LA PAPISA JUANA – Emmanuel Royidis

La Papisa Juana. Emmanuel Royidis“Testiculum habet et bene pendebant”
“Duos habet et bene pendentes”

Según cuenta la leyenda, la usurpación del trono terrenal de Pedro por parte de una mujer obligó en sucesivas ocasiones, con el fin de impedir semejante ultraje impostor en lo venidero, a comprobar mediante un tacto testicular que el sexo del elegido se correspondía con tan alto honor. Para ello, y según la fábula, se utilizaba una silla perforada, como las antiguas sillas romanas de los baños que quizá utilizaran los papas en su descanso, que permitía la curiosa exploración. Las dos frases (no sé cuál será correcta, o si lo será alguna de las dos, lamentablemente tengo en desuso mis conocimientos de latín) que abren este artículo están relacionadas con esta famosa silla.

Esta historia dentro de la historia a lo largo de la historia ha tenido tantos detractores como seguidores, y tantas “pruebas” que la acreditaban como que la desacreditaban. Hay varias versiones sobre la existencia de la Papisa, y aún más explicaciones de por qué pudo surgir el mito (César Vidal). En líneas generales, no obstante, actualmente ganan por mayoría, y por evidencias, los críticos que niegan su existencia aduciendo, entre otras cosas, que no hay hueco cabal en la medición temporal que permita dar por lícita su veracidad y otorgarle por tanto razón de ser para figurar en el “Liber Pontificalis”, por mas que Platina –humanista e historiador serio del siglo XV, secretario del papa vigente y bibliotecario del Vaticano- se viera obligado a incluirla en su “Vidas de los Papas” por la fuerza de la tradición.

Las versiones más extendidas son las que afirman que la propagación de la fábula de la papisa se debió en primera instancia a las murmuraciones sobre la virilidad del papa Juan VIII –cuyos opositores criticaron su débil actuación frente a la iglesia de Constantinopla-, o al sobrenombre con que apodaron a la autoritaria amante del papa Juan XI. Y más tarde fue secundada por los adversarios de la iglesia católica con fines difamatorios, así como por los propios fanáticos de dicha fe que deseaban advertir de y acabar con la corruptela asociada al pontificado de aquellas épocas.

La quimera narra que una mujer, hija de un monje en aquella época en que los representantes acreditados de la iglesia católica aún podían contraer matrimonio y tener descendencia, disfrutó de una infancia cultivada, distinta de la que vivían otras mujeres del momento pues la educación estaba vetada al gran público en general y a las mujeres en particular, y disfrazada de hombre para evitar ser violada –o por mejor seguir a un monje del que se enamoró según otras versiones- llegó hasta Roma donde alcanzó grandes honores instruyendo y educando, lo que le permitió entrar a formar parte de la curia y ser elegida como nuevo papa. Mas la incontinencia propia de su género echó por tierra lo tan arteramente conseguido y tras dos años de feliz papado se quedó encinta dando a luz en plena calle, en medio de una procesión, y rodeada de una ingente cantidad de fervorosos fieles que al ver tal atrocidad contra natura se revolvieron contra ella y la mataron a palos junto con el fruto de su pecado –otras versiones dicen que murió en el parto y al que apalearon fue al fruto de su vientre, o que se retiró a purgar sus pecados muriendo de vieja y olvidada en un convento de clausura y su hijo llegó a ser obispo de Hostia-.

