LA VUELTA A EUROPA EN AVIÓN – Manuel Chaves Nogales

9788492663613Encumbrado al puesto de redactor jefe del Heraldo de Madrid, Manuel Chaves Nogales realizó en 1928 un viaje a través de Europa, en un itinerario que lo llevó por vía aérea de la capital española a la frontera asiática del Viejo Continente, en la Unión Soviética, y que incluyó diversas ciudades, desde París hasta Moscú y hasta Tiflis (Georgia). De resultas del periplo, Chaves escribió una serie de crónicas que fueron publicadas ese mismo año por el mencionado periódico. Al año siguiente vio la luz una recopilación de las mismas en forma de libro, con algunas modificaciones. La intención primordial del periodista y escritor sevillano consistía en dar forma a una suerte de panorámica espiritual del continente, por lo menos de la parte cubierta por su viaje; atendido el momento, no es gratuito que la parte más extensa del libro concierna a la URSS, que por entonces asomaba como tierra de promisión o como la gran amenaza al mundo conocido, según fuese el punto de vista. Así pues, como George Bernard Shaw, Stefan Zweig, John Dos Passos, Andre Gide, César Vallejo y varios más, Chaves fue de los que nutrieron el listado de personalidades de las letras y la prensa occidentales que visitaron la URSS en el período de entreguerras, con la particularidad de que su estancia fue bastante más prolongada y geográficamente variada. Considerando, por otra parte, que su travesía tuvo por medio de transporte privilegiado el avión, el de Chaves Nogales es uno de los primeros libros de viajes aéreos publicados. Estos son solo algunos de los atractivos de La vuelta a Europa en avión

Sensible, cómo no, a la novedad de la aeronáutica, Chaves Nogales ofrece un testimonio fidedigno de las impresiones que podían suscitar en aquella época los viajes en avión, una experiencia todavía prodigiosa y restringida a una minoría. No solo la sensación de remontar los cielos, también contaba el efecto del vuelo mecánico en la percepción de las escalas espacio-temporales y el de la relación del hombre con su habitat; efecto que podía oscilar entre el orgullo -por los logros de la especie- y un cierto encogimiento. A poco de emprender la travesía, en efecto, Chaves se siente sobrecogido por una acre sensación: «La Tierra —esto se ve en seguida— no es nuestro domicilio natural. La Tierra es una vieja calva, fea, llena de arrugas, basta y grandota, con la que no puede uno entenderse. Más que nuestra madre la Tierra, es nuestra tía la Tierra; nuestra tía abuela. Cuando se la mira atentamente a una distancia adecuada, se advierte que es demasiado vieja para ser nuestra madre; no nos forjemos ilusiones; no somos sus hijos. Seguramente ella no nos considera más que como una despreciable degeneración de su descendencia». Pero también lo embarga la característica impresión de que la aviación empequeñece el planeta, coronando la soberanía del hombre sobre él: antes de la aviación, afirma, la Tierra «era demasiado grande para nosotros, que de hecho habíamos de sentirnos en ella como ratoncitos perdidos en alguna sala de un inmenso palacio. Hoy hemos tomado posesión de ella y ya podemos poner en nuestras tarjetas de visita, sin ninguna prosopopeya “Fulano de Tal, habitante del planeta Tierra”. Esto era lo que nos faltaba: tomar posesión auténticamente».

Chaves confiesa ser hombre de ánimo más bien rebelde a las emociones de la naturaleza, más aun cuando el acto de sobrevolar la superficie terrestre anula el sentimiento sublime del paisaje. Visto desde el aire, apunta, el Montblanc no parece sino «un merengue mucho peor hecho que los que hacen los confiteros». Ciertamente, es la perspectiva aérea -y a ras de suelo- de las ciudades más que de los parajes agrestes (o de la naturaleza domeñada por la mano del hombre) lo que concentra su mayor atención. Sus impresiones de París, Berlín, Moscú, Praga y otras aglomeraciones urbanas salpimentan las páginas de un libro que, por otro lado, trasluce el sentir del autor acerca de los tipos nacionales y del hombre en general; un sentir vehemente y no siempre exento del prejuicio –más bien al contrario. Por ejemplo, teme Chaves que la influencia de los estadounidenses, propensos a lo desmesurado, estropee París, «primera ciudad de Europa» por su belleza y amor de la ponderación. Manifiesta bastante aversión por los ingleses que acuden en manada al Louvre, demasiado subyugados por lo que llama la “superstición del arte”. Admira a la vez que lo intimida la pulsión germánica del orden y la disciplina; entiende bien que los alemanes se ufanen de su dominio de la tecnología y la industria, pero percibe en la entrega del hombre a la civilización mecánica una degradación espiritual de la especie («Se necesita ser tan idiota como Marinetti para rendirse así a una cosa inferior», truena el sevillano). Le desagrada la religión suiza de la discreción y la prudencia, el eterno afán suizo de marginarse de los problemas del continente. No puede más, en fin, cuando ve en París a un oriental acompañado por una joven blanca: «—¡Eh, chino! —le grité—. ¡A tus chinoserías! ¡Occidente, para los occidentales!» Uno, entusiasta lector, acaba por reír de tanta retranca como la que expresa Chaves. Su acerba percepción de Venecia, tan a contrapelo de la que consta en guías turísticas y libros de arte, rezuma irreverencia y pragmatismo.

