LA TIERRA LLORA – Peter Cozzens

LA TIERRA LLORA - Peter CozzensHacía mucho tiempo que no leía un ensayo que me impresionara tanto y me dejara con un sabor agridulce tan marcado. Cuando me enfrenté a él tenía sentimientos encontrados: por una parte ganas por saber más de una época que siempre me ha fascinado. Desde que de niña era fan absoluta de las películas y de las novelas «del oeste». Zane Grey, James Oliver Cudwoord, Karl May… y también Marcial Lafuente Estefanía llenaban estanterías en mi habitación. Por otra parte, no siempre se tiene humor ni espíritu para contemplar como espectadora un genocidio cruel, sanguinario y concienzudo como fue la conquista, a sangre y fuego, de los territorios de Norteamérica durante la segunda mitad del siglo XIX.

Siempre, a través de novelas y cine, me ha llegado una visión partidista, sesgada y manipulada de toda aquella época, y mi curiosidad por saber realmente lo ocurrido era mayor que el miedo a pasar un rato desagradable leyendo las atrocidades que se cometieron.

Las casi seiscientas páginas recrean treinta años en los que las naciones indias fueron llevadas casi al exterminio. Comienza en 1862, fecha del levantamiento de los dakotas, hasta 1891, cuando los lakotas brulés y los oglalas se rindieron. Me parece un libro imprescindible para quien quiera saber del tema. El de cabecera para los estudiosos de esa época y lugar.

Pero no voy a incidir en lo que se cuenta, en las batallas, tratados rotos, engaños y masacres. Algunas escenas son espeluznantes y otras crispan lo indecible por el grado de estupidez, avaricia y crueldad al que puede llegar nuestra especie. El desgraciado episodio de la Historia de la humanidad que se narra en estas páginas nos pone el punto agrio y doloroso. Pero la forma en que está contado compensa lo que habría sido una lectura ardua y dura. El contenido está muy bien estructurado; los capítulos, bien dosificados, nos proporcionan una visión amplia y detallada de lo ocurrido. Cozzens no solo cuenta lo que sucedió de una forma aséptica, imparcial, lúcida y fidedigna, sino que brinda un fantástico retrato de los seres humanos de uno y otro bando, tanto en conjunto como en particular. Generales, políticos, jefes de tribus y líderes indios son descritos y analizados con detalle, y la forma en la que nos muestra las relaciones entre las diferentes tribus y entre ellas y el hombre blanco nos da una visión, precisa y profunda a la vez, de cómo vivían y cómo morían los habitantes preeuropeos de América del Norte y los cambios que se produjeron con el contacto con las naciones «civilizadas».

Cozzens tiene una forma especial de contarnos las cosas. En primer lugar, consigue acercarnos, introducirnos en toda la red de situaciones, lugares y gentes con rapidez y habilidad. Comienzas a leer y de pronto estás allí, inmersa en tratados, tribus, lugares, que te suenan, que recuerdas haber oído o leído y que de repente, conforme pasas las páginas cada vez más adictivas se han vuelto tan familiares como las calles de tu barrio y las gentes que lo pueblan. Y puede que incluso más.

Aunque he comentado que el texto trata de los años que siguieron a la Guerra de Secesión, en realidad dedica el primer capítulo a dar un rápido repaso a lo acontecido desde la llegada de los europeos hasta el final de la guerra. Con ese primer capítulo ya me tuvo enganchada por completo. A partir de ahí va desgranando con minucioso detalle pactos, tribus, guerreros y batallas. En algunas ocasiones lo cuenta día por día, momento por momento, y ha conseguido, con una agilidad casi periodística, que me sintiera totalmente inmersa en esa historia y en esa tierra. Por sus páginas desfilan, desmitificados, humanos y cercanos, nombres que forman parte de la Historia, y sobre todo, del imaginario colectivo, pero que consiguen quitarse esa pátina de leyenda para mostrarse ante nosotros como es muy posible que fueran. Nombres como Nube Roja, Caballo Loco, Toro Sentado, Custer, Mackenzie, Sherman… se vuelven seres de carne y hueso y nos muestran la guerra con toda su crueldad y su estupidez.