Y esto –una de estas versiones- es lo que nos trajo el autor griego del XIX, Enmanuel Royidis, con su novela La Papisa Juana, que le costó la excomunión que él, como buen republicano, asumió con indiferencia y un cierto alivio, y la prohibición de su obra. De familia acomodada (aunque murió pobre), lo que le permitió viajar y adquirir un más que considerable bagaje cultural, y de talante republicano su obra está revestida de un tinte crítico muy explícito y un tanto cruel a veces. Para la creación de esta novela reunió sus amplísimos conocimientos sobre la edad media y su maestría en el arte de usar la ironía y la sátira, arremetiendo con mordacidad elegante –y yo diría que también con una cierta dosis de falsa humildad- contra la iglesia católica y los artistas más famosos de su época. Poca reverencia se advierte en sus páginas hacia nada o hacia nadie, y cuando ésta aparece lo hace con la misma sutileza con que lanza su sarcasmo, veladamente, como si no fuera un cumplido al igual que el insulto no parece tal. Como dice Durrell en el prefacio “… es irreverente, ingeniosa y, en parte, un poquito indecorosa;… en manos de Royidis el personaje de Juana se convierte en algo más que una marioneta satírica”.

La novela, más allá de la versión que adopta del mito, que para mí es lo de menos (y que no voy a desvelar), le sirve de recurso liviano y frugal para expresar su profundo conocimiento de la historia, para decir lo que piensa sobre sus coetáneos y predecesores, y para revelar sus ideas más íntimas sobre el ser humano y sobre la opinión que le merecen las organizaciones supuestamente filántropas que éste ha dado a luz. Escrita en un estilo maravillosamente fresco e imperecedero, divertido, incisivo y malévolo a la vez, constituye una obra imprescindible que ocupará un lugar de honor en mi estantería, y que desde luego leeré en alguna otra ocasión, cuando el recuerdo lúcido y vital que ahora mantengo comience a abandonar mi memoria. Misógino al principio, a mitad de la novela se muestra ya incondicionalmente enamorado de su protagonista, a la vez parte constituyente e instrumento de su crítica. Contada sin intermediario alguno, desde su propia perspectiva, interrumpiendo el relato con sus opiniones y divagaciones, convierte al lector en su cómplice o censurador, según la sentencia. Te mueve a la sonrisa y aún a la risa en algunos momentos, a la ira y la indignación, al entendimiento y la comprensión, a compartir algunas cosas con él y disentir en otras, al debate interno y a la duda existencial y, en definitiva, a ampliar la visión sobre el ser humano, sus creaciones, sus normas, sus prohibiciones y sus supuestas conquistas.

Una pequeña obra de arte de la moderna literatura griega, políticamente incorrecta de forma absoluta y brillante, que no debería caer en el olvido, se esté o no de acuerdo con sus planteamientos y le pese a quien le pese. Al parecer la única edición que ha llegado a nuestras librerías fue traducida y adaptada del griego al inglés por Lawrence Durrell.

Hay otra novela basada en el mismo personaje que se titula La Papisa y fue escrita por Donna W. Cross, de la que guardo un leve pero buen recuerdo, que refleja de modo distinto la lucha de esta supuesta ambiciosa y emprendedora mujer por conquistar la igualdad y alcanzar un puesto en la sociedad que estaba, está y estará, reservado únicamente a los hombres.

En realidad el mito de Juana podría ser sin más una representación metafórica de la lucha de las mujeres por alzarse a la posición que merecen y que el predominio de la fuerza bruta masculina les ha negado durante la historia de la humanidad. ¡¿Quién sabe…?!

Título original: Pope Joan
Traducción al castellano de Estela Canto
Primera edición: junio de 2000
© 1954 by Lawrence Durrell
© 1977, Edhasa
ISBN: 84-350-9979-2
Depósito legal: B-31.436-2000
Precio aproximado: 3 – 5€

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19 comentarios en “LA PAPISA JUANA – Emmanuel Royidis

  1. tito dice:

    Lo de la silla con una abertura en el asiento era para comprobar que el candidato a papa no era eunuco lo cual lo imposibilitaría para el papado.

  2. Urogallo dice:

    Yo había oido que era una letrina sin más.

