LA HIJA DE JEFTÉ – Lion Feuchtwanger

LA HIJA DE JEFTÉ, Lion FeuchtwangerLa hija de Jefté fue la benjamina de Feuchtwanger (1884-1958), el último vástago de su narrativa histórica y de toda su producción literaria. Y, aunque desde que se publicó, en 1957, ha vivido a la sombra de sus afamadas hermanas mayores (como la trilogía de Flavio Josefo, o La judía de Toledo), ésta que ahora nos convoca no sólo es una excelente, honda y emotiva novela, sino que condensa, como ninguna de sus hermanas lo hace, el testamento ideológico del autor.

Es casi un lugar común afirmar que la biografía de un escritor determina gravemente su obra; pero en el caso de Feuchtwanger, la reflexión es inevitable, porque, en su caso, el cliché deviene en paradigma. Nació y creció en Munich, en el seno de una familia tan alemana como judía; luchó por su patria en la I Guerra Mundial; denunció la filosofía del nacionalsocialismo desde sus primeros escritos; sufrió el exilio en Francia tras el ascenso de Hitler; fue declarado «Enemigo Público Número Uno» de Alemania y vio arder sus obras en las piras de la intolerancia; capturado y recluido en el campo de concentración francés de Les Milles, logró escapar con la ayuda de su mujer; y finalmente, se estableció en California en 1943, donde siguió escribiendo hasta su muerte. Naturalmente, esa azarosa existencia tuvo un intenso reflejo literario, empapando de dramatismo y denuncia cada página, cada párrafo y cada palabra de su narrativa, cuyo vigor y carácter proporcionan a Feuchtwanger un lugar de privilegio en la Exilliteratur, la generación literaria de escritores -fundamentalmente alemanes, pero también checos, húngaros, austríacos, franceses, holandeses… – cuya obra quedó marcada por el exilio al que abocó el totalitarismo nazi.

En cierto modo, los aficionados a la novela histórica estamos en deuda con Feuchtwanger. Imbuido de ese «espíritu del exilio», el autor participó en los intensos debates que se suscitaron entre los exiliados respecto a la «utilidad» o «futilidad» de la narrativa histórica como instrumento para la denuncia política. Frente a los detractores del género, que lo consideraban exclusivamente «literatura de evasión», Feuchtwanger lo defendió sin complejos, arguyendo las posibilidades que ofrece la ficción pretérita para la reflexión sobre el presente; una defensa más valiosa aún, si cabe, teniendo en cuenta el enorme descrédito en que, allá por los años 30, se había sumido el género, vapuleado por su impenitente romanticismo folletinesco.

La concepción del género como parte integrante de la llamada «literatura comprometida», subyace en toda la obra de ficción histórica de Feuchtwanger. Y así como en El falso Nerón, el autor denuncia el totalitarismo de Hitler, y en La judía de Toledo reivindica la tolerancia religiosa -e incluso el ecumenismo- entre las tres doctrinas monoteístas, en La hija de Jefté parece cerrar el círculo, denunciando sin ambigüedades la intransigencia religiosa y el nacionalismo excluyente de su propio pueblo, y rematando así la cruzada que ya iniciara un cuarto de siglo antes con La guerra de los judíos, el primer volumen de su trilogía sobre el historiador Flavio Josefo.

El trágico argumento de la última novela de Feuchtwanger recrea un relato bíblico muy conocido en otros tiempos, en los que la cultura occidental aún no había renegado de sus orígenes ni renunciado a la excelencia. Ello explica que inspirara grandiosos oratorios como el de Haendel, dramáticos versos como los de Byron o evocadores lienzos prerrafaelitas como el de Millais. Hoy, sin embargo, casi nadie conoce el episodio, por lo que se impone la discreción para no desvelar el argumento al lector potencial (si es que alguno queda en Hislibris de gustos tan extravagantes como los del reseñador).

Pero sí puede adelantarse que La hija de Jefté se ambienta en la época de los «jueces» bíblicos, esa especie de jefes tribales que, como Josué, Débora o Gedeón, comandaron el pueblo judío desde el comienzo de la conquista de Canáan hasta el establecimiento del reino de Israel; una cronología que nos transporta, pues, a algún momento de los siglos XI o XII a.C., entre la última Edad del Bronce y la primera Edad del Hierro. Jefté fue uno de esos «jueces» en cuya biografía se entremezclan el salteador de caminos y el libertador del pueblo, y cuya personalidad imaginó Feuchtwanger compleja y contradictoria, inspirada por nobles ideales, leal en la adversidad, aguerrido e incluso heroico; pero al mismo tiempo insolente, ambicioso, vengativo y, sobre todo, soberbio.

Sin pedantería y sin cansina erudición didáctica, con discreción y elegancia, Feuchtwanger levanta un colorido escenario con evocadores decorados históricos, arqueológicos y, muy especialmente, antropológicos, que ofrece al lector una reconstrucción mucho más realista y verosímil que la del legendario episodio bíblico en el que se inspira la novela. La mentalidad primitiva impregna todo el relato, contribuyendo a recrear, magistralmente, una época de ancestrales costumbres, arraigadas supersticiones, caprichosos dioses tribales, cruentos y mágicos sacrificios y arcaicos rituales que pugnan por sobrevivir frente al inexorable y arrollador avance de la «civilización». Un tiempo en el que dos modos antagónicos de entender la vida, nomadismo y sedentarismo, compitieron por el mismo espacio y, sobre todo, por la conquista del mañana.

Y en el proscenio, asoman unos personajes tan imperfectos, tan vigorosos, tan «vivos», tan humanos… como el Dios tribal, celoso, cruel y vengativo en que se miran; y juntos, representan un drama que, hoy como ayer, se nutre de los mismos sueños, odios, deseos, envidias, rencores y ambiciones que alimentan las pasiones humanas en cualquier tiempo y en cualquier época. Porque la verosímil recreación de Feuchtwanger no persigue, en modo alguno, la estricta fidelidad a los hechos, sino, muy al contrario, la evocación poética de un tiempo mítico y legendario en el que el hombre del presente, alienado por el peso de la historia, pueda ver reflejado un trozo –acaso oscuro, pero también auténtico- de su alma.