Es su visita a la Unión Soviética lo que atañe a la parte medular del libro. Al respecto, llama la atención el sincero esfuerzo del autor por mantenerse ecuánime, por conciliar el sentido crítico con el beneficio de la duda que generosamente concede a la URSS. Liberal decidido, contrario por tanto al comunismo y a las quimeras revolucionarias, Chaves no era todavía su crítico incondicional, el adversario inflexible del totalitarismo que llegaría a ser a lo largo de la década siguiente y que tan patente resulta en La agonía de Francia. Quede claro que en 1928-1929 dista mucho de ocultar su repulsión de los rasgos autocráticos del régimen soviético: su dogmatismo, su represión de las libertades individuales y de la disidencia, su control total de la prensa, su afán de hacer de la sociedad un bloque monolítico son, en conjunto, elementos que no pueden sino causarle un rechazo visceral. Para Chaves Nogales, el de los bolcheviques es un régimen bárbaro, una pesadilla; su triunfo en Europa representaría una abominable involución. ¿Dónde está el matiz, el que lo distingue tanto de las alabanzas como de las diatribas usualmente publicadas por los visitantes extranjeros de la URSS? Está en que el cronista opina que, tratándose de un país atrasado y tan difícil de administrar como la enorme Rusia, el gobierno de los comunistas ha conllevado algunos beneficios que los siglos de régimen zarista nunca llegaron a concebir. A modo de ejemplo: Chaves tuvo ocasión de visitar algunos confines remotos del Cáucaso, áreas montañosas pobladas por gentes tan primitivas y miserables que apenas podía vérselas como contemporáneas del civilizado europeo; el esfuerzo de los dirigentes soviéticos por expandir la modernidad –una cierta forma de modernidad- podía, al fin y al cabo, conmover a un hombre como nuestro autor.

Más relevante es la circunstancia de que, a despecho de su reserva y de su cautela de burgués confeso, Chaves es también susceptible a la expectativa generada por una tentativa tan radical como la de los bolcheviques, empeñados en hacer tabla rasa y forjar un mundo nuevo. ¿No es análoga esta disposición anímica a la de un Stefan Zweig, visitante también de la URSS en 1928 e inimaginable como escritor prosoviético, pero igualmente desconcertado por la enormidad del experimento bolchevique? Con todo, ahí acaba el margen de indulgencia por parte del español. Escribe Chaves: «El demócrata, el hombre liberal, el localista, el humanitarista, en fin, ¿pueden aceptar ese colapso de sus ideales que se llama dictadura del proletariado como etapa obligada de la lucha de clases para advenimiento de una sociedad mejor? En síntesis: ¿El amor hacia el pueblo debe llevar hasta el extremo de sacrificarlo? O, utilizando las grandes palabras míticas: ¿Para la redención hay que pasar por la crucifixión?». Chaves no titubea un segundo en exponer el experimento soviético como lo que es en la práctica: una dictadura implacable, asfixiante, que sacrifica a una generación entera en nombre de ideales utópicos.

La vuelta a Europa en avión es, en lo esencial, un testimonio en que el autor se muestra más próximo, por temperamento e intención, a la perspectiva de la gente común que a la de los estadistas y los intelectuales; y en que atiende más a las realidades palpables que a abstrusas cuestiones doctrinarias. Chaves plasma en él una serie de situaciones características como en un lienzo desplegado, tomando el pulso a una vasta región en que, diez años después del fin de la (primera) gran debacle continental, la sensación de crisis permanece latente bajo los aires festivos. En suma, una síntesis excepcional de crónica periodística y de libro de viajes.

– Manuel Chaves Nogales, La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja. Libros del Asteroide, Barcelona, 2012. 288 pp.

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13 comentarios en “LA VUELTA A EUROPA EN AVIÓN – Manuel Chaves Nogales

  1. Valeria dice:

    Qué bonita portada.
    Para mi Chaves Nogales ha sido uno de los descubrimientos de este año. He leído recientemente La agonía de Francia y hace dos días acabé Bajo el signo de la esvástica y no puedo sino recomendarlos. Y aunque sigo sin animarme con el tan alabado «Juan Belmonte», porque el tema es que no me hace ni un poquito de tilín, tomo nota de esta reseña para futuras adquisiciones, pues la verdad es que se me había escapado este título.

    Y aprovecho para desearos a todos Feliz Navidad, y en especial al insigne reseñador. Felices Fiestas, Rodri. Un abrazo para el otro lado del charco. Diga el señor Chaves lo que diga, a veces pienso que la Tierra sí que es demasiado grande. ;-)

  2. Rodrigo dice:

    Las portadas de Libros del Asteroide son siempre estupendas.

    Me gusta mucho Chaves Nogales, lo considero un hombre excepcional para su época. Todavía tengo por leer los relatos de [i]A sangre y fuego[/i], en cambio el de Juan Belmonte lo he descartado de plano; lo del toreo más bien me repele.

