LA NOVELA BLANQUEADA – Iván Tolstói

9788415863991En noviembre de 1957 vio la luz la primerísima edición de El doctor Zhivago, de Boris Pásternak, en traducción italiana. Al año siguiente, el escritor fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, lo que en diversos medios de prensa occidentales se proclamó como una bofetada a la Unión Soviética: la obra había sido vetada en ese país y su autor tenía cierto renombre como escritor reprimido por el régimen. La verdad es que, antes de la bullada novela, la obra de Pásternak era muy poco conocida fuera de la URSS, cosa explicable no sólo por el aislamiento de la cultura soviética sino porque la poesía de Pásternak –lo medular de su quehacer literario- era de muy difícil traducción y no encajaba con los gustos predominantes en Occidente. Es cierto que desde 1946 había sido varias veces propuesto para el Nobel, la primera de ellas por iniciativa del reputado helenista y eslavista C. M. Bowra, pero la lírica pasternakiana no pasaba de ser objeto de culto de un puñado de conocedores (Isaiah Berlin entre ellos). Por otro lado, la moderada fama de Pásternak como escritor oprimido por razones políticas sólo se justificaba a medias. Nunca había el poeta alzado su voz contra el régimen, y su mayor gesto de desafección fue el negarse a escribir según los dictados del realismo socialista o plegarse al culto de Stalin. Era ante todo un escritor independiente, en vez de un opositor, pero esta sola independencia –que valoraba como exigencia irrenunciable de la literatura- tuvo para él un costo: durante las últimas décadas de su vida se vio obligado a vivir de las traducciones de autores clásicos como Shakespeare y Goethe, lo que apenas le proporcionaba recursos para mantenerse en pie y a su familia. Si no era un verdadero disidente, tampoco era un escritor oficial. En cualquier caso, la publicación de su novela en el extranjero fue vista por el Kremlin como un acto de deslealtad del escritor, y la concesión del premio Nobel en 1958, como una maniobra del bloque capitalista, con toda seguridad debida a los oficios de la CIA. Cosa ésta en que los soviéticos no descarriaban mucho. 

La novela blanqueada (2007), obra del periodista ruso Iván Tolstói, es la historia pormenorizada aunque todavía incompleta de un episodio menor de la Guerra Fría, la que también tuvo una dimensión cultural. En la dilatada confrontación entre los EE.UU.y la URSS, ambas superpotencias aprovechaban cuanta ocasión se les presentara para socavar la posición del rival y afianzar la propia, incluyendo el potencial propagandístico de las manifestaciones culturales. No es extraño, pues, que un organismo como la CIA se propusiese utilizar como arma arrojadiza una novela rusa vetada, aunque sólo fuere por el hecho de haber sido prohibida. Porque el intríngulis del asunto residía justamente en el veto de la censura. Leída en la actualidad, resulta casi sorprendente que una novela como El doctor Zhivago pudiera pasar por ofensa o por amenaza para un régimen político cualquiera. Ni es El doctor Zhivago una novela propiamente política, ni tenía razones el régimen soviético para considerar a su autor un auténtico enemigo del Estado. Ni siquiera habían leído la novela los agentes estadounidenses que maquinaron su publicación en ruso; bastaba con que hubiese sido vetada. El mismo Pásternak lo dio a entender: escaso revuelo habría provocado su obra si las autoridades soviéticas hubieran tenido el buen criterio de autorizar su publicación. Pero la Unión Soviética era una entera anomalía, desde todo punto de vista una aberración. Una obra que en Occidente hubiera sido evaluada según criterios preferentemente literarios, en un régimen como el soviético, que todo lo politizaba y en que todo debía obedecer a una unívoca y exclusiva línea ideológica, dicha obra podía tenerse por insoportable amenaza existencial. Las sociedades cerradas sólo pueden ver en las manifestaciones autóctonas pero extrañas a su cosmovisión fundacional una aporía y una trizadura, equiparable en nivel de riesgo a una falla geológica; su respuesta borda por tanto el histerismo. Cuidémonos mucho de desear ver convertidas nuestras sociedades en sociedades cerradas.

