LA SUERTE DE BARRY LYNDON – William M. Thackeray

LA SUERTE DE BARRY LYNDON, William M. ThackerayRedmond Barry de Ballybarry, quien luego de un matrimonio ventajoso se llamará Barry Lyndon, es calificado por uno de sus amigos como hombre original y con muchos riñones, alguien que ha decidido «irse al diablo por un camino por él mismo escogido». Tunante, mujeriego, puerilmente jactancioso, Barry es un trepador irlandés que se vale de multitud de armas (atractivo, aptitud para la intriga, las cartas y, en sentido ya no metafórico, la espada y la pistola) para escalar posiciones y ganar fortuna en la Europa del siglo XVIII. Impetuoso y susceptible, un lance amoroso es causa de su primer duelo, acontecimiento que lo precipita desde temprana edad a una sórdida carrera de aventurero; carrera cuyo arranque debe mucho al accidente, pero cuyo derrotero Barry se lo traza a discreción, empeñado en proporcionarse el suntuoso tren de vida que considera el único adecuado a su origen hidalgo –que no duda en remontar a los últimos reyes de Irlanda-.

La suerte de Barry Lyndon, novela publicada por entregas en 1844, es una de las obras en que se funda la fama del escritor inglés William M. Thackeray (1811-1863), toda una cumbre del realismo narrativo. (Otra de dichas obras es sin duda La feria de las vanidades, aparecida en 1847 y posiblemente su obra maestra.)  Llevada al cine en 1975 por Stanley Kubrick, consiste en las memorias de un personaje ficticio en cuya construcción el autor tuvo como modelo –entre otros- al célebre Giacomo Casanova (1725-1798), seductor y aventurero veneciano. Conducida por la narración en primera persona del protagonista, La suerte de Barry Lyndon opera como un verdadero muestrario de vanidades en que el humor se imbrica con el propósito de crítica social (muy en línea con cierta tradición novelística inglesa).
 
Es en 1760 y siendo un adolescente que nuestro personaje se lanza a la caza de la fortuna, debiendo en primer lugar asumir modesto papel como soldado de un regimiento inglés, con el que es trasladado a Alemania e interviene en lo que será conocido como la Guerra de los Siete Años. Harto del ajetreo militar, Barry usurpa la identidad de un teniente y deserta, pero su impostura es pronto descubierta y acaba reclutado por el ejército prusiano. Se ve entonces forzado a combatir con nuevo uniforme, granjeándose los apodos de «Diablo inglés»y «Diablo negro» –debido a su temeridad y a su tez morena-. Acantonado con su unidad en Berlín, se da al juego y a la vida galante, pero también actúa como informante del ministro de policía prusiano. Un día, del modo más inesperado y a raíz de los menesteres del espionaje, se encuentra con su tío, quien lo ha precedido en la senda aventurera, es un tahúr consumado y viaja con gran fasto bajo nombre fingido. Será el mentor del joven truhán; mediante las cartas, juntos desplumarán a lucidos señorones y encopetadas damas. (Barry se jacta de haber ganado una partida al célebre Potemkin, quien nunca saldó su deuda.) Por supuesto, no siempre la suerte los acompaña ni todas sus tretas llegan a buen fin. Más de una vez deben recurrir a los prestamistas, y, tras fracasar cierto plan maestro,  deben salir a escape de Prusia. Con todo, once años después de su partida, Barry regresa a su natal Irlanda cubierto de fama y riqueza, y se aplica con esmero –maquiavélico esmero, diríamos- al objetivo de desposarse con provecho. La víctima es una viuda acaudalada y muy linajuda, lady Lyndon; Barry consigue su propósito y con nuevo nombre se encumbra a lo más granado de la sociedad británica.
 
Disfruta entonces de regalada vida, entregándose a cuantos placeres depara la capital; en el Londres de aquel tiempo, suspira Barry Lyndon, «todo el mundo era deliciosamente malvado». Entrado el nuevo siglo y tras el quiebre provocado por la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, puede nuestro irlandés quejarse de la vulgaridad del día. «No hay elegancia ni refinamiento; nada queda de la galantería del viejo mundo del cual formé parte», asegura; todo es diferente «desde que el vulgar corso [Napoleón, por supuesto] trastornara a la aristocracia mundial».