Cozzens tiene una prosa muy ágil y dinámica, muy directa, pero muy cuidada a la par que sencilla. Ya he comentado que los capítulos están muy bien estructurados, lo que hace que la información esté dosificada de tal modo que el daño emocional que temía sentir se diluye en el interés y la claridad con que están expuestos los hechos. Esa asepsia, que deja poco resquicio a la emoción, nos aísla una historia terrible sobre un genocidio brutal. Por su lenguaje, por su forma de contarnos los hechos, y sobre todo por su dinamismo estamos ante un ensayo adictivo, que engancha y que no se hace pesado en absoluto. El autor posee un estilo enérgico, depurado y a la vez muy elegante, lo que hace que la lectura fluya con mucha agilidad. Me planteé leer un capítulo al día y tenía que frenarme para no pegarme el atracón.

Este libro ha sido galardonado con el Gilder Lehrman Prize for Military History como mejor obra de Historia militar publicada en el mundo anglosajón en 2016. Asimismo, fue incluido en el Smithsonian Top History Book of 2016 y se abrió paso en otras importantes listas de mejor libro del año. Hay que agradecer a la editorial Desperta Ferro que nos traiga ensayos como este, imprescindible para el estudioso y el historiador, pero también accesible al simple aficionado a una época, que siente curiosidad por ella y quiere saber más en general o sobre algún hecho concreto. La edición es impecable, de fácil lectura, cuidada. Una estupenda traducción en la que se nota que hay una profunda revisión posterior, cosa muy de agradecer y que, por desgracia, se echa de menos en muchas editoriales últimamente. Los mapas y gráficos y las fotos acompañan muy bien a los textos, aunque se hallen agrupados en cuadernillos, y las notas al final del capítulo favorecen la lectura.

En conclusión, una magnífica obra a un precio más que ajustado.

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27 comentarios en “LA TIERRA LLORA – Peter Cozzens

  1. Urogallo dice:

    El libro, que es excelente, para mí no transmite una imagen tan negativa. Incluso así, le falta la dimensión de empatía que aporta «Custer y Caballo Loco» de Ambrose. En esa biografía pararela, queda claro que ninguna de las dos culturas podía actuar de otra forma. Ni los indios renunciar a su forma de vida, ni un país en crisis y con una presión demográfica insoportable decirle a su electorado (No olvidemos que era una democracia) que tenían que renunciar a unas praderas infinitas y llenas de riquezas para que unos pocos miles de indios (O mexicanos antes o españoles después) siguiesen disfrutando de su modo tradicional de vida.

  2. APV dice:

    Parece que merece la pena el libro.

    Ciertamente la historiografía, el cine y las novelas han cambiando. Se partía de una visión eurocentrista o estadounidocentrista, donde los indios eran unos bárbaros salvajes que atacaban a pacíficos pioneros; con cientos de Westerns donde aparecían lakotas, comanches, apaches,… dando vueltas entorno a los círculos de carretas hasta que llegaba el 7º de Caballería.
    Posteriormente se ha pasado a una visión revisionista en esos aspectos, donde incluso se cae un poco en el efecto pendular y los blancos y la caballería de EE.UU. son unos carniceros genocidas, mientras los nativos son unos nobles salvajes.

    Es posible que lo mejor sea una visión intermedia de pugna entre dos mundos, donde uno se acabará por imponer usando la violencia, el engaño,…, pero los nativos tampoco eran ajenos a esos métodos en sus luchas intertribales y en sus imperios propios.

    Lo que echó de menos es que no se publique tanto sobre las luchas indias anteriores, como si entre la época del Último Mohicano y la Guerra de Secesión no pasase nada.

  3. Urogallo dice:

    Tampoco es que de las guerras franco indias tengamos tanto…

    Pués has resumido el prólogo del libro APV. Detalla que su interés es publicar la primera obra objetiva y de conjunto.

  4. Iñigo dice:

    Pues yo había colgado por aquí mi reseña para complementar en lo posible el reseñón de Nau, pero me la han borrado!!! Lo intento again.

