ver, 1001 piezas de música que tienes que oír y no sé si alguna cosa más del tipo 1001 aceitunas que tienes que aliñar o 1001 boñigas que tienes que pisar.

    La edición está dirigida por Peter Boxall y la adaptación española es de José-Carlos Mainer.

    Ya lo comenté en otro hilo de por ahí, pero lo repito: junto a obras estupendas tiene, por ejemplo, La biblia de barro de Julia Navarro.
    Leer para creer.

  5. farsalia dice:

    ¿¿¿La Biblia de barro???

  6. Ascanio dice:

    ¡¡¡Síiiiiiiiiiiiiiii!!
    ¡¡¡Puaj, puaj y requetepuaj!!!

  7. juanrio dice:

    No te preocupes, Farsalia, ese tipo de libros es un truño en el que entran los gustos de gente mu rara…Recuerda el Canon de Harold Bloom, con bastante más criterio se cargó la literatura no anglosajona prácticamente de un plumazo….
    Es lo que tienen los gustos y los culos…

    Cavi, perdona la disgresión, aunque no creo que me afane por encotrar el libro en cuestión, me ha gustado tu reflexión sobre la inexistencia de lo no publicado y la tele….

  8. Ascanio dice:

    Oye, Cavi, Cavallo tiene otra obra -publicada también por Alianza- que se llama Historia de la lectura en el mundo occidental. ¿La conoces?

  9. farsalia dice:

    Lo tienen en la biblioteca de mi universidad, luego lo cojo.

  10. cavilius dice:

    Caramba, farsalia, ¿ese «luego» es como el «luego» de «pienso luego existo«? No me asustes…

    Pues ese tipo de libros, Ascanio, como uno sea un poco sensible, le crean una ansiedad que ni te cuento. La de cosas que tiene uno que leer, comer, oír, pisar, etc., antes de palmarla. Y total, para palmarla igualmente.

    Conozco ese otro libro de Cavallo pero no lo he leído. Es que ese no está entre los 1001 libros que hay que leer antes de leer los 1001 libros que hay que leer antes de morirse.

  11. farsalia dice:

    Ya lo tengo en mis manos, luego lo leo…

  12. Ascanio dice:

    Gracias, Farsalia.
    Sí, Cavi, esos libros causan ansiedad, trastornos obsesivos-compulsivos, desdoblamiento de la personalidad y quebrantamiento financiero.
    Como los libros que tratan de librerías, libreros, editores… Aish, qué vicio más maravilloso.

  13. juanrio dice:

    ¿los que hay que leer antes de morir? A mí no me producen ansiedad, lo que me producen, generalmente, es perplejidad. Has puesto el ejemplo de La biblia de barro, pero estoy seguro de que habrá muchos más ejemplos. Y si uno se para a pensarlo ¿Quien es el que los selecciona para decir que hay que leerlos antes de morir? Un libro puede ser maravilloso para mi y dejaros absolutamente fríos a vosotros y viceversa. A mi me gustan los manuales de literatura, los que te muestran como ha evolucionado la misma y te habla de las diversas obras, autores, corrientes, movimientos. Luego ya estoy yo para decidir que leo y despues si me ha gustado o no. Me equivocaré, pero al menos me podré echar la bronca.

  14. Ascanio dice:

    Snif… que yo no tengo la culpa… que a mí me lo trajeron los Reyes Magos… snif…

  15. cavilius dice:

    Penitenciágite.

    ¿Puedes mirar si en la lista de los 1001 libros que hay que leer antes de morir figura él mismo? Porque si no…

  16. juanrio dice:

    Que yo no te acuso a tí de nada, Ascanio…..

  17. pepe dice:

    Los 1001 libros que hay que leer… es un catálogo de libros (que de haberse tratado de batallas, anécdotas o chistes verdes sobre la guerra ya sabemos quién lo habría escrito). Convengamos en que hay dos tipos de catálogos de libros: los catálogos normales, que son aquellos que no se continenen a sí mismos, y lo catálogos singulares, que son aquellos que se contienen a sí mismos. Bien, hete aquí que cierto escritor se decide cambiar de registro y se pone a escribir el catálogo de todos los catálogos normales, una obra cumbre en la literatura universal y un esfuerzo titánico por su parte. La cuestión es…¿qué tipo de catálogo sería el libro de nuestro buen amigo? (si Koenig -el envidioso escritor frustrado, ya saben a quién me refiero- pudiera opinar aquí, diría que uno lleno de errores, sin duda. Pero la pregunta es, ¿sería un catálogo normal o uno singular? Fascinante reseña, Cavilius.

  18. Ascanio dice:

    Cavi, si figura él mismo, igual si lo leo me muero. Así que mejor lo dejo para otro momento.

    Si ya lo sé, johnpotomac, ya lo sé. Era para dar un poco de penita, sólo eso…

    Snif.

  19. juanrio dice:

    Vaya, johnpotomac, el nombre que usaba cuando era trampero en el idem…..

    Un catálogo que se contiene a si mismo…pepe, algunas veces lanzas una frase que se acaba conviertiendo en un clásico….

  20. Ascanio dice:

    Fascinante comentario, pepe.
    Voy a leerlo otra vez a ver si lo entiendo.

  21. cavilius dice:

    Vaya, juanrio, ¿tú has sido trampero en el john?

    Yo tampoco he sabido catalogar el comentario de pepe, porque tiene poco de normal y mucho de singular. Pero no voy a ser tan ingenuo de confesarlo, como has hecho tú, Ascanio…

  22. Richar dice:

    También debería haber un catálogo de 1001 libros que leer después de morir, así ahorraríamos en muchas compras inútiles.

    Interesante libro, cavi, tiene buena pinta, a pesar de lo que apuntas sobre las «innumerables» referencias. Igual algún editor sacaba buenas ideas ya utilizadas hace tropecientos años.

    En cualquier caso, y si os dáis cuenta, Hislibris va en camino de dejar un catálogo de ese pelaje, «800 reseñas de 800 libracos que puedes o no leer».

    Saludos,
    Richar.

  23. Josep dice:

    Ya hay un catálogo de libros para leer después de morir: el Libro de los Muertos…

  24. Clío dice:

    ¿Pero conoceis a algún muerto que se lo haya leido?
    Cavi, la reseña en tu línea, buena por supuesto, y el libro parece interesante. Mira! una de las cosas, estetícamente hablando, que me gustó de la película de Amenabar es la escena con todos los «volumenes» volando sobre el mosaico, el «codex» que aparece es la biblia en manos del obispo Cirilo.

  25. Valeria dice:

    Bonita la portada, con la pintura de La Casa de los Misterios de Pompeya. Y la verdad, la filosofía de Conejo es un puntazo para acabar la reseña, aunque he de decir que en mi casa ese oso amigo tonto suyo no tiene ya buena acogida.

    Supongo que ahora Javi estará echando cuentas de lo bien que salía ser editor en el mundo antiguo, de cómo ha subido el kilo de papiro y lo poco reivindicativos que eran los escribas del siglo II aC.

  26. farsalia dice:

    Leído el libro, coincido con Cavilius en sus valoraciones. Muy interesante, aunque la lectura en ocasiones se hace algo farragosa. Lo malo del libro es que los artículos tienen sus años (alguno, camino del medio siglo) y, claro, el tiempo no pasa en balde. Pero, recomendable, sí señor.

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