Falta aún la presea consagratoria: un título nobiliario. ¿Para qué sirven tantos esfuerzos si no se es un Par, si no de Inglaterra, sí al menos uno de Irlanda? Lo cierto es que a la aristocracia inglesa resulta enojosa la presencia del «tosco arribista irlandés». Ni siquiera su contribución financiera a la guerra contra las rebeldes colonias americanas (corre 1778)  le conquista el favor de la corte.  Mientras tanto, la vida matrimonial es un infierno, pues su esposa lo estorba y su hijastro lo detesta. Sólo su pequeño hijo le proporciona satisfacciones.  Luego sobrevienen las peores desgracias, y con ellas el declive inexorable. La buena estrella de Barry Lyndon se apaga.
 
Presto a la sátira y nada reacio a las generalizaciones,  Thackeray deja muy mal puestos a los irlandeses. (Cabe destacar que su esposa, que debió ser recluida en un manicomio, era de esta nacionalidad.) Empero, si a los irlandeses los pinta como  vagabundos, pendencieros y fanfarrones, la voz irlandesa del narrador transmite también una lamentable impresión de los ingleses, retratados como unos dechados de fatuidad y venialidad. Se lo podría  tomar como un intento de equilibrar la balanza de no ser porque Thackeray hizo de la mordacidad -sin apenas contemplaciones- una constante en su trayectoria literaria y periodística, de lo que dan cuenta no sólo sus novelas sino también sus ensayos y caricaturas.
 
A La feria de las vanidades su autor la subtituló Una novela sin héroe; aunque no lo lleve explícitamente, es también el sello de ‘Barry Lyndon’. Su protagonista es un granuja de marca mayor, un hombre al que las desgracias no le inspiran afán de redención alguno. En vez de esto, escribe en la vejez unas memorias en que el propósito de autojustificación es tan evidente como el de dejar testimonio de una vida azarosa como la suya. Apenas admite sus faltas. Si reconoce haber sido violento con su esposa y con su hijastro, lo hace en tono a medias zumbón,  escudándose además en la práctica habitual de las gentes de su tiempo. Él, individuo ducho en la intriga y que ha hecho de la trapacería profesión, se considera víctima de la maledicencia y la perversidad de los demás. Pero tampoco son éstos mucho mejores que él. No hay héroes.
 
Se trata, a mi entender, de una novela cautivadora, muy merecedora de su condición de clásico, en que el agraz de la parte final –relativo a la decadencia del protagonista- no le resta un ápice de amenidad. Asimilado el efecto del corrosivo arte de la sátira desplegado por el autor, bien se puede simpatizar con la picardía de este Redmond Barry, o -para fortuna y desgracia suya- Barry Lyndon, esquire.

– William M. Thackeray, La suerte de Barry Lyndon (The luck of Barry Lyndon). Edición de bolsillo por Cátedra, Madrid, 2006. 520 pp.
También hay edición de Valdemar bajo el título de Memorias y aventuras de Barry Lyndon, Madrid, año 2000. 400 pp.

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55 comentarios en “LA SUERTE DE BARRY LYNDON – William M. Thackeray

  1. jerufa dice:

    Caramba, Rodrigo. Me acabas de transportar a mis años mozos cuando ví esa película en el cine. Me cautivó tanto que la he visto más de cinco veces ya, a pesar de su duración. Para mí, es una de las obras maestras de Kubrick y refleja, a tenor de lo que escribes, bastante bien la novela. ¿Es así?
    Felicidades. No siempre coincido contigo en los gustos literarios, pero ¡macho!, aquí me has dado.
    Que se repita.

  2. Ariodante dice:

    Rodrigo, deliciosa reseña, y delicioso cásico. Esta obra la leí en su momento, y en su momento tambien vi la deliciosa película de Kubrick, película que he vuelto a ver muchas veces más y cuya banda sonora es una joyita.
    Efectivamente, tanto irlandeses como ingleses salen malparados. Lo bueno que tienen los británicos es que suelen verse a sí mismos con lucidez y con humor, aunque a veces sea un humor ácido.
    recomendable a todos los públicos. Divertida, interesante, histórica, y escaparate de la humanidad de la época y de todas las épocas, que es lo que le convierte en cásico.

  3. Aretes dice:

    Una novela llena de acción y aventura, Rodrigo.

