LAS ARMAS Y EL ORO – Ángel Viñas

9788494100833Ángel Viñas (n. 1941) es uno de los historiadores más y mejor especializados en la guerra civil española, especialmente en cuestiones como la financiación del conflicto por parte de los dos bandos, la diplomacia de la época (poniendo el énfasis en la inoperatividad buscada del Comité de No Intervención por parte de británicos y franceses) y el combate de los mitos historiográficos –o historietógrafos, como suele decir a menudo– por parte de lo autores declarados, herederos o revitalizadores de tesis franquistas. Viñas se ha convertido desde hace años en uno de los azotes de autores, académicos y mediáticos, que perpetúan leyendas y mitos sobre el estallido de la guerra civil, sobre la tantas veces manida revolución comunista en el seno de la República, sobre Negrín, lacayo de Stalin, y sobre el golpe de Casado y Besteiro en la fase final del régimen republicano, entre otros muchos temas (y que no son pocos). Diplomático, historiador y hombre con una tremenda curiosidad, Viñas no se achanta ante los embates de quienes denigran un trabajo académico riguroso y ajeno sin aportar más que la calumnia, la desfachatez y la ausencia de un trabajo de archivo serio y documentado. La visceralidad que en ocasiones puede mostrar Viñas en sus trabajos es la respuesta ante quienes le critican sus trabajos pero que ningunean sistemáticamente lo que el propio Viñas ha definido como la «evidencia relevante primaria de época» (la epre, que tantas veces le hemos escuchado en conferencias y conversaciones de petit comité): la base de todo trabajo es el análisis de los datos, de las fuentes, de la epre en última instancia, y es algo que en sus múltiples trabajos en los últimos años aparece por todas bandas. Viñas no se corta en recordarle al historiador que es en la epre, en el análisis de los datos, y no en la elaboración de apriorismos, juicios de valor inanes y mitos perpetuados, como avanza la investigación histórica. Y no puedo estar más de acuerdo con él. 

Las armas y el oro. Palancas de la guerra, mitos del franquismo (Pasado & Presente, 2013) es la culminación (siempre provisional) y la continuación (nunca abandonada) de un trabajo historiográfico en las últimas cuatro décadas. Al lector ya especializado en la guerra civil española no hay que presentarle la obra de Viñas, que encontramos prefigurada ya en La Alemania nazi y el 18 de julio (Alianza Editorial, 1977), que es la monografía que abrió el camino a ultteriores investigaciones sobre la financiación del esfuerzo de guerra de los sublevados durante la guerra, y que continuó, sobre el lado republicano, en El oro de Moscú: Alfa y Omega de un mito franquista (Grijalbo, 1979). El tema de las armas se indagaría, cada vez con más datos y epres, en Franco, Hitler y el estallido de la Guerra Civil: Antecedentes y consecuencias (Alianza, 2001), y especialmente en la tetralogía sobre la guerra civil en Crítica –La soledad de la República: El abandono de las democracias y el viraje hacia la Unión Soviética  (2006), El escudo de la República: el oro de España, la apuesta soviética y los hechos de mayo de 1937 (2007), El honor de la República: entre el acoso fascista, la hostilidad británica y la política de Stalin (2008) y, conjuntamente con Fernando Hernández Sánchez, El desplome de la República: La verdadera historia del final de la Guerra Civil (2009)–, obra magna que tuvo una versión abreviada en La República en guerra: Contra Franco, Hitler, Mussolini y la hostilidad británica (2012). Es mucha la bibliografía de Viñas, y resultaría agotador recopilarla aquí (emplazo al lector a Dialnet), pero en cierto modo podríamos considerar Las armas y el oro como una síntesis y al mismo tiempo una ampliación de las numerosas investigaciones realizadas. Y, lo mejor de todo, la certeza de que queda mucho camino por recorrer, muchos legajos que cotejar en los archivos.

El libro se estructura en cuatro capítulos que desmontan, con la epre en la mano, cuatro mitos de la historiografía (o historietografía) franquista desde hace setenta y cinco años: en primer lugar, que la república recibió de la URSS más recursos y armas que Franco de Italia y Alemania; segundo, el mito del oro expolio de las reservas del oro del Banco de España por parte de los soviéticos y con connivencia de las autoridades republicanas (Negrín, sobre todo); tercero, por qué la República perdió la guerra, o, mejor dicho como «la escoria de la nación», según la óptica franquista, no ganó una guerra en la que Dios estaba del lado de los sublevados; y por último, el desequilibrio de las finanzas exteriores, o cómo se pagó la colaboración de Italia y Alemania. Destacaría, por su relevancia en cuanto al análisis de las epres y en cuanto a los aportes que se realizan a la investigación, los capítulo uno, dos y cuatro; el capítulo tres, interesantísimo también, sintetiza datos e interpretaciones que ya trató Viñas en la tetralogía y otros trabajos (las disensiones internas de la República, el caso Nin, la inserción del conflicto español en la época del auge del fascismo, los errores militares republicanos –y sus causas materiales– y la traición de Casado y Besteiro).