La hija de Jefté es, en fin, un bello canto a la paz y a la libertad, aunque oculto tras un atronador estruendo de crueldad descarnada, de intransigencia y fundamentalismo, de mentiras, de iras y venganzas. Una novela conmovedora, de fresca y fluida prosa, ágil y bien traducida. Y, para regocijo de los amantes del género, con un hermoso regalo en el epílogo: una encendida y sólida defensa de la novela histórica.

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84 comentarios en “LA HIJA DE JEFTÉ – Lion Feuchtwanger

  1. juanrio dice:

    Arauxo, como me ocurre siempre que leo una reseña tuya, me dan ganas de salir corriendo para hacerme con el libro. Después de leerte he buscado la historia de este Jefté y su hija y he recordado su historia, que si conocía aunque permanecía muy atrás en mi memoria. Andará por mi casa un libro de historias de la Biblia en el que seguramente se contaba esta, aunque ahora es cuando he comprendido a que se le llamaba Jueces en ella.

    Sólo he leído una novela de este autor, Los hermanos Oppermann, y me gusto mucho, aunque su temática es muy distinta de ésta que nos presentas.

  2. Vorimir dice:

    Interesante reseña Arauxo.

    La trilogía sobre Flavio Josefo que comentas… ¿que tal es? ¿te gustó?

  3. Rodrigo dice:

    ¡Arauxo está de vuelta! ¡Albricias!

    Una reseña excelente, por supuesto, que viene a subsanar en parte lo que he tenido por un curioso vacío sobre Feuchtwanger, autor de prestigio y cultor del género hislibreño primordial: la novela histórica. (Vacío que ha podido notar incluso uno como el que comenta, no precisamente aficionado al género.)

    De este escritor he leído algunas cosas, y la verdad es que no siempre me ha surtido el mismo efecto. Por ejemplo, “El judío Süss” me resultó inquietante y “La sabiduría de los locos”, mortalmente tediosa. Pero la elegancia y la ausencia de pedantería son constantes en su obra, fundamentales en el pulimentado oficio narrativo del que hace gala. Para mi gusto, los paralelismos históricos de los que suele valerse y su militancia en la mentada literatura comprometida son un valor añadido considerable (aunque no sea imprescindible en la literatura de calidad).

    La novela reseñada parece atractiva. La tendré muy en cuenta.

    Saludos.

  4. jerufa dice:

    ¡Joder, Arauxo, que sorpresa!, ¡Tú por aquí, de nuevo!
    Y además, con un personaje bíblico, de esos que tanto te gustan y de esos que tanto desconozco. Gracias a tí, leí Berenice, la hija de Agripa y gracias a tí tengo la colección de Los reyes malditos y El lazo de púrpura, pendientes de leer y bellos descubrimientos literarios.
    A la espera quedará este, que examinaré con inusitado interés en cuanto tenga ocasión, ¿lo coges, majo? y no me cabe duda, de la forma en que la describes, que se tratará de algo a tener muy en cuenta.
    Ya me contarás.
    Felicidades por el reencuentro y retorna, hijo, retorna, que no mordemos. Busca, elige, selecciona y participa, ¡coñe!
    Un abrazo muy, muy familiar.

  5. JJSala dice:

    ¡Hola Arauxo!.

    Ya se que pensarás ¡este tío otra vez!

    Pero no temas, no es para polemizar (confiesa que, en el fondo, te gusta, que he leído tus reseñas y tu mismo confiesas que mantienes polémicas por doquier).

    Es solo para felicitarte por tu reseña, magnífica, ilustratriva y profunda.

    Este libro lo tengo a medio leer. Lo empecé con muchas ganas pero lo tube que dejar pues lo encontraba un tanto «pesado».

    Ahora, después de leer tu reseña y en cuanto tenga un hueco, intentaré terminarlo, ya que seguro que lo veré de otra manera.

    Salud

  6. Koenig dice:

    Buenas tardes.

    Albricias y zapatetas (como decían los zapatilla) Arauxo.

    Un gusto de reseña, un tema interesante para la novela y una polémica que podríamos extender a esta página la que sostuvo Feuchtwanger.

    No te diré bienvenido de nuevo, no vayas a creerte que creo que te fuiste.

    Saludos.

  7. Valeria dice:

    Otro título más para el saco. Magnífica intervención como siempre, Arauxo. Ya sabes que comparto gustos extravagantes, y no será esta la primera novela histórica con trasfondo bíblico que acometa. Anotada queda , porque del autor la verdad es que sólo me sonaba «La guerra de los judíos».

  8. ascanio dice:

    ¿Y no te suena La judía de Toledo, Valeriana? Esa era la única que me sonaba a mí.

  9. La abuela de Arauxo que ha vuelto dice:

    Qué reseña más interesante, qué época más interesante y qué libro más interesante…
    JJSala, a mí me pasó como a ti, el principio se me hizo más pesado, pero una vez acontecido lo que tenía que acontecer (oh, misterio), la tensión y el pulso argumental aumenta vertiginosamente.
    Por cierto, una novela con un nudo y un desenlace de los que se te quedan grabados para siempre.

  10. Arauxo dice:

    (Que conste que alguien ha suplantado a mi abuela. O, posiblemente, la ha secuestrado y la tenga escondida en algún lugar de marte. Pero yo no tengo nada que ver con las andanzas de marcianos ni otras criaturas semejantes que pueblen Hislibris)

    Querido Juanrío:

    Por lo que me dices, debo ser demasiado vehemente en mis elogios, lo que supone un importante defecto si uno pretende cierta objetividad. A ver si, en la próxima reseña, consigo lo contrario: hacerte odiar el libro y el autor…

    Feuchtwanger escribe bien y cuida mucho su estilo. Si la novela está bien traducida suele ser agradable leerlas. Pero lo que es una constante en su obra es el compromiso ético y la hondura de su propuesta. Y la novela que tú mencionas no es una excepción.

    Por cierto: los jueces eran, en efecto, una especie de jefes tribales electos; algo así como un primus inter pares elegido entre los distintos jefes o patriarcas de las «doce» tribus de Israel, al que se le ungía y al que se designaba como comandante en jefe del ejército y juez supremo. Era, como se intuye, uno de los últimos estadios de la evolución del sistema político hacia la monarquía, que llegaría en torno al año 1000 a.C., con la figura de Saúl y, sobre todo, con la de David y Salomón.