    A veces, nos encandila tanto la Historia que nos olvidamos de que por las peripecias que se pudieron vivir en esa época también se puede conocerla.
    Me llama la atención el caracter de sinvergüenza del protagonista. Después del «bueno hecho un lío», creo que es el que más me gusta.

    Gracias por la reseña.

  4. pepe dice:

    Estupenda reseña, Rodrigo, como de costumbre. En la literatura española tenemos una amplia colección de pillos, golfos, truhanes, granujas y bribones de toda suerte y condición. Tenemos incluso todo un género dedicado al tema: la novela picaresca. Aunque es género típicamente español, se ha cultivado con éxito en otros paises: en Inglaterra, están las Fortunas y adversidades de la famosa Moll Flanders, de Daniel Defoe, en Francia el Gil Blas de Lesage (aunque siempre hubo discusión sobre su verdadera autoría), en Alemania el Simplicius Simplicissimus. En resumen, siendo que estamos acostumbrados a los antihéroes y generalmente disfrutamos mucho con sus aventuras y desventuras, la novela que reseñas tiene resulta una magnífica sugerencia

  5. Ascanio dice:

    Estupenda reseña como siempre, Rodri.
    No he leído esta novela, pero sí La feria de las vanidades, un retrato maravilloso de la sociedad inglesa, con una arrolladora protagonista –Becky Sharp- que, al igual que otras féminas literarias, queda grabada en la memoria para siempre.
    Esta novela me recuerda -salvando las distancias de un siglo entre la publicación de ambas- a la memorable Tom Jones de Henry Fielding, en la que se narran las andanzas picarescas de un joven ilegítimo por todos los escenarios sociales en la Inglaterra del XVIII.
    Igualmente me viene a la memoria una novelita de Wilkie Collins, Confesiones de un granuja, no muy conocida, pero simpática y agradable de leer.
    Me ha llamado la atención el título de la novela, porque yo siempre la había conocido por el nombre que da la edición de Valdemar. Sin embargo, visto el original, es mucho mejor el que tú has adoptado.

    Jerufa, cuando vi el título de la reseña, automáticamente me acordé de ti, y de las veces que te he oído mencionar la película. Tendré que pedírtela prestada, después de todo.

  6. Rodrigo dice:

    Agradezco sus siempre cálidos comentarios, compañeros.

    Jerufa, la verdad es que no puedo responder a tu pregunta porque, la película, sólo la he visto una vez, y fue hace demasiado tiempo como para recordar qué tan fiel es a la novela. Apostaría a que Ariodante sí puede ayudar. (Y qué gusto que, por una vez, coincidamos en gustos literarios.)

    Ario, mi querida anglófila contertulia: pienso que el humor inglés ayuda un poco a hacerlos, a los ingleses, un poco más soportables. (Je, je.)

    Aretes, concuerdo contigo en que también una novela de aventuras o picaresca ofrece una ventana al conocimiento de un contexto histórico, el que le sirve de ambientación. De forma indirecta, también el del contexto en que ha sido escrita (cuando hay una diferencia temporal entre ambos, como es el caso de “Barry Lyndon”). Pero, claro, lo principal es que entretiene un montón.

    Pepe, la tradición picaresca es estupenda; afortunadamente no me es del todo desconocida. He tenido la suerte de leer los títulos que mencionas salvo el “Simplicius”, y otros como el “Guzmán de Alfarache” de Mateo Alemán y varios de los clásicos ingleses, menos el de Tobías Smollet que Ario reseñó el año pasado. (El único que me ha disgustado ha sido “Tristram Shandy”, que, para decirlo de una vez, me pareció un peñazo.) Creo que fue Javi quien señaló el influjo que ejerció en la tradición humorística inglesa “El Quijote”; me parece un dato relevante (sin por esto incurrir en ninguna suerte de chovinismo lingüístico, que no me interesa). Aparte esto, lo cierto es que ignoraba que hubiese dudas sobre la autoría del “Gil Blas de Santillana”.

    Por cierto, Ascanio, “La feria de las vanidades” es excelente. Siempre he preferido “Tom Jones” a “Tristram Shandy”, y ya me anoto el de Collins, que no he leído.
    Es cierto que el título de “Barry Lyndon” varía casi con cada edición. Creo que la de Crítica es la única que se ciñe estrictamente al original en este aspecto.

    Afectuosos saludos.