  3. Germánico dice:

    ¿Pero no los eligen en estado de gracia? no creo que en semejante circunstancia te dé un retortijón…

  4. Marbenes dice:

    En realidad Tito, ambas cosas, ser mujer o ser eunuco, invalidarían al candidato/a para ocupar el trono papal. Pero lo cierto, según los historiadores más serios, es que dicho tipo de silla no se utilizaba en absoluto para tal fin comprobatorio, si no que, de haber sido usada por algún papa, sería como silla de baño, que abundaban en Roma.

  5. Akawi dice:

    La verdad no tenía ni idea de la existencia de esta fábula, por lo que me ha llamado mucho la atención y me resulta muy llamativo.
    Me he sorprendido con lo de la silla-potrona para tales usos. Ja, ja, ja,

    ¡En fin! Lo de siempre, las mujeres ni teníamos cerebro, ni alma. Y aún para la Iglesia…….. no sabría decirte. ¿¿¿???

    Marbenes me parece muy buena tu explicación sobre este libro. Libro curioso por lo menos.

    Un abrazo.

  6. Ariodante dice:

    Buena reseña, Marbe. Leí el libro hace miles de años, y creo que por dos veces, y ambas me reí muchísimo. O al menos creo recordar que fue asi. Como lo tengo en casa, igual le doy una tercera lectura.

  7. Tarquinia dice:

    Irreverente y divertido, sí señores. Todo lo contrario que cierta adaptación cinematogràfica bastante setentera (segun IMDB, de 1972). Pesada, lenta, la recuerdo con una sensación de aburrimiento total … Todo lo contrario que la lectura de esta pequeño clàsico.

    Por cierto, según una corriente historiogràfica, el mito de la Papisa Juana aparece en el contexto de la «pornocracia», el escàndaloso periodo de Teodora-Marozia y los papas nombrados por las familias patricias en funcion de sus habilidades y servicios eròticos (S. IX y X). Un mundo interesante, el de la Edad Media. Si algún especialista de este foro nos quisiera ilustrar sobre este periodo sería apasionante…

  8. Laurence dice:

    Muy buenas Marbenes, y muy buena la reseña. Yo leí hace tiempo «La Papisa», la de Donna W. Cross (aunque no recuerdo demasiado, sólo que me pareció una trama original y que me la leí sin pesar). Pero me has pintado tan bien este libro que ahora lo que estoy tentada es de encontrármelo en alguna librería y hacerme con él ¡¡.

    Un saludo.

  9. Toronaga dice:

    Buena reseña, lo leí hace tiempo, tengo buen recuerdo….

  10. Marbenes dice:

    Akawi, en realidad durante mucho tiempo -e incluso algunos aún hoy día- se pensó que no era una fábula sino que se trataba de un personaje real, que existió y ocupó el trono católico de Roma, y que la iglesia se esforzó por borrar cualquier rastro de su existencia. Hoy en día está ampliamente asumido que no fue así, y lo de la silla completamente desmentido en cuanto a dicho uso. Respecto al papel de la mujer en la historia es como lo de la memoria histórica, para evitar resentimientos mejor dejarlo estar y mirar hacia el futuro, que esperemos sea más halagüeño.

    También yo he leído eso que apuntas, Tarquinia, de que fuera Marozia quien diera origen al mito. Supongo que entre tanta hipótesis tendremos que conformarnos con hacer un batiburrillo de aquellas que nos parezcan más admisibles y quedarnos con la idea que no deja de ser original y curiosa cuanto menos.

    El tema es ciertamente interesante y la novela en cuestión facilísima de leer porque, entre otras cosas, es muy cortita (tanto que da pena que se acabe tan pronto) y, no diría divertida, sino lúcidamente amena. Además por Internet se encuentra y muy económica, pero en una librería de viejo la encontré por 1€. Así que Ario, Laurence, Toronaga ¡ánimo y a por ella!

  11. Marbenes dice:

    Ah, ¡qué olvido imperdonable!, y gracias a todos.