    Querido Vorimir:

    La trilogía de Flavio Josefo gustará a todo el que se sienta atraido por la Historia del pueblo de Israel. En sus tres volúmenes, lo que hace Feuchtwanger es glosar al historiador judío y novelar su famosísima historia. Pero, además le imprime su sello personal. De hecho, el autor eligió novelar a Flavio Josefo porque el carácter «cosmopolita» y romanizado de éste ofrece una versión de la tráfica guerra de los años sesenta y setenta nada inclinada hacia el integrismo de los celotes o sicarios que se rebelaron contra Roma y muy crítica con el fundamentalismo que lo inspiró. Servía, pues, perfectamente a los objetivos de Feuchtwanger, que pretendía condenar el integrismo religioso.

    De momento, un saludo para todos. Y prometo aparecer pronto para contestaros a todos. (Eso sí: JJSala, por Dios, ya sé que no me persigues. Y, por si te sirve de adelento entretanto encuentro un hucequecillo para contestar: eres absolutamente bienvenido. No vayas a creer que las discrepancias en otras cuestiones abren abismos insalvables. Todo lo contrario; si son respetuosas, se agradecen y enriquecen la página).

  11. Arauxo dice:

    Tráfica, hucequillo, adelento… estoy fino, sí… En fin, perdún.

  12. cavilius dice:

    Tranquilo, Arauxo, no hace falta que te discalpes.

  13. JJSala dice:

    Fíjate si te persigo que he leído cuatro de las obras reseñadas por tí y tengo pendientes el «Papiro de Saqqara» y los «Reyes malditos», amen de terminar las que nos ocupa en este hilo.

    Salud

  14. pepe dice:

    Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal: prejuicio. Yo, que estoy lleno de ellos, cultivo algunos muy señalados en relación con:
    1) Los libros con un título horroroso. (Como el de la reseña)
    2) Los argumentos que tiene que ver con asuntos religiosos, compromisos morales o testamentos ideológicos. (Idem)
    3) La novela histórica en general. (Idem)
    4) Los gustos literarios arauxianos. (espero acordarme de tachar este último prejuicio antes de enviar el comentario)

    Hecho el esfuerzo que supone olvidar tales premisas, leo la reseña y empiezo aprendiendo cosas: la Exilliteratur. La biografía del autor es sorprendente y su vindicación de la novela histórica como instrumento de lucha política en contra de su uso como divertimento me hace reflexionar sobre mi prejuicio número 3). No es que vaya a darle la razón, pero es un buen tema de discusión que tiene plena actualidad: si la novela histórica estaba en un mal momento en los años 30, hoy día tampoco está para tirar cohetes.

  15. pepe dice:

    Las prisas por irme a comer han hecho que antes olvidara editar mi comentario y borrar el último prejuicio, así como mencionar que la reseña es muy sustanciosa. Ofrece mucha materia de reflexión, aunque alguien lleno de prevenciones y suspicacias como yo haya tardado en darse cuenta. Enhorabuena.

  16. pepe dice:

    Tema de discusión: la novela histórica como instrumento de lucha política. Bien, consideremos por ejemplo uno de los asuntos estrella de dicha lucha: la denuncia del poder totalitario y de la opresión. Existen numerosas novelas que tienen como fondo precisamente ésa cuestión. Los géneros son muy variados: van desde la ciencia ficción (Un mundo feliz o 1984, por ejemplo) a la narración satírica (Rebelión en la granja), pasando por la novela realista o sicológica (La fiesta del Chivo) -acotación: quizá las novelas sobre dictadores sudamericanos debieran formar subgénero propio- o la fábula aterradora (El firmán de la ceguera). También hay novela histórica, pero no piendo dar ejemplos y no veo qué ventaja pueda tener este género sobre los que he citado anteriormente para el asunto que nos ocupa.

  17. Ascanio dice:

    Chsssst… dejadle, dejadle, que está la mar de a gusto hablando solo…

  18. juanrio dice:

    Cuando la literatura, más aún la novela, intenta con mayor o menor fortuna constituirse en una forma de lucha o crítica política, bien directamente o bien por medio de una metáfora, suele convertirse en un tostón inaguantable. De hecho cuando leemos a novelistas con una excesiva significación política, sin que eso sea ninguna falta, tienden a echarnos hacia atras.

    Si ese intento de critica,o lucha, queda enmascarado y no es una metáfora evidente, lo que significa que estamos ante la obra de un autor con talento, podemos coger o no ese significado pero sin duda disfrutaremos con la novela. Si no es así….

  19. pepe dice:

    No hay peligro, Ascanio. La gente está en el hilo del panem et circenses que hay para celebrar/promocionar lo de los griegos. O donde los otros griegos preguntándose por la industria del calzado, verdadero motor de la economía lacedemonia; o donde los nuevos griegos, los del bronce. Coño, se me acaba de ocurrir, así, de repente, un título cojonudo: El porquero de Agamenon. El personaje central sería un filósofo venido a menos. Una especie de pícaro o de antihéroe -ese matiz lo discutiré con Valeria, si nos vemos donde el Cavilius esta semana. No puedo dar más datos no sea que me copien la idea. Τόσο πολύ.

  20. pepe dice:

    Como no estoy seguro de si estás a favor o en contra de lo que yo decía, Juanrio, no puedo calificar tu interesante comentario como lúcido (si a favor) o desafortunado (si en contra). En cualquier caso, sé bienvenido a este hilo que acabo de subarrendar al dueño por cuatro perras grodas.

  21. Rodrigo dice:

    Me parece un tema interesante.

    Yo creo que la clave política sí limita la relevancia de una novela (si poco o mucho, depende). Puede que perjudique su perdurabilidad. Pero creo que algunos casos se merecen un buen futuro. Orwell y Koestler, por ejemplo. Tal vez Feuchtwanger. Ah, y Kadaré.

    Juanrio, ¿qué opinas en particular de Orwell y Koestler?

  22. Derfel dice:

    Ahí me cuelo yo:

    Orwell tuvo una visión política genial en lo tocante a descubrir los engranajes del totalitarismo en un momento muy incipiente. Como literato, también me gusta, aunque hace mucho que le leí.
    Koestler me parece un turras. Igual en treinta años o así le doy otra oportunidad.

    Hala, que pase Locksley.

  23. Derfel dice:

    Uy, y un saludo a Araujo, que como es tan iracundo, igual se mosquea y me lanza un rayo desde el Olimpo.