  7. Rodrigo dice:

    (Un gusto compartir gustos. Y qué gusto de redundancia, puaf.)

  8. Atilio dice:

    Fenomenal autor y gran novela «La Feria…». Ésta que reseñas no he tenido ocasión de leerla, Rodri…pero habrá que enmendar el error. Gracias, Ascanio, por hacer que descubriera una lectura tan deliciosa.

  9. Ariodante dice:

    Pues sí, he visto la peli varias veces. No es exactamente igual ,pero sigue bastante la historia.
    Y efectivamente, en cuanto a la tradición de picaresca, veo que Rodrigo recuerda a mi Roderick Randon, de Smollett, ubicado cronológicamente por esa época. Yo tampoco he podido nunca con el Tristram Shandy, no sé por qué, ya que leí el Viaje por Francia e Italia, del mismo autor y me reí bastante. Pero era una obra muy cortita (de hecho, tan cortita que no llegaban a Italia…) y la otra es ciertamente un peñazo que solo soportó Marías.
    Las Confesiones de un granuja, de Collins (algún dia reseñaré a Collins, lo prometo) son muy divertidas, hace tiempo que las leí. También Las aventuras de un cadáver,y La caja equivocada, ambas de Stevenson, van en esa línea.

  10. Ariodante dice:

    Y sí, Rodri, el humor es una de las cosas que les salva, a los británicos…otra es la maravillosa litaretura que tienen, los condenados. Y el té de las cinco.

  11. alexandros dice:

    «Lo mejor que puede hacer un escocés en la vida es marcharse a Inglaterra.»
    Doctor Samuel Johnson.

    Estimados contertulios la mejor obra del siglo xviii británico es la Vida de Samuel Johnson de James Boswell, donde se burla de todas las etnias británicas incluyendo por supuesto los ingleses, lo curioso de la Vida de Johnson es que es escrita por un escocés Boswell, el cual conoce al Dr. Johnson en una librería de viejo en Londres episodio que aparece reseñado en su Diario londinense y no obstante que Johnson y Boswell hacen un viaje a las Hébridas intentando buscar la obra perdida del gaélico Ossian, viaje en el cual los habitantes son hospitalarios con el Dr. Johnson éste aún sigue con su mala opinión no sólo de los escoceses sino de los rebeldes norteamericanos y de su estúpida rebelión del té, de éstos últimos pensaba que sólo «eran una pandilla de contrabandistas y hampones» no obstante su correspondencia con caballeros distinguidos de Virginia y Boston, todo ello dicho con el mejor humor inglés.

  12. Rodrigo dice:

    También los muffins y los puddins, Ario. Y el chocolate con menta, que por lo menos a mí me encanta. :-)

    Oye, tengo una duda: ¿no son «Aventuras de un cadáver» y «La caja equivocada» títulos alternativos de una misma novela? Si es así, habría una tercera variante: «El tío muerto» (en una edición argentina que leí hace tiempo). ¡Maldita práctica de alterar los títulos! Por otra parte, la novela es divertidísima.

  13. Rodrigo dice:

    Vale, Alexandros. Tengo noticia de esa obra, y leerla es una de mis muchas tareas pendientes.

  14. pepe dice:

    Muy oportuno tu comentario, Alexandros. Rodrigo no es el único que anda detrás del libro que mencionas. Sin embargo, el precio que tiene la reciente edición de Acantilado (58 euros) me tiene un poco indeciso. Esa editorial está publicando cosas bastante buenas.

  15. Ariodante dice:

    Aaaaah, ahi os gano: ¡lo tengo en casita! La vida de Samuel Johnson, a cargo de James Boswell. Leí una anterior versión algo acortada, con lo que ahora la tengo a mano para llerla completa. Y os diré más: hace unos años estuvimos mi cónyuge y yo ¡¡en la mismísima casa -ahora casa museo- de Samuel Johnson!!, e incluso comimos en el pub donde el buen hombre iba a beberse una cerveza, y vimos la silla (incomodísima) en donde solía sentarse…¿que os parece?

    Respecto a Aventuras de un cadáver, de Stevenson, es posible que haya una confusión de títulos. Ahora no lo tengo delante, pero cuando lo tenga, ya lo comprobaré. De todas formas, hay varias ediciones y es posible que sea como dices, Rodrigo.