  5. Valeria dice:

    Es un buen ensayo. Muy interesante, y de muy fácil lectura. Deja un regusto amargo, eso sí, pero no porque se trate de un libro escrito para contrarrestar nada, porque tenga ánimo revisionista o porque carezca de objetividad, sino porque la consecuencia de las guerras indias fue la desaparición de la práctica totalidad de los pueblos indígenas de América del norte. Y por eso este tema a mi siempre me ha dejado un poso de tristeza.
    Si acaso tengo que ponerle una pequeñisima objeción sería que, algunas veces, hace citas implícitas a capítulos anteriores con demasiada alegría, dando por sentado que tenemos en nuestra cabeza todos los movimientos sobre los que ya hemos sido informados, y eso hace que tengas que «repasar» algunas cosas. Y sería ya de cine si incluyera un pequeño esquema de las distintas naciones indias y las relaciones entre tribus. Porque lo que nosotros conocemos por sioux incluye no solo a los que nosotros llamamos así, también a los lakotas, los santée… y dentro de los lakotas están los oglalas y hunkpapas y otros.

  6. José Sebastián dice:

    Gran reseña Nausicaa. Lo tengo entre los pendientes de solicitar y tus recomendaciones ratifican mis buenas impresiones.

    Hace unos meses terminé el voluminoso «Imperio Comanche» de Pekka Hamalainen. En él se describen, con minuniciosidad académica, todos los aspectos de la vida de los comanches y todo su lapso temporal desde que emigrando desde el norte cruzaron las Montañas Rocosas para instalarse en las Grandes Llanuras y poner en jaque a las potencias coloniales (españoles en Nuevo México y Texas, franceses en Louisiana) y a los otrora poderosos apaches a los que expulsaron de las llanuras, primero, y a la República de México, la efímera República de Texas y a los EEUU después, aprovechando la Guerra de Secesión para llegar a su cénit, y con el fin de la misma y el imparable expansionismo hacia el Oeste de los blancos a su anunciado fin.

    Hamalaien habla de «Imperio Comanche» por la gran extensión que llegó a tener la «Comanchería»; por su poderío militar (las «razzias» sobre los territorios adyacentes de Nuevo México y Texas en busca de caballos y esclavos llegaron a ser una plaga que los escasos efectivos militares con que contaban los españoles no podían detener); por su poder económico (llegaron a implantar un comercio masivo de pieles y carne de bisonte, caballos y esclavos a cambio de fusiles, pólvora y productos agrícolas) con todos sus vecinos (españoles, franceses, mexicanos, otras tribus indígenas vasallas o dependientes de los comanches); y cultural (la lengua comanche era la lengua franca utilizada en un amplio territorio).

    Hamalainen relata con maestría como un pequeño pueblo de nómadas cazadores y recolectores se convirtió en una potencia regional dedicada a la cría intensiva de caballos – con los que efectuaban sus incursiones guerreras con partidas extremadamente móviles y con los que comerciaban con sus vecinos – y a la caza de las aparentemente inagotables manadas de bisontes que pastaban por las Grandes Llanuras. Una sequía que duró más de 10 años; las epidemias que diezmaron la población; la sobre – explotación de los bisontes (incompatibles con las grandes manadas de caballos que también precisaban de grandes pastos) sometidos a una caza sin períodos de veda que permitieran su recuperación demográfica; y la continua expansión hacia el Oeste de los EEUU, con su poderío industrial, militar y demográfico) pusieron fin a 150 años de dominio comanche sobre las llanuras.

    Saludos.

  7. atenea dice:

    ¡estupenda reseña Nauss! y si, a mí también me ha gustado mucho.

  8. Nausícaa dice:

    Muchas gracias por vuestro apoyo. Hacía mucho tiempo que no reseñaba un ensayo, pero este merece mucho la pena.
    Ahora voy a reseñar varias novelas y algo que no sé muy bien qué es, si ensayo, crónica, ensayo novelado, antología de relatos…
    En breve os llegará.
    He vuelto a la Papri.

  9. Urogallo dice:

    ¡Bienhallada!

    Sebastian, «El Imperio Comanche» y «El imperio de la luna de agosto» (Elegí uno al azar, porque trataban el mismo material) se me hizo un poco indigesto por lo minucioso. Supongo que es un tipo de volumen que hay que leer con mucha predisposición (O sea, tras ver muchos westerns) Me pasó igual con «Las guerras apaches» que se me hizo bastante árido concluir.

  10. Hagakure dice:

    «Tan familiares como las calles de tu barrio y las gentes que lo pueblan.»

    Conozco este sentimiento en relación con el mundo indio-americano. Es un punto importante en mi espectro cultural.

    Buena reseña Naus, y buena noticia la de la existencia de este libro. Por lo que cuentas, bien enfocado por el autor, y si además la traducción es buena, pues más valioso todavía.