  24. Ascanio dice:

    Concho, Derfel, en lo de Koestler vamos a coincidir y todo (siempre y cuando la palabreja esa de «turras» signifique lo que yo creo). Su «Espartaco» me pareció un panfleto tostonazo que para qué te cuento. Lo compré pensando que era el otro «Espartaco» y casi muero en el intento.

  25. pepe dice:

    Estoy de acuerdo con Rodrigo: no todas las novelas con intención política que se pueden calificar de mala o poco duradera literatura. Se me ocurren algunos ejemplos más: Vargas Llosa o los escritores rusos, que saben un rato del tema, o algunos de origen judío. Pero no olvidemos la tesis que Arauxo atribuye a Feuchtwanger sobre que la novela histórica es un vehículo ideal para la lucha política. Sigo sin ver porqué es mejor instrumento que… la novela policiaca o la novela social, por poner otros dos ejemplos.

  26. Derfel dice:

    ¿Cuál es el otro «Espartaco», Ascanio? ¿El de Espartaco Santoni y Massiel?

  27. Ascanio dice:

    El de Fast, cateto. En tu comentario ha quedado bien claro cuáles son tus preferencias televisivas.
    Pepe, a mí también me gustaría saber por qué la novela histórica es mejor instrumento que otros géneros.
    Y ahora te pregunto acerca de tu prejuicio número 3: ¿Tú eres de los que piensan que las buenas novelas históricas deben ser salvadas del género para que no se «contaminen» de las malas? Es decir, ¿juzgas al género por los bodrios? ¿Haces lo mismo con todos los géneros o solo con este? ¿Piensas que Yo, Claudio, Memorias de Adriano, Sinuhé, el egipcio o Berenice deben ser sacadas del género? ¿Por qué? ¿Porque son buenas? ¿No debería ser lo contrario? Es decir, ¿no deberíamos sacar a los bodrios del saco para que no pudran a las buenas novelas?

  28. Derfel dice:

    La respuesta a todas tus preguntas, excepto la última, es: SÍ

  29. Ascanio dice:

    Se lo preguntaba a Pepe, no a ti, que me importa un comino lo que pienses…
    Pero ya que me lo pones así, según tú, DERFEL (para que no haya confusiones esta vez), todos los géneros están llenos de bazofias y bodrios, ¿no? Es decir, tú no consideras una buena novela negra como dentro del género de novela negra, ¿no? Dentro del género de la ciencia ficción no existe buena ciencia ficción, ¿es así?
    Eso suena una mijita raro, ¿no te parece?

  30. Derfel dice:

    ¿Qué es mijita? ¿La contracción de mi+hijita?

  31. pepe dice:

    Viaje con nosotros es una de las canciones más divertidas de todos los tiempos.Un millón de amigos, Échame a mi la culpa o Pon una cinta en el viejo roble me traen buenos recuerdos y me gusta mucho escucharlas. Y cuando oigo la Cartagenera, si tengo cerca a mi mujer, me marco unos pasos de rumba con ella. Quizá ninguno de los ejemplos anteriores figure nunca con letras mayúsculas en la historia de la música, pero nos hacen disfrutar a casi todos. ¿Sabes lo que tienen en común? Que fueron, cada una en su momento «La canción del verano». Sí, querida Ascanio, como las de Opá, la charanga del tio Honorio, o el Chiki-Chiki, entre otras. ¿Gana algo una canción cuando se dice de ella que recibió tan alto y distinguido honor estival? Antes al contrario, lo pierde. Pues lo mismo cuando se dice de un libro que es una novela histórica. Para terminar tan conciliador comentario y que no se me enfade nadie voy a poner un enlace a otra canción del verano que, según he sabido por Javi, sonará el viernes cuando termine la fiesta del Cavilius. Al parecer, el citado autor lucirá para la ocasión pantalón campana y camisa estampada, con cuello «palabra de honor» y patillas «boca de hacha».

    http://www.youtube.com/watch?gl=ES&hl=es&v=orqI183wwzo

  32. Ascanio dice:

    ¿Por qué? ¿Necesitas saberlo para contestar a las preguntas que te he hecho? ¿O estás haciendo tiempo para pensar unas respuestas coherentes?

  33. Derfel dice:

    Es que lo de contestar bajo presión cronológica me pone nervioso: me recuerda a las Supertacañonas…

  34. Koenig dice:

    ¡Que bueno!

  35. Arauxo dice:

    (Voy a tener que contestar lo antes posible a los comentaristas, porque si no, esto va a degenerar en reseña-diarreica y ya hemos quedado muchas veces que para eso está Drácula, hombre. Prometo aparecer en cuanto tenga un ratito. Mientras tanto, Ascanio, tú dales duro, que para eso te pago).

  36. Aretes dice:

    ¿La pagas? ¡Yo pensé que lo hacía por amor al arte! Se me acaba de caer un mito.

    Interesada.

    Y, por no dejar de comentar lo de juanrio. Creo que tiene razón. Eso de cubrir de novela con o sin metáforas la política es algo delicado. Si no tiene arte lo contado, al margen de cual sea la crítica que pretende, puede resultar grotesco o pasado de rosca.
    Esas cosas chirrían más que una novela sin más.

  37. ipi dice:

    lo de derfel con ascanio va en serio ?? o estan de coña.
    Tú sabes algo Arauxo ??

  38. Jerufa dice:

    Lo de Derfel y ascanio, ipi, va de coña, eso seguro.
    En cuanto al comentario soez de Arauxo…sin comentarios.

  39. Ascanio dice:

    Va totalmente en serio, ipi: Derfel es un cateto.

  40. juanrio dice:

    Perdonen el retraso pero ayer no pasé por aquí.

    Pepe, en general estoy de acuerdo con lo que dices.

    Rodrigo, Orwell me parece un autor muy interesante, con una literatura acorde con su vida. Creo que Homenaje a Cataluña es un gran libro sobre la guerra civil que además tiene el valor de que un hombre fuertemente comprometido políticamente como él no quede cegado por el mismo. Tanto 1984 como Rebelión en la granja son, para mi, dos de las mejores novelas del siglo XX y deberían perdurar para comprender que sucedió en él.

    Koestler me gusta menos como escritor y más como personaje político. No he leído todavía el Espartaco de Fast, pero tampoco me parece tan malo el de Koestler, auqnque se le vé mucho el andamiaje. Mucho más interesante su autobiografía.