    Los muffins…mmm…. y nos hemos olvidado de las mermeladas, que en eso los británicos son verdaderos maestros.
    Lo que nunca comprendí es su obsesión de circular por la izquierda; ya sé la explicación, los carros, los látigos, y todo eso. Pero ¿por qué seguir con ello hoy en día? Pues nada, ellos erre que erre…

  16. Rodrigo dice:

    Bueno, Ario, lo que cuentas me parece, grrrr… envidiable.

    Acantilado saca cosas excelentes, pero los precios son escalofriantes. Así no hay modo. No señor. (Qué frustración tan grande.)

    Y Pepe había dado con el término preciso: antihéroe. Caracteriza perfectamente a Barry Lyndon.

  17. Valeria dice:

    Rodrigo, tus reseñas son siempre un momento gozoso. Aunque esta novela no la he leído, sí he visto la película. Y por lo que recuerdo (la reseña me ha refrescado algo la memoria) al menos en lo que respecta a la primera parte de la obra, parece que la peli se ajusta correctamente a la novela.
    Pícaros versus antihéroes, qué debate tan atractivo.

  18. Ariodante dice:

    Por cierto, Rodri: en España el libro salió como Barry Lyndon (al menos, la edición que tengo yo), no como la traducción literal del original que tienes tú. Hablando de títulos…

  19. Rodrigo dice:

    ¿Qué edición tienes, Ario?
    En todo caso, las dos ediciones a que hacia referencia en la reseña son españolas: Cátedra y Valdemar.

    Muchísimas gracias por el comentario, Valeria.
    A propósito: ¿no es el pícaro un tipo de antihéroe?

  20. Ariodante dice:

    Ni idea, Rodri; es antigua, no s si Plaza y Jans…no me acuerdo y no lo tengo aqui.

  21. Valeria dice:

    Vaya, moderación habemus.

  22. Rodrigo dice:

    Pues espero que no sea por haberme dicho algo feo, Valeria, mira que tu comentario anterior me llegó a la pepa del alma, que diríamos por acá. ;-)

  23. Sangón dice:

    Estupenda reseña, Rodrigo. Yo tengo la edición de Valdemar en la pila de lecturas pendientes, sin embargo la maravillosa película de Kubrik la he visto un montón de veces. Aún sin haber leído el libro estoy convencido de que, al menos en el espíritu, debe de serle muy fiel.
    En cuanto al comentario de Ariodante, os puedo decir que tengo las obras completas de Stevenson, y en ellas he visto «Las aventuras de un cadáver» pero ninguno de los otros dos títulos alternativos, por lo que supongo que es otro ejemplo de esa manía de cambiar los títulos para una misma obra.

  24. Ariodante dice:

    Vaya, Sangon, eres de los míos: ¡las obras completas de Stevenson! Enhorabuena! Pero ¿te refieres a alguna edición que las agrupa, o es que tienes todo lo que se ha publicado de él? Mi caso es el segundo, si no lo tengo todo, poco me faltará, pero algunas las tengo repetidas porque están en recopilaciones de relatos, y creo que se trata de La caja equivocada y Aventuras de un cadáver. Me parece que en Las nuevas 1001 noches tambien está. Pero os lo confirmaré en cuanto lo tenga a mano, lo que probablemente será la semana que viene.

  25. Sangón dice:

    Ariodante, tengo la edición de las obras completas de Stevenson que sacó RBA Coleccionables en quioscos en unos bonitos tomos de piel roja, hace dos o tres años.

  26. Rodrigo dice:

    Gracias, Sangón.
    ¿Qué tienes las obras completas de Stevenson? No sabes cómo te envidio.

    Con respecto a “Aventuras de un cadáver”: he podido verificar que su título original es “The wrong box”. Pero donde hay tres bien puede haber cuatro: otra traducción de la misma novela lleva un cuarto título, “El muerto vivo”. Malditos.

    Un detalle. Barry Lyndon menciona en estas sus memorias (ficticias) al Dr. Johnson y a Boswell (entre otras celebridades con las que se ha codeado). Y lo hace de manera harto irreverente: al primero lo encuentra parecido a un oso, por lo zafio de su conducta, y al segundo lo llama el domador de Johnson y un hazmerreír de primera clase. Un pillo este Lyndon, sin duda.