Así, el primer capítulo es una actualización de lo que ya se expuso con detalle en los dos primeros volúmenes de la tetralogía, y que todavía muchos autores (neo y parafranquistas) siguen negando sin aportar datos; pero no sólo ellos, sino historiadores económicos como Pablo Martín Aceña. El aporte de datos de Viñas sigue siendo demoledor, con numerosos cuadros, y demuestra fehacientemente cómo Franco consiguió más y mejores armas de Italia (entusiásticamente desde los primeros días de la guerra) y Alemania (con menos pasión pero de modo constante y con una mejor tecnología bélica). La inoperancia del Comité de No Intervención, fruto de la negativa francesa y británica a apoyar a una democracia, que además impidió que la República encontrara mecanismos de financiación (a diferencia de la permisividad respecto las mismas acciones alemanas e italianas), dejó a la República en una situación peor para conseguir apoyos y armamento sofisticado. México fue de las pocas naciones que colaboraron con el régimen republicano, mientras que la URSS se hizo pagar a tocateja y a partir de las reservas de oro del Banco de España, una colaboración militar que no fue ni tan nutrida ni tan tecnológicamente avanzada como la que aportaron Italia y Alemania.

Respecto al oro de Moscú, en el segundo capítulo, y amén de introducir al lector en cómo Viñas se «metió» (o lo «metieron») en un tema que se ha convertido en la labor de toda una vida –unas páginas que particularmente me han resultado muy interesantes por el trabajo historiográfico realizado–, el autor no reitera lo que ya analizó en la tetralogía, sino que desmonta el mito del expolio y el saqueo –con el oro se pagó, y está documentado con largueza, la en ocasiones penosa colaboración de la URSS– y resigue las maniobras del Gobierno franquista en los años cincuenta y sesenta para «recuperar» un oro que se suponía que se había expoliado (de cara a la opinión pública) pero que los ministros de Economía y Asuntos Exteriores del régimen reconocían entre bambalinas que fue un pago y al mismo tiempo un depósito a la Unión Soviética. La perpetuación del mito de expolio es pareja a las discretas negociaciones con Moscú sobre la recuperación del oro, con informes numerosos entre los ministerios, el Banco de España y la recepción de documentos en manos de Juan Negrín a su muerte  en 1956. Las revelaciones de esos documentos, que demostraban la ausencia del saqueo del oro, pusieron en un brete a las autoridades franquistas, que se quedaban sin argumentos para sostener el consabido mito, a la par que planteaban auténticas patochadas diplomáticas, como una posible demanda en el tribunal Internacional del Justicia de La Haya… tribunal cuya autoridad Franco y los suyos nunca reconocieron. Es en el asombrosamente inexplicable proceder de ministros como Alberto Martín-Artajo (siguiendo órdenes de un Caudillo que demostraba ser un ignorante en relaciones internacionales) o  Mariano Navarro Rubio (que en ocasiones iba por libre), Viñas documenta la errática posición del Gobierno franquista, denunciando la «extravagancia» de la República sobre el oro y, al mismo tiempo, contradiciéndose y buscando argumentos para recuperar unas reservas que, aunque se siga manteniendo el mito hoy día, no sirvieron para otra cosa que para sufragar gran parte del esfuerzo de guerra republicano… como los franquistas encontraron mecanismos para pagar la colaboración alemana e italiana.

El cuarto capítulo complementa el primero. Mientras que en la primera parte del libro Viñas documenta el desglose de la ayuda italiana y alemana a Franco, mayor y mejor que la soviética a la República, en este último capítulo se trata otro aspecto fundamental: mientras que la mitología franquista insiste en que los republicanos se quedaron el oro –y por tanto dieron vía libre al expolio soviético–, se hace mutis por el foro en cuanto a la capacidad económica que tuvo Franco, que no se cortaba en decir que «España hace frente a la guerra con el dinero aportado por algunos de sus buenos amigos y con los donativos de todos los nacionalistas» (citado en p. 323), minusvalorando el apoyo financiero exterior que encontró prácticamente desde el principio de la guerra (o, en el caso italiano, incluso antes). El desmonte de este mito nos lleva a conocer las vías que tuvo el Caudillo para amortizar la deuda con Alemania e Italia, que las cifras consignadas en el libro (y fruto de una enorme labor de investigación) demuestran que no sólo era superior  (991,5 millones de dólares de la época) a las reservas del oro del Banco de España (715 millones de dólares en julio de 1936, sino a los pagos que finalmente la República tendría con Moscú (715 millones de dólares). Incluso Franco consiguió una reducción de la deuda con Italia, mientras que encontró un hueso duro de roer en el caso germano, que tuvo diversos mecanismos para recuperar el dinero invertido (la HISMA, el ROWAK, el pago por gastos de la División Azul…).