    Esa generalización por generos de las novelas es un tanto dicutible. A mí me gusta mucho la novela negra, pero a veces yo mismo califico como tal obras que sólo la rozan muy sutilmente. Y cuando la catalogan las mismas editoriales es para temblar. Con la novela histórica es aún peor. Se ha caído en una sucesión de títulos y portadas, todos iguales, y una saturación del género que si no fuera por los consejos de algunos reseñadores era para dejar de leer. Si pasas por una gran librería y buscas el estante de «Novela histórica» te puedes encontrar las mayores bazofias que se han publicado en este país.

    El mayor problema de la novela histórica, en mi opinión, es que es difícil que una novela muy bien contada, con ritmo y buenos personajes, esté bien doucmentada. Y al contrario, gente con muchos conocimientos y que quiere que todos se reflejen en la novela, haciendo que el lector se aburra soberanamente. El equilibrio entre ambas tendencias es la perfección, pero ya sabemos que la perfección está al alcance de muy pocos escritores.

    En fin, que no me enrrollo más.

  41. Derfel dice:

    Ahí le has dado, Juanrio: donde más le duele.
    Ascanio es una palurda.

  42. JJSala dice:

    Quizás deberíamos dividir la novela histórica (y no exclusivamente la novela histórica) en subgéneros que nos ayuden a distinguir lo que es una novela cuya base es el hecho histórico, es decir una novela en la que se relata un hecho histórico conocido y comprobado y en la que la novela sirve de vehículo para explicarlo y la novela de aventuras con fondo histórico.

    Como ejemplo de la primera podría citar «La fiesta del Chivo» y de la segunda «Los tres mosqueteros», entre los cientos que hay de cada una.

    Salud

  43. Rodrigo dice:

    Gracias por la respuesta, Juanrio. A ver si luego puedo agregar algo, lo mismo que responder a Pepe en el hilo de P. Levi, que ahora estoy más ocupadillo que lo normal. Pero vaya por adelantado que en general concuerdo contigo -aquí y en el otro hilo-.

    Saludos.

  44. Rodrigo dice:

    Esteeee… Por precisar: me refería más que nada a la primera parte de tu comentario, Juanrio, que en materia de novela histórica estoy debilucho. Yo espero que Arauxo tenga un tiempo para contestar.

    Aparte: como en general no me van los purismos, no me molesta tanto como a Ascanio (y a Derfel, según parece) que a la novela histórica se le de un uso político. Pero es cierto que se corre el riesgo de panfletizar; al final, obras cuya intención de polemizar en política es más relevante que cualquier otra consideración, difícilmente dejan huella en la historia de la literatura.

    Como señalé en su momento, “Los gladiadores”, de Koestler, no me pareció una gran novela, pero tampoco es que me haya disgustado. Ahora bien, perdida en buena medida la urgencia de los desafíos a los que se enfrentaba, como que sufre de esclerosis. Y al opinar arriba de este autor tenía más en mente “Oscuridad al mediodía” y su autobiografía que la novela de Espartaco.

  45. Ascanio dice:

    Bueno, Rodri, yo tampoco soy muy purista (ese es Jerufa, el de los puros) acerca de los conceptos de novela histórica y política.
    Pero yo creo que una cosa es la «utilización» de la novela como instrumento político, y otra es que en esa novela se viertan -porque no hay duda de que esto ocurre así- las experiencias del autor, como es el caso que nos ocupa.
    Es decir, es normal que la novela esté impregnada de las creencias, vivencias e ideas del novelista, pero otra cosa es utilizarla para hacer política.
    ¿El Espartaco de Koestler pertenece al segundo tipo? Pues no sé qué decirte, la verdad. Puede que no me gustara, simplemente, porque no me imagino el comunismo trasladado al siglo I a.C., así como tampoco me parecería lógico ver una novela de tendencias feministas en la España de San Isidoro de Sevilla. Me parece anacrónico y… rarito.

  46. Derfel dice:

    Estimado Rodrigo: a mí, en principio, no me parece mal la politización de nada, salvo que dicha politización implique que la novela o lo que sea se acabe volviendo un tostón.

    Volviendo otra vez a mi admirada «Guerra y Paz», se ve que es una novela claramente reaccionaria, lo cual no le resta un ápice de interés. Tampoco se puede pretender que un aristócrata ruso nos hable con naturalidad de como se catan las vacas. Cada cual aporta lo que tiene, según sus vivencias.

    Pero si lo hace de forma interesante, a mí me parece bien todo. Lo que no admito son a los pesados, esos no los he aguantado nunca. La vida es muy corta.

    Un saludo,

  47. Ascanio dice:

    Cielos, si voy a estar de acuerdo contigo y todo… qué horror.
    Pero no entiendo lo de catar las vacas.

  48. Derfel dice:

    Catar=ordeñar.

    ¿Pero tú tienes estudios, piltrafilla?

  49. Ascanio dice:

    Es que yo tengo un diccionario normalito. El de español-bable/bable-español ya está descatalogado. Ya sabes, por falta de demanda.

  50. Rodrigo dice:

    Vale, vale.

    Derfel, lo de «Guerra y paz» no te lo discuto. Tremenda novela.

  51. Clío dice:

    Estimado Arauxo, fántastica tu reseña, como todas las tuyas. Sin desvelar la historia, nos lo dices todo, no puedo por menos que admirar ese dominio de argumentar sin decir el argumento.
    De este autor solo he leído la Judía de Toledo, pero el debate que se ha generado parece interesante.
    Me quedo con el final más optimista:» La hija de Jefté es, en fin, un bello canto a la paz y a la libertad», el resto ya lo sabré cuando, sin duda, lea el libro.

  52. JJSala dice:

    En el ejemplar de Ediciones Edaf que tengo en mi poder, el título de la novela es «Jefta y su hija», que parece ser la traducción del original «Jefta und seine tochter».

    Ya se que puede ser un detalle baladí, pero en un caso la protagonista es la «hija» de Jefta y en el otro es «Jefta», quedando la hija en segundo lugar.

    Cuando acabe de leerla daré mi opinón.

    Salud

  53. Arauxo dice:

    Queridos todos:

    Permanezco en silencio por razones poderosas. Como comprenderéis, me encanta que mi reseña haya suscitado un debate de tanto interés respecto al concepto, caracteres límites, usos y abusos, crítica, afectos y desafectos de/hacia el género de la novela histórica. Debate fructífero que merecería, por cierto, mucha más atención en estas páginas.