  27. Valeria dice:

    Rodrigo, mi comentario moderado se lo ha llevado el viento. Pero no te preocupes, no decía nada de lo que pudiera avergonzarme. Apenas esbozaba una reflexión entre diferencias y similitudes entre pícaros, pillos y antihéroes. Si tengo un poco de tiempo más adelante, intento repetirlo.

  28. Ariodante dice:

    Sangón, porfa, ¿Podrías decirme donde averiguo el listado de obras incluidas? Porque he entrado en la página de RBA Ediciones y no consio encontrarlo…O cópialo de tu edición y mándamelo por privado, para no marear al personal.
    Rodri: realmente el Dr Johnson era lo más parecido a un oso, jajaja. En Londres, cerca de su casa, había una escultura en la calle, en la que se le representa, con su inmensa peluca y su chaleco…y es un tanto osezno, si. O sea, que Thackeray no andaba descaminado. Tampoco tenia pinta de ser muy delicado. Cuando lo vieran entrar en una cacharrería se echarían a temblar. Aunque dudo que lo hiciera…
    Valeria, querida: esas cosas pasan. También perdí yo el otro dia un comentario en moderación, pero como no decía nada interesante especialmente, me olvidé del tema. El rollo es cuando te lo has currado y has dado un largo razonamiento, y perderlo joroba. Pero son gajes del oficio…

  29. Ascanio dice:

    Por cierto, Ario, si vas a reseñar algo de Wilkie Collins en Hislibris, tendrá que ser Antonina o la caída de Roma porque es su única novela histórica. Hazlo, por favor, porque yo no la he leído; es más, no tengo noticias de nadie que lo haya hecho, ni tampoco he encontrado comentarios por ahí.

  30. Rodrigo dice:

    Valeria, qué pena que se haya perdido tu comentario. Esa reflexión parece muy interesante.

  31. Ariodante dice:

    Maldición, Ascanio ¡¡¡yo tampoco la he leído!!! Y ni siquiera la he visto en librerías. A ver, edición, año…
    Lo de que aqui sólo se reseña novela histórica, querida mia, es muy relativo. Entre otras cosas porque el concepto de novela histórica es bastante relativo. Si nos ponemos a mirar el listado de reseñas…pero bueno, yo tengo una alternativa, que es reseñar en la2Revelación, y vosotros sólo teneis que darle al dedito y leerlas alli. Casi todo Conrad lo tengo repartido entre ambos, y en fin, ¿Dickens es novela histórica? Pues si Dickens lo es, Collins también…

  32. Rodrigo dice:

    No sabía nada de esa novela. Es que de Wilkie Collins he leído mucho menos de lo que quisiera…

    Ario, según acabo de enterarme, hay edición de 2004 por Montesinos, 448 pp.

  33. Sangón dice:

    Ariodante, te mando el listado de las obras de Stevenson por privado en unos minutos.

  34. Valeria dice:

    No sientas pena, Rodrigo, que no es para tanto. Vaya por delante que se trata sólo de una serie de reflexiones que me vinieron a la cabeza cuando leía los comentarios precedentes. He intentado resumirlas (otra vez):

    Estoy segura de que mucha gente estará de acuerdo en que un pícaro es un antihéroe, sobre todo en el sentido de que es un “anticaballero”. Pero yo distingo matices en ambos conceptos. Tal vez porque una vez leí que el significado de “pícaro”, entre otros posibles, podría referirse a alguien que se abre camino a golpes (picar, golpear), suelo ver al pícaro como alguien de estrato social bajo, y en el que la superviviencia: el comer, el calentase, el buscar acomodo para dormir… le lleva a carecer de cualquier viso de honor y virtud. La epopeya del hambre. En ese sentido, el pícaro se abre camino a golpes, sí, pero los golpes los recibe él casi siemrpe. En la novela picaresca generalmente son ignorantes y están sumidos en la extrema pobreza. Intentan salir de ella, medrar, superarse, pero fracasan casi siempre.