  12. Jaime dice:

    La leí no ha mucho, un año aproximadamente, y coincido con varios de Uds. en lo de ameno, divertido e irreverente, fue una buena lectura; especialmente este último adjetivo me trae a la memoria un texto muy actual, del cual me enteré leyendo un periódico de Chile, en que se entrevistaba al autor, quien señalaba que su obra pretendía ante todo ser irreverente, y por curiosidad fui a la librería, y como acostumbro, leí algunas páginas al azar para decidir si lo compraba o no; en resumen desisití de ello precisamente, porque de las pocas líneas leídas me quedó muy claro que de irreverente no tenía nada, era solo una diatriba rabiosa, exenta de originalidad, en contra de la Iglesia Católica. Me refiero a la Puta de Babilonia de un tal mexicano de cuyo nombre no quiero acordarme.

  13. Marbenes dice:

    Desconozco el libro que mencionas, sin embargo, Jaime, no sé si estarás de acuerdo pero no me parece ése el caso de Royidis. Me resultó irreverente y divertido como quien tiene gracia de forma natural, sus frases no son forzadas ni sus críticas agrias y destila elegancia al enunciarlas.

  14. JJSala dice:

    En «Vicarios de Cristo» de Peter de la Rosa, hay un capítulo titulado Pornocracia Papal, en el que se incluye la historia de Teodora y su hija Marozia, y en el que menciona que Marozia es el origen básico de la leyenda de la papisa Juana.

    Sobre la obra reseñada (excelente Marbenes), la leí hace muchísimos años y únicamente recuerdo que me resultó sumamente agradable y divertida su lectura, sin más connotaciones, pero es posible que las haya, cuanto menos en la intención de Royidis.

    Salud y buen Año Nuevo a todos

  15. Marbenes dice:

    Gracias JJ.

    Yo sí capté connotaciones; menos de las que se entreven porque al no conocer bien la época en que vivió, los personajes contemporáneos a él y la historia particular de sus zonas de influencia, muchas, aunque adivino en ellas una crítica, se me escapan por su base. De hecho, me atrevería a asegurar que está plagado de guiños al lector. Pero una cosa está clara, si lo hubiera leído hace años casi con seguridad no habría captado nada y habría quedado para mí nada más que como una lectura entretenida.

    Feliz año nuevo que ya se acercaaaaaa!

  16. Laura dice:

    Y el libro lo he leido hace poco y me ha gustado mucho.
    Eso sí, me costó mucho encontrarlo en las librerías

  17. Joaquín dice:

    Esta traducción de la obra de Royidis es bastante mediocre, por no decir mala. Parece mentira a quiénes se da a traducir ciertas obras que merecerían un traductor con más conocimiento, no sólo del inglés, sino del español, y Estela Canto, la traductora, parece haber aprendido el castellano por la tele.

  18. Philopon dice:

    También yo leí el libro de Royidis y casi me muero de la risa. Para mí, que no soy creyente en la Iglesia Católica, no escandaliza ni dice nada de mal gusto. Es simplemente un libro de humor. Ni creo que el autor haya tenido otra intención que hacernos reír. Vi la película de los años 70 y las más recientes, Die Päpstin, y leí el libro de Donna, que me ha parecido demasiado feminista para mi gusto. Esas escenas de amor en la casita del bosque con el caballero de la armadura que combate a los vikingos, me parecen de un dulzor excesivo. También se podría decir feminista la escena erótica sado masoquista en el bosque de otro libro sobre el mismo personaje de un tal Cerinto, no sé si traducida del inglés, en el que la historia en lugar de ceñirse al relato conocido, cambia hasta hacerse casi irreconocible si atendemos a la letra, pero no al espíritu. En fin, con un poco de buena voluntad se la podría considerar una variante fantástica del original. También es de humor y no me ha disgustado.

  19. cristian dice:

    La Papisa , una realidad de Juana e impresionante su inteligencia desde su infancia.
    pero nunca se encontro al papa ?

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