    Yo emplazo a mis contertulios a mantener, avivar, enriquecer y reforzar este debate dentro de… un par de meses, pongamos por caso. Entonces podré -espero- haceros llegar mis opiniones sobre una materia tan interesante que, en el fondo, constituye gran parte de la esencia de Hislibris. Y a continuación… seguiremos debatiendo.

    Pero mientras tanto sí me gustaría puntualizar algo. Deduzco de tus intervenciones, Pepe, que has creído leer en la reseña una defensa -por mi parte- de la novela histórica comprometida (si no es así, te pido disculpas y rectifico sobre la marcha). Pero no es así en absoluto. Yo sólo he pretendido transmitir la opinión del autor. Cuando digo que en cierto modo, los aficionados a la novela histórica estamos en deuda con Feuchtwanger no lo digo porque el autor haya subrayado las posibilidades y cualidades del género como instrumento de lucha política, identificándome así con el autor en tal concepción. Nuestra deuda -la de los aficionados a la novela histórica- se contrajo con Feuchtwanger por el simple hecho de defender un género absolutamente desprestigiado entonces y, claro que sí, Pepe, también ahora.

    Eso no me lleva a defender el compromiso político o ético como esencia de la auténtica novela histórica ni ninguna otra barbaridad semejante, Dios me libre. La buena literatura es buena per se y no por cualquier otra hojarasca, disfraz o coartada con la que queramos envolverla. Más claro aún: a mí, personalmente, me importa un bledo el compromiso religioso, político, ético, moral o filosófico del autor. Esos son factores que nos ayudan a comprender a los creadores y segundas o terceras lecturas que cabe hacer sobre la obra de arte, en este caso, literaria. A mí lo que de verdad me importa, es que la novela deleite, porque para eso leo narrativa, como para eso leo también poesía. Si además me ensaña cosas, mira qué bien. Y si encima me interpela y me hace reflexionar sobre aspectos que no habían llamado antes mi atención, miel sobre hojuelas. Pero leo literatura sobre todo para disfrutar con un buen libro. Y esa es, para mí la única clasificación válida en el mundo narrativo: sencillamente hay buenas y malas novelas. Unas son históricas y otras no. Hecha esa selección, después podemos hablar de más cosas, pero si la novela es mala, la discusión ha terminado.
    Pero una cosa debe quedar clara (y ya no hablaré más sobre esta cuestión hasta dentro de, aproximadamente, un par de meses): Guerra y Paz, querido Derfel, es una excelente, brillante, grandiosa, gloriosa, genial y colosal novela, claro que sí. Pero es una excelente, brillante, grandiosa, gloriosa, genial y colosal novela histórica, pese a quien pese.

    Un saludo.

  54. Derfel dice:

    Ahhh, lo que ha dicho…Se te notan las malas compañías.
    Ya te pillaré en dos meses, galopín.

  55. cruz dice:

    el tema de los judios se ha en Europa ó en España siempre me ha interesado y este libro me ha dejado con ganas de leer más y más del teme, este tema se tiene que reconkocer que es inagotanle y es muy acrual

  56. Derfel dice:

    Una pregunta simple para Ascanio y Arauxo: ¿qué elementos definen una novela como histórica? Todo ello a los efectos de ir centrando el futuro debate, que se prevé intenso…

  57. Arauxo dice:

    Mi opinión me la reservo para dentro de unas semanas, Derfel. Pero yo te devuelvo la pregunta: ¿Qué elementos definen, para ti, una novela como histórica? Y no intento responder a la gallega. Te lo pregunto porque, sin ningún ánimo polemista, me interesa averiguar qué concepto de novela histórica tiene un lector que excluye a Guerra y Paz del género. ¿Cual es el requisito que, en tu opinión no cumple una novela como esa?

  58. Derfel dice:

    Con carácter previo a contestar, y sin ánimo de iniciar una discusión bizantina, rogaría me indicases por qué ignotas razones partes de la premisa de que excluyo Guerra y Paz del género. No creo haberlo hecho.

    Ciertamente, desde la concepción que creo que tú y al menos, otros de los que frecuentan esta página, teneis sobre lo que es una novela histórica, entiendo que ésta en concreto pueda tener elementos que permitan encuadrarla en dicho género, como son el hecho de que esté ambientada en un tiempo pretérito e incluya algún que otro «momento estelar de la humanidad».

    Pero esa visión tan reduccionista no me satisface: sinceramente, no creo que el objetivo de Tolstoy fuese reconstruir la campaña rusa de Napoleón, sino el vehículo para contarnos una historia enorme en la que retrata la violenta colisión de varias maneras de ver el mundo, que termina por llevarse por delante las pequeñas vidas de multitud de personajes, cuya trayectoria seguimos durante toda la narración. Ésto y muchísimo más, por supuesto.

    ¿Pensamos que Tolstoy pretendía con Guerra y Paz «recrear» el mundo de ayer para hacer así más interesante lo que contaba? Yo creo que no. No lo necesitaba: es un truco demasiado fácil, teniendo en cuenta de que estamos hablando de uno de los mejores narradores en prosa que se han conocido.

    En definitiva, no es que piense que Guerra y Paz no cumple tal o cual requisito para ser encuadrada como una «novela histórica»: ni me lo planteo. Lo que pienso es que intentar catalogar un libro tan colosal en un género tan reducido es absurdo.

    Apurando esta línea de argumentación, se podría dar la circunstancia de que algún amante del género romántico me diría: «oye, que Guerra y Paz es una novela de amor». Y también tendría razón. Y otro me diría: «oye, que Guerra y Paz» es una novela bélica», y tendría que decirle que sí. Y llegaría un tercero a pedirme explicaciones de por qué motivos excluyo GYP del género de novela filosófica, y no sabría que decirle. Y así hasta el infinito…

    Es lo que ocurre con los hitos de la literatura y del arte en general: trascienden todas las pequeñas clasificaciones que se suelen utilizar.

    Seguimos en unas semanas.