    Sin embargo, los “antihéroes” tienen otros matices (opino). Un antihéroe puede ser alguien torpe, ineficaz o incluso desgraciado, pero también se califica así a personajes ruines y malvados. Pero a mí nunca se me ocurriría calificarlos de pícaros. Estos últimos, los “antihéroes malos”, por entendernos, suelen tratarse de personajes con una moral propia que desprecia los valores asumidos como tales por sus contemporáneos, y medran precisamente por esa mezcla de falta de escrúpulos y exceso de ambición personal que les caracteriza. Pero, por lo general, los golpes los dan ellos. Y casi nunca son de condición social u oficio despreciable. Son antihéroes precisamente porque, puediendo ser caballeros, no desean serlo. Por eso asocio al pícaro, o al pillo, con la necesidad. El antihéroe, sin embargo suele serlo por vocación o devoción.

    Como ves, una chorradilla que se me había ocurrido y que ahora he tenido que volver a reescribir, y encima ni siquiera viene ya a cuento.

  35. Ascanio dice:

    Ay, Ario, y tanto que es relativo; la culpa la tiene Jerufa, por abrir la veda con Drácula…
    Pero creo que, habiendo una novela histórica de Wilkie Collins casi desconocida, podríamos volver a los orígenes de Hislibris y ceñirnos a ella, ¿no?

  36. Rodrigo dice:

    Pues es una reflexión pertinente y muy interesante, Valeria.

    Creo que estamos de acuerdo en que el concepto de antihéroe es genérico y el de pícaro específico, y convengo en que tu énfasis sociológico –por así decir- en el segundo es muy válido (tengo entendido que este énfasis está contenido en el origen de la categoría literaria “pícaro”, opuesta al ideal caballeresco). Por lo mismo es que he tenido dudas al calificar a Barry Lyndon como pícaro, dado que no proviene precisamente de un estrato social bajo. Por otra parte, entiendo que las categorías literarias son porosas y mudables, por lo tanto, evolucionan o se degradan. Habría que tener en cuenta las variaciones que el género picaresco experimenta según tiempo y lugar; la tradición inglesa –acaso no puramente picaresca- es diferente de la española entre otras cosas porque sus protagonistas (Tom Jones, Roderick Random –al que no he leído aún-) no son en rigor de origen humilde. En todo caso, debo decir que me gusta mucho el distingo que haces. Por precisión y sustancia, es muy valioso.

  37. Ariodante dice:

    Muy interesante, Valeria y Rodrigo. Mucho. Se me ocurre, por ejemplo, Raffles, el personaje de Hornung. Aunque ingenioso como un pícaro, en realidad es un antihéroe. Es un aristócrata sin un duro que roba a otros aristócratas para poder seguir viviendo como tal.
    En la picaresca británica, creo que Dickens estaría más cerca de lo que entendemos los españoles por picaresca, por nuestra tradición.
    Ascanio, haré lo qu epueda por conseguir esa obra de Collins y reseñarla. pero ¡primero he de encontrarla! En cambio, tengo la bilioteca llena de otros «collins»…ummmm…!

  38. jerufa dice:

    Ya salió la tía esta con Drácula.

  39. Rodrigo dice:

    Un nombre que me era completamente desconocido, Ario: Hornung. Haré las averiguaciones pertinentes.
    (Bendito google).

  40. Valeria dice:

    Ario, totalmente de acuerdo con lo de Dickens.

  41. Ariodante dice:

    …pero no voy a reseñar a Dickens. Sin embargo, tengo un libro que se llama El Quincunce (nombre que tiene su explicación pero es muy larga), de Charles Palliser, que leí hace siglos, pero que me pareció absolutamente dickensiana, a pesar de estar escrita en los noventa (en éstos noventa), y ésa puede que la reseñe alguna vez. Histórica lo es, desde luego. Pero antes creo que intentaré encontrar el de Collins.

  42. Rodrigo dice:

    ¿»El quincunce»? Tampoco sabía nada de esta novela.

    En un sitio la califican como intento de homenaje a Dickens y Wilkie Collins. Es extensa, casi 1.200 páginas.

    Te animo a reseñarla, Ario.

  43. Ariodante dice:

    Efectivamente, el autor consigue imitar el estilo dickensiano y las tramas de intriga «collinsianas». A mi me encantó. Pero jolín, si he de leerlo de nuevo, necesitaré mucho tiempo…al verano, tal vez. Pero ya de antemano os digo qu esi la veis, la leais, porque es una muy buena novela histórica.

  44. Ariodante dice:

    A ver si sale aqui mi enlace…

  45. Rodrigo dice:

    Sí sale, Ario. Y se agradece.