La que narra Iván Tolstói es una historia de intriga y suspenso, y para los amantes de la literatura tiene el atractivo adicional de tener por objetivo la publicación de una novela. El papel de la CIA consistió ante todo en instigar la aparición de una edición en ruso de Zhivago, cosa que se consideraba indispensable para la postulación de Pásternak al premio Nobel (sin embargo, la publicación en el idioma original no es un requisito que conste en los estatutos de la Academia Sueca). Debía hacerse de modo clandestino, ocultando todo indicio de participación estadounidense en la operación. El primer paso era la obtención de una copia del original. Como cualquier escritor, Pásternak se impacientaba por ver publicada su novela, por lo que distribuyó cuatro copias en el extranjero. Curiosamente, fue un comunista leal a la URSS quien por fin se hizo cargo de la primera edición: Giangiacomo Feltrinelli, joven millonario milanés que ansiaba dejar huella en el mundo editorial y que con su edición de Zhivago quería prestar un servicio a la superpotencia comunista, demostrando que la gran literatura rusa no había perecido. (Es evidente que no conocía a la URSS…) Feltrinelli defendía a brazo partido su presunta condición de dueño de los derechos mundiales de la novela, pero el caso es que una copia exacta de su ejemplar original (en ruso) fue la que llegó a publicarse sin su autorización en Holanda, bajo el sello de Mouton, una compañía editorial que se preciaba de seria y que de ninguna manera quería inmiscuirse en el contencioso soviético-estadounidense. En medio de esta historia tenemos un avión de pasajeros que hace una escala fuera de itinerario en Malta, y unos individuos que extraen del portaequipajes un maletín y luego fotografían cada página de un grueso manuscrito de caracteres cirílicos… El remate está en la circunstancia de que la CIA pudiera anticipar el resultado de las deliberaciones del comité del Nobel: tan eficiente fue su labor de infiltración.

Los vericuetos de una trama que recuerda las novelas de espionaje son muchos, e implican a personalidades y organizaciones que, en algunos casos, operaban como agentes encubiertos y tapaderas de diversos servicios secretos: CIA, MI6, BVD (de Holanda), KGB. Tolstói adereza la narración con oportunas semblanzas de buena parte de los involucrados: desde Feltrinelli a oscuros agentes, intermediarios y editores que se desenvuelven en los escenarios más variopintos, incluyendo grandes personalidades del mundo de la cultura, como el célebre lingüista y teórico de la literatura Roman Jakobson (uno de los fundadores de la editorial Mouton) y el compositor y gestor cultural Nikolái Nabókov (primo del escritor y un alto funcionario de la UNESCO; también fue hombre clave del Congreso por la Libertad de la Cultura, entidad respaldada por la CIA).

Naturalmente, toda esta historia es una sabrosa anécdota que en nada concierne a la entidad literaria de El doctor Zhivago ni al decoro de su autor. Es cierto que Pásternak hizo llegar varias copias de su libro al extranjero, pero lo ocurrido a continuación escapaba por completo de sus manos. Como fuere, El doctor Zhivago tiene el honor de haber sido la primera publicación tamizdat (el nombre en ruso para los libros prohibidos por la censura y publicados en el extranjero).

– Iván Tolstói, La novela blanqueada. ‘El doctor Zhivago’ de Pásternak entre el KGB y la CIA. Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2014. 397 pp.

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19 comentarios en “LA NOVELA BLANQUEADA – Iván Tolstói

  1. ARIODANTE dice:

    Vaya, Rodrigo! Menudo sobresalto me he llevado cuando he leído el título del libro y luego Tolstoi…(sin darme cuenta que delante ponía Ivan y no Lev) pensando, «Anda ya, una novela de Tolstoi que no conocía…» Pero claro, luego he leído con detenimiento y mesura y veo que es otro Tolstoi y no el Gran León (quien, precisamente nació un día como hoy, si seguimos el calendario juliano).
    Me parece un libro curioso este que reseñas. Conocía solo vagamente las vicisitudes de Pasternak y de la publicación del libro. Esta puede ser una ocasión para enterarse a fondo. Estupenda reseña, como siempre.

  2. Iñigo dice:

    Qué interesante!!!!

  3. samizdat (autoedición), se llamaban los panfletos de la prensa clandestina anti soviética, y no como figura erróneamente en el artículo, tamizdat.

  4. Rodrigo dice:

    Los es, Iñigo. De veras interesante.

    Gracias mil, Ario. En la solapa del libro se informa que este Tolstói es pariente del gran escritor.

    Luciano, dos observaciones. 1) “Samizdat” se llamaba no sólo a los panfletos, también a todo escrito de publicación y circulación clandestina, incluyendo obras maestras de la literatura como el El maestro y Margarita (Bulgákov); 2) “tamizdat” es el término usado para designar los escritos publicados en el extranjero, adonde se los enviaba de manera clandestina; etimológicamente equivale a “publicado allí”. El doctor Zhivago fue la primera publicación “tamizdat”; El primer círculo (Solyenitzin) y Vida y destino (V. Grossman) estuvieron entre los casos más famosos del género.

  5. ARIODANTE dice:

    ¿Pariente? ¡Qué curioso! Bueno, la verdad es que después de haber tenido 13 hijos y tropecientos mil nietos, lo raro es que no hubiera algún pariente escritor.

  6. bien. asumo mi ignorancia,. gracias. slds.

