LA ZONA DE INTERÉS – Martin Amis

“¿Sabes, Sonder?, yo nunca he odiado especialmente a los judíos. Había que hacer algo con ellos, obviamente. Pero yo me habría contentado con la solución de Madagascar. O con castrarlos a todos. Como a los Bastardos de Renania, nicht? Los ilegítimos de Araber franceses und Neger, nicht? No matarlos. Solo un tijeretazo. Pero vosotros…, vosotros ya estáis castrados, ¿no? Ya habéis perdido lo que os hacía hombres”.

La Zona de Interés se ubica en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, y gira en torno a algunas de las personas que pululan en un campo de exterminio de judíos. Es por tanto una novela de nazis, pero en ella los nazis no son el enemigo. No son los “malos”, porque la novela no va de buenos y malos. De hecho, la novela es una historia de amor y desamor.

Aclaremos conceptos: es evidente que al leer La Zona de Interés somos testigos de lo que a través de tantas otras novelas, ensayos, documentales televisivos o películas, ya conocemos: la crudeza del exterminio de los judíos, el horror del holocausto, la maldad en su estado más puro y descarnado. Pero en su novela Martin Amis no ha tomado este elemento como tema central sino como escenario, como trasfondo de la historia, como cruel decorado en el que viven y conviven unos seres cuyo destino les ha llevado a ser víctimas unos, verdugos los otros y mudos observadores los demás. La trama se sitúa en torno a un campo de exterminio nazi, en la Zona de Interés, nombre que recibe el lugar donde viven y residen las familias de los oficiales alemanes que trabajan en el campo. Y estos, los oficiales, no son seres despiadados y sedientos de sangre; más bien son individuos normales con preocupaciones personales y familiares que podrían darse en cualquier otro contexto. Angelus Thomsen, joven oficial recién llegado al campo de exterminio, se enamora de la mujer del Kommandant, Hannah Doll (o más bien busca un “affaire”). El matrimonio entre ella y Paul Doll es infeliz; ella maltrata a su marido física y psicológicamente, y juguetea con los cortejos de Thomsen, quien, mujeriego, no es en absoluto hombre de una sola mujer. Relaciones matrimoniales tensas, amoríos improcedentes, infidelidades reales o imaginadas, egos contrapuestos; casi parece el argumento de una novela de Iris Murdoch.

El matiz, bastante importante, radica en que esta situación está teniendo lugar mientras en el lugar de trabajo de Doll y Thomsen son exterminados miles de judíos a diario. Las charlas de sobremesa, los diálogos mientras se toma una copa y se pasea por el campo, las tertulias en el teatro, son de una atrocidad escalofriante. Y como se puede adivinar, la cuestión no es cuánta atrocidad son capaces de producir los empleados del campo, los nazis, sino con qué pasmosa e insensible tranquilidad hablan de ella y la llevan a cabo. Son seres absolutamente cauterizados ante el horror que ellos mismos provocan, insensibilizados al dolor padecido por aquellos que constituyen la materia prima de su trabajo, es decir: los judíos. Hombres completamente deshumanizados, cuya deshumanización es compartida por sus amigos y familiares, como Hannah, quien permanece siempre al margen y en ningún momento muestra atisbos de sensibilidad hacia lo que sucede en el campo de exterminio.

La novela transcurre con tres voces: una es la de Paul Doll, Kommandant del campo, individuo desequilibrado y grotesco; otra es la de Angelus “Golo” Thomsen, personaje más racional y sensato, más “normal”. Ambos permanecen ciegos al dolor que les rodea y que ellos causan, en lo que respecta al campo de exterminio; sí en cambio son sensibles a las pasiones amorosas, a las emociones que les recorren y que nada tienen que ver con lo que sucede entre los muros del campo. La tercera voz corresponde a Szmul, un judío que sobrevive en el campo como Sonderkommander, es decir, colaborando con los nazis en el exterminio de su propia raza y salvando así su vida. Es idea suya, por ejemplo, solucionar el problema del recuento de los cadáveres de los que solo quedan esqueletos: los cráneos a menudo están destrozados (como consecuencia de los disparos en la nuca) y es difícil saber su número, así que propone contar los fémures y dividir la cifra entre dos. A eso se le llama eficiencia proactiva. Sin embargo, su vida carece de futuro y él lo sabe; lleva una existencia oscura y discreta, consciente de que en cualquier momento pueden prescindir de sus servicios y acabar como cualquier otro judío.