  11. José Sebastián dice:

    En mi comentario, Urogallo, ya hablo de «voluminoso» y de «minuciosidad académica». No resulta una obra fácil por abarcar mucha información. Es un riguroso repaso a la historia de la nación comanche. Y desmonta muchos de los mitos que nos han llegado a través de los westerns de Hollywood.

    También «Las campañas de Napoleón» de Chandler o «Las cruzadas» de Runciman, por poner dos ejemplos que me vienen a la cabeza, resultan de ardua pero necesaria lectura cuando quieres ahondar en una temática que no controlas, como me ocurría a mí con las naciones indias.

    Con seguridad «La tierra llora» será una lectura más entretenida que complementará lo ya aprendido.

    Y para árido siempre nos quedará David M. Glantz y sus minuciosos ensayos sobre el Frente del Este.

    Saludos

  12. Urogallo dice:

    Es un punto de vista que depende mucho del material previo que hayas manejado. Si empiezas con Glantz después de haber afrontado Stalingrado desde obras generalistas, o cómo mucho, volúmenes manejables como los de San Martín…te hundes más que las líneas rusas en el verano de 1942.

    Pero en el caso de Chandler, estando acostumbrados a manejar volúmenes enteros sobre una sola batalla, el libro es casi una guía de consulta.

    Por cierto, que prefiero el título original: UN EMPERADOR EN EL CAMPO DE BATALLA.

  13. José Sebastián dice:

    Coincido: también me gusta más el título original.

  14. APV dice:

    José Sebastián, el de Hamalaien es muy bueno, lo reseñé hace tiempo.

    Urogallo, si pero algo hay sobre las guerras franco-indias, pero a partir de ahí no hay mucho en castellano sobre la primera mitad del XIX; además realmente lo que hecho de menos es un estudio de las relaciones interindias.

  15. libros10 dice:

    Muy interesante la reseña. Como la historia la escribe los ganadores, en esta ocasión creo que busca un punto de vista más realista, dónde los indios no son tan salvajes y la caballería no son nobles.

  16. José Sebastián dice:

    Acabo de leer tu reseña, APV. Felicidades. Muy certero en tus comentarios.

  17. Clodoveo11 dice:

    No sé cómo se puede contar de manera aséptica e imparcial un exterminio con todas las de la ley sobre una población que ocupaba su propio suelo ancestral y con la exponencial ventaja de la tecnología y los medios de transporte. Estoy seguro de la solvencia y calidad del trabajo, pero cuesta aceptar neutralidad alguna en semejante barbarie. No hubo la más mínima voluntad por parte del gobierno en considerar a los indios sujetos de derecho alguno, sino que se les trató como seres inferiores a los que expoliar y maltratar a capricho. Seguro que otros genocidios (armenio, judío, etc) no se consideran igual, y seguro que si en vez de cuatro rifles los indios hubiesen tenido una bomba atómica apuntando al ojete de Washington se hubiese procedido a un reparto más «justo» de la pradera o el territorio. ;-)

    Al final, para conseguir justicia hace falta tener fuerza coactiva.

  18. juanrio dice:

    Excelente libro, de lo mejor que leí el año pasado. Un recorrido por el fin de un pueblo libre a manos de otro con el poder del número y de la tecnología de su parte.

    Enhorabuena Nausicaa, gran reseña.

  19. Urogallo dice:

    Lo siento Clodoveo, pero el libro si aborda la cuestión que tratas: Si se firman tratados con otra entidad, se le reconoce a esa entidad la existencia y el derecho a firmarlos. En EEUU supuso una cierta complicación establecer quién tenía que firmar los tratados, si el departamento de Estado (Asuntos Exteriores) o el departamento de Asuntos Indios (Que dependía de la gestión normal dentro del estado)

    Los franceses que visitaron EEUU en la época, no comprendían la «generosidad» del gobierno norteamericano, que en lugar de expoliar sin más a los indios, les concedía reservas donde iban a vivir de la caridad del Estado sin ninguna contraprestación.

    Así que hay que tener en cuenta que respecto al trato que se dio a los nativos en otras zonas del mundo, la actitud de los norteamericanos resulta bastante considerada por oposición.