    Un abrazo,

  59. Derfel dice:

    Vaya, me he estrenado con la moderación…

  60. Derfel dice:

    Gracias, sheriff…

  61. Arauxo dice:

    Un género tan reducido… Tal vez ahí radiquen las diferencias entre tu concepto y el mío, Derfel. Para ti, el género de la novela histórica está constreñido a no sé qué límites cuyo origen y magnitud me son desconocidos, pero cuyos caracteres pueden deducirse de tu intervención: una novela histórica es la que tiene por objetivo reconstruir la campaña rusa de Napoleón o cualquier otro acontecimiento con el suficiente relieve o la necesaria magnitud como para denominarse «histórico». Y sostienes tu argumento, Derfel, desde la concepción que creo que tú y al menos, otros de los que frecuentan esta página, teneis sobre lo que es una novela histórica… Pues una de dos, querido amigo: o te he dado una impresión equivocada o tú has malinterpretado mis palabras. Porque mi concepción de novela histórica nada tiene que ver con la que tú expones, sino con uno mucho más amplio, evidentemente. El perfume de Suskind, Derfel, es para quien escribe, una novela histórica. Y en ella no se narran acontecimientos históricos de primera magnitud como si fuera una crónica novelada; simplemente, la historia es -como hace poco la ha definido el autor de Hellenikon– el paisaje (muy bien recreado) donde los actores desarrollan su drama.

    Que intentemos catalogar las obras, maestras o no, de la literatura, en un género u otro, ni resta un ápice a su calidad ni las encasilla indefectiblemente. Los géneros literarios, como cualquier otro elemento de un sistema de clasificación, son instrumentos intelectuales que usamos para el análisis. Cuando englobamos al ser humano en el Reino Animal, cuando incluimos la Capilla Sixtina en el arte de la Pintura o cuando decimos que Machado pertenece a la Generación del 98, no rebajamos su categoría: clasificamos la realidad para poder analizarla. Y ello no implica que la poesía de Machado no trascienda mucho más allá de su generación, que la Capilla Sixtina sea mucho más que «pintura» o que el ser humano tenga un rango muy superior al del resto de criaturas que pueblan el Reino Animal. Y, por extensión, que Guerra y Paz sea una indiscutible novela histórica (porque histórica es su recreación, su ambientación, su enfoque, su paisaje, sus escenarios, sus personajes -incluso los anónimos-…) no la priva de su posible adscripción a otros géneros ni, mucho menos, de su grandeza. Por reducción al absurdo y aplicando tus prejuicios hacia el género (perdona que los califique así, pero creo que responden a ideas preconcebidas), tampoco podríamos denominar novela a la obra cumbre de Cervantes, porque El Quijote está muy por encima del resto de las novelas. Pues sí, pero no deja de ser… una novela. Imponderable y excelsa, pero novela. Es que hay novelas buenas y novelas malas. Y el hecho de que haya pésimas novelas no expulsa del género de la narrativa de ficción a la de Cervantes. Y, por analogía, hay novelas históricas buenas y malas. Y Guerra y Paz, por cierto, es una de las soberbias, aunque conviva dentro del género con auténticos bodrios de cuyo nombre no quiero acordarme.

    Lo que no puedo aceptar, querido Derfel (y tal vez otro tanto habría que decir de Pepe, cuyos prejuicios creo que comparte contigo), es la falacia que nos ofreces:

    a) La sangre de los inocentes de Julia Navarro es novela histórica .
    b) La sangre de los inocentes de Julia Navarro es una inconmensurable basura.
    Ergo…
    c) La novela histórica es una inconmensurable basura.

    No, hombre, noooooooooo, que no somos tontos del todo. Nos hemos dado cuenta del truco. Y si no, llamemos a Cavi, que seguro que sabe mucho de lógica.

    Y me retiro, de esta cuestión al menos, hasta dentro de unas semanas (¿seguro?)

    Un cariñoso abrazo, por supuesto.

  62. Arauxo dice:

    (Moderación)

  63. Javi_LR dice:

    A un minuto se le llama ya moderación. Anda qué…

  64. Javi_LR dice:

    Digo: «Anda que…»

  65. Arauxo dice:

    Que eficiencia…
    Digo: «Qué eficiencia…»

  66. Aretes dice:

    Además de moderar a estos dos, se les debería pasar por un filtro de traducción porque a mi modo de ver, tampoco estáis diciendo cosas muy distintas.

  67. Arauxo dice:

    No, muy distintas… no. Apenas diametralmente opuestas.

  68. Derfel dice:

    Querido Arauxo:

    Me niego a entrar en un debate sobre si «tú piensas que yo dije» o «yo interpreto que tú dijiste». Son estériles y tienden a enrocarse indefinidamente.

    Por ello, voy a intentar dejar claros mis puntos de vista, al margen de bromas que pueda haber gastado en anteriores comentarios.

    1º.- Yo no utilizo trucos ni pienso que las personas que entran en esta página son tontos. Tampoco intento convencer a nadie de nada.

    2º.- La novela histórica es un género que existe. Qué duda cabe. Baste con visitar cualquier librería.

    3º.- La novela histórica es un género que, en general, no me gusta. Hay novelas históricas que me encantan (Yo, Claudio, etc.) pero son más bien pocas. Me da la impresión de que el «paisaje» histórico suele enmascarar defectos literarios de bulto. Me aburre la «ambientación histórica», la encuentro falsa, impostada. Es una impresión, ¿un prejuicio? Quizás, cada uno hemos leído los libros que hemos leído.

    4º.- No admito la premisa de que parto de la falacia «Navarro»:no por una novela se puede juzgar un género. Sin embargo, en mi caso, no ha sido una novela, sino muchas. ¿Es cuestión de echar la cuenta? No lo creo. A lo mejor he tenido mala suerte, pero sin embargo, la he tenido mejor en otros géneros: novela policiaca, novela de fantasmas, negra, de espías, etc. ¿Casualidades de la vida? Pudiera ser…

    4º.- En cuanto a catalogar y constreñir, me remito a lo dicho.

    5º.-No termino de leer tu visión de la novela histórica.

    Saludos, saludetes…

  69. Arauxo dice:

    Querido Derfel:

    Nada más lejos de mi ánimo que el creer que nos tomas por tontos o que usas armas trucadas o que intentas convencernos de nada. He usado el sologismo únicamente como recurso retórico y las expresiones «tonto del todo» o «truco» en tono absolutamente jocoso, después de una exposición que me parecía demasiado seria y formal. Si te has sentido violentado o agredido, te pido sinceras disculpas porque no lo he pretendido en ningún momento; al contrario, suelo sentirme muy cómodo hablando contigo, y tal vez he abusado de esa comodidad para bromear sin hilar fino. Mil perdones, Derfel.