    Muchas gracias, Valeria. Un abrazo también para ti y para todos los hislibreños. ¡Felices Fiestas!

  3. José Sebastián dice:

    Felicidades por la reseña Rodrigo.

    Como Valeria para mí Chaves Nogales ha sido el gran descubrimiento del 2014 – un escritor avanzado a su tiempo, como Gaciel o Echenoz – . Comencé con el libro que reseñas y su prosa – como bien señalas «síntesis excepcional de crónica periodística y de libro de viajes – me subyugó desde el primer momento.

    Recomiendo «El maestro Juan Martínez que estuvo allí» (sencillamente excepcional); «Bajo el signo de la Esvástica» (en 1933, cuando Hitler acaba de ser nombrado canciller y los nazis ocupan el poder, ya anticipa proféticamente los males que asolarán Alemania y Europa); «La agonía de Francia» (magnífico relato de la decadencia de espíritu del pueblo francés ante la agresión nazi); «Lo que ha quedado del Imperio de los Zares» (lúcido «collage» de los emigrados rusos en París tras el triunfo de la revolución bolchevique); e «Ifni: La última aventura colonial española» (crónica periodístico – viajera similar a «La vuelta a Europa en avión».

    Como vosotros no he leído la biografía de Belmonte (tampoco soy taurino) ni «A sangre y fuego» (en su día decidí no leer nada sobre la Guerra Civil) pese a sus excelentes críticas. Tengo pendiente «¿Qué pasa en Cataluña?», libro escrito en 1931 y de rabiosa actualidad.

    Felices fiestas a todos los hislibreños.

  4. Argonauta dice:

    Me encanta cuando le descubrís a uno nuevos autores (que son viejos autores generalmente)

  5. Rodrigo dice:

    Pues es un placer, Argonauta.

    Buenas recomendaciones, José Manuel. Algunos de los que mencionas los he leído y en verdad son muy buenos libros.

    Saludos.

  6. ARIODANTE dice:

    ¡ Felices fiestas, Rodrigo y todos los hislibreños!

  7. Zahir dice:

    Espléndida reseña Rodrigo, desde luego me has abierto el apetito de lectura con este libro, será el próximo que lea de él, como sevillano que soy me considero un admirador de este gran escritor, lo descubrí hace un par de años y me encanta todo lo que he tocado de Chaves Nogales;

    -La agonía de Francia
    -Lo que ha quedado del imperio de los zares.
    -El maestro Juan Martínez que estuvo allí
    -A sangre y fuego
    -Juan Belmonte matador de toros; su vida y sus hazañas.

    Bajo mi modesta opinión la obra sobre el torero va más allá del mundo de la tauromaquia, es una biografía sobre la época, lugares, gentes, Sevilla, Sudamérica, el valor y la vida trepidante de un hombre que no era nada y lo fue todo. Os hago una pregunta; al que le encante la historia ¿dejará de estudiar o leer sobre la «tauromaquia» en el mundo cretense? Hay novelas magníficas como El rey debe morir y Teseo, rey de Atenas de Mary Renault donde se relata de manera amplia esta afición, para mi gusto sería un crimen no leerla por ello.

    Felices fiestas a los hisbrileños.

  8. Rodrigo dice:

    Bueno, visto de ese modo no carece de interés aquel libro.

    Gracias, Zahir.

    Un abrazo, Ario.

  9. Zahir dice:

    De nada Rodrigo, en realidad nada tiene que ver la tauromaquia española con la de aquellos años y aquel lugar (si que se parece algo a la portuguesa). De todas maneras lo que quería exponer es que a mi no me gusta el mundo del toro y tras la reseña que leí en hislibris me animé con el libro y no puedo más que recomendarlo. Está claro que también se comentan muchos aspectos del mundo del toreo, pero para nada a como me lo imaginaba, era todo más natural, menos viciado, también me imagino que se debe a la figura que eligió el autor; un hombre del pueblo.

  10. Rodrigo dice:

    Uf, creo que revisaré mi decisión.

    La próxima vez le echaré una buena hojeada.

  11. Jose Sebastian dice:

    Por algo la biografía de Belmonte es una de las obras más elogiadas de Chaves Nogales. Habrá que leerla. Gracias Zahir

  12. Rosalia dice:

    Desconocía la existencia de esta obra y agradezco muchísimo a Rodrigo que me la haya descubierto (¡¡¡¡).
    Desde luego que pienso leerla porque, sí, Chaves Nogales fue todo un personaje que, afortunadamente, el tiempo está colocando donde siempre debió estar.
    ¡Ah!, y para los que no hayáis leído A sangre y fuego, hacedlo sin más demora…
    Lo mismo que «Belmonte» por mucho que se rechace el tema taurino…

    (Recordad que no es lo mismo la tauromaquia que los toros)

    Un saludo y mis felicitaciones para Rodrigo y para todos :)

  13. Rodrigo dice:

    No te pierdas La vuelta…, Rosalía. Está muy bien.

    Un abrazo.

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