    Asunto importante. Hasta 1960, en Australia, los aborígenes se incluían dentro de la legislación sobre protección de la flora y la fauna…

  20. José Sebastián dice:

    Coincido con Urogallo que resulta muy difícil juzgar lo que ocurrió en la praderas de EEUU desde la óptica del Siglo XXI. La expansión demográfica hacia el Oeste resultaba imparable y la avaricia del hombre blanco también.

    Los comanches, por ejemplo, carecían del sentido de «propiedad». Se desplazaban según las estaciones en función de las necesidades de sus manadas de caballos y de los desplazamientos de las manadas de bisontes. Precisamente, los tratados con la joven nación de EEUU – como bien expone Urogallo – definieron con límites geográficos precisos el territorio que ocupaba la «Comanchería» y le dieron carta de naturaleza, aunque luego – al final de la Guerra de Secesión – quedaran en papel mojado.

    No hay que olvidar que los Comanches eran unos «emigrantes» que venían del norte de las Montañas Rocosas y que acabaron expulsando a los otrora poderosos Apaches de las «Grandes Llanuras» – donde se habían instalado como agricultores – y también a sus anteriores aliados Ute. Y que sus «razzias» en los territorios aledaños en busca de esclavos y caballos no les granjearon precisamente amistades.

    Evidentemente, el trato vejatorio que se les dio una vez derrotados y las «reubicaciones» en reservas inmundas y alejadas de sus hábitats naturales es otra historia. Evidentemente, Canadá trató mejor a sus indígenas que EEUU.

    Pero no hay que olvidar que por la misma época España daba un trato similar a los «mambises» en Cuba con la nefasta política de reconcentración – que afectaba a mujeres, ancianos y niños – de Valeriano Weyler para acabar con la insurrección de 1895.

    En fin…

  21. Clodoveo11 dice:

    Sí, Uro, ya sé que se firmaron tratados y cosas así. Pero la voluntad de respetarlos era y resultó nula, con lo cual a la postre es como si no se hubiese hecho nada. Es como las disposiciones para salvar a las ballenas: si al final no se pone voluntad ni medios para evitar su exterminio, resultan una hipocresía absoluta. Fueron «acuerdos» coyunturales a la espera de condiciones más favorables para imponer su criterio, como así sucedió. Y que no se les aniquilase del todo, intención con la cual se les hacinó en reservas, más fue fruto de la suerte que otra cosa.

    No me parece que, en mi opinión, sea la actitud esperada en quienes, según Jefferson, reconocían a los seres humanos libertad por naturaleza y derecho a la felicidad y la seguridad. Salvo que la asepsia e imparcialidad de éste y otros autores a la hora de tratar la historia suponga inmensas tragaderas, como así parece…

  22. Urogallo dice:

    Jefferson estaba enamorado de los pensadores ingleses, que dieron los primeros pasos para la abolición de la trata…aspecto que él mismo olvidó.

    En el caso de los nativos indios había una presión demográfica y política insostenible. En realidad, los políticos americanos fueron culpables del mismo error que todos los políticos posteriores: Solo legislaban a 8 años vista

  23. APV dice:

    José Sebastián, Canadá tuvo sus cosas, véase la resistencia de los métis, el Sistema de Escuelas Residenciales Indias (mortíferas) o la llamada Sixties Scoop que duró hasta la década de 1980.
    Respecto a la reconcentración no fue algo racial, sino un método contrainsurgente muy cruel, pero los ingleses lo aplicarían igual o peor contra los boers.

    Jefferson y la esclavitud es un asunto pendiente en EE.UU., a ver si van a empezar a derribar sus estatuas como las de Lee y demás.
    En cuanto a los pensadores ingleses les era fácil hablar de abolición cuando esta se practicaba lejos de Inglaterra (de la esclavitud laboral de la 1ª Revolución Industrial casi no hablaban) y era vista como un mal necesario para obtener algodón.

  24. Farsalia dice:

    Leído, un buen libro, buena panorámica de las guerras indias entre 1863 y 1891. Si acaso, un par de peros: suscribo lo que dice Valeria sobre que a veces se hacen referencias que obliga al lector a volver atrás. Por otro lado, se dan por sabidas algunas cosas, como qué es una «agencia india» y cómo funciona. Por último, echo en falta unas conclusiones generales sobre el legado o las consecuencias de las guerras indias, que hubiera redondeado el libro.

  25. Carlos dice:

    ¿Aséptico e imparcial?

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