  7. …y para ser aún más claro, aquí va la explicación de la organización cultural rusa (Tamizdat), que se ocupa de difundir sus actividades en el exterior:
    «Tamizdat» means something! «Samizdat» (from Russian, meaning «self-published») is a word that describes dissident activity across the Soviet bloc in which individuals reproduced censored publications by hand and passed the documents from reader to reader. «Tamizdat» («Published over there») refers to literature and artwork, produced within the Soviet Bloc, but published abroad, often from smuggled manuscripts and masters. Our organization’s original focus was on bringing the underground and independent music of newly post-Soviet Central Europe to audiences in Western Europe and the Americas, so the terms seemed an apt one for the work were doing.

  8. hahael dice:

    Sí, eso es, Rodrigo. Samizdat (en ruso самиздат) viene del adverbio сам (propio) y Tamizdat a su vez viene de там (de allá). No sé qué te parece, ¿desde cuando se emplean esos términos? Diría que no antes de 1945.

    El libro no lo conocía, pero parece muy interesante; espero leerlo en breve (ya lo tengo localizado). ¡Gracias, Rodrigo por la reseña!

  9. Rodrigo dice:

    Pues sí, parece que el término “samizdat” surgió en los años 40. La entrada correspondiente en la Wikipedia atribuye su origen al poeta Nikolái Glazkov.

    Gracias a ti, Hahael, por el comentario.

  10. …enriquecimiento del idioma que le debemos a lenin, stalin y herederos.

  11. Caballero dice:

    Caray Rodrigo, además de agradecerte tus reseñas y recomendaciones me veo en la necesidad de hacerte un afectuoso reproche. Tendremos qué buscar el modo de marcar ciertos textos según su grado de intensidad emocional. Me acabo de leer los capíítulos 47-48 y 49 de la segunda parte de «Vida y destino» en la que narra la llegada del convoy judío al campo de concentración. No sé si exista en la historia de la literatura una descripción de ese momento más desgarradora que la que escribió Grossman; pero a mí me ha roto el alma.

  12. Rodrigo dice:

    Muy cierto, Luciano.

    Uf. Caballero: ese pasaje es en verdad terrible. Entre otras cosas, describe la única ocasión en que Sofía Levinton cede en toda su vida a los instintos maternales, ¡y mira las circunstancias en que lo hace! Una de las escenas más desgarradoras de la novela. Creo que fue una de las pocas que destaqué en mi reseña.

    La caracterización del personaje está en Por una causa justa y es muy buena. Leyéndola se calibra mejor el significado de aquel pasaje… cosa que en realidad vale para el díptico entero. Justamente en eso estoy por estos días: leyendo Por una causa justa, ya por tercera vez (y a sorbitos, compaginándola con otras lecturas). Me gusta mucho pero me reafirmo en mi apreciación: Vida y destino es mejor. La gran diferencia entre ambas partes está en el trasfondo ideológico, que no por tangencial a lo estrictamente literario deja de ser relevante. Hay cosas en la primera novela que encajarían mejor en un panfleto; en conjunto no abultan más que una o dos decenas de páginas (la novela consta de mil), pero rechinan, son un estorbo. Si no fuera por este detalle, la novela tendría tanta fama como su sucesora y festejaríamos una magna obra en dos partes.

  13. Ernesto dice:

    Ismael Kadaré estudió en Moscú en sus años mozos y fue testigo directo la reacción soviética ante la concesión del Nóbel a Pasternak: lo narra (ficciona) en El Ocaso de los Dioses de la Estepa.

  14. Rodrigo dice:

    Sí, lo recuerdo. Kadaré refleja muy bien el ambiente del momento, con la virulenta campaña orquestada contra Pásternak. El pobre debió soportar una andanada de injurias, acusaciones y amenazas vertidas en y por todos los medios. Debió ser muy difícil para él.

  15. Rosalía de bringas dice:

    Gran reseña y atractiva lectura (de esas que cabría colocar en la pila…), como siempre…
    Me ha llamado la atención el término «bullada» que emplea Rodrigo en su texto.
    ¿Qué significa?

  16. Rodrigo dice:

    Que da que hablar, o que ha generado ruido.

    No sabía que fuese un chilenismo, o americanismo. Por estos lares es un término de uso corriente.

  17. y yaquestamo… falta la preposición «de»; o sea, «que da DE qué hablar». :)

  18. Jose Sebastian dice:

    «armar bulla» también se utiliza en el otro lado del atlántico. Al menos en mi zona – comunitat valenciana – significa generar «jaleo», bronca, ruido.

  19. Napos dice:

    Hola,

    Acaba de salir otro libro sobre este mismo tema.
    «El expediente Zhivago» Couvée, Petra ; Finn, Peter, Editorial Bóveda.

    Saludos.

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