    Respecto a lo demás, cada uno tiene sus opiniones, por supuesto, opiniones que yo respeto absolutamente y que me gusta intercambiar con contertulios que tengan algo (o bastante) que aportar, como tú has demostrado tener muchas veces. Pero si, para colmo, dichas opiniones, más que opiniones, reflejan gustos personales, no hay más que añadir: cada uno a su casa y Dios a la de todos.

    Un abrazo.

  70. Derfel dice:

    ¡A mis brazos, Arauxete!

  71. cavilius dice:

    ¿Cómo? ¿Amoríos aquí, a tales horas?

  72. JJSala dice:

    Quisiera repetir mi intervención del 11 de Marzo.

    Ya se que lo que digo no tiene demasiada enjundia, pero ¿la disputa entre Derfel Y Arauxo, no sería un poco «más transparente» si, sin definir que es la novela histórica, (caso de que sea posible definir algún género), diferenciamos entre la novela de contenido histórico (historia novelada) y la novela, que puede ser de cualquier género, (thriller, romántica, de costumbres de aventuras, etc.), que se sitúa en algún momento histórico?.

    A mi se me ocurren un buen número de novelas de ambos tipos (menciono dos de ellas en mi intervención), que son ejemplo de lo que digo.

    Estoy de acuerdo con Derfel en que una novela como Guerra Y Paz puede ser encuadrada en varios géneros, pero ateniéndonos al tema que nos ocupa, yo la situaría en el segundo apartado; una novela romántica-de costumbres-de aventuras-de guerra, con fondo histórico.

    Salud

  73. Arauxo dice:

    Querido JJSala:

    Yo comparto buena parte de lo que dices… y discrepo de la restante. Te pido un poco de paciencia y te prometo (a ti y a los demás) que te responderé (os responderé) y me enfangaré hasta donde sea necesario dentro de algún tiempo (poquito, no hablo ya de meses, sino de pocos días).

    Mientras tanto, un saludo y buen fin de semana a todos.

  74. JJSala dice:

    Admirado Arauxo, espero impaciente tu «enfangamiento».

    Y ahora…., llamadme hereje, iletrado o toca h….., pero no puedo resistir decir ésto…. Guerra y Paz es una obra maestra de la literatura universal y… el mayor tostón que he tenido el gusto de empezar y acabar, de mi larga trayectoria de lector de cientos de novelas de todos los tiempos.

    Ahí queda dicho.

    Salud

  75. Arauxo dice:

    ¡Blasfemo! ¡Ojalá caigan sobre ti las penas eternas del infierno! Pero voy a dejar la defensa al Derfel, para que pueda excomulgarte como Dios manda. Y cuando te condene a morir en la hoguera… yo encenderé la pira. ¡Hereje!

  76. Ascanio dice:

    JJSala, tú tranquilo, porque creo que richar puede salir en tu defensa.

  77. JJSala dice:

    ¡Offffff!. Estoy «acojonao».

    Ascanio, espero que lo de Richar sea cierto. ¿Contra Derfel y Arauxo, yo sólo?. Me espera una muerte horrible.

  78. Valeria dice:

    (Yo me acongojo sólo de pensar lo que puede pasar «en días», cuando tenga tiempo el Arauxín).

    Resumen del partido:
    Derfel ha encontrado pocas novelas históricas que le hayan gustado.
    Arauxo se ha deleitado con muchas novelas que califica de históricas.
    Y ambos se han ido de pira en pira, mano sobre hombro, como hermanos de sangure, en dirección al sol poniente, , en busca de una buena ciénaga donde enfangarse.

  79. Valeria dice:

    Y sí, me he dado cuenta, es «hermanos de sangre».

  80. Derfel dice:

    Tranquilo, Jota-jota: sobre el gusto no hay nada escrito, salvo que Ascanio lo tiene malo.

    Abur…

  81. Ascanio dice:

    Y tan malo; como que Derfel me cae bien… Eso es el colmo de la perversión, la corrupción y el desorden mental.
    Pero eso no es lo peor… Lo más horripilante es que convivo con Arauxo. Vamos, que soy una depravada.

  82. JJSala dice:

    Gracias a la magnífica reseña de Arauxo, hace diez días reemprendí la lectura de la Hija de Jefté (o Jefta y su hija), que había dejado, tiempo atrás, por falta de empatía con el tema.

    Ayer terminé la lectura y, con todo dolor, debo decir que mantengo mi inicial opinión sobre la novela.

    Me explico.

    La novela trata sobre un hecho histórico-legendario, uno de los muchos que contiene el Antiguo Testamento. El protagonista es Jefté, sobre todo Jefté y el antagonista es Yavhé, el iracundo y exclusivista dios de Israel, a quien aquél hace una promesa a cambio de ganar una batalla.

    Valores literarios aparte, que yo no discuto ni tengo capacidad para hecerlo, el fundamento del relato tiene, a mi parecer, excaso calado, como novela histórica.

    Feuchtwanger «analiza la naturaleza humana y las motivaciones que empujan al hombre a actuar, dando a los hechos una lectura rica y apasionante, aplicable a cualquier época y situación. Jeftá, a pesar de su grandeza, es un hombre iracundo, ambicioso, obstinado y orgulloso».

    De todo esto trata la novela, y también de la envidia, del egoísmo, de la voluntad, del amor y del miedo, de la fragilidad, es decir de esas cuestiones universales e intemporales que son el alimento de la literatura de todos los tiempos, pero lo que pasa es que Jeftá no tiene las hechuras suficientes para personaje legendario. No es más que un insignificante juez de una insignificante tribu de un pueblo, el hebreo, que siempre rodeado y, a veces sojuzgado, por pueblos poderosos, en su pequeñez y fragilidad es capaz de transformar sus párvulas historias locales en grandes hazañas y convertirse en el pueblo elegido, transmutando su dios tribal en el único Dios.

    Salud

  83. Patricio dice:

    Hopla a todos, sobre todo a los lectores de Lion Feuchtwanger:
    Desde hace un año se celebra a este autor en Alemania y otrros puntos del globo terráqueo.
    Es importante que si pueden busquen informacióna acerca de estas conmemoraciones.
    Este autor no debe caer en el olvido y debemos hacer lo posible para que no suceda.
    Saludos

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