    Ánimo en tu nuevo recorrido. :-)

  46. Ascanio dice:

    Las cosas de las que es capaz nuestra Ariodante…

  47. Ariodante dice:

    Bueno, como ya estoy con mi biblioteca javeana, puedo concretar lo que hablábamos de Stevenson.

    1. «La caja equivocada» tiene por título original The wrong box. Osea, literal. Al menos mi edición, conseguida creo que en lance. Ed Andrés Bello. Peeero: he mirado en sangoogle y veo que hay una edición que la titula «Aventuras de un cadáver», efectiviwonder. Aqui mismo: http://www.prothotype.com/blog/archives/114/aventuras-de-un-cadaver/

    2. Luego tengo un par de obritas: «El club de los suicidas» y «El ladrón de cadáveres» (The Suicide Club y Rajah’s diamond) ambas al parecer incluidas en un volumen llamado en español Las nuevas 1001 noches (original: New Arabian Nights).

    Esto es todo lo qe puedo confirmar en cuanto los cambios de títulos a que nos tienen acostumbrados las editoriales con las traducciones.

  48. Sangón dice:

    Ariodante, para liar más la cosa, en la edición de las obras completas que tengo, «El club de los suicidas» y «El diamante del rajá» forman las dos partes en que se dividen Las nuevas mil y una noches, mientras que «El ladrón de cadáveres» es una obra aparte. En fin…

  49. Ariodante dice:

    Pues si que…la cosa tiene su embrollo.

  50. Rodrigo dice:

    Parece que lo tenemos en la misma edición, Ario. Andrés Bello. La que tiene en portada (reproducción parcial) aquel cuadro de Spitzweg, «El poeta pobre». Patético y divertido al mismo tiempo:

    http://www.escritoresmerida-ve.com/741px-Carl_Spitzweg_017.jpg

  51. Ariodante dice:

    …xaacto. Sólo que lo han reproducido al revés del cuadro, pero bueno. Si, es la misma.

  52. pepe dice:

    Anteayer, entre la tarde y la noche, principié y terminé una novelita que se podría calificar de picaresca o, por mejor decir, de antihéroe. El autor es Miguel Baquero y el título Vida de Martín Pijo. Se trata de la segunda edición, corregida y aumentada, de otra obrita anterior publicada originalmente bajo Anónimo y viene a ser una suerte de reescritura del Lazarillo, al que se compara tanto en extensión como en la sucesión de las desgracias que acaecen al proagonista. Está bien escrita y tiene algunos momentos muy divertidos, pero se ve perjudicada porque la voz del personaje es muy parecida a la del protagonista de las novelas de Mendoza que hace uso a veces de un lenguaje altisonante que resulta irónico. Me hubiera gustado más, también, que el sujeto hubiera ejercido en alguna de las aventuras de pícaro y no siempre de ingenuo perdedor. Sin embargo, la lectura ha resultado en conjunto agradable. He aquí un pequeño fragmento tomado al azar. Cualquier relación con la realidad es pura coincidencia.

    …era La Berzosa un coto mayormente de venados, no obstante alguna que otra perdiz, liebre o gorrino. Era por perseguir y despanzurrar a la cervuna por lo que, apenas abrirse la veda, allá acudían destacamentos de escopeteros a bordo de unos coches harto lujosos y resplandecientes. Se adelantaba mi padre a recibir a tan pomposa tropa, toda ella ataviada con negras gafas de sol, fúlgidos relojes de oro, flamantes trajes de cacería, lustrosas cananas de cuero…

  53. Ascanio dice:

    Ja, ja, ja… qué bueno…

  54. Zeitzler dice:

    Muy interesante lo que dices del Quincunce. ¿Para cuando lo podrías comentar?

  55. ARIODANTE dice:

    Uy, Zeitzler! Es un tomazo de tomo y lomo, y aún pasará un tiempo hasta que lo vuelva a leer. Pero igual podría darle una pasadita por encima para ir recordándolo y hacer una reseña. Te doy los datos, el libro es bueno:mi edición es la de Anaya &Mario Muchnik, 1995, o sea que estará descatalogadísimo. El autor es Charles Palliser. Y son ¡¡1.194 páginas!! En fin, ya veremos. Es una buenísima «simulación» dickensiana. Es a Dickens lo que esa novela de Eslava Galán, El comedido hidalgo, a Cervantes.

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