Quienes conozcan el concepto de la banalidad del mal, que tan bien supo describir la filósofa judía Hannah Arendt en Eichmann en Jerusalén y en otras obras, lo reconocerán en esta novela de Amis. Los nazis no fueron seres especialmente despiertos, especialmente listos o especialmente malvados; no fueron especialmente nada. Si acaso, especialmente eficientes. Se trata de individuos, como lo fue el propio Adolf Eichmann, a quienes les tocó llevar a cabo el trabajo de exterminar una raza, y no solo no se rebelaron ante la atrocidad que se les pedía sino que la realizaron con eficiencia funcionarial, con la máxima competencia. Anularon su humanidad, ellos mismos o bien la anulación les vino desde fuera de manera inconsciente, y convirtieron el mal que se les ordenaba ejecutar en algo banal y sin importancia, algo rutinario y carente de dimensión moral. Y su deshumanización consistió en deshumanizar a su vez al pueblo judío, lo vieron no como a seres humanos sino como algo, una cosa, un ente, que debía desaparecer de la faz de la tierra porque así se les había ordenado.

Esto es lo que se lee entre líneas, y no tan entre líneas, en la novela de Amis. Esto es lo que la convierte en una lectura dura y difícil, a menos que el lector trate de guardar la distancia y no implicarse en lo que lee. Después de todo, se trata de una novela, papel escrito nada más, y quien más y quien menos ya estamos (por desgracia) cauterizados ante ciertas cosas. La dificultad de la lectura, sin embargo, también radica en el propio estilo del autor, que no es nada cómodo: descripciones y diálogos cortantes, secos y algo extraños. Desconozco si sus otras novelas son similares a esta en este sentido.

La Zona de Interés se publicó hace ya unos años, en 2014, y la primera edición en la editorial Anagrama fue el año siguiente. Ahora, nueve años después, aparece la segunda edición, aprovechando, nunca mejor dicho, “la zona de interés” que ha abierto la reciente película dirigida por el inglés Jonathan Glazer, basada en esta novela y con ese mismo título. Al margen de la película, la novela es muy recomendable, la penúltima que escribió Martin Amis, que murió en agosto de 2023.

 

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Martin Amis, La Zona de Interés. Traducción de Jesús Zulaika. Barcelona, Anagrama, 2024, 305 páginas.

     

8 comentarios en “LA ZONA DE INTERÉS – Martin Amis

  1. Iñigo dice:

    Una lectura que tengo pendiente, después de ver la fantástica película recientemente estrenada y, más aún, tras leer tu reseña. Otro reto para este año.

  2. cavilius dice:

    Por lo que tengo oído, la película solo se inspira en la novela, no utiliza todos sus hilos narrativos. Suele pasar. Aunque tendré que verla para juzgar.

    1. Iñigo dice:

      Merece mucho la pena, no te la pierdas.

  3. Derfel dice:

    Martin Amis como novelista nunca me ha interesado. Lo cual es llamativo teniendo en cuenta que pertenece a una generación a la que admiro hasta la veneración.

    Eso sí, Koba está muy bien. Y he leído artículos suyos interesantes.

    Creo que era el mítico Germánico (un saludo allá donde estés) el que en una ocasión comentó que la ficción y el holocausto no congeniaban bien. A mí me pasa un poco lo mismo.

    En todo caso, la reseña resulta esclarecedora. Gracias, Cavilius.

  4. Iñigo dice:

    De Amis solo he leído la fascinante «Casa de los encuentros» de la que escribí su reseña en mi blog hace unos años. Lectura compleja pero de esas que me dejaron huella. Comparto, con permiso:
    https://elpuentelejano.blogspot.com/2020/07/la-casa-de-los-encuentros-martin-amis.html

  5. Balbo dice:

    Y al final se llevó el Oscar a mejor película extranjera. Sí o sí, por la reseña y por el premio cinematográfico me la voy a tener que leer. Gracias.

  6. cavilius dice:

    A disfrutar de la novela, Balbo. Aunque no es de las que dejan buen cuerpo.

    Sin duda el Oscar a la película es consecuencia de la reseña. La influencia de Hislibris sobre la cultura y el arte mundiales es inimaginable.

  7. Balbo dice:

    Eso estaba implícito en el discurso de agradecimiento que dio el director al recibir el premio XD XD

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