El resultado, pues, es un libro contundente en sus conclusiones y con un encargo claro: «lo que nosotros [los historiadores] podemos hacer es contribuir, con nuestro trabajo, basado en la evidencia primaria relevante de época, a deshacer la seudohistoria; a desenmascarar una mitología sobre la guerra y la dictadura que continua vendiéndose a precio de saldo; a denunciar las distorsiones que siguen lastrando los libros de texto en la enseñanza primaria y secundaria; a promover la recuperación del pasado oculto y, al hacerlo, aportar nuestro granito de arena a la mejora del conocimiento. Con vistas al futuro» (p. 416).

[tags]Ángel Viñas, mitos, franquismo, propaganda[/tags]

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21 comentarios en “LAS ARMAS Y EL ORO – Ángel Viñas

  1. Farsalia dice:

    Hay una frase incompleta (errata semper mea): [sobre los mitos de la historiografía franquista] «en primer lugar, que la república recibió de la URSS más recursos y armas que Franco de Italia y Alemania».

  2. rafael dice:

    En esta ocasión, coincido completamente con la excelente reseña de Farsalia.

    Viñas es sin duda un magnifico historiador, y su libro se lee con enorme satisfación, es de los pocos historiadores de raza que insiste una y otra vez en el escrutinio de la evidencia primaria;cada vez hay menos y especialmente en Historia comtemporánea.

    Naturalmente tengo mis diferencias con Viñas, creo que cuando desborda el marco español se pierde un tanto, especialmente si habla de la realidad «interna» de la Unión soviética de los años 30 ;La razón es que no conoce en detalle las fuentes y se fia demasiado de autores como Kuromiya,Petrov y otros.

    En su descargo hay que decir que estas referencias al mundo soviético ó estaliniano, son marginales en su obra y más bien vinculadas a la divulgación como el artículo (flojo) que publicó sobre las «Purgas de stalin» en la «Aventura de la historia » (Sept.).2009.

  3. Pepe Castellano dice:

    ¿Que es la epre? No aparece en el diccionario.
    «la base de todo trabajo es el análisis de los datos, de las fuentes, de la epre en última instancia»

  4. Farsalia dice:

    La «videncia primaria relevante de época», es lo que Viñas llama a su manera como la fuente, el texto primario, el material de archivo, la documentación oficial coetánea, etc.

    Una epre que es curioso que sirva para algunas cosas (desmontar mitos franquistas) pero no para otras (mostrar los crímenes del estalinismo). Curioso, sí…

  5. Rafael dice:

    ¡Estimado Farsalia!, tu mismo; es que la epre permite desmontar los supuestos «crimenes del estalinismo», uno de los mayores mitos del siglo XX.

    Por eso, desde 1995 el gobierno ruso ha cerrado a cal y canto los archivos soviéticos- sólo existen algunas filtrrafaeaciones-, su apertura «total» enterraría definitivamente ese mito del «estalinismo» que tanto gusta y que tan nervioso pone a algunos.

  6. Argonauta dice:

    Perdonar mi ignorancia: ¿hay una corriente de historiadores que defiende que no existió la represión estalinista?

  7. Iñigo dice:

    Ario, que te metes en un jardín…

  8. Iñigo dice:

    Argo, quería decir…

  9. granados dice:

    Señor argonauta :nadie niega que hubiese represión en la URSS de stalin, pero eso es cómo no decir nada, todo estado es por definción represor- lo único por cierto que los anarquistas han entendido de la naturaleza del estado- como función esencial que es para mantener su eutaxia, especialmente cuando está rodeado de temibles enemigos externos con sus ecosistemas internos que quieren debilitarlo ó aniquilarlo.

    Es de cajón y hasta los demoliberales más tercos lo pueden entender, pero ya sabemos que cuándo se habla de la URSS entonces jugamos con normas extravagantes fuera de la lógica «euclidiana.» A veces incluso le pasa a alguien tan «lógico» como Angel viñas.

  10. Farsalia dice:

    Podéis comentar en esta reseña (y cualesquier), independientemente de los rafas y granados (la misma persona) de turno. Es como las acelgas, si no os gustan, apartadlas simplemente del plato.

    Sí, Argonauta, los hay que niegan las evidencias y epres… No sólo hay negacionistas nazis.

  11. José Sebastián dice:

    Muy cierto Farsalia, todos los extremos se tocan.

    Por cierto, muy bueno el «claro, claro…». ¡Sobran las palabras!

    Ah, y enhorabuena por una reseña tan «currada».

    Saludos

  12. Farsalia dice:

    Gracias, José Sebastián. A ver qué te parece el libro, si cae algún día en tus manos. ¡Saludos!

  13. rafael dice:

    ¡ Gracias Farsalia por tu amabilidad!, pero te agradecería que me notificases cuál es esa evidencia primaria que yo niego, porque yo no la veo por ningún lado.

    Te animo a que publiques un artículo sobre esta evidencia y entonces hablamos, pero no te inventes una «evidencia» que no existe , a no ser que consideres a robert conquest ó a solsehnitsyn y compañia «epre», entonces es que tienes un grave problema ante las fuentes.

  14. argonauta dice:

    Vaya ahora lo pillo….

    Digo, claro, claro…

  15. Pere dice:

    Viñas junto a Fontana representa el otro lado de la balanza del maniqueísmo que impera en la historiografía española.

  16. Farsalia dice:

    Si al menos los del falso revisionismo y los creadores de mitos hicieran el trabajo de archivo y de crítica de fuentes que hacen Viñas, Fontana y tantos otros… pero no, eso es lo arduo. Mejor ir por lo fácil y perpetuar mitos y leyendas que arremangarse y ponerse a trabajar en serio, y no a escribir refritos de refritos…

  17. David L dice:

    No puedo negar que a mi Viñas es un autor que me encanta, a pesar de que hay ocasiones que, en mi humilde opinión, no toda fuente primaria explica o determina la sucesión de unos hechos. Napoleón decía que para ganar una guerra hacían falta tres cosas: dinero, dinero y más dinero. Puede que sí, es más, estoy convencido que sin él las posibilidades de ganar una guerra, ¡ojo! hablo de una contienda larga en el tiempo, son casi imposibles. Franco tuvo dinero, más dinero que los republicanos y venció, es una explicación tal vez demasiado sencilla, pero creo que a la larga acabó por ser suficiente para derrotar al EPR. Alemania en la IIGM se enfrentó con un potencial económico determinado frente a otras superpotencias que superaban su poder de reservas tanto energéticas como monetarias y al final acabó sucumbiendo. Sus grandes mandos militares sirvieron para conseguir victorias en el orden táctico y operacional, pero claudicaron ante una falta de estrategia. En el caso de la GCE, creo que los nacionales dispusieron de mejores medios y…..de una estrategia más acorde al tipo de guerra que se estaba desarrollando en España.

    En cuanto al objetivo de este libro, creo que parece que tiene un claro objetivo divulgativo y didáctico para todo aquel lector que quiera algo más sencillo de leer que la inmensa trilogía de Viñas….la cual aconsejo sin dudarlo.

    Un saludo.

  18. Farsalia dice:

    No es propiamente un libro que sea una versión abreviada de la trilogía (o teatralogía) de Viñas sobre la Guerra Civil, sino un apéndice para lectores que ya conocen en el tema, centrándose en un análisis de cierta historiografía sobre ciertos temas (o mitos) alrededor de la misma. Yo lo recomendaría a los que ya han leído otros libros de Viñas o sobre la propia Guerra Civil. Lo disfrutarán entonces y con mayor detalle. Tú especialmente, David.

    Y sí, dinero, dinero y dinero. ¿Quién tuvo acceso a mayores fuentes de finaciación y crédito? Ahí entra Viñas, desmontando esos mitos acerca de las palancas esenciales de la guerra. Por mi parte, tras la lectura de este libro de Viñas me apetece el libro de José Ángel Sánchez Asiaín, La financiación de la guerra civil española: una aproximación histórica (Crítica)… cuando pueda.

  19. puigdendolas dice:

    Excelente presentación del libro.
    En cuanto a aquellos que piden pruebas y evidencias, pues que se lean el libro. Ahora bien, los libros de Viñas, y otros como él, no son como los de Moa y otros, hay un montón de notas a pie de página con la referencia a los archivos, armarios, legajos, carpetas… y entonces los «incrédulos» pueden ir a esos archivos y comprobar la evidencia.
    Otro aviso, buena parte de esos archivos están en el extranjero, así que feliz viaje.
    Por cierto, Viñas acusó en su triología de la guerra civil a Vidal de plagio. Y le respondió el silencio, creo que Radosh y sus colegas no están muy contentos con César Vidal.

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